Declaraciones Oficiales sobre asuntos complejos de la vida y la iglesia |
Tomadas inicialmente de este Libro de 287 pags. - 21cm x 14 cm. Edit. ACES. 2005 y luego ACTUALIZADAS |
- sobre temas delicados pero necesarios ante la opinión religiosa y pública -
desde 1980 a 2010 y ampliados al 2022
Documentos ordenados temáticamente - Apendice II
ADICCIONES
Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas
BIBLIA
Métodos de estudio de la Biblia
Santa Biblia (2005)
Nueva Resolución sobre la Santa Biblia 2015 *
CIENCIA
Intervenciones genéticas, Principios cristianos sobre
ECOLOGÍA
Creación y el Medio Ambiente, Cuidado de la
Cambios en el clima, Peligros de los
Medio ambiente, Mayordomía del
IGLESIA ADVENTISTA
Doctrinas
Creación: La cosmovisión bíblica (23 de junio, 2010)
Creación, Una afirmación de la
Espíritu de Profecía - Resolución sobre (Congreso Mundial en Atlanta 2010)
Espíritu de Profecía, Confianza en el (Congreso Mundial en Utrecht)
Espíritu de Profecía , Resolución sobre (Congreso Mundial de St. Louis)
Espíritu de Profecía - Declaración de Confianza, San Antoni, Texas 2015 *
Sábado, La observancia del (Doc. Mundial)
Sábado en Sudamérica, La observancia del (Junta Plenaria DSA 31/10/2011 - UA 6/12/2011)
Sábado y algunos detalles de su observancia - 2017 *
Sagradas Escrituras (1995)
Dinámica eclesial (Dinámica y funcionamiento de la Iglesia)
Declaración de protocolo para las adiciones o revisiones de la “Declaración de creencias fundamentales”
Asuntos estratégicos para la IASD
Comisión de Estrategias de Comunicación
Competición, Actividades con elementos de
Creación, Respuesta a Una afirmación de la
Declaración de misión de la IASD
Empleadores y empleados, Relaciones entre
Fundamentos éticos para la Asoc. General
Idiologías y Movimientos cuestionables - "Exaltar a Jesús" - 2018 *
Libertad y responsabilidad teológica y académica (Documento 1)
- Libertad académica en las instituciones de educación superior (Documento 2)
- Orientaciones para evaluar conceptos divergentes y para disciplinar a los disidentes
Misión, Hoja de ruta para la (2009)
Misión en ambientes sociales cambiantes, Salvaguardando la Música, Filosofía adventista acerca de laOrientaciones para participar en Misión global
ESTILO DE VIDA, RECREACION Y COSTUMBRES
El uso de Películas para el cumplimiento de la Misión *
Estilo de Vida y conducta cristiana *
Música en la IASD de Sudamérica
Llamado al Reavivamiento y la Reforma DSA *
Una filosofía adventista cerca de la música
MATRIMONIO Y FAMILIA
Intervenciones genéticas, Principios cristianos sobre
Hogar y familia (El Hogar y la Familia)
Violencia contra las mujeres y las niñas, Fin de la
MUJER
Mutilaciones genitales femeninas
NIÑOS
Niños, Bienestar y valor de los
Niños, Nutrición y protección de los
RELIGIONES Y LIBERTADES - (tema relacionado con, ver "Sociología")
Libertad de expresión y difamación de la religión (2010)
Libertad religiosa, evangelización y proselitismo
Relaciones con otras iglesias cristianas .
Minorías religiosas y libertad religiosa.
Ecumenismo: Movimiento ecuménico . (otras aclaraciones)
Relaciones entre Iglesia y Estado.
Tolerancia
¿Porqué los Adventistas
participan de las reuniones de la ONU?
*
SALUD (ver también Sexualidad)
Principios de temperancia y aceptación de donaciones
Salud y sanidad, Llamados a comprometerse con la
Recomendación DSA por avance Covid 19
SEXUALIDAD
Aborto 2019 - Declaración sobre la vision Bíblica de la vida intrauterina y sus implicaciones para el Aborto - 16/11/2019 *
Aborto 1992 - Orientaciones sobre el Aborto - documento reemplazado por la Declaración de 2019
Enfermedades de transmisión sexual .
Homosexualidad y el transgénero - 2017 *
SOCIOLOGÍA (ver también Religión)
Acoso .
Año 2000, El adventismo y el .
Mensaje de paz para la gente de buena voluntad
Adventistas y las fuerzas armadas *
Respeto por todas las personas
Venta de armas, Proscripción de
Los Adventistas y la Política *
Terrorismo
APENDICE I: Vea estos documentos ordenados por año de aparición en inglés.
AGREGADOS: Los documentos con un * al final, no estan incluidos en el libro publicado por ACES en 2005 - son incluidos por esta página.
LIBRERIAS: Se pueden adquirir en formato libro en los siguientes lugares
Declaración de misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Nuestra misión
La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar a todas las personas el evangelio eterno del amor de Dios, en el contexto de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, tal como está revelado en la vida, muerte, resurrección y ministerio sumo sacerdotal de Jesucristo, invitándolas a aceptar a Jesús como su Señor y Salvador personal, y a unirse a su iglesia remanente; y nutrir y educar a los creyentes como discípulos, en preparación para su pronto regreso.
Nuestro método
Llevamos adelante esta misión, bajo la dirección del Espíritu Santo, a través de:
1) El ministerio de la predicación. Aceptando la comisión de Cristo (Mat. 28:18-20), proclamamos a todo el mundo el mensaje de un Dios amante, revelado más plenamente en el ministerio reconciliador y la muerte expiatoria de su Hijo. Reconociendo que la Biblia es la revelación infalible de la voluntad de Dios, anunciamos su mensaje completo, incluyendo el segundo advenimiento de Cristo y la autoridad permanente de su Ley de los Diez Mandamientos con su recordatorio del séptimo día, sábado, como día de reposo.
2) El ministerio de la enseñanza. Reconociendo que el desarrollo de la mente y el carácter es esencial dentro del plan redentor de Dios, promovemos el desarrollo de una comprensión madura de Dios y de una relación con él, con su Palabra y con el universo creado.
3) El ministerio de la sanidad. Afirmando el énfasis bíblico sobre el bienestar integral de la persona, damos prioridad a la preservación de la salud y la curación del enfermo, y, a través de nuestro ministerio a los pobres y oprimidos, cooperamos con el Creador en su compasiva obra de restauración.
Nuestra visión
En armonía con las grandes profecías de las Escrituras, entendemos que el clímax del plan de Dios es restaurar toda su creación a la completa armonía con su perfecta voluntad y justicia.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Concilio de Primavera realizado en Silver Spring, Maryland, en abril de 1993, y enmendada en el Concilio Anual llevado a cabo en Silver Spring, Maryland, el 10 de octubre de 2004.
Hoja de ruta para la misión – Nuevo reglamento A 20
A 20 05 Fundamento – La misión de Dios para este mundo
motiva e informa nuestra misión. Por esta razón, la misión
es la sangre vital de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
(IASD). La misión está entretejida en nuestra identidad; la
misión define quiénes somos y por qué existimos. Temprano en
nuestro movimiento, tomamos la Gran Comisión (Mateo
28:18-20) como nuestro mandato divino motivado por la visión
del evangelio eterno alcanzando a toda nación, tribu, lengua
y pueblo (Apocalipsis 14:6-12). La genuina búsqueda de Dios
en las religiones del mundo proporciona un sendero para la
proclamación del evangelio.
Bajo la bendición del Señor, nuestra iglesia ha crecido,
llegando a los más lejanos confines de la Tierra. Cuando
comenzamos, nuestra misión nos colocó entre gente que tenía
tradiciones cristianas. Hoy en día, en cambio, nuestra
misión nos lleva a poblaciones que están enraizadas en otras
religiones mundiales.
Más aún, en algunas áreas del mundo la conversión al
cristianismo es mal vista o incluso corre el riesgo de
amenazar la vida de las personas. La historia del
cristianismo indica que prácticamente siempre éste ha sido
el caso. Al mismo tiempo, el espíritu de la época
estimula la aceptación de todas las religiones del mundo
como expresiones válidas del espíritu humano y desalienta
los esfuerzos para persuadir a la gente a convertirse de una
religión a otra. Algunos teólogos cristianos hasta arguyen
que la tarea de las misiones es afirmar a la gente en su
propia religión: hacer a los hindúes mejores hindúes, a los
musulmanes mejores musulmanes, a los budistas mejores
budistas, y así sucesivamente.
Entre los adventistas del séptimo día, uno encuentra una
variedad de iniciativas y metodologías dirigidas a la gente
de diferentes religiones y culturas. Si bien el interés por
la misión es elogiable, la proliferación de enfoques hace
más imperativo que la iglesia organizada articule simple y
claramente la naturaleza de nuestra misión –en qué consiste
y de qué manera la llevamos a cabo– firmemente fundada en la
autoridad de las Escrituras.
Debemos encontrar nuestra hoja de ruta para la misión en las
instrucciones y las acciones específicas de Jesús y los
apóstoles como están registradas en las Escrituras. En su
soberanía, el Señor toma iniciativas para revelarse a los
hombres y mujeres a través de una variedad de medios. Por
ejemplo, en el Antiguo Testamento leemos acerca de personas
fuera del círculo del pueble escogido que fueron seguidores
de Dios: Melquisedec (Génesis 14:18-20), Jetro (Éxodo
18:1-27), Naamán (2 Reyes 5:1). Asimismo, el Nuevo
Testamento nos habla de los magos (Mateo 2:1-12), de
gentiles que eran “temerosos de Dios” (Hechos 13:43, 50;
16:14; 17:4, 17), y de otros que obedecieron la ley de Dios
siguiendo a su conciencia (Romanos 2:14-16). Tales ejemplos,
sin embargo, no proveen un modelo para la misión adventista
del séptimo día; simplemente proporcionan loables ejemplos
del obrar del Señor.
A 20 10 La misión – La misión adventista del séptimo día se
centra en el amoroso don de Dios de que se Hijo sea el
Salvador del mundo. Nosotros hemos de compartir estas buenas
nuevas con toda la gente, diciéndole que “en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a
los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12), y que
“todo aquel que en el cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna” (Juan 3:16). En su esencia, la misión es dar
testimonio por medio de la palabra y la vida y con el poder
del Espíritu Santo. Como el Señor le ordenó al Israel de
antaño: “Vosotros sois mis testigos… y mi siervo que yo
escogí” (Isaías 43:10), así el Señor Resucitado nos manda:
“Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda
Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos
1:8).
La misión adventista del séptimo día es abarcante en su
esfera de acción. Comprende proclamar las buenas nuevas a
todo el mundo (Mateo 24:14), hacer discípulos a todas las
naciones yendo, bautizándolos y enseñándoles (Mateo
28:18-20), e invitándolos a entrar en la iglesia –la
comunidad de creyentes de Jesús en el tiempo del fin, que
adoran a Dios el Creador y Redentor (Apocalipsis 12:17;
14:6, 7).
Esta comunidad, la iglesia, es el cuerpo de Cristo (1
Corintios 12, Efesios 1:21, 22; 4:4-6). En esta
confraternidad donde Jesús es confesado como Salvador y
Señor, y donde las Escrituras proporcionan el fundamento
para la instrucción, los miembros experimentan el poder
transformador de la nueva vida en Cristo. Ellos se aman los
unos a los otros (Juan 13:31, 32); están unidos, pese a las
diferencias de raza, cultura, género y posición social
(Efesios 2:12-14; Gálatas 3:28); y crecen en la gracia (2
Pedro 3:18). A su vez, salen a hacer discípulos entre otras
personas, y prosiguen el ministerio de Jesús de compasión,
ayuda y sanidad a todo el mundo (Mateo 10:7, 8).
Aunque otros cristianos también predican el evangelio, los
adventistas del séptimo día entendemos que es nuestro
llamamiento especial proclamar las buenas nuevas de
salvación y la obediencia a los mandamientos de Dios. Esta
proclamación sucede durante el tiempo del juicio de Dios y
en la expectativa
del pronto regreso de Jesús, poniendo fin al conflicto
cósmico (Apocalipsis 14:6, 7; 20:9, 10).
La misión adventista del séptimo día, por consiguiente,
incluye un proceso de proclamación que erige una comunidad
de creyentes “que guardan los mandamientos de Dios y la fe
de Jesús” (Apocalipsis 14:12). Ellos viven vidas de servicio
a los demás y aguardan fervientemente la secunda venida del
Señor.
A 20 15 Cumplimiento de la misión – Nuestra misión permanece
inalterable doquiera nos encontremos en el mundo. De qué
manera la cumplimos –cómo la emprendemos–, sin embargo,
adopta una variedad de formas, que dependen de las
diferencias culturales y de las condiciones sociales.
Cumplir la misión donde prevalecen las religiones no
cristianas a menudo impone modificaciones significativas al
abordar la tarea. Encontramos diferencias culturales, otros
escritos que son considerados sagrados, y a veces
restricciones a la libertad religiosa.
1. El ejemplo de los apóstoles – Las condiciones que
enfrentan los adventistas del séptimo día al compartir el
mensaje de Jesús con personas de otras religiones son en
gran manera paralelas con las que encontraron los apóstoles.
Cómo llevaron adelante la misión es instructivo para
nosotros hoy. Los primeros cristianos enfrentaron un mundo
con muchas deidades. Era asimismo un mundo peligroso, ya que
los césares en Roma exigían crecientemente no sólo respeto
sino adoración como si fueran divinos. No obstante
arriesgaron todo lo que tenían, hasta su vida, y muchos la
perdieron, en una entrega inquebrantable a su Salvador.
En este contexto, los apóstoles siempre exaltaron a
Jesucristo como la única esperanza de la humanidad. No
vacilaron en proclamar quién era él y qué había hecho.
Anunciaron el perdón y la nueva vida únicamente por medio de
él, y exhortaron a la gente en todos los lugares a
arrepentirse en vista del juicio venidero y el regreso de
Jesús (Hechos 2:38; 8:4; 1 Corintios 2:2). Y proclamaron que
solamente una persona podía con razón ser adorada como
Señor: Jesucristo. “Pues aunque haya algunos que se llamen
dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos
dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo
hay un Dios, el Padre… y un Señor Jesucristo” (1 Corintios
8:5, 6).
Si bien modificaron su enfoque adecuándolo a la audiencia,
jamás se desviaron de proclamar la singularidad de Jesús
como la esperanza del mundo. Nunca sugirieron que habían
venido a ayudar a sus oyentes a encontrar una experiencia
espiritual más profunda dentro de sus propias religiones;
por el contrario, los desafiaron a convertirse a la
salvación provista en Cristo. Así, el apóstol Pablo en
Atenas comenzó su discurso en el Areópago refiriéndose a los
dioses que adoraba el pueblo, pero los condujo al mensaje de
Jesús y la resurrección (Hechos 17:22-31).
2. Escritos de otras religiones – Pablo hace referencias a
escritos no bíblicos en su discurso en Atenas y en sus
cartas (Hechos 17:38; 1 Corintios 15:33; Tito 1:12), pero le
dio prioridad a las Escrituras (el Antiguo Testamento) en su
proclamación e instrucción a las nuevas comunidades
cristianas (Hechos 13:13-47; 2 Timoteo 3:16, 17; 4:2).
En la testificación adventista del séptimo día, los escritos
de otras religiones pueden ser útiles para construir puentes
al señalar elementos de verdad que hallan su más pleno y
rico significado en la Biblia. Estos escritos deberían ser
usados en un intento deliberado de introducir la Biblia ante
las personas como la Palabra inspirada de Dios y ayudarles a
transferir su lealtad a las Escrituras como la fuente de fe
y práctica. Sin embargo, la nutrición y el crecimiento
espiritual de los nuevos creyentes debe llevarse a cabo
sobre la base de la Biblia y su autoridad exclusiva (véase
“Orientaciones para empeñarse en la Misión Global”).
3. Contextualización – Jesús, como nuestro modelo, fue el
perfecto ejemplo de amor en sus relaciones con los demás.
Nosotros, al imitarlo en nuestra misión, debemos abrir
nuestros corazones en honesta y amorosa confraternidad. El
apóstol Pablo describió cómo adaptó su forma de dirigirse a
su audiencia: “Por lo cual, siendo libre de todos, me he
hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho
a los judíos como judío, para ganar a
los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no
esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los
que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si
yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino
bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.
Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a
todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a
algunos” (1 Corintios 9:19-22). Los apóstoles no hicieron
difícil que la gente aceptara el evangelio y su uniese a la
confraternidad de la comunidad cristiana, si bien no
vacilaron en declarar el pleno propósito de Dios para ellos
(cf. Hechos 15:19; 20:20-24).
Del ejemplo de Pablo emerge la contextualización –el
esfuerzo intencional y discriminado de comunicar el
evangelio de un modo culturalmente significativo. Para la
misión adventista del séptimo día, la contextualización debe
ser fiel a las Escrituras, guiada por el Espíritu y
relevante a la cultura local,
recordando que todas las culturas son juzgadas por el
evangelio. En tanto la IASD procura adaptar su forma de
encarar la misión en un mundo muy diverso, el peligro del
sincretismo –la mezcla de verdad y error en la religión– es
un constante desafío. La contextualización debe efectuarse
dentro de una ubicación cultural específica, cercana a donde
vive la gente; es un proceso que debe involucrar a los
dirigentes de la iglesia, a los teólogos, a
los misiólogos, a los miembros locales y a los pastores.
4. Apertura e identidad – Pablo procuró ser abierto y
honesto en su presentación del evangelio: “Antes bien
renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con
astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la
manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia
humana delante de Dios” (2 Corintios 4:2). Igualmente,
nosotros debemos llevar a cabo nuestra misión, e
identificarnos como adventistas del séptimo día, de una
manera tal
que evite crear barreras formidables. En la búsqueda de
encontrar conexiones con personas de otras religiones, el
tema del conflicto cósmico, que se halla en diversas
expresiones, puede ser un útil punto de partida. Otras áreas
que pueden resultar de ayuda son la profecía, la modestia y
sencillez, y la vida sana.
5. Grupos de transición – En ciertas situaciones, la misión
adventista del séptimo día puede incluir la formación de
grupos de transición (por lo general denominados Grupos de
Afinidad Especial) que conducen a las personas de una
religión no cristiana a la Iglesia Adventista del Séptimo
Día. Al formar tales grupos, debería seguirse un plan claro
que enfatice el resultado final. Estos grupos deberían ser
establecidos y nutridos solamente con el respaldo y la
colaboración de la administración de la iglesia. Aunque
algunas situaciones pueden requerir un período extenso de
tiempo para completar la transición,
los dirigentes de estos grupos deberían hacer todos los
esfuerzos posibles para introducir a las personas en la
feligresía de la Iglesia Adventista del Séptimo Día dentro
de un tiempo deliberadamente planificado (véase también B 10
28 y B 10 30).
Todo ministerio o grupo que se forme con la intención de
representar a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en
cualquier parte del mundo se esforzará
en promover la unidad tanto teológica como organizacional de
la iglesia. Si bien puede dársele a la dimensión teológica
el énfasis principal en la etapas iniciales del grupo, el
dirigente del grupo debería guiar deliberadamente a sus
miembros a sentirse identificados como adventistas del
séptimo y conscientes de la organización de la iglesia, con
una creciente participación en el estilo de vida, las
prácticas y la misión de la iglesia.
6. Bautismo e inclusión como miembros de iglesia – Los
candidatos al bautismo han de confesar a Jesucristo como
Salvador y Señor (Romanos 10:9), aceptar el mensaje y la
misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día como se
resume en las Creencias Fundamentales y comprender que se
están uniendo a una confraternidad mundial que es leal a
Dios y aguarda la segunda venida de Jesús.
7. Oportunidades y necesidades – Hoy en día, por causa de la
inmigración y otros factores, seguidores de las diversas
religiones mundiales se encuentran
en todo el mundo. En este nuevo contexto, los dirigentes en
todas las divisiones del mundo deben desarrollar planes
específicos para llevan el mensaje adventista del séptimo
día a esta gente.
Para el cumplimiento de la misión globalmente, la iglesia
necesita ayudar a la gente a desarrollar pericia en los
escritos de otras religiones, junto con literatura y
programas para preparar a los clérigos y a los miembros
laicos para alcanzar a los adherentes a estas religiones.
Los Centros de Estudios de Misión Global deben desempeñar un papel
principal, aunque no exclusivo, en estos esfuerzos.
Globalmente, nuestros pastores y miembros laicos necesitan
ser educados para aceptar a los nuevos creyentes
provenientes de las religiones mundiales. Esto requerirá el
desarrollo de competencia en los dirigentes, ancianos de
iglesia, pastores, misioneros y obreros de avanzada. En la
asignación de recursos humanos y financieros, las
necesidades de la misión entre personas de otras religiones
mundiales debería incluirse como parte del planeamiento
estratégico.
8. Donde la libertad está restringida – Nuestra misión a
veces nos lleva a sociedades en las cuales la libertad
religiosa está severamente restringida. Estas áreas del
mundo no deben ser abandonadas; más bien, deben intentarse
nuevos métodos para cumplir la misión. Éstos incluyen el
enfoque del “fabricante
de tiendas”, que consiste en que los individuos usan su
profesión para sostenerse financieramente, por lo general en
áreas misioneras desafiantes, con el objetivo de la
evangelización cristiana. Otro enfoque es simplemente animar
a los que provienen de tales países y se han convertido en
adventistas del séptimo día en otra sociedad, a retornar a
sus países de origen como embajadores de Cristo. Y aun donde
la presencia humana no es posible, la testificación por
medio de la radio, la televisión o Internet puede, como los
altares que Abrahán dejaba detrás de sí en sus viajes
(Génesis 12:7), ser usada por el Espíritu para conducir a
hombres y mujeres a aceptar el mensaje adventista.
A 20 20 Conclusión – La misión de alcanzar a los seguidores de las religiones mundiales plantea desafíos sustanciales. No obstante, la misión misma permanece inalterable porque es la misión de Dios. Cualquier sea el enfoque que sigamos, su resultado final ha de ser conducir a hombres y mujeres a unirse a la feligresía de los que confiesan a Jesucristo como Salvador y Señor, abrazan las Creencias Fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, demostrando el poder transformador del Espíritu Santo y anhelando la pronta venida de Cristo. Han de identificarse con la Iglesia Adventista del Séptimo Día mundial en doctrina, valores de vida, esperanza y misión.
Dios, el Señor de la misión, es libre y soberano. Él puede
intervenir, y lo hace, para revelarse en diversas maneras,
atrayendo a la gente a sí mismo y motivándolos ante su
majestad y soberanía. Pero ha encargado su misión a su
iglesia (2 Corintios 5:18-21). Es una misión abarcante, pero
es una misión singular. Él no ha establecido carriles
paralelos o múltiples para que nosotros transitemos, lo que
quiere decir que todos debemos comprometernos con las mismas
creencias, y organizarnos y trabajar en armonía con la
iglesia mundial.
Este documento normativo fue votado
por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los
Adventistas del Séptimo Día en la sesión del Concilio Anual
realizada en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 13 de
octubre de 2009.
Salvaguardando la misión en ambientes sociales cambiantes
Los adventistas del séptimo día están comprometidos en la
misión de comunicar a todos los pueblos el evangelio eterno
del amor de Dios, guiándolos a aceptar a Jesús como Salvador
y Señor personal, a unirse a su iglesia remanente y a
prepararse para su pronto regreso. Esta misión es llevada a
cabo mediante muchos y diversos métodos de predicación,
enseñanza y sanidad. Una infraestructura de alcance mundial
vincula a las iglesias locales como parte de una comunidad
global de fe. La IASD ha establecido además numerosas
instituciones educacionales, de publicaciones y de atención
de la salud que desempeñan un papel vital en demostrar y
comunicar el foco de la iglesia en la misión y testificación
del evangelio por medio del servicio a los demás.
Las iglesias e instituciones adventistas del séptimo día
operan en diversos ambientes sociales, políticos y
religiosos. El desenvolvimiento de la legislación nacional y
local en muchas partes del mundo ha sido influenciado por la
cosmovisión y los valores morales cristianos, o es
compatible con ellos. Más recientemente, el interés por la
política social está llegando a ser un factor dominante en
la evolución de las leyes. Esto resulta en ambientes más
bien nuevos, y a veces desafiantes, para la práctica y la
defensa de las creencias y los valores cristianos históricos
relacionados con la moral. Las situaciones actuales
alrededor del mundo varían ampliamente, haciendo difícil
diseñar una única respuesta global.
La legislación concerniente a las prácticas de empleo representa un área en la cual los valores y las creencias adventistas del séptimo día pueden enfrentar desafíos. Por ejemplo: las sociedades pueden establecer leyes que proporcionan nuevas definiciones del matrimonio o que protegen a una variedad de expresiones y conductas asociadas a la identidad de género.
Los adventistas del séptimo día creen que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer para toda la vida, en amoroso compañerismo,1 y que la Biblia no da lugar a la actividad o el estilo de vida homosexual.2 La iglesia no acepta la idea de matrimonios del mismo sexo ni consiente con las prácticas o la apología homosexuales. La aplicación y la práctica de estas creencias en culturas que adoptan otras normas para tales relaciones probablemente constituyan un punto central de controversia.
En muchos países la iglesia goza de libertad de expresión
religiosa y de la oportunidad de ejercer prácticas
preferenciales de empleo. Sin embargo, existen numerosas
oficinas e instituciones en áreas donde, excepto para las
funciones puramente eclesiásticas, las prácticas
preferenciales de empleo no son permitidas. Se requiere
sabiduría y discernimiento cuidadoso con el fin de que el
testimonio de la iglesia no sea acallado por sus acciones ni
de que la oportunidad de testificar se vea comprometido por
suscitarse innecesaria oposición. Los siguientes principios
están destinados a ayudar a los dirigentes de la iglesia a
encarar tales situaciones, mientras continúan sosteniendo
las creencias denominacionales en asuntos que atañen a la
vida de la iglesia y al empleo.
Se RECOMIENDA: Aprobar los siguientes principios como una guía para las entidades e instituciones denominacionales que, de cuando en cuando, tienen que revisar y salvaguardar su aptitud para llevar a cabo la misión en medio de circunstancias sociales cambiantes. Estos principios deben ser sopesados colectivamente al decidir un curso de acción apropiado en situaciones en las cuales la iglesia o sus instituciones se encuentran en tensión con las obligaciones impuestas por el estado.
1. La capacidad para mantener la misión y la testificación.
La misión, la testificación y la proclamación cristianas se
llevan a cabo en un mundo caído, en medio de circunstancias
que no siempre son favorables o neutrales. En tales
situaciones, la respuesta cristiana no es retirarse o
abandonar la misión, sino hallar vías para testificar a
pesar de las circunstancias. La habilidad para
testificar y llevar adelante la misión debería ser una
consideración importante al determinar cómo responder en
situaciones difíciles.
2. Demostración de buena ciudadanía. Los cristianos viven simultáneamente en dos comunidades, el estado secular y el reino de Dios, y tienen lealtades y obligaciones con ambas. Los cristianos deberían ser buenos ciudadanos en las dos comunidades. En situaciones en las cuales surge tensión entre las dos, el cristiano demostrará fidelidad a las convicciones de fe basadas en la Biblia. En todos los demás asuntos, al cristiano se le aconseja, por las enseñanzas de la Biblia misma, a aceptar y cumplir las obligaciones de la ciudadanía terrenal.
3. Comprensión de que los límites existen y que no pueden
ser quebrantados si se ha de mantener la misión. Los
miembros de iglesia y las instituciones eclesiásticas están
en el mundo pero no son “del mundo”. Esta constante realidad
explica por qué la iglesia no siempre puede adecuarse a las
costumbres prevalecientes en la sociedad. La fidelidad a su
comprensión de las enseñanzas de la Biblia requerirá la
determinación de límites más allá de los cuales la iglesia
no puede ir y no irá. Hacerlo volvería contradictorios y sin
sentido los esfuerzos en la misión. El curso particular de
la experiencia a través de la cual una organización es
llevada hasta ese punto variará de lugar en lugar. Cada
situación necesita ser evaluada a la luz de sus
circunstancias presentes.
4. Adaptar las prácticas para cumplir con la legislación no
modifica las posiciones denominacionales. Es totalmente
probable que los modelos de respuesta de las diversas
entidades diferirán en cierta medida antes de alcanzar el
límite –el punto más allá del cual la iglesia estaría
negando sus convicciones y abandonando su misión y
testificación. La preocupación central en estas situaciones
no es cuestionar o redefinir la posición de la iglesia sino
encontrar un camino para verter esa posición en prácticas
que salvaguarden la misión de la iglesia.
5. Las normas de empleo deben ser revisadas periódicamente a
la luz de los contextos locales. Se espera que todas las
organizaciones empleadoras establezcan y revisen
periódicamente las normas de empleo y en beneficio de los
empleados, así como las reglas de conducta que se aplican al
lugar de trabajo.
6. La respuesta institucional es definida por las juntas de
contralor o las comisiones ejecutivas. La Iglesia Adventista
del Séptimo Día ejercerá su derecho a la libertad de
religión y a las prácticas de empleo preferencial hasta el
punto permitido por la ley. Cuando, según el juicio de la
junta de fideicomisarios o la comisión de contralor de una
organización, la aplicación de las leyes o la supresión de
la libertad religiosa interfiere con la capacidad de la
organización de proseguir y llevar a cabo su misión, la
organización puede decidir buscar protección legal (ya sea
iniciando una demanda o defendiéndose contra demandas
entabladas por otra parte) y, en el caso de que fracase en
obtenerla, reorganizas o discontinuar la operación.
7. Consulta antes que acción unilateral. Una organización o
institución adventista del séptimo día no actuará
unilateralmente en tales asuntos. Su comisión ejecutiva o su
junta buscará consejo de la administración de las
organizaciones supervisoras (Asociación, Unión, División), o
de la administración de la Asociación General en el caso de
instituciones de la Asociación General, antes de decidir la
naturaleza de su respuesta a la legislación que exige a la
organización prácticas consideradas en conflicto con sus
creencias y valores.
8. Consejo antes de entrar en litigio. En situaciones donde
una entidad denominacional contempla litigar, o donde una
entidad debe defenderse de una demanda relacionada con la
orientación y expresión sexual del empleado, la
administración de la entidad procurará consejo de la Oficina
de Asesoramiento de la Asociación General antes de iniciar o
responder una litigación.
1 Véase: “Afirmación del matrimonio”, aprobada por la Junta
Administrativa de la Asociación General el 23 de abril de
1996 (p. 83 de este libro).
2 Véase: “La homosexualidad”, aprobada por Junta Ejecutiva
de la Asociación General el 3 de octubre de 1999, y
“Respuesta a las uniones del mismo sexo: Una reafirmación
del matrimonio cristiano”, votada por la Junta
Administrativa de la Asociación General el 9 de marzo de
2004 (pp. 71 y 105 en esta obra).
Este documento fue votado durante la sesión
del Concilio Anual de la Asociación General de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día realizada en Silver Spring,
Maryland, EE.UU., el 15 de octubre de 2007.
Llamado al Reavivamiento y la Reforma
Hoy, más que nunca, anhelamos llegar a nuestro hogar
definitivo. Por eso, “la mayor y más urgente de todas nuestras necesidades es la
de un reavivamiento de la verdadera piedad” (Mensajes selectos, t. 1, p. 141).
“El reavivamiento significa una renovación de la vida espiritual, un avivamiento
de las facultades de la mente y el corazón, una resurrección de la muerte
espiritual. La reforma significa una reorganización, un cambio en ideas y
teorías, en hábitos y prácticas” (Eventos de los últimos días, p. 162).
Una iglesia reavivada y reformada acepta el desafío de ser receptora y
continuadora de la misión de Jesucristo. “Y Jesús se acercó y les habló
diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os
he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. Amén” (Mat. 28:18-20).
El verbo central, “haced discípulos”, es un imperativo. Este modo no era usado
entre iguales; era principalmente usado por los reyes. El Rey Jesús, con toda
autoridad en el cielo y en la Tierra, después de haber vencido al pecado en la
cruz y a la muerte en la tumba, ordena a la iglesia la misión del discipulado.
Los otros verbos, en forma de gerundio, “id” (yendo), “enseñando” y
“bautizando”, son partes componentes y dependientes del mismo cometido.
Aceptamos el llamado al reavivamiento y la reforma, y el mandato de hacer
discípulos, y decidimos vivir en comunión, relacionamiento y misión. En
comunión, buscando a Dios todos los días, a primera hora, y en forma continua y
permanente. En relacionamiento, haciendo del Grupo pequeño un estilo de vida
que, siguiendo el modelo apostólico, fortalezca nuestros vínculos y, al mismo
tiempo, nos permita alcanzar a otros. Y en misión, usando todos los dones y los
recursos de manera tal que cada hijo de Dios lleve, cada año, por lo menos una
persona a Jesús, al bautismo y a la iglesia.
Consciente de su necesidad y del llamado divino, la Iglesia Adventista del
Séptimo Día en Sudamérica invita a todos sus miembros a leer, con meditación y
oración, los siguientes consejos bíblicos y del Espíritu de Profecía:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro
culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento” (Rom. 12:1, 2).
El propósito de Dios siempre fue establecer un vínculo especial con sus
criaturas. Nuestros primeros padres “eran visitados por ángeles, y se gozaban en
la comunión directa con su Hacedor, sin ningún velo oscurecedor de por medio”
(Patriarcas y profetas, p. 32). “Una lección para todos los tiempos; a saber,
que la verdadera felicidad se encuentra no en dar rienda suelta al orgullo y al
lujo, sino en la comunión con Dios” (ibíd., p. 31).
“Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión en la contemplación
de la vida de Cristo. [...] dejar que la imaginación se posesione de cada
escena, especialmente de las finales” (El Deseado de todas las gentes, p. 63).
“Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu
oración: ‘¡Tómame, oh Señor, como enteramente tuyo! Pongo todos mis planes a tus
pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora conmigo, y sea toda mi obra hecha en ti’.
Este es un asunto diario. Cada mañana conságrate a Dios por ese día. Somete
todos tus planes a él, para realizarlos o abandonarlos según te lo indicare su
providencia. Así, día tras día, debes poner tu vida en las manos de Dios, y así
tu vida será moldeada cada vez más a semejanza de la vida de Cristo” (El camino
a Cristo, pp. 69, 70).
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su
iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea perfectamente reproducido en su
pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como suyos” (Palabras de vida del
gran Maestro, p. 47).
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y
buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré
desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crón. 7:14).
“Orad sin cesar” (1 Tes. 5:17).
“Nuestro Salvador se identificó con nuestras necesidades y debilidades, y se
convirtió en un suplicante, un peticionante, que imploraba de su Padre nueva
provisión de fuerza para poder avanzar fortalecido para el deber y la prueba. Él
es nuestro ejemplo en todas las cosas. Es un hermano en nuestras debilidades.
[...] Su humanidad hizo de la oración una necesidad y un privilegio. Encontraba
consuelo y gozo en la comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el
Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más los débiles mortales,
manchados por el pecado, deberíamos sentir la necesidad de orar con fervor y
constancia!” (El camino a Cristo, p. 93).
“Al sonido de la oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla [...]
sabiendo perfectamente que han perdido la batalla” (Joyas de los testimonios, t.
1, p. 122). “Debemos velar, obrar y orar como si este fuese el último día que se
nos concede” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 60).
“Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego y ayuno” (Dan.
9:3).
“El propósito del ayuno que Dios nos manda observar no es afligir el cuerpo a
causa de los pecados del alma, sino ayudarnos a percibir el carácter gravoso del
pecado, a humillar el corazón ante Dios y a recibir su gracia perdonadora” (El
discurso maestro de Jesucristo, p. 75).
“De ahora en adelante hasta el fin del tiempo, los hijos de Dios deberían ser
más fervientes y más despiertos [...]. Deberían dedicar días especiales al ayuno
y la oración. No es necesario que se abstengan de alimento, pero deberían comer
con moderación alimentos sencillos” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p.
223).
“El ayunar un día por semana les sería de beneficio incalculable” (ibíd., p.
224). “El espíritu del ayuno y la oración verdaderos es el espíritu que entrega
la mente, el corazón y la voluntad a Dios” (ibíd., p. 224).
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis
sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Cor. 6:19, 20).
“La verdadera temperancia nos enseña a abstenernos por completo de todo lo
perjudicial, y a usar juiciosamente lo que es saludable” (Patriarcas y profetas,
p. 605). “Solo la temperancia es el fundamento de todas las gracias que proceden
de Dios, el fundamento de todas las victorias por ganarse” (La temperancia, p.
179).
“Por medio de la gratificación del gusto, el sistema nervioso se excita y el
poder del cerebro se debilita, haciendo imposible pensar con calma y en forma
racional. La mente se desequilibra [...] y los intereses sagrados y eternos son
desatendidos” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 178).
“La obra de transformación de la impiedad a la santidad es continua. Día tras
día Dios obra la santificación del hombre, y este debe cooperar con él, haciendo
esfuerzos perseverantes con el fin de cultivar hábitos correctos. Debe añadir
gracia sobre gracia; y mientras el hombre trabaja según el plan de adición, Dios
obra para él según el plan de multiplicación” (Los hechos de los apóstoles, pp.
439, 440).
“Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como
hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y
la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre” (1 Ped.
1:23-25).
“Debemos ir al encuentro de la gente con la sólida Palabra de Dios” (Mensajes
selectos, t. 2, p. 49).
“Es por medio de la Palabra –no por sentimientos ni excitación– como queremos
influenciar en la gente para que obedezca la verdad. Sobre la plataforma de la
Palabra de Dios, podemos estar en pie con seguridad” (Eventos de los últimos
días, p. 95).
Fuimos creados para vivir en relación con Dios y con el
prójimo. Cuando nos integramos con amigos y hermanos, pasamos a formar parte de
una vida en comunidad que nos hace más felices y más fuertes. Por eso,
necesitamos robustecer nuestra relación con Dios, con nuestra familia y con la
iglesia, por medio del culto familiar, de los Grupos pequeños, de la observancia
del sábado, y de la devolución de los diezmos y las ofrendas.
“Job los hacía venir [a sus hijos] y los santificaba. Se levantaba de mañana y
ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos” (Job 1:5).
“Por la noche y por la mañana, uníos con vuestros hijos en el culto a Dios,
leyendo su Palabra y cantando sus alabanzas. Enseñadles a repetir la ley de
Dios” (El evangelismo, p. 364).
“Sean cortas y animadas las reuniones del culto familiar” (Eventos de los
últimos días, p. 74).
“Elija el padre una porción de las Escrituras que sea interesante y fácil de
entender; serán suficientes unos pocos versículos para dar una lección que pueda
ser estudiada y practicada durante el día. Se pueden hacer algunas preguntas.
Pueden presentarse a manera de ilustración unas pocas, serias e interesantes
observaciones, cortas y al punto. Por lo menos deberían cantarse unas pocas
estrofas de un himno animado, y la oración que se eleve debe ser corta y al
punto. El que dirige en oración no debería orar por todas las cosas, sino que
debería expresar sus necesidades con palabras sencillas; y su alabanza a Dios,
con gratitud” (Conducción del niño, p. 494).
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros,
en el partimiento del pan y en las oraciones [...]. Y perseverando unánimes cada
día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y
sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo”
(Hech. 2:42, 46, 47).
Los primeros cristianos vivían en comunidad; crecían hacia arriba en comunión
con Dios; hacia adentro, en fe y consagración; y hacia afuera, en servicio y
testimonio.
“La formación de pequeños grupos como base del esfuerzo cristiano me ha sido
presentada por Uno que no puede errar [...]. Mantengan íntimo su vínculo de
unión, cerrando sus filas por el amor y la unidad, estimulándose unos a otros
para progresar y adquiriendo cada uno valor, fortaleza y ayuda de los demás.
Revelen la tolerancia y la paciencia que manifestó Cristo y, evitando las
palabras apresuradas, usen el talento del habla para edificarse unos a otros en
la santísima fe” (Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 84, 85).
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa: Probadme ahora en
esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abro las ventanas de los
cielos y derramo sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).
“El Señor llama hoy a los adventistas del séptimo día, en todo lugar, para que
se consagren enteramente a él, haciendo todo lo que esté a su alcance para su
obra [...]. Él desea verles mostrar, por medio de dones y ofrendas generosas,
cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud sienten por su misericordia”
(Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 350, 351).
“No solo deberíamos dedicar fielmente nuestros diezmos a Dios, quien los reclama
como suyos, sino también deberíamos traer un tributo como ofrenda de gratitud.
Llevemos a nuestro Creador, con corazones gozosos, los primeros frutos de todos
sus generosos dones; lo más escogido de nuestras posesiones, nuestro mejor y más
santo servicio” (La fe por la cual vivo, p. 247).
“No podrá entrar en el cielo ninguna persona cuyo carácter haya sido contaminado
por la fea mancha del egoísmo. Por lo tanto, Dios nos prueba aquí entregándonos
posesiones temporales a fin de que el uso que hagamos de ellas demuestre si se
nos puede confiar las riquezas eternas” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p.
24).
“Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos
para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico […] y santificad mis días
de reposo, y sean por señal entre mí y vosotros” (Eze. 20:12, 20).
“No tengamos vergüenza de portar la señal que nos distingue del mundo. [...] El
Señor tiene un pueblo que le es leal. Su trabajo se ha de llevar a cabo en
líneas rectas. La gente que ostenta su señal debe establecer iglesias e
instituciones que sean monumentos para él. Por humilde que sea su apariencia,
estos monumentos testificarán constantemente en contra del falso día de reposo
instituido por Satanás y en favor del sábado establecido por el Señor en el
Edén” (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 104, 105).
“El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad [...]. Cuando esta piedra
de toque les sea aplicada finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea
de demarcación entre los que sirven Dios y los que no lo sirven” (¡Maranata: El
Señor viene!, p. 160).
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a
los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Luc. 4:18, 19).
“¡Trabajad, oh trabajad, teniendo en vista la eternidad! Recordad que toda
energía debe ser santificada. Queda una gran obra por hacer” (Testimonios
selectos, t. 5, p. 162). “Dios ha enviado un mensaje tras otro para despertar a
su pueblo y animarlo a hacer algo inmediatamente” (Joyas de los testimonios, t.
3, p. 308).
“Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la
iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad.
Cuando los miembros de la iglesia de Dios efectúen su labor señalada en los
campos menesterosos de su país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión
evangélica, pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a
la Tierra con poder y grande gloria” (Los hechos de los apóstoles, p. 92).
“La iglesia de Cristo sobre la Tierra fue organizada con propósitos misioneros,
y el Señor desea ver a la iglesia entera ideando formas y medios por los cuales
los encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, puedan escuchar el
mensaje de la verdad” (Servicio cristiano, p. 92).
“Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta
necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Cor. 9:16).
“Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más
allá del alcance de la misericordia. Y ¿dónde están las voces de amonestación y
súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde
están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están
los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios por ellos?” (Patriarcas y
profetas, p. 135).
en libertad para cruzarse de brazos y no hacer nada. El
que alguien pueda salvarse en la indolencia y la inactividad es completamente
imposible. Pensad en lo que hizo Jesús durante su ministerio terrenal. ¡Cuán
fervorosos, cuán incansables eran sus esfuerzos! No permitió que nada lo
desviara de la obra que le fue encomendada. ¿Estamos siguiendo sus pasos?”
(Servicio cristiano, pp. 105, 106).
“Nadie está inactivo en el cielo, y en las mansiones de los bienaventurados no
entrará nadie que no haya manifestado amor a Cristo, y que no se haya esforzado
por la salvación de los demás” (Testimonios para los ministros, p. 208).
“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí [...]. En cuanto lo hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mat. 25:35, 36, 40).
“Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El
Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba
simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía:
‘Sígueme’ ” (El ministerio de curación, p. 102).
“Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se
dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían
mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos,
consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a
los inexpertos.
Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan.
Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor
de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa” (ibíd., p. 102).
“Suplid primero las necesidades temporales de los menesterosos, aliviad sus
menesteres y sufrimientos físicos, y luego hallaréis abierta la puerta del
corazón, donde podréis implantar las buenas semillas de virtud y religión”
(Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 224).
“La verdadera felicidad consiste en servir desinteresadamente a otros. Cada
palabra, cada acción ejecutada en este espíritu queda anotada en los libros del
cielo como habiendo sido dicha o hecha para Cristo” (Joyas de los testimonios,
t. 3, p. 100).
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo,
después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme,
fortalezca y establezca” (1 Ped. 5:10).
“Dios ama a su iglesia con un amor infinito. Nunca deja de velar sobre su
heredad. Solo permite las aflicciones que su iglesia necesita para su
purificación, para su bien presente y eterno [...]. Todas las pruebas que
inflige a la iglesia tienen por objeto dar a su pueblo una piedad más profunda y
una fuerza mayor para llevar los triunfos de la cruz en todas partes del mundo”
(Joyas de los testimonios, t. 3, p. 392).
“Las aflicciones, las cruces, las tentaciones, la adversidad y nuestras variadas
pruebas son los medios que emplea Dios para refinarnos, santificarnos y hacernos
dignos de su alfolí celestial” (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 312).
“Las cosas secretas pertenecen a Jehová, nuestro Dios, pero las reveladas son
para nosotros y para nuestros hijos para siempre, a fin de que cumplamos todas
las palabras de esta Ley” (Deut. 29:29).
“Dios no nos ha revelado el tiempo cuando terminará este mensaje o cuándo
llegará a su fin el tiempo de gracia. Aceptemos las cosas reveladas para
nosotros y para nuestros hijos, pero no procuremos saber lo que ha sido
mantenido secreto en los concilios del Todopoderoso” (Eventos de los últimos
días, p. 231).
“Me han llegado cartas preguntándome si tengo alguna luz especial en cuanto a la
fecha de la terminación del tiempo de gracia, y contesto que solo tengo este
mensaje que dar: que ahora es el tiempo de trabajar mientras dure el día, pues
viene la noche cuando nadie puede obrar” (Mensajes selectos, t. 1, p. 224).
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra” (Hech. 1:8).
“El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero despojado de la
personalidad humana e independiente de ella. Estorbado por la humanidad, Cristo
no podía estar personalmente en todo lugar [...]. Por medio del Espíritu, el
Salvador sería accesible a todos” (El Deseado de todas las gentes, p. 622).
“La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo
declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta
el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a
todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio” (Servicio
cristiano, p. 310).
“Puesto que este es el medio por el cual hemos de recibir poder, ¿por qué no
tener más hambre y sed del don del Espíritu? ¿Por qué no hablamos de él, oramos
por él y predicamos con respecto a él?” (Servicio cristiano, p. 312).
“Vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada
con su gloria” (Apoc. 18:1).
“La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación de poder
divino que la que señaló el principio de ella” (Eventos de los últimos días, p.
206).
“Él suscitará a hombres y a mujeres entre la gente corriente para hacer su obra,
así como en la antigüedad llamó a pescadores para que fuesen sus discípulos.
Pronto habrá un despertar que sorprenderá a muchos. Quienes no comprendan la
necesidad de lo que debe hacerse serán pasados por alto, y los mensajeros
celestiales trabajarán con los que son llamados gente común, capacitándolos para
llevar la verdad a muchos lugares” (Eventos de los últimos días, p. 208).
“El poder que conmovió al pueblo tan fuertemente durante el movimiento de 1844
se ha de manifestar una vez más. El mensaje del tercer ángel avanzará, no en
tono silencioso, sino con gran clamor” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p.
233).
“Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también
ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan
17:21).
“Algunos han adelantado la idea de que, a medida que nos acerquemos al fin del
tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de toda organización
religiosa. Pero he sido instruida por el Señor en el sentido de que en esta obra
no existe tal cosa como que cada hombre puede ser independiente” (Testimonios
para los ministros, p. 489).
“Como miembros de la iglesia visible y obreros en la viña del Señor, todos los
que profesan el cristianismo deben hacer cuanto pueden para conservar la paz, la
armonía y el amor en la iglesia [...]. La unidad de la iglesia es la evidencia
convincente de que Dios ha enviado al mundo a Jesús como su Redentor”
(Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 583).
“ ‘Avanzad juntos’. En la unidad está nuestra fortaleza [...]. Los mensajeros
que el Señor envía llevan las credenciales divinas” (La iglesia remanente, p.
99).
“Cuando el poder divino se combine con el esfuerzo humano, la obra se propagará
como fuego en el rastrojo” (Mensajes selectos, t. 1, p. 138).
“El secreto de nuestro éxito en la obra de Dios se hallará en el trabajo
armonioso de nuestro pueblo. Debe haber acción concentrada. Todo miembro del
cuerpo de Cristo debe desempeñar su parte en la causa de Dios, de acuerdo con la
capacidad que Dios le ha dado. Debemos avanzar juntos para vencer obstrucciones
y dificultades, hombro con hombro, y corazón con corazón. Si los cristianos
actuaran de concierto, avanzando como un solo hombre, bajo la dirección de un
solo Poder, para la realización de un solo propósito, conmoverían al mundo”
(Servicio cristiano, p. 95).
“Después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros
hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes
verán visiones” (Joel 2:28). “Y será predicado este evangelio del reino en todo
el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat.
24:14).
“Muchos, aun entre los indoctos, ahora proclaman la palabra del Señor. Los niños
son impulsados por el Espíritu para ir y declarar el mensaje del Cielo. El
Espíritu se derrama sobre todos los que cedan a sus indicaciones, y arrojando de
lado toda maquinaria humana, su reglas limitativas y sus métodos cautelosos,
declararán la verdad con el poder del Espíritu” (El evangelismo, p. 508).
“Así se predice una obra de extensión universal y de poder extraordinario [...].
Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa
consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje
celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la Tierra” (Eventos de
los últimos días, p. 211).
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hech.
2:47).
“Habrá muchos que saldrán de las filas del mundo, de las diferentes iglesias
[...]. Muchos que se han extraviado del redil regresarán para seguir al gran
Pastor” (Eventos de los últimos días, p. 215). “Multitudes recibirán la fe y se
unirán a los ejércitos del Señor” (El evangelismo, p. 508).
“En [...] Sudamérica [...] y todos los rincones oscuros de la Tierra, Dios tiene
en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas
para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene
la obediencia a su ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación, entre
toda lengua y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté
realizando el supremo esfuerzo de Satanás para que ‘todos, pequeños y grandes,
ricos y pobres, libres y esclavos’ (Apoc. 13:16) reciban, so pena de muerte, la
señal de lealtad a un falso día de reposo, esos fieles ‘irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin mancha’, resplandecerán ‘como luminares en el
mundo’ (Fil. 2:15)” (Profetas y reyes, pp. 140, 141).
“En la hora undécima habrá miles que encontrarán y reconocerán la verdad [...].
Estas conversiones a la verdad se realizarán con una rapidez que sorprenderá a
la iglesia, y únicamente el nombre de Dios será glorificado” (Mensajes selectos,
t. 2, p. 16).
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran
gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra
cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Luc. 21:27, 28).
“Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de
la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia
parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del
Hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la Tierra,
volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube
blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del Pacto.
Jesús marcha al frente como un gran conquistador” (Eventos de los últimos días,
p. 278).
“Con cantos celestiales los santos ángeles, en inmensa e innumerable
muchedumbre, lo acompañan en el descenso [...]. Ninguna pluma humana puede
describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor”
(ibíd., p. 278).
“Los justos vivos son mudados ‘en un momento, en un abrir de ojo’ [1 Cor.
15:52]. A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y
juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su
Señor en los aires. Los ángeles juntarán ‘a sus escogidos, de los cuatro
vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro’ [Mat. 24:31]. Santos ángeles
llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte tenía
separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de
alegría suben juntos a la ciudad de Dios” (ibíd., p. 284).
“Sobre la cabeza de los vencedores, Jesús coloca con su propia diestra la corona
de gloria [...]. Jesús abre ampliamente las puertas de perla, y entran por ellas
las naciones que guardaron la verdad.
En el cielo no habrá ningún salvado con una corona sin estrellas. Si entran
allí, habrá algún alma en las cortes de gloria que ha entrado por intermedio de
ustedes” (ibíd., p. 286).
“El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el
universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través de
la vasta creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por
toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta
el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su
belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor” (El conflicto de los
siglos, p. 737).
“En esas pacíficas llanuras, al borde de esas corrientes vivas, el pueblo de
Dios, que por tanto tiempo anduvo peregrino y errante, encontrará un hogar”
(ibíd., p. 734).
“El Señor está por venir. Oímos los pasos de un Dios que
se aproxima” (El evangelismo, p. 163).
“¡Oh, cuán glorioso será verlo y recibir la bienvenida como sus redimidos! Largo
tiempo hemos aguardado; pero nuestra esperanza no debe debilitarse. Si tan solo
podemos ver al Rey en su hermosura, seremos bienaventurados para siempre” (Joyas
de los testimonios, t. 3, p. 257).
“Siento deseos de exclamar: ¡Vamos rumbo a nuestro hogar!” (El evangelismo, p.
164).
Elena G. de White, El conflicto de los siglos, “El fin del conflicto”, pp.
720-737.
Elena G. de White, Visiones del cielo.
Reavivamiento y reforma, y el discipulado: Comunión, relacionamiento y misión
1.
¿Cuáles son las mayores dificultades para
mantener una comunión permanente con Dios?
2.
¿Cuáles son los beneficios de participar en un
Grupo pequeño? Si no participas, ¿por qué no lo haces? ¿Qué impide que lo hagas?
3.
¿Cuál es tu participación en el cumplimiento
de la misión de la iglesia?
Reavivamiento y reforma, y la única esperanza
1.
¿Qué frase, cita o texto de esta sección del
documento impactó más tu corazón?
2.
Según el texto leído, ¿cómo es que la iglesia
llegará a conmover al mundo?
3.
Al terminar la lectura y la discusión del
documento, ¿cuál es tu decisión con relación al regreso de Jesús, el cielo y la
eternidad?
Documento votado por la Junta de la Division Sudamericana de la IASD, Brasilia, Brasil - 2016 - Bajar en PDF aquí
Fin de la violencia contra las mujeres y las niñas
Nosotros, los miembros de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, alzamos nuestra voz y nos unimos
a otros para poner fin a la violencia contra mujeres y
niñas. Las estadísticas globales indican que en todas las
sociedades las mujeres y las niñas son más frecuentemente
las víctimas de la violencia. Los actos o las amenazas que
resultan en daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico
son incompatibles con la ética bíblica y la moral cristiana.
Tales actos incluyen, entre otros, violencia familiar,
violación, mutilación genital femenina, homicidios por honor
y asesinatos por la dote.
La manipulación, la denegación de la libertad personal y la
coerción también son actos de abuso y violencia. A tales
conductas la Iglesia Adventista del Séptimo Día dice:
“¡Pongámosles fin ahora!” Los adventistas del séptimo día
reconocen que la creación a imagen de Dios otorga dignidad y
valor a cada individuo. La medida de ese valor se ve en la
muerte sacrificial de Jesucristo para proporcionar vida
eterna a todos.
El amor y la compasión que caracterizó la vida terrenal de
Jesús establece un ejemplo para todos sus seguidores en su
relación con los demás. La conducta semejante a la de Cristo
no deja lugar para la violencia contra miembros de la
familia o personas fuera de la familia.
La Biblia aconseja a los cristianos a considerar el cuerpo
como el templo de Dios. Ocasionar daño intencional a otra
persona desacraliza lo que Dios honra y es por consiguiente
una conducta pecaminosa. Los adventistas del séptimo día se
comprometen a ser líderes en romper ciclo de violencia
perpetrada contra mujeres y niñas. Alzaremos nuestra voz en
defensa de las víctimas y las sobrevivientes mediante la
enseñanza, la predicación, el estudio de la Biblia y
programas de apología.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día procura y da la
bienvenida a la coparticipación y colaboración con otros en
ocuparse de esta cuestión global. La voz colectiva de muchos
puede salvar de daño y sufrimiento resultante de abuso y
violencia a decenas de miles de mujeres y niñas.
(Esta declaración se apoya en las siguientes referencias de
la Biblia: Juan 3:16; Génesis 1:26; Isaías 61:1-3; Efesios
5:2, 3; 1 Juan 3:10, 15-18; 4:11; 3 Juan 1:2; 1 Corintios
3:16, 17; 6:19; Romanos 12:1, 2.) (Véase también: “Nutrición
y protección de los niños”, p. 85 de esta obra.)
Esta declaración fue aprobada y votada
por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los
Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y
difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General
realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3
de julio de 2010.
Los adventistas afirman la dignidad y el valor de cada ser humano, y condenan toda forma de abuso físico, sexual y emocional, y cualquier tipo de violencia familiar.
Reconocemos la difusión global de este problema y los efectos serios y de largo alcance que tienen sobre las vidas de todas las personas involucradas. Creemos que los cristianos deben reaccionar frente al abuso y la violencia familiar, tanto dentro de la iglesia como en la comunidad. Tomamos con seriedad los informes de abuso y violencia, y hemos planteado estos problemas para su análisis en asambleas internacionales. Creemos que permanecer indiferentes y sin dar una respuesta es condonar, perpetuar y, potencialmente, extender tales conductas.
Aceptamos nuestra responsabilidad de cooperar con otros servicios profesionales, para escuchar e interesarnos por aquellos que sufren el abuso y la violencia familiar, destacar las injusticias y hablar en defensa de las víctimas. Ayudaremos a las personas que tengan esa necesidad para identificar y acceder al espectro de servicios profesionales disponible.
Cuando las actitudes y conductas modificadas abran las posibilidades del perdón y de un nuevo comienzo, proveeremos un ministerio de reconciliación. Ayudaremos a las familias que sufren por las relaciones que no puedan ser restauradas. Enfocaremos las preguntas espirituales que confrontan a las personas que sufrieron el abuso, procurando comprender el origen del abuso y la violencia a familiar, y ayudar a desarrollar mejores maneras de prevenir ciclos recurrentes.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día (ADCOM), y fue publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y las condiciones asociadas con él se están esparciendo rápidamente alrededor del mundo. Sobre la base de estudios estadísticos, se estima que en un futuro próximo, en muchos países del mundo, cada congregación eclesiástica con 100 feligreses o más incluirá por lo menos a un miembro con algún amigo o familiar con SIDA.
El SIDA es transmitido mediante dos fuentes principales: la intimidad sexual con una persona infectada, y la introducción de sangre contaminada con VIH (virus de inmunodeficiencia humana; o HIV en inglés) en el cuerpo, ya sea por inyecciones con agujas y jeringas no estériles, o con productos de sangre contaminados.
Los adventistas están comprometidos con la educación para la prevención del SIDA. Durante muchos años los adventistas han luchado contra la circulación, venta y uso de drogas, y siguen haciéndolo. Los adventistas apoyan la educación sexual que incluye el concepto de que la sexualidad humana es un don de Dios a la humanidad. La sexualidad bíblica limita claramente las relaciones sexuales al cónyuge de una persona, y excluye las relaciones promiscuas y toda otra relación sexual con su consecuente exposición al VIH.
Una respuesta semejante a la que Cristo daría al SIDA debe ser personal, compasiva, útil y redentora. Así como Jesús se interesó por los leprosos, la temida enfermedad comunicable de sus días, sus seguidores hoy se interesarán por quienes tienen SIDA. Santiago amonestó: “¿De qué le sirve a uno decir...: ‘Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran’, pero no les da lo que su cuerpo necesita?” (Sant. 2:14, 16).
Esta declaración fue anunciada por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de una consulta con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en la sesión de la Asociación General realizada en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Proscripción de venta de armas ofensivas a los civiles
Los civiles tienen a su disposición armas automáticas o semiautomáticas de tipo militar en forma creciente. En algunas regiones del mundo es relativamente fácil adquirir tales armas. Se las ve no sólo en la calle, sino también en las manos de los jovencitos en las escuelas. Se han cometido muchos crímenes con el uso de tales armas, ya que están hechas para matar gente. No tienen uso recreativo legítimo.
Las enseñanzas y el ejemplo de Cristo constituyen la guía para los cristianos actuales. Cristo vino al mundo para salvar vidas, no para destruirlas (Luc. 9:56). Cuando Pedro sacó un arma, Jesús le dijo: “Guarda tu espada en su lugar... Todos los que pelean con la espada, también a espada morirán” (Mat. 26:52). Jesús no participó en la violencia.
Algunos sugieren que la proscripción o prohibición de las armas ofensivas limita los derechos de las personas, y que las armas no cometen crímenes sino sólo las personas. Aunque es cierto que la violencia y las inclinaciones criminales conducen a las armas, también es cierto que la disponibilidad de las armas de fuego conduce a la violencia. La oportunidad que tienen los civiles de comprar o adquirir de diversos modos armas ofensivas automáticas o semiautomáticas, sólo aumenta el número de muertes como resultado de crímenes humanos.
En la mayor parte del mundo tales armas no pueden ser adquiridas por medios legales. La iglesia considera con alarma la relativa facilidad con la cual pueden ser obtenidas en otras regiones. Su disponibilidad sólo puede abrir la posibilidad de nuevas tragedias.
La búsqueda de la paz y la conservación de la vida deberían ser las metas de los cristianos. El mal no puede frenar eficazmente al mal, sino que tiene que ser vencido con el bien. Los adventistas, junto con otras personas de buena voluntad, desean cooperar en el uso de todo medio legítimo para reducir y eliminar, donde sea posible, la causa básica del crimen. Además, pensando en la seguridad pública y en el valor de la vida humana, la venta de armas ofensivas automáticas y semiautomáticas debería ser estrictamente controlada. Esto reduciría el uso de armas por parte de personas mentalmente perturbadas y de los criminales, especialmente quienes están involucrados en actividades con drogas y de pandillas.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultar con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Declaración de consenso
Las tecnologías científicas de nuestros días permiten un control de la fertilidad y la reproducción humanas mayor que en el pasado. Esas tecnologías hacen posible que las expectativas de embarazo y nacimiento resultantes de la relación sexual sean grandemente reducidas. Los matrimonios cristianos tienen la posibilidad de controlar la fertilidad, lo que ha creado muchas discusiones con una amplia gama de implicaciones religiosas, médicas, sociales y políticas. Las oportunidades y beneficios existen debido a las nuevas técnicas, pero también hay desafíos y desventajas. En ese sentido, deben considerarse varias cuestiones morales. Los cristianos, que son los que finalmente deben hacer sus propias elecciones sobre estos asuntos, deben ser informados para que puedan tomar decisiones sólidas basadas en principios bíblicos.
Entre los asuntos que deben ser considerados está la cuestión de si la intervención humana en el proceso biológico natural es apropiada o no. Si se considera que una intervención tal es apropiada, entonces se levantan otras cuestiones adicionales en relación con el qué, cuándo y cómo debe ser hecha esa intervención. Además hay otros asuntos relacionados, tales como:
● La posibilidad del aumento de la inmoralidad sexual, en virtud de la disponibilidad y el uso que los métodos de control de natalidad pueden promover.
● El dominio de uno de los sexos en relación con los privilegios y las prerrogativas sexuales tanto de las mujeres como de los hombres.
● Diversos asuntos sociales, incluyendo la discusión sobre si una sociedad tiene derecho a limitar la libertad individual en beneficio e interés de la sociedad en general; y la discusión sobre la carga y el apoyo económico y educacional para los que están en desventajas.
● Aspectos relacionados con el aumento de la población mundial y con el uso de los recursos naturales.
Entendemos que una declaración sobre las consideraciones morales en relación con el control de la natalidad debe ser vista dentro del contexto más amplio de las enseñanzas bíblicas acerca de la sexualidad, el matrimonio, la paternidad y el valor de los hijos; y que debe haber una comprensión de la interrelación entre esos asuntos. Conscientes de que dentro de la iglesia hay una diversidad de opiniones al respecto, se mencionan los siguientes principios bíblicos con el objeto de educar y ayudar en la toma de decisiones.
1) Mayordomía responsable. Dios creó a los seres humanos a su propia imagen, hombre y mujer, con la capacidad de pensar y tomar decisiones (Isa. 1:18; Jos. 24:15; Deut. 30:15-20). Dios le dio a los seres humanos el dominio sobre la Tierra (Gén. 1:26, 28). Ese dominio requiere e incluye la supervisión y el cuidado de la naturaleza. La mayordomía cristiana requiere también que se asuma la responsabilidad por la procreación humana. La sexualidad, como uno de los aspectos de la naturaleza humana sobre la cual el individuo ejerce mayordomía, debe ser expresada en armonía con la voluntad de Dios (Éxo. 20:14; Gén. 39:9; Lev. 20:10-21; 1 Cor. 6:12-20).
2) Propósito procreador. La perpetuación de la familia humana es uno de los propósitos de Dios para la sexualidad humana (Gén. 1:28). Aunque, de manera general, se puede inferir que los matrimonios están destinados producir descendientes, la Escritura nunca presenta la procreación como una obligación de la pareja con el fin de agradar a Dios. Sin embargo, la revelación divina le confiere un alto valor al hecho de tener hijos y expresa la alegría encontrada en la paternidad (Mat. 19:14; Sal. 127:3). Tener y educar hijos ayuda a los padres a entender a Dios y a desarrollar compasión, solicitud, humildad y abnegación (Sal. 103:13; Luc. 11:13).
3) Propósito unificador. La sexualidad tiene un propósito unificador dentro del matrimonio, propósito que es ordenado por Dios y se distingue del propósito procreador (Gén. 2:24). El propósito de la sexualidad en el matrimonio incluye alegría, placer y deleite (Ecl. 9:9; Prov. 5:18, 19; Cant. 4:16-5:1). El propósito de Dios es que los casados puedan tener comunión sexual, independiente de la procreación (1 Cor. 7:3-5), una comunión que establezca lazos fuertes y que proteja a los cónyuges de una relación impropia con otra persona (Prov. 5:15-20; Cant. 8:6, 7). En el designio de Dios, la intimidad sexual no tiene como único propósito la concepción. La Escritura no prohíbe que las parejas casadas disfruten de las delicias de las relaciones conyugales, aunque tomen medidas para prevenir el embarazo.
4) Libertad de elección. En la creación, y de nuevo a través de la redención provista por Cristo, Dios les dio a los seres humanos libertad de elección, y les pide que usen su libertad responsablemente (Gál. 5:1, 13). En el plan divino, el marido y la mujer constituyen una unidad familiar única, y ambos tienen la libertad y la responsabilidad de participar en la toma de decisiones acerca de su familia (Gén. 2:24). Los cónyuges deben ser considerados el uno con el otro al tomar decisiones acerca del control de la natalidad, estando dispuestos a considerar las necesidades del otro así como las suyas propias (Fil. 2:4). Para los matrimonios que deciden tener hijos, la elección procreadora tiene límites, ya que hay varios factores que deben orientar su elección, tales como la capacidad para proveer a las necesidades de los hijos (1 Tim. 5:8); la salud física, emocional y espiritual de la madre (3 Juan 2; 1 Cor. 6:19; Fil. 2:4; Efe. 5:25); las circunstancias sociales y políticas en las cuales los hijos nacerán (Mat. 24:19); la calidad de vida y otros recursos globales disponibles. Somos mayordomos de la creación de Dios y, por lo tanto, debemos mirar más allá de nuestra propia felicidad y deseos y considerar las necesidades de los demás (Fil. 2:4).
5) Métodos apropiados para el control de la natalidad. La decisión moral acerca de la elección y el uso de los diferentes métodos para el control de la natalidad debe surgir de la comprensión de sus probables efectos sobre la salud física y emocional, de la forma sobre la cual dichos métodos o agentes actúan, y de los gastos financieros involucrados. Hay varios métodos de control de la natalidad, incluyendo los métodos de barrera, los espermicidas y la esterilización, los cuales impiden la concepción y son moralmente aceptables. Algunos métodos contraceptivos* pueden impedir la liberación del óvulo (ovulación), impidiendo la unión del óvulo y el espermatozoide (fertilización), o pueden impedir la fijación del óvulo ya fertilizado (implantación), pero, debido a la incertidumbre acerca de cómo funcionarán en un caso dado, pueden ser considerados moralmente sospechosos por quienes creen que la protección de la vida humana comienza en la fertilización. Sin embargo, considerando que la mayoría de los óvulos fertilizados no llegan a implantarse o se pierden después de la implantación, aunque no se hayan usado métodos de control de la natalidad, los métodos hormonales de control y los DIUs, que representan un proceso similar, pueden ser vistos como moralmente aceptables. El aborto, es decir, la intencional terminación de un embarazo establecido, no es moralmente aceptable para propósitos del control de la natalidad.
6) Mal uso del control de la natalidad. Aunque la creciente capacidad técnica para manejar los asuntos que tienen que ver con la fertilidad y para protegerse contra las enfermedades sexualmente transmisibles pueden ser útiles a muchas parejas casadas, el control de la natalidad puede ser mal usado. Por ejemplo, aquellos que se involucran en relaciones sexuales premaritales o extramaritales pueden consentir más rápidamente en tales conductas a causa de la disponibilidad de los métodos de control de la natalidad. Es verdad que el uso de esos métodos para proteger las relaciones sexuales fuera del matrimonio puede reducir los riesgos de contraer enfermedades sexualmente transmisibles y/o la gravidez. Sin embargo, el sexo fuera del matrimonio es perjudicial e inmoral, independientemente de si esos riesgos han sido o no disminuidos.
7) Un enfoque redentor. La disponibilidad que existe actualmente de los métodos de control de la natalidad hace que la educación sobre la sexualidad y la moralidad sea aun más imperativa. Debe emplearse más esfuerzos en la educación y en los enfoques redentores, y menos en la condenación, para que cada individuo sea persuadido por la apelación profunda del Espíritu Santo.
* Algunos ejemplos actuales de esos métodos incluyen los aparatos intrauterinos (DIU), las píldoras hormonales (incluyendo “la píldora del día siguiente”), las inyecciones y los implantes. Las cuestiones sobre esos métodos deben ser consultadas con un profesional médico.
Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General, el miércoles 29 de septiembre de 1999, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
El cuidado de la Creación y el Medio Ambiente
Una declaración sobre el medio ambiente
El mundo en el cual vivimos es una dádiva de amor de parte del Dios Creador, que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Apoc. 14:7; 11:17, 18). En medio de esta creación colocó a los seres humanos, creados intencionalmente para relacionarse con él, con otras personas y con el mundo que los rodeaba. Por consiguiente, los adventistas sostenemos que la preservación y el mantenimiento de este planeta están íntimamente relacionados con nuestro servicio al Creador.
Dios estableció el séptimo día, sábado, como una conmemoración y un recordativo perpetuo de su acto creativo y del establecimiento del mundo. Al descansar en este día, los adventistas ponemos en relieve la especial relación con el Creador y su creación. La observancia del sábado acentúa la importancia de nuestra integración con el medio ambiente general.
La decisión humana de desobedecer a Dios interrumpió el orden original de la creación, dejando como resultado una falta de armonía ajena a sus propósitos. De este modo la atmósfera y el agua están contaminados, los bosques y la vida silvestre saqueados, y los recursos naturales en extinción. Siendo que los adventistas reconocemos al ser humano como parte de la creación de Dios, nuestra preocupación por el medio ambiente abarca también la salud personal y el estilo de vida. Defendemos una manera de vida saludable y rechazamos el uso de sustancias tales como el tabaco, el alcohol y otras drogas que dañan el cuerpo y consumen los recursos de la tierra; promovemos un régimen de alimentación vegetariana simple.
Los adventistas, al relacionarnos con otras personas estamos comprometidos a respetarlas y cooperar con ellas reconociendo nuestro origen común y teniendo en cuenta nuestra dignidad humana, que es un don del Creador. Debido a que la pobreza humana y la degradación ambiental están relacionadas entre sí, nos empeñamos por mejorar la calidad de vida de la gente. Nuestro objetivo es el desarrollo de los recursos, porque ellos satisfacen las necesidades humanas.
El progreso genuino, orientado hacia el cuidado de nuestro medio ambiente natural, recae sobre el esfuerzo ya sea individual o mancomunado. Los adventistas aceptamos el desafío de trabajar para restaurar el propósito total de Dios. Motivados por la fe en Dios, nos dedicamos a promocionar la salud tanto a nivel personal como a nivel medioambiental.
En este compromiso, confirmamos ser mayordomos de la creación de Dios y creemos que la restauración total se concretará recién cuando Dios haga nuevas todas las cosas.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 12 de octubre de 1992.
Para quienes somos guiados por la Biblia, la realidad de la muerte es aceptada como parte de la condición humana actual, afectada por el pecado. “Tiempo de nacer, y tiempo de morir” (Ecl. 3:2). Aunque la vida eterna es un regalo para los que aceptan la salvación por medio de Jesucristo, no entraremos en completa posesión de ese don hasta que obtengamos la inmortalidad en ocasión de la segunda venida de Cristo (Gén. 2:17; Rom. 5; Heb. 9:27; Juan 3:36; Rom. 6:23; 1 Cor. 15:51-54). Mientras tanto, podemos ser llamados a atender a un paciente terminal o aun a enfrentar nuestra propia muerte.
Aunque el dolor y el sufrimiento afligen a cada ser humano, ese sufrimiento no tiene valor expiatorio o meritorio. No importa cuánto pueda ser el dolor de un enfermo, no puede expiar el pecado. Sólo el sufrimiento de Jesucristo es suficiente. La Biblia nos enseña a no desesperarnos ante las aflicciones; antes bien, a aprender obediencia, paciencia y perseverancia. La Biblia también da testimonio del poder vencedor de Jesucristo frente a la aflicción y nos enseña que ministrar el sufrimiento humano es un importante deber cristiano. Al hacerlo, miramos con anticipación hacia el día cuando Dios acabará para siempre con el sufrimiento (Heb: 5:7, 8; Sant. 1:2-4; Rom. 5:3; Juan 16:33; Mat. 25:34-40; 9:35; Luc. 10:34-37; Apoc. 21:4).
En el pasado se podía hacer muy poco para alargar la vida. Pero los desarrollos que se han producido en la medicina moderna, con su poder para impedir la muerte, o al menos, alargarla artificialmente, han generado interrogantes morales y éticos y han hecho que sean más complejas las decisiones en la atención del paciente terminal. ¿Qué restricciones establece la fe cristiana al uso de tal poder? ¿Cuándo el objetivo de posponer la muerte debe dar lugar al objetivo de aliviar el dolor al final de la vida? ¿Quién puede tomar debidamente esas decisiones? ¿Qué límites, si es que los hay, debería tener la caridad cristiana al actuar con la intención de terminar el sufrimiento humano?
Es común oír hablar de la “eutanasia”. Originalmente ese término significaba “buena muerte”. Pero hoy tiene dos significados diferentes. A veces se habla de la “eutanasia activa” o “muerte misericordiosa”, lo que equivale a la interrupción intencional de la vida del paciente para evitarle una muerte dolorosa, o para aliviar la carga de la familia. Otras veces se habla de “eutanasia pasiva”, lo que equivale a detener o retirar los aparatos o las médicas que prolongan artificialmente la vida humana, permitiendo de este modo que la persona muera naturalmente. A la vista de los adventistas se juzga impropio el proceso de prolongación artificial de la vida, por lo que la iglesia cree que permitir a un paciente que muera por abstenerse de usar medios médicos, que sólo prolongan el sufrimiento y posponen el momento de la muerte, es moralmente diferente que la acción que tiene como directa y primera intención la de quitar la vida.
Nosotros deseamos enfrentar los problemas éticos relacionados con el fin de la vida en una forma que demuestre nuestra fe en Dios como el Creador y Redentor de la vida; y en una forma que revele cómo la gracia de Dios nos capacita para realizar actos de amor al prójimo. Afirmamos que la creación de la vida humana es una maravillosa dádiva que debe ser protegida y sustentada (Gén. 1 y 2). También confirmamos la maravillosa dadiva de Dios que ofrece redención y que provee vida eterna a aquellos que creen (Juan 3:15; 17:3). Aunque apoyamos el uso de los recursos médicos modernos para prolongar la vida, creemos que ese poder debe ser usado de manera compasiva, de manera que revele la gracia de Dios al minimizar el sufrimiento.
No necesitamos asirnos ansiosamente al último vestigio de vida en esta tierra, porque los cristianos tenemos la promesa de vida eterna en la tierra renovada. Tampoco creemos que sea necesario aceptar u ofrecer aquellos tratamientos médicos que sólo prolongan el proceso de morir.
Los adventistas estamos comprometidos con el cuidado de la persona integral, es decir, con la atención física, emocional y espiritual del paciente terminal. Para este fin, resultarán útiles los siguientes principios bíblicos:
1) Conocer la verdad. Una persona que se acerca al fin de la vida, y que está consciente, merece conocer la verdad acerca de su condición, y las opciones de tratamientos y sus posibles resultados. No debe retenerse la verdad; es mejor compartirla con amor cristiano y con la sensibilidad adecuada a las circunstancias personales y culturales del paciente (Efe. 4:15).
2) Libertad de elección. Dios ha otorgado a los hombres la libertad de elegir y les pide que la usen responsablemente. Creemos que esta libertad incluye las decisiones acerca de la atención médica. Creemos que una persona que posee su capacidad de juicio, debe determinar —después de buscar la orientación divina, considerar los intereses de los que resulten afectados por su decisión (Rom. 14:7) y sopesar el consejo médico— si acepta o rechaza la intervención de técnicas médicas para prolongar la vida. No debe ser forzada a someterse a tratamientos médicos que encuentre inaceptables.
3) En caso de incapacidad del paciente. El plan de Dios es que la gente sea nutrida dentro de una familia y una comunidad de fe. Las decisiones acerca de la vida humana se toman mejor dentro del contexto de una relación familiar sana y después de considerar el consejo médico (Gén. 2:18; Mar. 10:6-9; Éxo. 20:12; Efe. 5 y 6). Cuando un paciente terminal es incapaz de dar consentimiento o expresar preferencias en relación a la intervención médica, dichas decisiones deben ser tomadas por alguien elegido por el paciente o, si no ha designado a nadie, por alguien muy próximo al paciente. Excepto en circunstancias extraordinarias, los profesionales médicos o legales deben dejar que las decisiones relativas a la atención médica de un paciente terminal sean tomadas por los seres más íntimos del paciente. Es preferible que los deseos del individuo estén por escrito, y deberían concordar con las exigencias legales existentes.
4) El amor cristiano es práctico y responsable (Rom. 13:8-10; 1 Cor. 13; Sant. 1:27; 2:14-17). Ese amor no niega la fe, ni nos obliga a ofrecer ni a aceptar intervenciones médicas que sean cargas que excedan los probables beneficios. Por ejemplo, cuando el tratamiento únicamente preserva las funciones del cuerpo, sin esperanza de que el paciente recupere el nivel de conciencia mental, es fútil y puede, en buena conciencia, ser retenido o retirado.
Es decir, los tratamientos médicos tendientes a prolongar la vida pueden ser omitidos o detenidos si es que solamente añaden sufrimiento al paciente o le prolongan innecesariamente el proceso de morir. Naturalmente, en todos los casos, lo que se haga debe estar en armonía con los mandatos legales existentes.
5) No a la muerte “misericordiosa”. Aunque el amor cristiano nos puede llevar a detener o retirar la participación médica que sólo aumenta el sufrimiento o prolonga el proceso de morir, como adventistas no practicamos la “muerte misericordiosa”, ni prestamos ayuda en suicidio (Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13; 23:7). Nos oponemos a la eutanasia “activa”, es decir, a la forma intencional de quitar la vida a una persona que sufre o que está muriendo.
6) Aliviar el sufrimiento. La compasión cristiana nos lleva a aliviar el sufrimiento (Mat. 25:34-40; Luc. 10:29-37). Es una responsabilidad cristiana aliviar al paciente terminal del dolor y sufrimiento en el mayor grado posible, sin utilizar la eutanasia activa. Cuando es claro que la intervención profesional no curará al paciente, el principal objetivo de nuestra atención debe ser el procurar aliviarle el sufrimiento.
7) El principio de justicia. Este principio bíblico dice que debe brindarse atención adicional a las necesidades de los indefensos y dependientes (Sal. 82:3, 4; Prov. 24:11, 12; Isa. 1:1-18; Miq. 6:8; Luc. 1:52-54). Debe dedicarse al paciente terminal un trato de respeto a su dignidad y sin discriminación injusta, basado en sus necesidades espirituales y médicas, y en su expresa voluntad antes que en base a percepciones relativas a su mérito social (Sant. 2:1-9).
Cuando los adventistas tratamos de aplicar estos principios, obtenemos esperanza y coraje al saber que Dios contesta las oraciones de sus hijos y que tiene la facultad de realizar milagros en su favor (Sal. 103:1-5; Sant. 5:13-16). Siguiendo el ejemplo de Jesús, también oramos para aceptar la voluntad de Dios (Mat. 26:39). Sabemos que podemos pedir el poder de Dios para ayudarnos a atender las necesidades físicas y espirituales de personas que están muriendo. Sabemos que la gracia de Dios es suficiente para capacitarlos para soportar la adversidad (Sal. 50:14, 15), y creemos que la vida eterna está asegurada para todos los que tienen fe en Jesús y en el triunfo del amor de Dios.
Esta declaración de consenso fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual, el 9 de octubre de 1992, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
Esta declaración pública fue publicada por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultar con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, organizada oficialmente en 1863, desde el comienzo de su historia se ocupó de combatir el uso de bebidas alcohólicas y tabaco. La iglesia condenó el uso de ambas sustancias por ser destructoras de la vida, la familia y la espiritualidad. Adoptó, en la práctica, una definición de temperancia que estimulaba a “la abstinencia total de lo que es perjudicial, y al uso cuidadoso y juicioso de lo que es bueno”.
La posición de la iglesia con respecto al uso del alcohol y del tabaco no ha cambiado. En décadas recientes, la iglesia ha promovido activamente la educación contra el alcohol y las drogas dentro de la iglesia, y se ha unido con otras agencias para educar a la comunidad en general en la prevención del alcoholismo y la drogodependencia. A principios de la década de 1960 la iglesia creó un “Programa para dejar de fumar” que se extendió por el mundo entero y ayudó a decenas de miles de fumadores a dejar el hábito. Originalmente se lo conoció como “Plan de 5 días para dejar de fumar”, y ha sido uno de los que alcanzaron mayor éxito entre programas similares.
La creación de centenares de drogas nuevas en los laboratorios, y el redescubrimiento y la popularización de productos químicos muy antiguos, tales como la marihuana y la cocaína, han complicado gravemente un problema comparativamente sencillo, y plantean un desafío creciente tanto a la iglesia como a la sociedad. En una sociedad que tolera y aun promueve el uso de drogas, la adicción es una amenaza creciente.
Redoblando los esfuerzos en el campo de la prevención de la dependencia, la iglesia está desarrollando nuevos programas para sus escuelas y promoviendo programas que ayudan a los jóvenes a mantenerse abstemios. La iglesia también procura ser una voz influyente en llamar la atención de los medios de comunicación, las autoridades públicas y los legisladores acerca de los daños que la sociedad está sufriendo por la promoción y distribución continuas del alcohol y el tabaco.
La iglesia cree que la instrucción de Pablo (1 Cor. 6:19, 20) todavía es aplicable: el “cuerpo es templo del Espíritu Santo”; debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo. Le pertenecemos, somos testigos de su gracia. Debemos procurar hallarnos en las mejores condiciones físicas y mentales, con el fin de gozar del compañerismo de Dios y glorificar su nombre.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas hechas a los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Bienestar y valor de los niños
Los adventistas afirman el derecho de cada niño a un ambiente hogareño feliz y estable, y la libertad y el apoyo necesarios para crecer y ser las personas que Dios quiere que sean. En 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció la importancia fundamental de los niños al adoptar la “Convención de los derechos de los niños”. En armonía con muchos de estos principios elevados, y considerando el valor que Jesús les dio a los niños cuando dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mat. 19:14), procuramos ayudar a los niños que sufren por las siguientes influencias destructivas:
Pobreza: La pobreza afecta el desarrollo de los niños, robándoles el alimento, la ropa, el abrigo que necesitan, y afectan adversamente su salud y su educación.
Analfabetismo: El analfabetismo dificulta a los padres obtener salarios apropiados o cuidar de su familia, o que los niños alcancen su potencial. Escaso cuidado de la salud: Millones de niños no tienen acceso al cuidado de la salud porque no tienen una cobertura adecuada de seguros o viven donde la atención médica no está disponible.
Explotación y vulnerabilidad: Se corrompe y explota a los niños cuando se los usa como mano de obra barata, en fábricas inhumanas, en conflictos armados, y en el placer sexual pervertido de depredadores adultos, o cuando se los expone a materiales sexuales explícitos en los medios de comunicación y en Internet.
Violencia: Cada año muchos niños mueren por la violencia. La vasta mayoría de quienes sufren en conflictos armados son las mujeres y los niños. Los niños reciben heridas profundas en lo físico y en lo psicológico, aún después del cese de los conflictos.
En respuesta a los problemas y a las necesidades mencionados, los adventistas sostienen los siguientes derechos de los niños:
1) El derecho a un hogar amante y estable donde haya seguridad y estén libres de los abusos.
2) El derecho a tener alimentos, ropa y abrigo adecuados.
3) El derecho a tener cuidado médico y de la salud.
4) El derecho a una educación que los prepare para un papel positivo en la sociedad, al desarrollar su potencial personal y capacidad de ganar el dinero necesario.
5) El derecho a una educación moral y religiosa en el hogar y la iglesia.
6) El derecho a estar libres de discriminación y explotación.
7) El derecho a ser una persona, a que se lo respete, y a desarrollar una estima propia positiva.
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser publicada en ocasión del Congreso de la Asociación General desarrollado en Toronto, Canadá, entre el 29 de junio y el 9 de julio de 2000.
Nutrición y protección de los niños
Los adventistas del séptimo consideran
de alto valor a los niños. A la luz de la Biblia, se los ve
como preciosos regalos de Dios confiados al cuidado de los
padres, la familia, la comunidad de fe y la sociedad en su
totalidad. Los niños poseen un enorme potencial para hacer
contribuciones positivas a la iglesia y a la sociedad. Es
extremadamente importante dar atención a su cuidado,
protección y desarrollo.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma y extiende
sus esfuerzos de larga data para nutrir y salvaguardar a los
niños y jóvenes de personas --conocidas y desconocidas--
cuyas acciones perpetran cualquier forma de abuso y
violencia contra ellos y/o los explotan sexualmente. Jesús
señaló el modelo de la clase de respeto, nutrición y
protección que los niños deberían estar en condiciones de
esperar de los adultos a cuyo cuidado han sido confiados.
Algunas de sus más enérgicas palabras de reprensión fueron
dirigidas a los que pudieran dañarlos. Por la naturaleza
confiada y la dependencia de los niños respecto de los
adultos mayores y con más conocimiento, y las consecuencias
que trastornan la vida cuando esta confianza es quebrantada,
los niños requieren una vigilante protección.
Corrección redentora
La Iglesia Adventista del Séptimo Día establece como una
prioridad la educación de los padres, basada en la iglesia,
que los ayude a desarrollar las aptitudes necesarias para un
enfoque redentor de la corrección. Muchos niños experimentan
rudos castigos en nombre de un enfoque bíblico de la
disciplina. La corrección caracterizada por el control
severo, punitivo y dictatorial a menudo lleva al
resentimiento y la rebelión. Tal disciplina rigurosa se
asocia, además, con un acrecentado riesgo de daño físico y
psicológico a los niños, y también con una mayor
probabilidad de que los jóvenes recurran a la coerción y la
violencia al resolver sus deferencias con otros. En
contraste, los ejemplos de las Escrituras así como extensos
materiales de investigación confirman la eficacia de formas
más benignas de disciplina que permitan a los niños aprender
por medio del razonamiento y por experimentar las
consecuencias de sus decisiones. Se ha demostrado que tales
medidas más suaves incrementan la probabilidad de que los
niños harán elecciones que afirman la vida y al madurar
abrazarán los valores de sus padres.
Hacer de la iglesia un lugar seguro para los niños
La iglesia también asume seriamente su responsabilidad para
minimizar el riesgo de abuso sexual infantil y de violencia
contra los niños en el contexto congregacional. Primero y
principal, los dirigentes y los miembros de la iglesia deben
ellos mismos vivir conforme a un estricto código de ética
que impida hasta la apariencia de mal en relación con la
explotación de menores y la gratificación de los deseos de
los adultos. Otras medidas prácticas para hacer de la
iglesia un lugar seguro para los niños incluyen la atención
de la seguridad las instalaciones de la iglesia y de sus
alrededores, y la supervisión y el monitoreo cuidadoso de
los niños y su entorno durante todas las actividades
relacionadas con la iglesia. La educación respecto a lo que
constituye interacción apropiada e inapropiada entre adultos
y niños, las señales de advertencia de abuso y violencia, y
los pasos específicos a seguir en el caso de que se denuncie
o se sospeche de conducta inapropiada son de vital
importancia. Los pastores y dirigentes de la iglesia que
sean visibles y accesibles desempeñan un papel importante en
la prevención, así como en una respuesta adecuada a las
necesidades de los niños cuya seguridad pueda haber sido
puesta en riesgo. Son necesarias actualizaciones regulares
respecto a su responsabilidad moral y legal de informar todo
abuso infantil a las autoridades civiles pertinentes. La
designación de personal capacitado y protocolos específicos
en los niveles más amplios de la organización de la iglesia
ayudarán a asegurar la acción y el seguimiento apropiados
cuando se informe de abuso en el contexto de la iglesia.
Por causa de la naturaleza compleja del problema del abuso sexual infantil y la violencia contra los niños, la intervención y el tratamiento de los perpetradores requieren recursos que exceden la esfera de acción del ministerio proporcionado por la iglesia local. No obstante, la presencia de un conocido perpetrador en una congregación reclama los más altos niveles de vigilancia. En tanto los perpetradores deben ser tenidos por plenamente responsables por su propia conducta, la supervisión de personas con una historia de comportamiento inapropiado es necesaria para asegurar que tales personas mantengan una distancia apropiada y se abstengan de todo contacto con niños durante las actividades relacionadas con la iglesia. Hacer provisión de oportunidades alternativas para que los perpetradores crezcan espiritualmente en contextos donde no hay niños presentes, acrecienta grandemente la protección de los menores.
Fomentar la curación emocional y espiritual
Los niños que han sido víctimas personalmente o que han sido
testigos de hechos perturbadores necesitan el cuidado de
adultos que los traten con sensibilidad y comprensión. El
apoyo práctico que ayuda a los niños y a las familias
a mantener la estabilidad en medio de la turbulencia
fortalece a las
víctimas y sus familias y promueve la curación. El
compromiso de la iglesia de romper el silencio que
frecuentemente está asociado con la violencia y el abuso
sexual infantil, sus esfuerzos en pro de la defensa y
justicia para todas las víctimas, y la acción deliberada
para salvaguardar a los niños de toda forma de abuso y
violencia contribuirán en gran medida a la recuperación
emocional y espiritual de todos los afectados. La iglesia
considera la nutrición y protección de los niños como un
cometido sagrado.
(Esta declaración está respaldada por los principios
expresados en los siguientes pasajes bíblicos: Levítico
18:6; 2 Samuel 13:1-11; 1 Reyes 17:17-23; Salmo 9:9, 12,
16-18; 11:5-7; 22:24; 34:18; 127:3-5; 128:3, 4; Proverbios
31:8, 9; Isaías 1:16, 17; Jeremías 22:3; Mateo 18:1-6; 21:9,
15, 16; Marcos 9:37; 10:13-16; Efesios 6:4; Colosenses 3:21;
1 Timoteo 5:8; Hebreos 13:3.) (Véase además: “Fin de la
violencia contra las mujeres y las niñas”, p. 130 en esta
obra.)
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3 de julio de 2010.
Peligros de los cambios en el clima
Declaración para los gobiernos de los países industrializados
Los científicos advierten que el calentamiento gradual de la atmósfera es el resultado de la actividad humana, y que tendrá serias consecuencias para el ambiente que nos rodea. El clima cambiará, y resultará en más tormentas, inundaciones y sequías.
Para mantener los cambios climáticos en niveles tolerables, las emisiones de gases que producen el efecto invernadero, especialmente el anhídrido carbónico (CO2), necesitan ser reducidos en forma significativa. Los países industrializados son la fuente principal de estas emisiones, aunque las primeras víctimas son los pequeños estados en las islas y en los países con muchas costas.
A pesar de estos riesgos claros, los gobiernos parecen muy lentos en actuar. Los feligreses de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del mundo entero solicitan que los gobiernos aludidos den los pasos necesarios para evitar ese peligro al:
1) Cumplir el acuerdo logrado en Río de Janeiro (1992, Convención sobre el cambio del clima), para estabilizar las misiones de anhídrido carbónico para el año 2000 a los niveles que había en 1990;
2) Establecer planes para reducir aún más las emisiones de dióxido de carbono después del año 2000; e
3) Iniciar un debate público con mayor energía sobre los riesgos del cambio del clima.
Al firmar esta declaración, los adventistas afirman que proponen un estilo de vida sencillo, saludable, en el que las personas no sigan la rutina del consumismo ilimitado y la producción de basura. Llaman a respetar la creación, a restringir el uso de los recursos mundiales y a revaluar nuestras necesidades como individuos.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) el 19 de diciembre de 1995.
Informe de las Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia 2002-2004 a la Comisión organizadora de la Junta Ejecutiva de la Asociación General, mediante la oficina del Presidente de la Asociación General, 10 de setiembre de 2004.
Introducción
Las primeras palabras de la Biblia proporcionan el fundamento de todo lo que sigue. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). En todas las Escrituras se celebra la creación como procedente de la mano de Dios, a quien se alaba y adora como Hacedor y Sustentador de todo lo que existe. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
Desde esta cosmovisión surgen una serie de doctrinas entrelazadas que se encuentran en el núcleo central del mensaje adventista para el mundo: la creación de un mundo perfecto sin pecado ni muerte hace no mucho tiempo; el sábado; la caída de nuestros primeros padres; la difusión del pecado, la degeneración y la muerte a toda la creación; la venida de Jesucristo, Dios en la carne, para vivir entre nosotros y rescatarnos del pecado por medio de su muerte y resurrección; la segunda venida de Jesús, nuestro Creador y Redentor; y la restauración final de todo lo que se había perdido con la caída.
Como cristianos que tomamos con seriedad la Biblia y procuramos vivir sobre la base de sus preceptos, los adventistas tenemos una elevada consideración por la naturaleza. Creemos que, aun en su condición caída actual, la naturaleza revela el poder eterno de Dios (Rom. 1:20), y que como dice la escritora Elena de White, “ ‘Dios es amor’ está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba” (El camino a Cristo, p. 8).
Para nosotros, toda la Escritura es inspirada y es el criterio y la prueba de todos los demás medios por los que Dios se revela a sí mismo, incluyendo la naturaleza. Tenemos un gran respeto por la ciencia, y aplaudimos la importancia de los departamentos de ciencia de nuestras instituciones de educación superior y de atención de la salud. También valoramos la obra de los hombres de ciencia e investigadores adventistas no empleados por la iglesia. Además, enseñamos a los estudiantes en nuestros colegios y universidades a emplear el método científico en forma rigurosa. Pero, al mismo tiempo, rehusamos limitar nuestra búsqueda de la verdad dentro de las restricciones impuestas por el método científico exclusivamente.
El tema de los orígenes
Durante siglos, por lo menos en el mundo cristiano, la historia bíblica de la creación fue la explicación corriente para el tema de los orígenes. Durante los siglos XVIII y XIX la metodología científica resultó en una comprensión creciente de cómo operaban las cosas. Hoy nadie puede negar que la ciencia ha tenido un impacto notable en nuestra vida mediante los avances en la agricultura, las comunicaciones, la ecología, la ingeniería, la genética, la salud y la exploración espacial.
En muchas áreas de la vida, el conocimiento derivado de la naturaleza y el conocimiento de la revelación divina en las Escrituras parecen estar en armonía. Los avances en el mundo científico a menudo confirman y dan validez a los puntos de vista de la fe. Sin embargo, con respecto al origen del universo, de la tierra, y de la vida y su historia, encontramos cosmovisiones contradictorias. Las afirmaciones basadas en un estudio de las Escrituras a menudo se encuentran en contraste total con las que surgen de las premisas y metodologías usadas en el estudio de la naturaleza. Esta tensión tiene un impacto directo sobre la vida de la iglesia, su mensaje y su testimonio.
Celebramos la vida de fe. Abogamos por una vida de aprendizaje. Tanto en el estudio de las Escrituras como en el de los procesos ordenados de la naturaleza vemos indicadores de la maravillosa mente del Creador. Desde sus primeros días, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha estimulado el desarrollo de la mente y la comprensión mediante las disciplinas de la adoración, la educación y la observación.
En décadas anteriores, la discusión acerca de las teorías sobre los orígenes ocurría principalmente en los ambientes académicos. Sin embargo, el naturalismo filosófico (procesos completamente naturales, aleatorios y no dirigidos en el correr del tiempo) ha logrado una aceptación amplia en la educación, y forma la premisa básica de mucho de lo que se enseña en las ciencias naturales y sociales. Los feligreses y los estudiantes adventistas encuentran este concepto y sus implicaciones en muchas áreas de la vida diaria.
En su “Declaración de creencias fundamentales”, la Iglesia Adventista del Séptimo Día afirma una creación divina como se la describe en la narración bíblica de Génesis 1. “Dios es el Creador de todas las cosas, y reveló en las Escrituras el relato auténtico de su actividad creadora. El Señor hizo en seis días ‘los cielos y la tierra’ y todo ser viviente que la habita, y reposó en el séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció el sábado como un monumento perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra creadora. Hizo al primer hombre y a la primera mujer a su imagen como corona de la creación; y les dio dominio sobre el mundo y la responsabilidad de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado, era ‘bueno en gran manera’, y proclamaba la gloria de Dios” (Gén. 1; 2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-6; 33:6, 9; 104; Heb. 11:3).
Razones para las conferencias sobre fe y ciencia
Por causa de la influencia penetrante y creciente de la teoría de la evolución, la Junta Ejecutiva de la Asociación General (Concilio Anual de 2001) autorizó una serie de conferencias sobre fe y ciencia de tres años de duración. Estas conferencias no fueron convocadas para modificar la posición sustentada por largo tiempo acerca de la creación, sino para repasar las contribuciones y las limitaciones que tanto la fe como la ciencia presentan a nuestra comprensión de los orígenes.
Las razones principales que condujeron a la convocación de estas conferencias incluyen:
1. Cuestiones filosóficas: Existe un desafío siempre presente en la definición de la relación entre teología y ciencia, entre fe y razón. Estas dos corrientes del conocimiento, ¿están asociadas o en conflicto? ¿Debería considerárselas como interactivas o como esferas independientes del conocimiento, no superpuestas? La cosmovisión dominante en la mayoría de las sociedades modernas interpreta la vida, la realidad física y la conducta en formas marcadamente diferentes de la cosmovisión cristiana. ¿De qué modo deben los cristianos relacionarse con estas cosas?
2. Cuestiones teológicas: ¿Cómo debe interpretarse la Biblia? ¿Qué requiere del creyente una lectura directa del texto? ¿Hasta qué punto el conocimiento de la ciencia debe informar o dar forma a nuestra comprensión de las Escrituras, o viceversa?
3. Cuestiones científicas: Los mismos datos de la naturaleza están a disposición de todos los observadores. ¿Qué dicen o qué significan los datos?
¿De qué modo podemos llegar a interpretaciones y conclusiones correctas? ¿Es la ciencia una herramienta o una filosofía? ¿De qué manera podemos diferenciar entre la ciencia buena y la errónea?
4. El problema de educar y nutrir en estos asuntos a los miembros de iglesia: ¿De qué manera debe el miembro de iglesia considerar la variedad de interpretaciones del registro del Génesis? ¿Qué tiene para decir la iglesia a quienes encuentran en el currículo educativo ideas que están en conflicto con su fe? Mantener silencio con respecto a tales problemas envía señales confusas; crea incertidumbre y proporciona un terreno fértil para conceptos dogmáticos e injustificados.
5. El desarrollo de una fe viva: Una clarificación y reafirmación de una teología de los orígenes con base en la Biblia equipará a los feligreses con un marco de referencia para tratar los desafíos que presenta este tema. Las Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia no fueron convocadas sencillamente para la estimulación intelectual de quienes asistieran a ellas, sino como una oportunidad para proporcionar orientación y una guía práctica para los miembros de iglesia. La iglesia no puede pretender mantener sus creencias en un lugar seguro, a prueba de desafíos. Si así lo hiciera, pronto ellas serían reliquias. Las enseñanzas de la iglesia deben confrontar los problemas del momento y relacionarse con ellos de modo que permanezcan siendo una fe viva; de otro modo, no serán más que dogmas muertos.
Las conferencias sobre fe y ciencia
Hubo dos Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia: una en Ogden, Utah, en 2002, y la otra en Denver, Colorado, en 2004, con amplia representación de teólogos, científicos y administradores de la iglesia. Además, siete1 de las trece divisiones de la iglesia realizaron conferencias regionales o de toda la División que trataron la interacción de la fe y la ciencia en las explicaciones acerca de los orígenes. La comisión organizadora expresa su aprecio a los que participaron en esas conferencias por sus contribuciones a este informe.
La agenda de la conferencia realizada en Ogden estaba destinada a poner en conocimiento de los asistentes la variedad de maneras en las cuales la teología y la ciencia ofrecen explicaciones del origen de la tierra y de la vida. Las agendas de las conferencias en las divisiones fueron preparadas por sus organizadores, aunque la mayoría incluyeron varios de los temas considerados en Ogden. La reciente conferencia en Denver fue la conclusión de la serie de tres años. Su agenda comenzó con resúmenes de los problemas en teología y en ciencia, y luego pasaron a diversos temas con respecto a los problemas de fe-ciencia en la vida de la iglesia. Estos temas incluyeron:
• El lugar permanente de la erudición en la iglesia. ¿De qué manera la iglesia mantiene la naturaleza confesional de sus enseñanzas mientras permanece abierta para futuros desarrollos de su comprensión de la verdad?
• Modelos educacionales para los profesores y los líderes de la iglesia, para tratar con temas controvertidos y los problemas éticos involucrados en ellos. ¿De qué modo enseñaremos cursos de ciencias en nuestras escuelas de modo que enriquezcan la fe y no la erosionen?
• ¿Qué consideraciones éticas aparecen en el foco cuando las convicciones privadas difieren de las enseñanzas denominacionales? ¿De qué manera la libertad personal de creencias se relaciona con su rol público como líder en la iglesia? En otras palabras, ¿cuáles son los principios que rigen la responsabilidad personal y la ética del disenso?
• ¿Cuáles son las responsabilidades y procesos administrativos al tratar con variaciones en los conceptos doctrinales, o en las nuevas expresiones de ellas?
En todas las conferencias se presentaron y analizaron escritos eruditos preparados por teólogos, científicos y educadores. (El Instituto de Investigación en Geociencias conserva un archivo de todos los escritos presentados en las conferencias.) Las conferencias de Ogden y de Denver incluyeron, por lo menos, a algunos representantes de cada una de las divisiones mundiales. Más de 200 personas participaron en las conferencias durante el período de tres años. Más de 130 personas asistieron a la reunión de Denver, la mayoría de los cuales había asistido por lo menos a una de las otras conferencias sobre fe y ciencia.
Observaciones generales
1. Aplaudimos la seriedad y excelencia que caracterizó las conferencias.
2. Notamos el sólido sentido de dedicación y lealtad a la iglesia que prevaleció en ellas.
3. Experimentamos que, aun cuando algunas veces aparecieron tensiones, se mantuvieron relaciones cordiales entre los asistentes, y el compañerismo trascendió las diferencias de opiniones.
4. En estas conferencias fuimos testigos de un alto nivel de acuerdo en la comprensión de temas básicos, especialmente en cuanto al papel normativo de las Escrituras, apoyado por los escritos de Elena de White, y la creencia, por parte de todos, en Dios como el Creador benéfico.
5. No encontramos apoyo ni defensa del naturalismo filosófico: la idea de que el universo llegó a existir sin la acción de un Creador.
6. Reconocemos que el conflicto entre las cosmovisiones bíblica y contemporánea impacta tanto a los científicos como a los teólogos.
7. Reconocemos que la tensión entre la fe y la comprensión es un elemento de la vida con la que el creyente tiene que aprender a vivir.
8. Observamos que rechazar las interpretaciones científicas contemporáneas de los orígenes en conflicto con el informe bíblico no implica despreciar la ciencia ni a los científicos.
9. Aunque encontramos una amplia afirmación de la forma en que la iglesia comprende la vida sobre la tierra, reconocemos que entre nosotros algunos interpretan el registro bíblico de maneras que conducen a conclusiones definidamente diferentes.
10. Aceptamos que tanto la teología como la ciencia contribuyen a nuestra comprensión de la realidad.
Hallazgos
1. El grado de tensión que existe con respecto a nuestra comprensión de los orígenes varía alrededor del mundo. En aquellas áreas donde la ciencia ha hecho los mayores progresos en la sociedad, las preguntas entre los miembros de iglesia están más difundidas. Con el avance de la ciencia en todos los sistemas educativos y en las sociedades, habrá un aumento significativo de feligreses que se preguntarán cómo reconciliar la enseñanza de la iglesia con las teorías naturalistas de los orígenes. Grandes números de estudiantes adventistas asisten a las instituciones públicas donde se enseña y promueve el evolucionismo en las aulas, sin que ellos tengan los materiales y los argumentos correspondientes en favor del registro bíblico de los orígenes.
2. La reafirmación de la creencia fundamental de la iglesia con respecto a la creación fue sólidamente apoyada. La creencia adventista en una creación literal e histórica en seis días es teológicamente sólida y consistente con la enseñanza de la Biblia en su totalidad.
3. La creación es un pilar fundamental de todo el sistema de doctrinas adventistas, y tiene una relación directa con muchas de las demás creencias fundamentales, si no con todas. Cualquier interpretación alternativa de la historia de la creación necesita ser examinada a la luz de su impacto sobre todas las otras creencias. Varias de las Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia repasaron interpretaciones alternativas de Génesis 1, incluyendo la idea de la evolución teísta. Estas otras interpretaciones no tienen coherencia teológica con todas las Escrituras, y revelan áreas de inconsistencia con el resto de las doctrinas adventistas. Por ello, son sustitutos inaceptables para la doctrina bíblica de la creación sostenida por la iglesia.
4. Se expresó preocupación con respecto a lo que algunos ven como ambigüedad en la frase “En seis días” que se encuentra en la declaración de la iglesia acerca de la creación. Se sintió que no se menciona el significado intencional (una creación en seis días, descrita en el Génesis, realizada en una semana literal e histórica). Esta situación permite algo de incertidumbre con respecto a lo que la iglesia realmente cree. Además, proporciona espacio para que otras explicaciones de la creación sean acomodadas en el texto. Está el deseo de escuchar la voz de la iglesia trayendo mayor claridad a lo que realmente se quiere decir en la Creencia fundamental Nº 6: “La creación”.
5. Aunque algunos datos de la ciencia pueden ser interpretados de manera consistente con el concepto bíblico de la creación, también repasamos los datos interpretados de formas que desafían la creencia de la iglesia en una creación reciente. La fuerza de esas interpretaciones no debe ser descartada en forma ligera. Respetamos las pretensiones de la ciencia, las estudiamos y esperamos una resolución. Esto no excluye un nuevo examen de las Escrituras para estar seguros de que se las comprende adecuadamente. Sin embargo, cuando no es posible una interpretación que armonice con los hallazgos de la ciencia, no permitimos que la ciencia asuma una posición privilegiada que automáticamente decida el resultado. Más bien, reconocemos que no es justificable mantener las claras enseñanzas de la Biblia como rehenes de las interpretaciones científicas actuales de los datos.
6. Reconocemos que hay diferentes interpretaciones teológicas entre nosotros con respecto a Génesis 1 al 11. En vista de las diversas interpretaciones, sentimos un alto grado de preocupación, y deseamos que quienes participan en el ministerio de la enseñanza adventista conduzcan su trabajo con ética y con integridad: de acuerdo con las normas de su profesión, las enseñanzas de las Escrituras y la comprensión básica sostenida por el cuerpo de creyentes. Siendo que los adventistas reconocen que su comprensión de la verdad es una experiencia siempre creciente, hay una necesidad siempre presente de proseguir el estudio de las Escrituras, la teología y la ciencia con el fin de que las verdades que sostenemos constituyan una fe viva capaz de ocuparse de las teorías y las filosofías del momento.
7. Apreciamos y endosamos el importante valor del diálogo internacional e interdisciplinario continuo entre los teólogos, científicos, educadores y administradores adventistas.
Afirmaciones
Como resultado de las dos conferencias internacionales y de las siete conferencias de las divisiones, la comisión organizadora informa las siguientes afirmaciones:
1. Afirmamos la primacía de las Escrituras en la comprensión de los orígenes que tenemos como adventistas.
2. Afirmamos la comprensión histórica de los adventistas de Génesis 1: que la vida sobre la tierra fue creada en seis días literales, y que es de origen reciente.
3. Afirmamos el registro bíblico de la caída que dio como resultado la muerte y el mal.
4. Afirmamos el registro bíblico de un diluvio catastrófico, un acto de juicio divino que afectó al planeta entero, como una clave importante para comprender la historia de la tierra.
5. Afirmamos que nuestra comprensión limitada de los orígenes demanda humildad, y que una exploración adicional de estos temas nos llevará más cerca de misterios profundos y maravillosos.
6. Afirmamos la naturaleza entrelazada de la doctrina de la creación con otras doctrinas adventistas.
7. Afirmamos que a pesar de la caída, la naturaleza es un testigo del Creador.
8. Afirmamos a los científicos adventistas en sus esfuerzos por entender la obra del Creador mediante las metodologías de sus disciplinas.
9. Afirmamos a los teólogos adventistas en sus esfuerzos por explorar y articular el contenido de la revelación.
10. Afirmamos a los educadores adventistas en su ministerio clave a favor de los niños y los jóvenes de la iglesia.
11. Afirmamos que la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, identificada en Apocalipsis 14:6 y 7, incluye un llamado a la adoración de Dios como Creador de todo.
Recomendaciones
La comisión organizadora de las Conferencias Internacionales de Fe y Ciencia recomienda:
1. Con el fin de atender lo que algunos interpretan como falta de claridad en la creencia fundamental Nº 6, “La creación”, que la comprensión histórica de la narración del Génesis de los adventistas sea afirmada en forma más explícita.
2. Animar a los líderes de la iglesia en todos los niveles a evaluar y observar atentamente la efectividad y el éxito de los sistemas y programas denominacionales en preparar a los jóvenes, incluyendo a quienes asisten a instituciones no adventistas, para que puedan tener una comprensión bíblica de los orígenes y una percepción de los desafíos que ellos pueden afrontar con respecto a esa comprensión.
3. Proporcionar más oportunidades para el diálogo y la investigación interdisciplinaria, en un ambiente seguro, entre eruditos adventistas del mundo entero.
Conclusión
La Biblia comienza con la historia de la creación, y la Biblia concluye con la historia la nueva creación. Todo lo que se perdió con la caída de nuestros primeros padres quedará restaurado. Aquel que hizo al principio todas las cosas por la palabra de su boca, hará que la larga lucha con el pecado, el mal y la muerte llegue a una conclusión triunfante y gloriosa. Él es quien vivió entre nosotros y murió en nuestro lugar en el Calvario. Mientras los seres celestiales cantaban de gozo en la primera creación, así los redimidos de la tierra proclamarán: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. “El Cordero que fue inmolado es digno” (Apoc. 4:11; 5:12).
1 División Africana Centro-Oriental, División Euroafricana, División Norteamericana, División del Pacífico Sur, División Sudafricana y Océano Índico, División Sudasiática, División Africana Occidental.
Este documento, preparado por la comisión organizadora de las Conferencias Internacionales de Fe y Ciencia 2002-2004, fue presentado ante, y recibido por, la Junta Ejecutiva de la Asociación General en el Concilio Anual llevado a cabo en Silver Spring, Maryland, el 11 de octubre de 2004.
Respuesta a “Una afirmación de la Creación”
Considerando que la creencia en una creación literal en seis días está indisolublemente ligada con la autoridad de las Escrituras; y Considerando que tal creencia se entrelaza con otras doctrinas de las Escrituras, incluyendo el sábado y la expiación; y considerando que los adventistas comprendemos nuestra misión, como está indicada en Apocalipsis 14:6 y 7, que incluye un llamado al mundo para que adore a Dios como el Creador, Nosotros, como Miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociación General reunidos en el Concilio Anual de 2004, declaramos lo siguiente como nuestra respuesta al documento “Una afirmación de la creación”, sometido por las Conferencias Internacionales de Fe y Ciencia:
1. Endosamos sólidamente la afirmación que presenta este documento acerca de la posición histórica y bíblica de nuestra creencia en una creación literal, reciente, hecha en seis días.
2. Instamos a que este documento, acompañado con esta respuesta, sea diseminado ampliamente en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de todo el mundo, usando todos los canales disponibles de comunicación y en los principales idiomas de la feligresía mundial.
3. Reafirmamos la comprensión adventista de la historicidad de Génesis 1 al 11: que los siete días del registro de la creación fueron días literales de 24 horas, las cuales formaron una semana idéntica en duración a la que ahora experimentamos como una semana; y que el diluvio fue de naturaleza global.
4. Invitamos a todas las juntas directivas y a los educadores de las instituciones adventistas en todos los niveles que sigan sosteniendo y defendiendo la posición de la Iglesia Adventista en cuanto a los orígenes. Nosotros, junto con los padres adventistas, esperamos que los estudiantes reciban una exposición científicamente rigurosa, completa y equilibrada, y una afirmación de nuestra creencia histórica en una creación literal, reciente, en seis días; a la vez, que sean educados para comprender y evaluar filosofías rivales de los orígenes que dominan la discusión científica en el mundo contemporáneo.
5. Instamos a los dirigentes de la iglesia en todo el mundo a que busquen medios para educar a los feligreses, especialmente a los jóvenes que asisten a instituciones educativas no adventistas, en los problemas involucrados en la doctrina de la creación.
6. Invitamos a todos los miembros de la familia mundial de adventistas a proclamar y enseñar la comprensión que tiene la Iglesia Adventista de la doctrina bíblica de la creación, viviendo a la luz de ella, regocijándonos en nuestra condición de hijos e hijas de Dios y alabando a nuestro Señor Jesucristo, nuestro Creador y Redentor.
Este documento fue aceptado y votado por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Concilio Anual desarrollado en Silver Spring, Maryland, el 13 de octubre de 2004.
Creación: La cosmovisión bíblica
La Iglesia Adventista del Séptimo Día afirma su creencia en
el relato bíblico de la creación en contraste con una
explicación evolucionista para el origen de los organismos
vivos y la relación de los seres humanos con otras formas de
vida. Los adventistas del séptimo día observan con gran
interés el creciente debate sobre el diseño inteligente en
la naturaleza y la evidencia que respalda este punto de
vista. A la luz del considerable interés público en este
tema, la iglesia aprovecha esta oportunidad para expresar su
confianza en el registro bíblico.
Los adventistas del séptimo día creen que Dios es el Creador
de toda la vida y que la Biblia revela un informe confiable
de su actividad creadora. Más aún, creemos que los
acontecimientos bíblicos registrados en Génesis 1-11,
incluyendo la creación especial de los seres humanos, son
históricos y recientes, que los siete días de la creación
fueron días literales de 24 horas que forman una semana
literal, y que el Diluvio fue de naturaleza global.
La creencia en la creación es fundamental para la
comprensión adventista concerniente a mucho más que la
cuestión de los orígenes. Los propósitos y la misión de Dios
descriptos en la Biblia, la responsabilidad humana en la
mayordomía del ambiente, la institución del matrimonio y el
significado sagrado del sábado, todo halla sentido en la
doctrina de la creación.
Los adventistas del séptimo día reconocen que el registro
bíblico de la creación no contesta todos los interrogantes
que pueden formularse respecto a los orígenes. Nuestra
comprensión de tales misterios es limitada.
Esperamos que el estudio continuo tanto de la Biblia como de
la naturaleza profundice nuestro entendimiento del poder de
Dios y fortalecerá nuestra fe en su Palabra y en el relato
de la creación que contiene.
(Esta declaración está respaldada por numerosos pasajes de
la Biblia; entre otros: Salmo 19:1; Colosenses 1:16, 17;
Génesis 1-11; Salmo 139:14; Éxodo 20:8-11; Marcos 2:27;
Romanos 8:20, 21.)
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3 de julio de 2010.
Actividades con elementos de competición
Perspectiva y análisis
Introducción
La Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus diversas organizaciones, en su preocupación acerca de la competencia y la rivalidad, desean clarificar su posición y recomendar ciertas orientaciones para las actividades que puedan incluir elementos de competición. Estas propuestas están dirigidas a orientar y guiar a los feligreses en forma individual, a las iglesias, asociaciones e instituciones de la iglesia desde la perspectiva de la Biblia y del Espíritu de Profecía.
El plan de Dios
1) Un camino mejor. El ideal es la cooperación y la unidad en la iglesia de Dios, como lo ilustra 1 Corintios 12:12-31, donde los diversos miembros que conforman la iglesia, simbolizados por las partes del cuerpo, trabajan juntos para el bien de todo el ser. Esto es cooperación con simpatía; no hay rivalidad.
2) El plan divino para su obra. “La edificación del carácter es la obra más importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos, y nunca antes ha sido su estudio diligente tan importante como ahora... Nunca antes se hallaron los jóvenes frente a peligros tan grandes como los que tienen que arrostrar hoy... En el plan de vida de Dios hay un lugar para cada ser humano. Cada uno debe perfeccionar hasta lo sumo sus talentos, y la fidelidad con que lo haga, sean éstos pocos o muchos, le da derecho a recibir honor. En el plan de Dios no tiene cabida la rivalidad egoísta” (La educación, pp. 225, 226).
Un enfoque equilibrado de la vida
Los adventistas creen que el hombre es un ser integral cuyas necesidades físicas, mentales, espirituales y sociales están entretejidas y son interdependientes. Están preocupados por el desarrollo total de todo individuo, sintiendo que cada persona necesita ejercicio físico planificado, consecuente y adecuado. Para satisfacer esta necesidad, a comienzos del siglo XX, las instituciones adventistas, generalmente ubicadas en zonas rurales, ofrecían abundantes oportunidades para hacer ejercicio físico.
Hoy las instituciones operan en ambientes cada vez más atestados, con oportunidades menguantes para el trabajo útil como medio de recreación. Además de este cambio de una sociedad rural a una urbana, las ocupaciones
que demandan actividad física han disminuido, las tensiones han aumentado, y el tiempo libre está crecientemente ocupado por entretenimientos sedentarios tales como la radio, la televisión y las películas. Con el fin de compensar estos cambios, las instituciones educativas, las iglesias y otras instituciones deben estimular un enfoque cuidadosamente equilibrado de las actividades físicas.
En la situación de cualquier iglesia o colegio que involucre actividades físicas, los resultados pueden ser benéficos si predominan los siguientes ideales: cooperatividad, utilidad, abnegación, un espíritu cordial, jugar por placer en lugar del deseo de ganar, y observar el espíritu de las reglas y no sólo la letra de ellas.
“La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a fortalecer y reparar” (La educación, p. 207). No fomentará el egoísmo, la rivalidad, la hostilidad, las luchas, el amor por el dominio, el amor por los placeres o una excitación malsana. Un liderazgo efectivo se responsabilizará por lograr estos objetivos.
Propósitos y metas de las actividades eclesiásticas
Todos los programas y las actividades de la iglesia deben contribuir al desarrollo de un carácter cristiano y a un testimonio efectivo. Fomentarán el logro de los siguientes aspectos:
1) El pleno desarrollo del amor cristiano y la consideración abnegada por los demás (1 Cor. 13).
2) El respeto y el compañerismo mutuo entre los creyentes, como lo ilustra la figura del cuerpo de la iglesia como una unidad (1 Cor. 12).
3) La exclusión de la rivalidad egoísta, y el desarrollo de una experiencia superior en emprendimientos cooperativos.
4) El desarrollo de un cuerpo, una mente y un espíritu saludables.
5) La promoción y puesta en práctica de relaciones sociales sanas.
6) La inspiración y orientación hacia una adoración a Dios aceptable.
7) El estímulo en cada persona para buscar lo más elevado y lo mejor que pueda lograr en toda actividad digna.
8) La movilización de los inmensos recursos humanos de la iglesia para la salvación de las almas.
Debe rechazarse cualquier actividad que tienda a malograr estos objetivos básicos.
Situaciones específicas
En armonía con las declaraciones de propósito anteriores, se recomienda lo siguiente para minimizar el uso de competencias donde haya rivalidad como herramienta motivadora dentro de la iglesia:
1) No estimular la exposición a actividades comerciales altamente competitivas.
2) Buscar actividades alternativas que satisfagan a los participantes y que eviten la competitividad malsana.
3) Con el fin de desarrollar incentivos para la acción y la participación individual y el progreso personal en la obra de la iglesia, el programa se estructurará de modo que las personas procuren alcanzar una norma de realizaciones
más bien que un sistema que involucre rivalidad entre personas, iglesias o instituciones.
4) Aunque se reconozcan los esfuerzos o los logros de los individuos o de los grupos, es importante que se haga de manera que se dé la gloria a Dios por el éxito obtenido más bien que estimular la glorificación de los individuos.
5) Se deberán preparar programas y actividades que proporcionen algún nivel de éxito para cada individuo, ayudándole a conservar la individualidad, la identidad, la personalidad y la dependencia constante de Dios. Cada
participante deberá recibir cierto grado de reconocimiento. Un reconocimiento tal evitará la extravagancia y las diferencias extremas.
6) Al reconocer las realizaciones, se considerará la manera en que quien las hizo pueda mejorar su eficiencia y efectividad en la obra de Dios.
7) Los informes estadísticos con respecto al crecimiento de la feligresía o de los asuntos financieros deben usarse con el fin de estimular las buenas obras y no como herramientas para expresar actitudes de rivalidad creadas sólo para mejorar la eficiencia de las organizaciones.
8) El sistema de evaluación con notas en las instituciones educativas debe reflejar el crecimiento y el desarrollo personal del alumno individual, y su dominio de los requisitos esenciales en cada disciplina, en vez de indicar la posición relativa que tiene entre sus compañeros.
9) Cualquier actividad que se limite al éxito potencial de unos pocos será:
a) interrumpida, o
b) limitada a combinaciones temporarias en un ambiente de recreación, o
c) usada como una herramienta necesaria para ayudar a identificar las habilidades básicas requeridas para entrar en una profesión específica (por ejemplo, tests de aptitudes o requisitos de ingreso a instituciones de desarrollo profesional).
10) La construcción y expansión de edificios para las iglesias y las instituciones educativas tendrán el propósito de satisfacer una necesidad y una función, con la debida consideración por el buen gusto, las demandas estéticas y la sencillez de la hermosura arquitectónica. Todo intento de erigir edificios que superen o rivalicen con edificios de una institución o asociación hermana, se considerará como incompatible con los ideales adventistas.
“No debemos fiar en el reconocimiento del mundo ni en la distinción que nos pueda dar. No debemos tampoco tratar de rivalizar, en cuanto a dimensiones y esplendor, con las instituciones del mundo... sino cultivando un espíritu manso y humilde como el de Cristo” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 122).
11) Siendo que la rivalidad y muchas actitudes egoístas pueden originarse en el hogar, es imperativo que los padres cultiven en sus hijos las actitudes que evitarán, en el futuro de ellos, la rivalidad egoísta.
Actividades patrocinadas por la iglesia con elementos de competición
Las normas establecidas para las realizaciones, y las presiones que resultan de ellas, no deben confundirse con la rivalidad destructiva. En todas las áreas de la actividad de la iglesia se reconoce que puede haber normas de realizaciones establecidas por las organizaciones y las comisiones controladoras.
Las orientaciones dadas más arriba se aplicarán a todas las actividades y programas de la iglesia, las asociaciones y las instituciones, tales como:
1) Campañas
2) Concursos: concursos realizados en los colegios, concursos de oratoria, de Conquistadores, de conocimientos bíblicos, debates
3) Recreación, incluyendo programas atléticos
4) Sistemas de calificaciones 1
5) Becas, honores académicos
6) Luchas por ocupar cargos
7) Diseño, estilo y dimensiones de los edificios
8) Alcanzar los blancos de la iglesia.
Control de los programas motivadores
Siendo que un liderazgo sabio es esencial para poner en acción y controlar los programas motivadores, son oportunas las siguientes observaciones:
1) Liderazgo. Al seleccionar líderes para los programas de la iglesia, se enfatizarán las siguientes cualidades:
a) Espiritualidad, dedicación, experiencia y capacidad organizativa.
b) La capacidad de obtener el respeto de los estudiantes y de otros dirigentes, y mantener una autoridad y disciplina adecuada.
c) Dedicación al propósito y las metas afirmadas en esta declaración.
d) La capacidad de desafiar e inspirar a los participantes para tomar parte con entusiasmo en el logro de las metas propuestas.
e) El conocimiento acerca de las actividades en las que están involucrados, y de las implicaciones de ellas: físicas, mentales, espirituales y sociales.
2) Salvaguardias y controles. La experiencia ha demostrado la necesidad de establecer salvaguardias y controles apropiados en las actividades de la iglesia.
La puesta en práctica de ellos incluye lo siguiente:
a) Obtener y usar equipos e instalaciones aceptables con todas las precauciones de seguridad adecuadas.
b) Hacer planes para el transporte de grupos de la iglesia bajo la conducción y dirección de adultos responsables.
c) Respetar el sábado, absteniéndose de viajar en relación con actividades seculares y, en lo posible, con actividades religiosas.
d) Contratar un seguro amplio para la protección de los participantes y del equipo, incluyendo el medio de transporte.
e) Proteger la salud y la seguridad de los grupos en viajes, absteniéndose, hasta donde sea posible, de viajar de noche, de comer a horarios irregulares y de hospedaje incómodo.
Actividades físicas y recreativas organizadas
1) Objetivos de las actividades físicas.
a) Mejorar el desarrollo físico y las funciones corporales del participante.
b) Desarrollar el control neuromuscular del individuo en los movimientos fundamentales, la mecánica general del cuerpo y las habilidades básicas que armonicen con los principios presentados en esta declaración.
c) Eliminar los defectos de las personas que pueden ser corregidos, y mejorar la condición física general de ella, hasta donde éstos puedan ser influenciados por un programa de ejercicios adecuadamente diseñado.
d) Lograr el desarrollo mental e intelectual mediante el uso de estrategias, hacer decisiones bajo presión y la organización del pensamiento necesarios para operar con éxito.
e) Lograr el desarrollo del carácter por medio de la disciplina propia, la confianza propia, el control emocional, el respeto por los derechos de los demás y una conducta moral y ética basada en los ideales cristianos.
f) Proporcionar experiencias físicas adecuadas, y reconocer los logros alcanzados que contribuirán al fortalecimiento de la personalidad, la estabilidad emocional y las relaciones sociales cooperativas.
g) Desarrollar las cualidades espirituales y las características sociales que conforman un buen ciudadano con moral y ética cristianas para guiarlo en las relaciones humanas.
h) Desarrollar habilidades recreativas que tengan una función beneficiosa, como ser actividades para el tiempo libre a lo largo de la vida.
i) Desarrollar habilidades de seguridad y de defensa propia que aumentarán la capacidad para protegerse y ayudar a otros en las actividades diarias y en las emergencias. Debe evitarse el adiestramiento en las artes marciales y las actividades físicas que enfatizan la agresividad y la competitividad.
j) Desarrollar la percepción de los valores estéticos inherentes en las actividades físicas y recreativas.
k) Promover el amor por la naturaleza y el aire libre, y reconocer la contribución que cada uno puede hacer para vivir una vida más feliz y abundante.
l) Ayudar a desarrollar una filosofía de la vida que incluya las actitudes y prácticas apropiadas con respecto al cuidado del cuerpo de cada uno. Actividades como las siguientes han promovido el enfoque equilibrado del desarrollo físico, mental, espiritual y social, y pueden seguir promoviéndose.
# Recreación al aire libre y actividades en la naturaleza como la natación,
el ciclismo, la colección de rocas, inmersiones con escafandra autónoma, exploración de cavernas, y otras actividades recreativas.
# Ocupaciones recreativas como la cerámica, la lapidación o corte de rocas semipreciosas, la mecánica de automóviles, la agricultura, trabajos en madera, trabajos en cuero, escultura y fotografía.
# Programas “intramuros” formalmente organizados y adecuadamente dirigidos, que involucren la participación como miembros de equipos y a todos aquellos que deseen tomar parte en ellos.
Actividades “intramuros” y recreativas
“Intramuros” significa “dentro de los muros”, y tales actividades están limitadas a las personas en cada iglesia, escuela o institución específica.
Cuando se las conduce adecuadamente, desarrollarán el carácter, beneficiarán el físico y establecerán relaciones grupales sanas. Para asegurar que se obtengan beneficios saludables derivados de un programa intramuros de
actividades recreativas, se recomiendan los siguientes objetivos:
1) Se debe establecer una comisión de líderes representativos y algunos participantes para hacer los planes y controlar las actividades recreativas organizadas en una iglesia, escuela o institución.
2) Los directores de las actividades físicas deben darse cuenta de la necesidad que tienen los participantes de un programa equilibrado que incluya recreaciones que no sean sólo deportes.
3) Se debe establecer una clasificación de los participantes basados en factores tales como el tamaño físico, la edad y las habilidades, y se debe hacer provisión para incluir a todos los que deseen participar.
4) Se debe cuidar de proveer el equipo y las instalaciones adecuados, en bien de la salud y la seguridad.
5) Un requisito de las actividades físicas organizadas debe ser la orientación de participantes y espectadores en cuanto a la filosofía y los objetivos afirmados en esta declaración.
6) Se deben evitar los excesos en las reacciones de los equipos y los espectadores, y debe haber oficiales bien calificados para asegurar un espíritu sano en la participación.
7) Los participantes en los equipos deben rotarse periódicamente con el fin de disminuir la rivalidad.
Deportes intercolegiales
La Iglesia Adventista del Séptimo Día se opone a las ligas intercolegiales (conocidas generalmente como atletismo interuniversitario) en su sistema educativo. Las razones principales para ello son:
1) Los riesgos inherentes que resultan de la rivalidad en la competencia, y que tienen el potencial de ser exagerados en eventos entre organizaciones; y
2) El tiempo, el personal y las finanzas que se les dedican, los cuales generalmente no están en proporción con el número de personas que pueden participar.
Conclusiones
1) Los cristianos deben actuar con los motivos más elevados en su búsqueda de excelencia atlética.
2) Los juegos amistosos ocasionales, que involucran instituciones en reuniones sociales conjuntas, no son clasificadas como atletismo intramuros o interescolares.
3) Todas las personas tienen talentos: algunos más, otros menos. Dios espera la fidelidad en el servicio sin tomar en cuenta los talentos o la paga (Mat. 20:1-16). Aun cuando Dios distribuye los talentos en forma diferente, él espera que las personas desarrollen los que tienen hasta lo mejor de sus habilidades; y se les darán responsabilidades en armonía con su fidelidad. La Biblia nos recuerda: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Col. 3:23). 2
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en el Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, el 7 de octubre de 1988.
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Referencias:
1 Se reconoce que en muchos sistemas educativos la promoción de un nivel de educación a otro se basa en las notas obtenidas en exámenes competitivos. Los exámenes de admisión a las escuelas profesionales o de posgrado, necesarios en la preparación para ciertas vocaciones, permiten que ingresen los que alcanzan excelencia por sobre sus compañeros, o que hayan obtenido notas altas en las clases. También el éxito en muchas vocaciones en las que participa mucha gente puede lograrse sólo por actuar en un nivel más alto que los demás. Siendo que algunos aspectos de la competencia son inherentes a la vida moderna, el cristiano genuino minimizará los tales todo lo que pueda. Se espera que las orientaciones aquí presentadas sean útiles para eliminar la rivalidad egoísta o la competencia malsana que tanto daño hace en el desarrollo de un carácter cristiano.
2 Los Editores: Un análisis más detallado de este mismo documento puede verse en la Revista Adventista de febrero de 1989.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a cada persona y a cada nación a cooperar en la erradicación de la epidemia mundial de drogas, la cual socava la estructura social de las naciones y que, en el nivel individual, a menudo mata a sus víctimas o las conduce a una vida de crimen.
Los adventistas creen que la Biblia enseña que cada cuerpo humano es “templo del Dios viviente”, que debe ser cuidado en forma inteligente (2 Cor. 6:15-17).
La Creencia Fundamental Nº 22 de la Iglesia Adventista, basada en la Biblia, afirma: “Junto con el descanso y el ejercicio adecuados, debemos adoptar el régimen alimentario más sano posible... Ya que las bebidas alcohólicas, el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para nuestro organismo, debemos abstenernos también de ellos. En vez de usarlos, debemos ocuparnos en todo lo que contribuya a colocar nuestros pensamientos y cuerpos bajo la disciplina de Cristo, quien desea para nosotros gozo, bondad y salud perfecta”.
Para tener una vida plena, los adventistas animan a todos a seguir un estilo de vida que evite los productos derivados del tabaco, las bebidas alcohólicas y el mal uso de las drogas.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas hechas a los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en junio de 1985, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Nueva Orleans, Luisiana.
Los adventistas creen que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y así representan a Dios como administradores, para gobernar el ambiente en forma fiel y fructífera.
Desafortunadamente, la corrupción y la explotación han entrado en las responsabilidades de la administración del dominio humano. En forma creciente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en una destrucción megalomaníaca de los recursos de la tierra, lo que resulta en sufrimientos extendidos, desarreglos ambientales y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica debe continuar, resulta claro por las evidencias acumuladas que el aumento de emisión de gases destructivos, el agotamiento de la capa protectora de ozono, la destrucción masiva de los bosques americanos y el así llamado “efecto invernadero”, todos amenazan el ecosistema de la Tierra.
Estos problemas son principalmente debidos al egoísmo humano y a la búsqueda egocéntrica de tener más y más mediante la producción siempre creciente, el consumo ilimitado y el agotamiento de los recursos no renovables.
La crisis ecológica está arraigada en la avaricia de la humanidad y en el rechazo de la práctica de una buena y fiel administración dentro de los límites divinos de la creación.
Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y saludable, en el que la gente no participa de la rutina del consumismo ilimitado, la búsqueda incesante de bienes y la producción de basura. Llamamos a respetar la creación, a restringir el uso de los recursos del mundo, a evaluar de nuevo las necesidades personales y a reafirmar la dignidad de la vida creada.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (ADCOM) y fue publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y de este modo actúa como sus mayordomos para administrar el ambiente natural que lo rodea en forma fiel y fructífera. La naturaleza es un don de Dios.
Desafortunadamente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en forma creciente en una destrucción irresponsable de los recursos de la Tierra, lo que resulta en sufrimiento muy difundido, degradación del ambiente y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica debe continuar, por las evidencias acumuladas es claro que la creciente emisión de gases destructivos, la destrucción masiva de los bosques tropicales del continente americano y el agotamiento de la capa protectora de ozono (el así llamado “efecto invernadero”), todos están amenazando el ecosistema de la Tierra. Hay predicciones lúgubres de calentamiento global, de elevación del nivel del mar, de frecuencia creciente de tormentas e inundaciones destructivas, y de devastadoras desertificaciones y sequías.
Estos problemas son principalmente causados por el egoísmo y la codicia humanos, que resultan en producción siempre creciente, consumo sin límites y el agotamiento de los recursos no renovables. Se analiza la solidaridad con las generaciones futuras, pero la presión de los intereses inmediatos reciben la prioridad. La crisis ecológica nace de la codicia humana y del rechazo de practicar una buena y fiel administración.
El gobierno y el pueblo de Costa Rica merecen felicitaciones por su apoyo a una reglamentación abarcante de desarrollo sustentable en armonía con la naturaleza.
Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y sano, en el que la gente no entra en la rutina del consumo sin límites, la acumulación de bienes y la producción de basura. Se necesita una reforma en el estilo de vida, basada en el respeto por la naturaleza, la restricción del uso de los recursos humanos, la evaluación renovada de las necesidades personales y la reafirmación de la dignidad de la vida creada.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en la sesión del Concilio Anual celebrado en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de octubre de 1996.
El lazo familiar es el más íntimo, el más tierno y la más sagrada de todas las relaciones humanas sobre la Tierra. Dios instituyó la familia como la proveedora principal de las relaciones cálidas y preocupada por el bienestar que el corazón humano anhela.
En el círculo familiar se satisfacen en forma significativa la necesidad profunda y permanente de un sentido de pertenencia, del amor y de la intimidad.
Dios bendice a la familia y tiene la intención de que sus miembros se ayuden mutuamente a alcanzar la madurez y la integración. En la familia cristiana, el sentido de valor personal y de dignidad de cada miembro es afirmado y protegido en un ambiente de respeto, igualdad, sinceridad y amor. En este círculo íntimo se desarrollan las primeras actitudes y las que son las más duraderas como relaciones, y se trasmiten los valores de una generación a la siguiente.
Dios también deseaba que por las relaciones familiares se obtuviera una revelación de sí mismo y de sus caminos. El matrimonio debe estar sostenido con amor mutuo, honor, intimidad y una dedicación para toda la vida, pues son los materiales que lo constituyen. Esta unión refleja el amor, la santidad, la proximidad y la permanencia del lazo entre Cristo y su iglesia.
El adiestramiento y la corrección de los niños por sus padres, y la correspondiente respuesta de los hijos al afecto que les muestran, refleja la experiencia de los creyentes como hijos de Dios. Por la gracia de Dios, la familia puede ser una agencia poderosa para conducir a sus miembros a Cristo.
El pecado ha pervertido los ideales de Dios para el matrimonio y la familia. Además, la complejidad creciente de la sociedad y el enorme estrés que afecta a las relaciones lleva a que haya crisis en muchas familias actuales.
Los resultados son evidentes en las vidas con relaciones quebradas, que son disfuncionales, y caracterizadas por una falta de confianza, conflictos, hostilidad y separación. Muchos miembros de la familia, incluyendo a los padres y los abuelos, pero especialmente las esposas y los hijos, sufren de violencia familiar. El abuso, tanto emocional como físico, ha alcanzado proporciones epidémicas. El creciente número de divorcios es una señal de un lto grado de discordia e infelicidad matrimoniales.
Las familias necesitan experimentar una renovación y una reforma en sus relaciones. Esto les ayudará cambiar las actitudes y prácticas destructivas que prevalecen en muchos hogares de hoy. Mediante el poder del evangelio, los miembros de las familias son capacitados para reconocer su pecaminosidad individual, y para aceptar las necesidades de unos y otros, y recibir el efecto redentor de Cristo en sus vidas y sus relaciones. Aunque algunas relaciones familiares no llegan a ser las ideales, y el restablecimiento de las experiencias dañinas sufridas pueden no lograrse en forma completa, donde reina el amor de Cristo, su Espíritu promoverá la unidad y la armonía, haciendo de esos hogares canales de gozo y poder que den vida en la iglesia y la comunidad.
Esta declaración pública fue puesta en circulación por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
La violencia familiar incluye cualquier tipo de agresión —verbal, física, emocional, sexual, o la negligencia activa o pasiva— cometida por una persona o personas contra otra dentro del círculo familiar, sin importar si son casados, parientes, o de si viven juntos o separados, o son divorciados.
Estudios actuales llevados a cabo internacionalmente muestran que la violencia en la familia es un problema global, y que ocurre entre individuos de todas las edades y nacionalidades, en todos los niveles socioeconómicos, y en familias con todos los tipos de antecedentes religiosos o no religiosos. Se encontró también que el promedio de incidencia es similar tanto en las ciudades, como en las comunidades urbanas, suburbanas, y rurales.
La violencia familiar se manifiesta de diferentes maneras. Por ejemplo, puede ser la agresión física contra uno de los cónyuges. Las agresiones emocionales tales como las amenazas verbales, los accesos de ira, la desvalorización de la personalidad del otro y las exigencias irreales de perfección, son también abuso. El abuso puede, incluso, tomar la forma de coerción y violencia física dentro de la relación sexual conyugal, o la de una amenaza de violencia a través del uso de un comportamiento intimidatorio verbal o no verbal. Incluye prácticas tales como el incesto y el maltrato o el descuido de menores de edad que resulta en lesiones o daños producidos por parte de uno de los padres o tutores. La violencia contra los ancianos se manifiesta en agresiones físicas, psicológicas, sexuales, verbales, materiales, y en el abuso o negligencia médica.
La Biblia indica claramente que la señal distintiva de los cristianos creyentes es la calidad de sus relaciones humanas, tanto en la iglesia como en la familia, que, en el espíritu de Cristo de aceptación y amor, busca afirmar y edificar a los otros en vez de abusar o agredirse uno a otro. No hay lugar entre los seguidores de Cristo para el control tiránico y el abuso de poder o la autoridad. Los discípulos de Cristo, motivados por su amor, son llamados a respetar y preocuparse por el bienestar de los otros, a aceptar a hombres y a mujeres como iguales, y a reconocer que cada persona tiene derecho al respeto y a la dignidad. El fracaso en relacionarse de esta forma con los demás viola su personalidad y desvaloriza a los seres humanos creados y redimidos por Dios.
El apóstol Pablo, al referirse a la iglesia, habla de los “domésticos de la fe” que actúan como una prolongación de la familia, proveyendo aceptación, comprensión y ánimo a todos, especialmente a aquellos que están heridos o tienen desventajas. La Escritura habla de la iglesia como una familia donde el crecimiento personal y espiritual puede ocurrir a medida que los sentimientos de traición, rechazo y dolor son sustituidos por el perdón, la confianza y la entereza. La Biblia también habla de la responsabilidad personal del cristiano de proteger el templo de su cuerpo contra la profanación porque es el lugar de habitación de Dios.
Lamentablemente, la violencia familiar ocurre en muchos hogares cristianos, y nunca debe ser justificada porque afecta profundamente la vida de todos los involucrados y muchas veces produce una percepción distorsionada de Dios, de uno mismo y de los demás.
Creemos que la iglesia tiene la responsabilidad de:
1) Cuidar de las personas involucradas en violencia familiar y atender a sus necesidades:
a) Escuchando y aceptando a las personas que sufren abuso, dándoles amor y la seguridad de su valía e importancia.
b) Destacando las injusticias del abuso y hablando en defensa de las víctimas, tanto en la comunidad de fe como en la sociedad.
c) Proveyendo un ministerio humanitario y de apoyo a las familias afectadas por la violencia y el abuso, tratando de que tanto las víctimas como los agresores tengan acceso al consejo de profesionales adventistas, cuando tal cosa es posible, o a la red de recursos profesionales disponibles en la comunidad.
d) Animando a los profesionales adventistas a especializarse y al establecimiento del servicio de profesionales licenciados por la iglesia, tanto para los miembros de iglesia como para las comunidades circundantes.
e) Ofreciendo un ministerio de reconciliación cuando el arrepentimiento del agresor abre la posibilidad del perdón y la restauración en las relaciones. El arrepentimiento siempre incluye la aceptación total de la responsabilidad por los errores cometidos, la disposición para hacer restitución en todas las formas posibles, y cambios en la conducta para eliminar el abuso.
f) Proyectando la luz del evangelio sobre la naturaleza de las relaciones esposo-esposa, padres-hijos y otras relaciones próximas, y capacitar a las personas y familias a crecer a la luz de los ideales de Dios en su vida de relación.
g) Guardándose contra la tendencia a aislar en la familia o en la iglesia, tanto a las víctimas como a los agresores, aunque responsabilizando firmemente a los agresores por sus actos.
2) Fortalecer la vida familiar:
a) Ofreciendo una educación para la vida familiar que esté orientada hacia la gracia y que incluya la comprensión bíblica de la reciprocidad, la igualdad y el respeto indispensable en las relaciones cristianas.
b) Comprendiendo mejor cuáles son los factores que contribuyen a la violencia familiar.
c) Tratando de romper el círculo recurrente de la violencia y el abuso observado a menudo dentro de las familias y a través de las generaciones.
d) Corrigiendo aquellas creencias religiosas y culturales sostenidas comúnmente que pueden ser usadas para justificar o encubrir la violencia familiar. Por ejemplo, aunque los padres son instruidos por Dios para corregir redentoramente a sus hijos, esta responsabilidad no les da licencia para el uso de la crueldad, o para tomar medidas disciplinarias punitivas.
3) Aceptar nuestra responsabilidad moral de estar alerta y reaccionar frente al abuso dentro de las familias de nuestras congregaciones y comunidades, y sostener que tal conducta abusiva es una violación de las normas de vida adventistas. Ninguna indicación o informes de abuso debe ser minimizado, sino por el contrario, seriamente considerado. Para los miembros de la iglesia el permanecer indiferentes e insensibles equivale a condonar, perpetuar y, posiblemente, extender la violencia familiar.
Si vamos a vivir como hijos de la luz, debemos iluminar las tinieblas dondequiera la violencia familiar ocurra en nuestro medio. Debemos cuidar los unos por los otros, aunque sería más fácil hacernos los desentendidos.
(Estas declaraciones están basadas en los principios expresados en los siguientes textos: Éxo. 20:12; Mat. 7:12; 20:25-28; Mar. 9:33-35; Juan 13:34; Rom. 12:10, 13; 1 Cor. 6:19; Gál. 3:28; Efe. 5:2, 3, 21-27; 6:1-4; Col. 3:12-14; 1 Tes. 5:11; 1 Tim. 5:5-8.)
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) el 27 de agosto de 1996, y fue enviada para su consideración por el Concilio Anual realizado en San José, Costa Rica, realizado entre el 1º y el 10 de octubre de 1996.
Mutilaciones genitales femeninas
Introducción
Como parte de su misión al mundo entero, los adventistas tienen el compromiso firme de proporcionar el cuidado de la salud que conserve y restaure la integridad humana. Por integridad queremos decir el desarrollo armonioso de las dimensiones física, intelectual, social y espiritual de la vida de una persona, unificados mediante una relación amante con Dios y expresada en un servicio generoso en favor de otros. Por cuanto los adventistas creen que cada ser humano fue creado a la imagen de Dios como una persona unificada, en vez de una dualidad de cuerpo y alma, creemos en un ministerio de gracia que afecta todos los aspectos de la vida humana, incluyendo el bienestar físico y emocional.
El ministerio a toda persona lleva a los adventistas a estar preocupados por la práctica generalizada de la mutilación genital femenina.* Con frecuencia se la menciona como “circuncisión femenina” o, más recientemente, como el “corte genital femenino”, prácticas que cada año afectan a decenas de millones de mujeres y niñas vivientes, y millones de otras niñas desfiguradas. Estas estimaciones no incluyen las niñas jóvenes que mueren como resultado de formas más radicales de mutilación genital. Estas prácticas varían desde la extirpación del prepucio del clítoris hasta la eliminación total de la vulva con el cierre de la abertura vaginal. Nuestra preocupación central, expresada en esta declaración de principios, es por todas las formas de daños genitales femeninos que conducen a una disfunción física o un trauma emocional. Además, tales procedimientos a menudo se hacen con instrumentos que no están limpios, sin anestesia, y en niñas sometidas a la fuerza entre los cuatro y los doce años de edad. El resultado son hemorragias, shock, infecciones, incontinencia, daños a los órganos que rodean la región y grandes cicatrices. En adición a esta devastación física, la mutilación genital es también emocionalmente traumática.
Las mujeres que han estado sujetas a la mutilación genital a menudo también están afligidas con diversos problemas ginecológicos de largo alcance, incluyendo fístulas, infecciones crónicas y problemas con la menstruación.
Al ingresar al matrimonio, el acto sexual generalmente es un evento doloroso y traumático, que a menudo necesita la reapertura de la zona vaginal sacrificada. También se dificulta el parto debido a la escarificación rígida de los tejidos. A veces, también ocurre la muerte del feto y de la madre.
En las culturas donde abunda la mutilación genital femenina, por diversas razones dicha práctica se considera justificada. Por ejemplo, se cree que tal mutilación preservará la virginidad de una mujer no casada, ayudará a controlar sus impulsos sexuales, fortalecerá la fidelidad sexual en las mujeres casadas y aumentará el placer sexual de sus esposos. También se cree que la eliminación de todo o de parte del aparato genital femenino mejora la limpieza, es deseable desde el punto de vista estético y hace que el parto sea más seguro para el niño. Por causa de estas creencias, las mujeres que no han sufrido tales procedimientos pueden ser consideradas no preparadas para el matrimonio. A pesar de las evidencias contra esas razones, y a pesar de los esfuerzos de numerosas organizaciones en favor de los derechos humanos, la práctica de la mutilación genital femenina continúa en diversas culturas, y en algunos países sobrepasa el 90%.
En algunas culturas se defiende la mutilación genital femenina como una forma de práctica religiosa. Aunque los adventistas sostienen firmemente la protección de la libertad religiosa, creen que el derecho de practicar una religión no autoriza el dañar a otra persona. De este modo, la apelación a la libertad religiosa no justifica la mutilación genital femenina.
Principios bíblicos
La oposición de la Iglesia Adventista a la mutilación genital femenina se basa en los siguientes principios bíblicos:
1) Preservación de la vida y la salud. La Biblia señala que la creación de Dios era buena, incluyendo la creación de los seres humanos (Gén. 1:31; Sal. 139:13, 14). Dios es la fuente y el sustentador de la vida humana (Job 33:4; Sal. 36:9; Juan 1:3, 4; Hech. 17:25, 28). Dios demanda la preservación de la vida humana y tiene a la humanidad por responsable de su destrucción (Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13: Deut. 24:16; Jer. 7:3-34). El cuerpo humano es el “templo del Espíritu Santo”, y se anima a los seguidores de Dios a cuidar sus cuerpos y conservarlos, incluyendo el don divino de la sexualidad, como una responsabilidad espiritual (1 Cor. 6:15-19). Como la mutilación genital femenina es perjudicial para la salud, una amenaza a la vida y dañina para la función sexual, es incompatible con la voluntad de Dios.
2) La bendición de la intimidad marital. Las Escrituras celebran el don divinamente ordenado de la intimidad sexual dentro del matrimonio (Ecl. 9:9; Prov. 5:18, 19; Cant. 4:16-5:1; Heb. 13:4). Debe renunciarse a la práctica de la mutilación genital femenina porque amenaza el propósito del Creador de que la experiencia sexual fuera gozosa para las parejas casadas.
3) Procreación saludable. Para las parejas casadas, el don de la unión sexual puede ser bendecido en forma adicional por el nacimiento de niños (Sal. 113:9; 127:3-5; 128:3; Prov. 31:28). El hecho de que la mutilación genital femenina amenaza el nacimiento exitoso es una razón adicional para la oposición a esa práctica.
4) La protección de personas vulnerables. Las Escrituras prescriben que deben hacerse esfuerzos especiales para cuidar de los que son más vulnerables (Deut. 10:17-19; Sal. 82:3, 4; 24:11, 12; Isa. 1:16, 17; Luc 1:52-54). Jesús enseñó que se debe amar a los niños y protegerlos (Mar. 10:13-16; 18:4-6). La mutilación genital de las niñas viola el mandato bíblico de salvaguardar a los niños y protegerlos de daños y abusos.
5) Cuidado compasivo. El amor al prójimo estimula a los cristianos a proporcionar cuidado compasivo a quienes han sido lastimados (Luc. 10:25-37; Isa. 61:1). Se pide a los cristianos que cuiden con compasión a quienes han experimentado traumas físicos o emocionales causados por la mutilación genital femenina.
6) Compartir la verdad. Se llama a los cristianos a vencer el error expresando la verdad con amor (Sal. 15:2, 3; Efe. 4:25). La verdad fundamental del evangelio tiene la intención de liberar a la gente de todo tipo de esclavitud a la falsedad (Juan 8:31-36). De este modo, los cristianos deberían unirse para compartir información exacta acerca del daño de la mutilación genital femenina y de las creencias que apoyan esta práctica.
7) Respeto por la cultura. Los cristianos deben ser sensibles y respetuosos de las diferencias culturales (1 Cor. 9:19-23; Rom. 12:1, 2). Al mismo tiempo, creemos que los principios divinos trascienden las tradiciones culturales (Dan. 1:8, 9; 3:17, 18; Mat. 15:3; Hech. 5:27-29). Los principios fundamentales de las Escrituras proporcionan una base para la transformación de las prácticas culturales. Aunque reconocemos que la mutilación genital femenina está firmemente arraigada en muchas culturas, encontramos que esta práctica es incompatible con los principios divinamente revelados.
Conclusión
Por cuanto la mutilación genital femenina amenaza la salud física, emocional y de relaciones, los adventistas se oponen a esta práctica. La iglesia llama a sus profesionales del cuidado de la salud, a los educadores, a las instituciones médicas y a sus feligreses, junto con las personas de buena voluntad, a cooperar en los esfuerzos por eliminar la práctica de la mutilación genital femenina. Mediante la educación y la presentación amante del evangelio, es nuestra esperanza y nuestra intención que quienes están amenazadas por esta práctica encuentren protección e integridad, y que quienes han sufrido con esa práctica encuentren solaz y cuidado compasivo.
Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la Vida Humana de la Asociación General en abril de 2000, y fue referido a aquellos departamentos e instituciones de la iglesia que pueden encontrar útil este material
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* Actualmente se clasifica la práctica de los diferentes tipos de mutilación genital femenina del siguiente modo:
“Tipo I - Extirpación del prepucio, con o sin extirpación de una parte o de todo el clítoris.
“Tipo II - Extirpación del clítoris con extirpación parcial o total de los labios menores.
“Tipo III - Extirpación de una parte o de todos los órganos genitales exteriores y la sutura/estrechamiento de la abertura vaginal (infibulación).
“Tipo IV - No clasificados: incluye perforar, pinchar o hacer incisiones en el clítoris y/o los labios; cauterización por quemadura del clítoris y tejidos circundantes; raspado de los tejidos que rodean el orificio vaginal (cortes angurya) o cortes en la vagina (cortes gishiri); introducción de sustancias corrosivas o hierbas en la vagina para producir sangrados, o con el propósito de estrecharla o endurecerla, y cualquier otro procedimiento que caiga dentro de la definición de mutilación genital femenina dada más arriba”.—Clasificación tomada de Female Genital Mutilation: A Joint WHO, UNICEF, UNFPA Statement. Publicado por la Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1997.
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Los juegos de azar —definidos como aquellos en los que hay que pagar, impactan en forma creciente a más y más personas en el mundo entero.
La idea de ganar a expensas de otros ha llegado a ser una maldición moderna.
La sociedad paga grandes costos por los crímenes asociados a ellos, por el sostén de las víctimas y por la destrucción de las familias, ya que todo esto erosiona la calidad de vida. Los adventistas se han opuesto en forma consistente a los juegos de azar por ser incompatibles con los principios cristianos. No es una forma apropiada de entretenimiento o un medio legítimo para recolectar fondos.
Los juegos de azar violan los principios cristianos de la mayordomía.
Dios identifica al trabajo como el método apropiado para obtener beneficios materiales, y no un juego de azar en el que se sueña con ganar a expensas de otros. Los juegos de azar tienen un impacto masivo sobre la sociedad, y producen grandes costos financieros por los crímenes que se cometen para mantener los hábitos del juego, por el aumento en el costo de la seguridad pública y los gastos legales, así como por los crímenes asociados que involucran drogas y prostitución. Los juegos de azar no generan ingresos; más bien, lo quitan de aquellos que a menudo no pueden darse el lujo de perder, y produce unos pocos ganadores; el mayor ganador, por supuesto, es el operador de esos juegos. La idea de que la práctica del juego puede tener un beneficio económico positivo es una ilusión. Además, los juegos por dinero violan el sentido cristiano de responsabilidad por la familia, los vecinos, los necesitados y la iglesia.1
El juego crea esperanzas falsas. El sueño de ganar “la Grande” reemplaza a la verdadera esperanza con falsos sueños de posibilidades de ganar, porque estadísticamente son improbables. Los cristianos no deben poner sus esperanzas en la riqueza. La esperanza cristiana de un futuro glorioso prometido por Dios es “segura y verdadera”, a diferencia y en oposición al sueño de juego. La gran ganancia que señala la Biblia es una “piedad acompañada de contentamiento”.2
Los juegos de azar son adictivos. La cualidad adictiva del juego es claramente incompatible con un estilo de vida cristiano. La iglesia procura ayudar a quienes sufren de la adicción al juego y a otras adicciones, y no culparlos. Los cristianos reconocen que son responsables ante Dios por sus recursos y estilo de vida.3
La organización adventista no condona las rifas o loterías para reunir fondos, y estimula a sus miembros a no participar en alguna actividad tal, bien intencionada que sea. Tampoco la iglesia mira con buenos ojos los juegos de azar patrocinados por el Estado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día invita a todas las autoridades a prevenir la siempre creciente disponibilidad del juego con sus efectos dañinos sobre los individuos y la sociedad.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día rechaza los juegos de azar como fueron definidos más arriba, y no solicitará ni aceptará financiaciones que sean claramente derivadas del juego.
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Referencias:
1 1 Tes. 4:11; Gén. 3:19; Mat. 19:21; Hech. 9:36; 2 Cor. 9:8, 9.
2 1 Tim. 6:17; Heb. 11:1; 1 Tim. 6:6.
3 1 Cor. 6:19, 20.
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), para ser publicada en ocasión del Congreso de la Asociación General celebrado en Toronto, Canadá, del 29 de junio al 9 de julio de 2000.
Introducción
Los avances recientes en medicina y tecnología genética permiten tratar enfermedades humanas por medio de la alteración de los genes en las células del paciente. Aunque los métodos del naciente campo de la medicina genética todavía están en desarrollo, el ritmo de las pruebas clínicas y los recientes progresos sugieren que la terapia genética llegará a ser una opción común y versátil. Esta perspectiva subraya la necesidad de que los cristianos identifiquen los principios morales de su fe que se aplican a la práctica de la terapia genética humana.
Descripción general
La terapia genética utiliza el ADN o el ARN, los productos químicos que constituyen los genes, para curar o mejorar defectos heredados o enfermedades adquiridas. El material genético terapéutico puede destinarse a remplazar genes defectuosos en las células de los pacientes, o a proporcionar información genética suplementaria para regular la función de los genes normales. El ADN puede provenir casi de cualquier fuente: animales, plantas, microbios, virus, o pueden ser sintéticos sin contraparte en la naturaleza.
El efecto del material introducido puede ser intencionalmente temporario, o puede ser permanente. A menudo los resultados alcanzados por la terapia genética no se pueden obtener de ninguna otra manera. Las enfermedades que primero fueron consideradas para la terapia genética eran condiciones hereditarias poco comunes. Posteriormente, el foco avanzó a tratamientos genéticos para males corrientes: cáncer, enfermedades del corazón, hipertensión, diabetes, etc.
Descubrir maneras eficientes de introducir genes en un gran número de células específicas para producir los mayores beneficios ha sido el desafío técnico que limita la utilidad de la terapia genética. En la mayoría de las pruebas clínicas se usaron virus como “vectores” o “vehículos” para llevar el ADN nuevo, porque los virus son increíblemente eficientes para infectar las células con sus propios genes. Un virus vector típico se construye quitando los genes que el virus usaría para replicarse, o dañar la célula huésped, y remplazarlos con genes terapéuticos. Se han usado en diferentes casos el adenovirus (el virus del resfriado común), el retrovirus (virus pariente del HIV), un virus adenoasociado (un pequeño virus que no causa enfermedad), el virus del herpes y varios otros. Todos los virus vectores tienen características que limitan su utilidad y a menudo involucran un riesgo médico en su uso. Otros medios para insertar genes en las células, que no involucran virus, pueden desarrollarse también, pero los métodos no virales son menos efectivos.
Terapia genética somática
Las categorías de la terapia genética se definen por la posibilidad de heredar los cambios que ella causa. La terapia genética somática altera los genes en las células que pueden estar ubicadas en cualquier lugar del cuerpo, excepto en las células reproductoras. Se han propuesto como blancos muchos órganos diferentes: médula ósea, hígado, músculos, piel, pulmones, vasos sanguíneos, corazón, cerebro. Sin embargo, la terapia somática evita conscientemente hacer cambios genéticos que pueden ser trasmitidos a los descendientes del paciente. En consecuencia, esta forma de terapia genética tiene el mismo blanco que la medicina convencional: salvar la vida, o aliviar el sufrimiento de la persona tratada.
La terapia genética somática se divide en dos clases, que dependen de cómo se introduce el gen nuevo. En muchas situaciones las células primero se retiran del paciente, y luego se tratan en el laboratorio, un procedimiento que a menudo se llama terapia genética ex vivo. Después que se ha realizado la modificación genética, las células son devueltas al paciente con la esperanza de que se ubicarán en el tejido determinado, en número suficiente para lograr los efectos deseados. Como los protocolos ex vivo deben ser designados individualmente para cada persona, exigen mucha labor y gran costo. Un objetivo actual es lograr la modificación genética in vivo, introduciendo los genes terapéuticos directamente en el paciente. Actualmente, ninguno de los vehículos disponibles puede buscar la célula blanco en forma efectiva e inyectar su carga de genes con suficiente eficiencia para lograr los efectos deseados.
Aunque ha habido muchas pruebas clínicas de terapia somática, pocos han tenido éxito sin ambigüedades. Las técnicas para introducir los genes terapéuticos en las células del cuerpo son todavía primitivas, ineficientes y potencialmente riesgosas. La muerte de un joven paciente en una prueba clínica a fines de 1999 demuestra que no se ha logrado todavía un nivel de seguridad adecuado.
Terapia genética germinal
En contraste con la terapia genética somática, la terapia genética germinal hace cambios genéticos intencionales en las células reproductoras. Como resultado, el cambio puede ser heredado por los descendientes del paciente original. De este modo, la terapia germinal deliberadamente intenta mejorar no sólo la condición del paciente, sino también la de sus descendientes por varias generaciones futuras. A este respecto representa un objetivo fundamentalmente nuevo para la intervención médica. Ofrece la ventaja potencial de eliminar la causa de una condición debilitante, en vez de tratar separadamente a los individuos afectados en cada generación sucesiva.
La técnica involucra la introducción manual precisa del ADN en los huevos fertilizados individualmente, o en las células de los embriones en etapas muy tempranas de su desarrollo. Actualmente, las modificaciones germinales se han realizado sólo en animales. Además de los riesgos de salud que comparte con las tecnologías avanzadas de reproducción,* la terapia germinal está asociada con un riesgo más alto de muerte embrionaria y fetal, nacimiento de fetos muertos, y muertes infantiles, anormalidades físicas y defectos genéticos. Más allá del problema fundamental de la seguridad, la terapia genética plantea serias preocupaciones ética. Éstas incluyen el problema del consentimiento informado de las personas que no han nacido todavía, evaluar las consecuencias de largo alcance de las alteraciones genéticas, la posible reducción de la diversidad humana por la eliminación sistemática de rasgos específicos, el determinismo genético impuesto por las elecciones del paciente original y los terapeutas genéticos, la perspectiva de que la terapia germinal pueda ser usada en programas eugénicos, y el tema problemático de usarlo para desarrollar mejoras cosméticas. Por causa de estos problemas de seguridad y éticos no resueltos todavía, se procura desanimar la terapia germinal o prohibirla.
Principios bíblicos
Aunque la terapia genética todavía está en su infancia, es nuestra responsabilidad moral como cristianos reflexivos darnos cuenta de su potencial para satisfacer necesidades humanas, para comprender los riesgos biológicos y genéticos que involucra, y evitar su mal uso. Las decisiones en esta área compleja y en evolución deberían ser hechas en armonía con los siguientes principios bíblicos:
1) Aliviar el sufrimiento y preservar la vida. La Biblia describe a Dios como incansablemente preocupado por la salud, el bienestar y la restauración de sus criaturas (Prov. 3:1-8; Sal. 103:2, 3; Mar. 10:29-31; 11:4, 5; Hech. 10:38; Juan 10:10). Explícitamente nos ordena seguir con su ministerio de curación (Mat.10:1; Luc. 9:2). Hasta el punto en que la terapia genética pueda prevenir enfermedades y restaurar la salud, debería dársele la bienvenida como un medio de cooperar con la iniciativa divina para aliviar sufrimientos evitables.
2) Seguridad, protección de daños. Las Escrituras nos encargan que defendamos a los vulnerables en la sociedad (Deut. 10:17-19; Sal. 9:9; Isa. 1:16, 17; Mat. 25:31-36; Luc. 4:18, 19). Cuando la enfermedad o el desorden genético no amenaza la vida, la intervención genética puede considerarse sólo cuando se haya logrado un alto nivel de seguridad y la vida sea protegida en todas las etapas de su desarrollo. Aun en situaciones donde la vida está en juego, los riesgos involucrados en la intervención genética debe ser ampliamente equilibrada por las perspectivas de curación.
3) Honrar la imagen de Dios. Los seres humanos, creados a la imagen de Dios (Gén. 1:26, 27), son diferentes en clase y grado de todas las demás criaturas terrenales, con capacidades dadas por Dios de razonar, de apreciar valores espirituales y de hacer decisiones morales (1 Rey. 3:9; Dan. 2:20-23; Fil. 4:8, 9; Sal. 8:3-8; Ecl. 3:10, 11). Debe tenerse gran precaución en cualquier acto que pueda cambiar en forma permanente el genoma humano de manera que afecte estas capacidades.
4) Proteger la autonomía humana. Dios asigna un alto valor a la libertad humana (Deut. 30:15-20; Gén. 4:7). Deben rechazarse las alteraciones genéticas que podrían limitar las capacidades individuales, restringir la participación en la sociedad, reducir su autonomía o socavar la libertad individual.
5) Entender la creación de Dios. Siendo que Dios otorgó a los seres humanos la inteligencia y la creatividad, él quiere que ellos acepten su responsabilidad sobre su creación (Gen. 1:28) y crezcan en su comprensión de los principios de la vida, incluyendo el funcionamiento de sus cuerpos (Mat. 6:26, 29; 1 Cor. 14:20; Sal. 8:3-9; 139:1-6, 13-16). La investigación y el examen éticos sólo pueden aumentar nuestro aprecio de la sabiduría y la bondad de Dios.
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* Ver la declaración de la CVHLC (Comisión del Concepto Cristiano de la Vida Humana), “Consideraciones sobre la reproducción humana asistida”, emitida el 26 de julio de 1994. Los Editores: Dicha declaración fue incorporada a este libro (ver las pp. 270 y 271).
Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la Vida Humana (CVHLC) de la Asociación General en abril de 2000, y enviado a los departamentos de la iglesia y las instituciones que puedan encontrar útil este material.
Principios operativos
1) Cristo ministró a la persona total. Siguiendo su ejemplo, la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día incluye un ministerio de curación para la persona completa: cuerpo, mente y espíritu. El ministerio de sanidad incluye el cuidado y la compasión por los enfermos y los que sufren.
También incluye el mantenimiento de la salud. Este ministerio de sanidad lo integra la enseñanza de los beneficios positivos de seguir las leyes de la salud, la interrelación de las leyes espirituales y las naturales, la responsabilidad del hombre por estas leyes, y la gracia de Cristo que asegura una vida victoriosa.
2) Las instituciones del cuidado de la salud (hospitales, clínicas médicas y dentales, hogares de ancianos y de recuperación, centros de rehabilitación, etc.) funcionan como parte integral del ministerio total de la iglesia, y siguen las normas de la iglesia que incluyen el mantenimiento de lo sagrado del sábado al promover una atmósfera sabática para el personal y los pacientes, evitando los trabajos rutinarios, los servicios electivos de diagnostico y las terapias electivas en sábado. Estas normas también incluyen la promoción de una dieta lacto-ovo-vegetariana libre de estimulantes y alcohol, y un ambiente libre del humo del tabaco. Se promoverá el control del apetito, se controlará el uso de drogas que potencialmente pueden llevar al abuso y no se permitirá el uso de técnicas que involucren el control de una mente por otra. Las instituciones deben ser dirigidas como una función de la iglesia, con actividades y prácticas claramente identificadas como un testimonio singular de los adventistas.
3) En armonía con la reafirmación que dio Cristo de la dignidad del hombre y su demostración de amor, que perdona y se interesa sin tener en cuenta el pasado, y que mantiene el derecho de elección individual en el futuro, las instituciones para el cuidado de la salud adventistas deben poner en una prioridad elevada la dignidad personal y las relaciones humanas. Esto incluye el diagnóstico y el tratamiento apropiados hechos por personal competente; un ambiente seguro y cuidadoso que conduce a la curación de la mente, el cuerpo y el espíritu; y una educación en los hábitos saludables de vida. También incluye el cuidado y el apoyo del paciente y su familia a lo largo del proceso que conduce a la muerte.
4) Los procedimientos médicos y los reglamentos acerca del cuidado de la salud siempre deben reflejar una elevada consideración y preocupación por el valor de la vida humana como así también la dignidad humana.
5) Las instituciones del cuidado de la salud adventistas funcionan como parte de la comunidad y la nación en la que están localizadas. La salud de la comunidad y de la nación es una preocupación de cada institución mientras representan el amor de Cristo ante esas comunidades. Se respetan las leyes y las reglamentaciones del país para el funcionamiento de las instituciones y se siguen los procedimientos para obtener la habilitación de su personal.
6) Las instituciones dan la bienvenida a los clérigos de todos los credos para visitar a sus parroquianos.
7) La misión de las instituciones de representar a Cristo ante la comunidad, y especialmente ante quienes utilizan sus servicios, se cumple por medio de un personal compasivo y competente que sostiene las prácticas y las normas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Para el desarrollo del personal de las instituciones se ofrecen regularmente clases que ayudan al personal a mantenerse al día en lo profesional, a crecer en la comprensión de Dios y a compartir el amor de Dios. Planes de largo alcance sostienen la educación formal del personal en perspectiva, incluyendo la utilización de la institución con el propósito de prácticas para los estudiantes.
8) Las instituciones deben operar de un modo financieramente responsable, y en armonía con el Workíng Policy [Manual de reglamentos eclesiástico administrativos] de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
9) La prevención primaria y la educación para la salud serán una parte integrante del énfasis en la salud de las instituciones para el cuidado de la salud.
10) La administración y el funcionamiento de las instituciones específicas para el cuidado de la salud se realizará con consultas regulares y permanentes con el Departamento de Salud y Temperancia. La comunicación incluirá los departamentos de Salud y Temperancia de la asociación/misión, la unión, la división y la Asociación General, según lo sugieran las circunstancias y las ocasiones.
Establecimiento y clausura de instituciones para el cuidado de la salud
Cuando se considere la apertura de una institución nueva, la construcción de una adición importante, o la evaluación del funcionamiento de una institución existente, se considerarán:
a) Los planes de largo alcance de la iglesia en esa región, y si la institución facilita el cumplimiento de la misión de la iglesia.
b) Las necesidades del cuidado de la salud en la región.
c) La disponibilidad de recursos, especialmente los financieros, de personal y equipamiento, para el funcionamiento de la institución.
d) Las normas gubernamentales para el funcionamiento de la institución.
e) La reglamentación gubernamental para clausurar una institución.
f) El impacto que la apertura o la clausura de la institución producirá sobre la iglesia en la región y en la comunidad.
g) Las necesidades educativas de la iglesia.
Esta declaración fue publicada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, en octubre de 1988. Este documento fue aprobado en el 58º Congreso de la Asociación General, realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 1º de julio de 2005.
Resolución acerca de la Santa Biblia
Como delegados al Congreso de la Asociación General reunido en St. Louis, Missouri, en el año 2005, reafirmamos la centralidad de las Escrituras en el mensaje y la vida de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En ellas se revelan la belleza, el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y se nos ofrecen como un don de salvación por medio de la fe en su sacrificio expiatorio. Por medio de ellas Dios se nos revela, transmitiéndonos una expresión auténtica de su carácter, una concepción verdadera de la naturaleza de la realidad, un registro confiable de sus actos, una revelación de sus propósitos y una expresión de su voluntad amorosa hacia nosotros. Las Escrituras constituyen nuestra suprema regla de fe y práctica, y la norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada. Su origen divino les confiere una autoridad y un mensaje que son relevantes para todas las culturas y las trasciende, y puede satisfacer nuestras necesidades más profundas.
Considerando la naturaleza única de las Escrituras, su importancia y los múltiples beneficios que su estudio sistemático trae a la iglesia, nosotros, los delegados al Congreso de la Asociación General, apelamos a todos los creyentes adventistas alrededor del mundo para que hagan una provisión intencional en su rutina diaria para la lectura regular y con oración de las Escrituras. Además, como las verdades bíblicas son para el beneficio de todos, especialmente de aquellos que vendrán a Cristo, instamos a todo creyente a buscar activamente maneras de compartir el mensaje de las Escrituras con otros con el fin de preparar al mundo para el pronto retorno de nuestro Señor.
Nueva Resolución sobre la Santa Biblia
Como delegados ante el Congreso Mundial de la Asociación
General 2015 en San Antonio, Texas, afirmamos nuestro
compromiso con la autoridad de la Biblia como la revelación
infalible de Dios y de su voluntad. En ellas Dios reveló su
plan para redimir al mundo por medio de la encarnación,
vida, muerte, resurrección, ascensión y mediación de
Jesucristo. Como registro confiable de los actos de Dios en
la historia desde la creación hasta la nueva creación y
formuladas con instrucciones doctrinales y éticas, las
Escrituras dan forma la experiencia intelectual y práctica
de los creyentes.
Reconocemos que las Escrituras ofrecen una perspectiva
divina para evaluar los desafíos intelectuales y éticos del
mundo contemporáneo. Dadas las redefiniciones de las
instituciones que Dios dio, como el matrimonio, por ejemplo,
el compromiso con la revelación escrita de Dios continúa
siendo más necesario que nunca. Solo la cosmovisión bíblica
de un Dios amoroso que lucha por redimir a la creación del
pecado y el mal provee a los creyentes un marco coherente
para comprender la realidad y obedecer la ley de Dios.
Reafirmamos que en medio de la desesperanza y el relativismo
del mundo contemporáneo, la Biblia presenta un mensaje de
esperanza y certeza que trasciende el tiempo y la cultura.
La Biblia da la certeza de que en Jesús nuestros pecados han
sido perdonados y la muerte ha sido derrotada. Las
Escrituras también anuncian que Él regresará pronto para
poner fin al pecado y para recrear el mundo. Mientras
esperamos la consumación de todas las cosas, la Biblia nos
llama a vivir una vida santa y a convertirnos en heraldos
del evangelio eterno, aprovechando toda oportunidad y medio
para anunciar las buenas nuevas de palabra y de hecho.
Dada la importancia de las Escrituras, los beneficios de su
estudio para la Iglesia, y los desafíos presentados por el
mundo contemporáneo, los delegados ante el Congreso Mundial
en asamblea llaman a todos los creyentes adventistas del
séptimo día a leer y estudiar la Biblia diariamente y con
oración. Además, debido a los desafíos especiales que
enfrentan los nuevos conversos y los jóvenes, instamos a
cada creyente a buscar maneras de compartir la Biblia con
estos grupos de manera especial y a fomentar su confianza en
la autoridad de las Escrituras. También instamos a los
pastores y a los predicadores a que basen sus sermones en el
texto bíblico y a que hagan de cada sermón una ocasión para
defender la autoridad y la relevancia de la palabra de Dios.
Mostremos la belleza, el amor y la gracia de nuestro Señor
Jesucristo revelados en las Escrituras. Pensemos y actuemos
de acuerdo con la esperanza bíblica del pronto regreso de
Jesús, nuestro Señor.
La salud y la prosperidad de la sociedad están directamente relacionadas con el bienestar de sus partes constitutivas: la unidad familiar. Hoy, tal vez como nunca antes, la familia está en problemas. Los comentadores sociales condenan la desintegración de la vida familiar moderna. Se ataca el concepto cristiano tradicional del matrimonio entre un hombre y una mujer.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en esta época de crisis familiar, anima a cada miembro de la familia a fortalecer su dimensión espiritual y su relación familiar mediante el amor mutuo, el honor, el respeto y la re sponsabilidad.
La Creencia Fundamental Nº 23 de la Iglesia Adventista afirma que la relación matrimonial “debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la permanencia de la relación que existe entre Cristo y su iglesia... Si bien es cierto que algunas relaciones familiares pueden estar lejos de ser ideales, los cónyuges que se entregan enteramente el uno al otro en Cristo pueden lograr unidad en amor por medio de la conducción del Espíritu y el apoyo de la iglesia. Dios bendice a la familia y se propone que sus miembros se ayuden unos a otros en sus esfuerzos por lograr la madurez completa. Los padres deben guiar a sus hijos en amor y enseñarles a obedecer al Señor.
Por su ejemplo y sus palabras deben enseñarles que Cristo es su amoroso Maestro, siempre tierno y solícito, que anhela verlos convertirse en miembros de su cuerpo, la familia de Dios”.
Elena de White, una de las fundadoras de la iglesia, afirmó: “La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón ‘mana la vida’ (Prov. 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar” (El ministerio de curación, p. 269).
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General celebrado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU.
En un mundo devastado por el pecado, se multiplican los amargos frutos de la codicia, la guerra y la ignorancia. Aun en las así llamadas “sociedades opulentas” los desamparados y los pobres constituyen poblaciones crecientes. Más de 10.000 personas mueren de hambre cada día. Dos mil millones de personas más están mal nutridas, y miles más se convierten en ciegos cada año por causa de deficiencias en la dieta. Aproximadamente dos tercios de la población del mundo está atrapada en un ciclo de hambre, enfermedad y muerte.
Hay quienes son culpables por su propia condición, pero la mayoría de estas personas y sus familias se encuentran desamparadas por eventos políticos, económicos, culturales y sociales, que en su mayor parte están fuera de su control.
Históricamente, los que están en tales circunstancias han encontrado socorro y auxilio en el corazón de los seguidores de Cristo. La Iglesia Adventista organizó instituciones compasivas que más tarde fueron asumidas por agencias del gobierno, o viceversa. Estas agencias, aparte de cualquier trivialidad ideológica, reflejan el reconocimiento de la sociedad de que es en bien de sus propios intereses tratar en forma compasiva a los menos afortunados.
Los especialistas en ciencias sociales nos dicen que una cantidad de males encuentra terreno fértil en la pobreza. Sentimientos de desesperanza, de alienación, de envidia y de resentimiento, a menudo conducen a actitudes y conductas antisociales. Luego la sociedad tiene que pagar los efectos posteriores de tales males por medio de tribunales, prisiones y sistemas de asistencia social. La pobreza y el infortunio, como tales, no son la causa de los crímenes y no proporcionan excusas por ellos. Pero cuando se deniegan las demandas de compasión, es muy posible que sigan el desánimo y aun el resentimiento.
La demanda de compasión cristiana está bien fundada. No surge de ninguna teoría de contratos sociales o legales, sino de la clara enseñanza de la Escritura: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miq. 6:8).
El capítulo 58 de Isaías es precioso para los adventistas. Vemos en este capítulo nuestra responsabilidad como quien debe ser “reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” (vers. 12).
Se llama a restaurar y “desatar las ligaduras de impiedad”, a partir “tu pan con el hambriento... a los pobres errantes albergues en casa... cuando veas al desnudo, lo cubras” (vers. 6, 7). Así, como reparadores de brechas, debemos restaurar y cuidar de los pobres. Al cumplir los principios de la ley de Dios en actos de misericordia y amor, representaremos el carácter de Dios ante el mundo.
Al cumplir hoy el ministerio de Cristo, debemos hacer lo que él hizo, y no sólo predicar el evangelio a los pobres, sino también sanar a los enfermos, alimentar a los hambrientos y levantar a los caídos (ver Luc. 4:18, 19; Mat. 14:14). Pero el versículo 16 de Mateo 14 explica que era así para que no tengan “necesidad de irse”. El propio ejemplo de Cristo es decisivo para sus seguidores.
La respuesta que dio Jesús a la fingida preocupación de Judas por los pobres: “Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis” (Mat. 26:11), nos recuerda que lo que la gente necesita más desesperadamente es el “Pan de vida”. Sin embargo, también reconocemos que lo físico y lo espiritual son inseparables. Al apoyar los planes públicos y de la iglesia para aliviar el sufrimiento, y por los esfuerzos compasivos personales y de conjunto, aumentaremos esa misma actividad espiritual.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
La pobreza está presente en cada
sociedad. La pobreza despoja a los seres humanos de sus
derechos más fundamentales. Mantiene a la gente con hambre;
la priva de atención médica, agua potable, educación,
oportunidad de trabajar, y a menudo resulta en una sensación
de impotencia, desesperanza e inequidad. Cada día, más de
24.000 niños mueren debido a condiciones prevenibles
causadas por la pobreza.
Los adventistas del séptimo día creen que las acciones para
reducir la pobreza y sus consecuencias concomitantes son una
parte importante de la responsabilidad social cristiana. La
Biblia revela claramente el especial interés de Dios en los
pobres y sus expectativas acerca de cómo sus seguidores
deberían responder a los que no son capaces de cuidar de sí
mismos.
Todos los seres humanos llevan la imagen de Dios y son los
recipientes de la bendición de Dios (Lucas 6:20). Al
trabajar con los pobres, seguimos el ejemplo y la enseñanza
de Jesús (Mateo 25:35, 36). Como comunidad espiritual, los
adventistas del séptimo día abogan por la justicia para los
pobres y “abren su boca por el mudo” (Proverbios 31:8) y
contra los que “apartan del juicio a los pobres” (Isaías
10:2). Participamos con Dios, que “tomará a su cargo la
causa del afligido” (Salmo 140:12).
Trabajar para reducir la pobreza y el hambre significa más
que mostrar simpatía por los pobres. Significa abogar por
políticas públicas que ofrezcan justicia y equidad para los
pobres, a favor de su fortalecimiento y sus derechos
humanos. Significa patrocinar y participar en programas que
apuntan a las causas de la pobreza y el hambre, ayudando a
la gente a construir vidas sustentables. Este compromiso con
la justicia es un acto de amor (Miqueas 6:8). Los
adventistas del séptimo día creen que es además un llamado a
vivir vidas de sencillez y modestia que testifiquen contra
el materialismo y la cultura de la opulencia.
Los adventistas del séptimo día se unen a la comunidad
global en respaldar las Metas de Desarrollo del Milenio, de
las Naciones Unidas, para reducir la pobreza en por lo menos
el 50% hasta el año 2015. En apoyo de esto, los adventistas
del séptimo día participan con la sociedad civil, los
gobiernos y otras entidades, trabajando en conjunto local y
globalmente con el fin de colaborar en la obra de Dios
estableciendo justicia perdurable en un mundo quebrantado.
Como seguidores de Cristo nos comprometemos en esta tarea
con decidida esperanza, vigorizada con la visionaria promesa
de Dios de un cielo nuevo y una tierra nueva donde no hay
pobreza o injusticia. Los adventistas son llamados a vivir
creativa y fielmente dentro de la visión del Reino de Dios,
obrando para terminar con la pobreza ahora.
Esta declaración fue aprobada y votada
por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los
Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y
difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General
realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3
de julio de 2010.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce que cada ser humano es valioso a la vista de Dios, y por eso buscamos ministrar a todos los hombres y mujeres en el espíritu de Jesús. Creemos también que, por la gracia de Dios y con el ánimo de la comunidad de fe, una persona puede vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios.
Los adventistas creemos que la intimidad sexual es apropiada únicamente dentro de la relación marital de un hombre y una mujer. Ese fue el designio establecido por Dios en la creación. Las Escrituras declaran: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gén. 2:24). Este patrón heterosexual es afirmado a través de todos las Escrituras. La Biblia no da cabida a la actividad o relación homosexual. Los actos sexuales realizados fuera del círculo de un matrimonio heterosexual están prohibidos (Lev. 20:7-21; Rom. 1:24-27; 1 Cor. 6:9-11). Jesucristo reafirmó el propósito de la creación divina cuando dijo: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne’’ (Mat. 19:4-6). Por estas razones los adventistas nos oponemos a las prácticas y relaciones homosexuales.
Los adventistas nos empeñamos en seguir la instrucción y el ejemplo de Jesús. Él afirmó la dignidad de todos los seres humanos y extendió la mano compasivamente a las personas y familias que sufrían las consecuencias del pecado. Él ofreció un ministerio solícito y palabras de consuelo a las personas que luchaban, aunque diferenciaba su amor por los pecadores de sus claras enseñanzas sobre las prácticas pecadoras.
Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General el 3 de octubre de 1999 en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
13 de diciembre de 2017. Departamento Ministerial de la DSA. Para documentos oficiales.
La creciente familiaridad con las necesidades y los desafíos que los hombres y mujeres transgénero experimentan, y el aumento de las cuestiones transgénero con relevancia social a nivel mundial, plantea importantes preguntas no solo para los afectados por el fenómeno transgénero sino también para la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Mientras las luchas y los desafíos de quienes se identifican como transgénero tienen algunos elementos en común con las luchas de todos los seres humanos, reconocemos la singularidad de su situación y la limitación de nuestro conocimiento en ocasiones específicas. Aun así, creemos que la Escritura provee principios que guían y aconsejan tanto a las personas transgénero como a la iglesia, principios que trascienden las convenciones humanas y la cultura.
El fenómeno transgénero
En la sociedad moderna, identidad de género normalmente significa “el desempeño público (y por lo general legalmente reconocido) como niño o niña, u hombre o mujer”, mientras que sexo se refiere “a los indicadores biológicos masculinos y femeninos”.[i] La identificación del género generalmente está de acuerdo con el sexo biológico de la persona al nacer. Sin embargo, la desalineación puede ocurrir a nivel físico o mental-emocional.
A nivel físico, la ambigüedad en los genitales puede ser producto de anormalidades anatómicas o fisiológicas, por lo que no se puede establecer claramente si la persona es masculina o femenina. Esta ambigüedad de diferenciación sexual anatómica es comúnmente llamada hermafroditismo o intersexualidad.[ii]
A nivel mental-emocional la desalineación ocurre con personas transgénero cuya anatomía sexual es claramente masculina o femenina, pero que se identifican con el género opuesto de su sexo biológico. Se describen como si estuvieran atrapados en el cuerpo incorrecto. El término transgénero ‒antes diagnosticado clínicamente como “desorden de identidad de género” y ahora denominado “disforia de género”‒ puede ser entendido como un término general para describir la variedad de formas en las que el individuo interpreta y expresa su identidad de género de manera diferente a los que determinan el género en base al sexo biológico.[iii] “La disforia de género se manifiesta de muchas maneras, incluyendo fuertes deseos de ser tratado como el otro género o de librarse de las características sexuales de uno mismo, o una fuerte convicción de que uno tiene sentimientos y reacciones típicas del otro género”.[iv]
Dado que la tendencia actual es rechazar el género binario bíblico (masculino y femenino) y reemplazarlo por un creciente espectro de tipos de género, ciertas elecciones provocadas por la condición transgénero han llegado a ser consideradas normales y aceptadas en la cultura de nuestros días. Sin embargo, el deseo de cambiar de sexo y vivir como una persona de otro género puede resultar en la elección de un estilo de vida bíblicamente inapropiado. La disforia de género puede, por ejemplo, dar lugar a vestirse como el sexo opuesto,[v] a la cirugía de reasignación de sexo y al deseo de tener una relación marital con una persona del mismo sexo biológico. Por otra parte, las personas transgénero pueden sufrir silenciosamente, llevando una vida célibe o al casarse con una persona del sexo opuesto.
Principios bíblicos relativos a la sexualidad y el fenómeno transgénero
Mientras el fenómeno transgénero debe ser evaluado por la Escritura, los siguientes principios bíblicos y enseñanzas pueden ayudar a la comunidad de la fe a relacionarse de forma bíblica y a la manera de Cristo con las personas afectadas por la disforia de género:
Dios creó a la humanidad como dos personas que son respectivamente identificadas como masculino y femenino desde el punto de vista del género. La Biblia inseparablemente liga el género al sexo biológico (Gén. 1:27; 2:22-24) y no hace una distinción entre los dos. La Palabra de Dios afirma la complementariedad así como también claras distinciones entre lo masculino y lo femenino en la creación. El relato de la creación en Génesis es fundamental para todos los temas relacionados con la sexualidad humana.
Desde una perspectiva bíblica, el ser humano es una unidad psicosomática. Por ejemplo, la Escritura repetidamente llama a la totalidad del ser humano un alma (Gén. 2:7; Jer. 13:17; 52:28-30; Eze. 18:4; Hech. 2:41; 1 Cor. 15:45),
Sin embargo, la Escritura reconoce que, debido a la caída (Gén. 3:6-19), el ser humano completo (es decir, nuestras facultades mentales, físicas y espirituales) está afectado por el pecado (Jer.17:9; Rom. 3:9; 7:14-23; 8:20-23; Gál. 5:17) y necesita ser renovado por Dios (Rom. 12:2). Nuestras emociones, sentimientos y percepciones no son indicadores totalmente confiables de los designios, los ideales y las verdades de Dios (Prov. 14:12; 16:25). Necesitamos que Dios nos guíe a través de la Escritura para determinar qué es lo mejor para nosotros y para vivir de acuerdo con su voluntad (2 Tim. 3:16).
Que algunos individuos declaren una identidad de género incompatible con su sexo biológico revela una seria dicotomía. Este quebrantamiento o angustia, se perciba o no, es una expresión de los efectos destructivos del pecado en los seres humanos y puede tener una variedad de causas. Aunque la disforia de género pueda no ser considerada intrínsecamente un acto pecaminoso, puede derivar en elecciones pecaminosas. Es otro indicador de que, a nivel personal, los humanos estamos involucrados en el gran conflicto.
Mientras que los hombres y mujeres transgénero estén comprometidos a ordenar su vida de acuerdo con las enseñanzas bíblicas en cuanto a la sexualidad y el matrimonio, pueden ser miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. La Biblia identifica clara y consistentemente que toda actividad sexual fuera del matrimonio heterosexual es pecado (Mat. 5:28, 31, 32; 1 Tim. 1:8-11; Heb. 13:4). Los estilos de vida sexual alternativos son distorsiones pecaminosas del maravilloso don divino de la sexualidad (Rom. 1:21-28; 1 Cor. 6:9, 10).
Puesto que la Biblia se refiere a los seres humanos como entidades holísticas y no hace diferencia entre sexo biológico e identidad de género, la iglesia exhorta enfáticamente a los hombres y mujeres transgênero a no realizarse la cirugía de reasignación sexual; y si se han sometido a tal procedimiento, recomienda no contraer matrimonio. Desde la perspectiva bíblica-holística de la naturaleza humana, no se puede esperar una transición completa de un género a otro y la obtención de una identidad sexual integral en el caso de realizarse una cirugía de reasignación sexual.
La Biblia manda a los seguidores de Cristo a amar a todos. Creados a la imagen de Dios, todos deben ser tratados con dignidad y respeto. Esto incluye a los hombres y mujeres transgénero. Poner en ridículo, abusar u hostigar a una persona transgénero es incompatible con el mandamiento bíblico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mar. 12:31).
La iglesia, como comunidad de Jesucristo, está destinada a ser un refugio y un lugar de esperanza, cuidado y comprensión para todos los que estén confundidos, sufriendo, luchando y sintiéndose solitarios, porque “la caña cascada no quebrará, y el pábilo que humea no apagará, hasta que saque a victoria el juicio” (Mat. 12:20, RVR 60). Todas las personas están invitadas a asistir a la Iglesia Adventista del Séptimo Día y disfrutar de la camaradería de los creyentes. Los que son miembros pueden participar plenamente en la vida de la iglesia mientras acepten el mensaje, la misión y los valores de la iglesia.
La Biblia proclama las buenas nuevas de que los pecados sexuales cometidos por heterosexuales, y por hombres y mujeres involucrados con homosexualidad y transgenerismo u otros, pueden ser perdonados, y las vidas pueden ser transformadas a través de la fe en Cristo Jesús (1 Cor. 6:9-11).
Se anima a los que experimentan incongruencia entre su sexo biológico y su identidad de género a seguir los principios bíblicos para lidiar con su angustia. Se los invita a reflexionar en el plan original de Dios de pureza y fidelidad sexual. Debido a que pertenecemos a Dios, todos somos llamados a honrarlo con nuestros cuerpos y con nuestras decisiones relacionadas con el estilo de vida (1 Cor. 6:19). Se anima a los hombres y mujeres transgénero, junto con todos los creyentes, a esperar en Dios, y se les ofrece la totalidad de la compasión, paz y gracia divinas en anticipación al pronto regreso de Cristo, cuando todos los verdaderos seguidores de Cristo serán completamente restaurados al ideal de Dios.
OTRA FUENTE: https://pastor.adventistas.org/es/declaracion-sobre-transgenero/
Consideraciones éticas
Durante varias décadas se consideró improbable la posibilidad de que pudieran producirse por clonación nuevos miembros de la familia humana.
Sin embargo, los avances recientes en el área de la genética y la biología de la reproducción han indicado que podrían desarrollarse muy pronto las técnicas para la clonación de seres humanos. Juntamente con esta expectativa viene la responsabilidad cristiana de considerar las profundas implicaciones éticas asociadas con la clonación humana. Como cristianos que creen firmemente en el poder creativo y redentor de Dios, los adventistas aceptan la responsabilidad de enunciar principios éticos que emergen de sus creencias.
La clonación incluye todos esos aspectos por medio de los cuales se producen réplicas de plantas y animales vivientes a través de medios asexuales; métodos que no implican la fusión de los gametos femeninos y masculinos.
Muchos procesos naturales son ciertas formas de clonación. Por ejemplo, lo microorganismos, como la levadura común, se reproducen partiéndose en dos células hijas que son clones de la célula madre y una de la otra. Al cortar una rama de una planta de rosas o de una vid, haciéndola propagarse en otra planta completa, se crea también un clon de la planta original. De la misma manera, muchos organismos animales simples, tales como la estrella de mar, pueden generar organismos completos a partir de pequeñas partes de un predecesor. Por tanto, el principio biológico de la clonación no es nada nuevo.
La nueva técnica usada se conoce como transferencia nuclear de célula somática. La esencia de este método es tomar una célula de un ser viviente y manipularla de manera que se comporte como una célula embrionaria.
Dadas las condiciones apropiadas, la célula embrionaria puede proliferar y generar un nuevo y completo ser. Actualmente esta reprogramación celular se lleva a cabo colocando una célula completa adulta dentro de un óvulo más grande a la que se le ha quitado el núcleo. El óvulo utilizado en este proceso funciona como incubadora, proveyendo un ambiente esencial para reactivar genes de la célula adulta. El óvulo alterado debe entonces ser implantado en un organismo femenino adulto para su gestación.
Los biólogos han desarrollado esta técnica como un instrumento en la cría de animales. A través de éste esperan crear un conjunto de animales bien calificados, genéticamente idénticos al ejemplar seleccionado. Los beneficios potenciales de esta tecnología, que incluyen la expectativa de lo grar productos para el tratamiento de las enfermedades humanas, son de gran interés para los investigadores y para la industria biotécnica. Sin embargo, la misma capacidad tecnológica podría ser utilizada para la clonación humana, lo cual causa serias preocupaciones éticas.
La primera de esta preocupaciones es la seguridad médica. Si fuera a usarse en los seres humanos la técnica actual de transferencia nuclear de célula somática, deben obtenerse donadores de óvulos. La mayoría de éstos se destruyen por causa de las manipulaciones celulares durante las primeras fases de crecimiento embrionario en el laboratorio. Otros se perderán después de su implantación, abortados espontáneamente en algunas de las fases del desarrollo fetal. En ese sentido, la sensibilidad exhibida hacia el valor de la vida fetal y embrional sería similar a la relacionada con el desarrollo de otros métodos de reproducción manipulada, tales como la fertilización in vitro. Habría probablemente un aumento en el riesgo de defectos de nacimiento en los niños bajo estas condiciones. Actualmente, las preocupaciones con respecto al daño físico causado a vidas en desarrollo, implícito en el acto de desarrollar vidas humanas, es suficiente como para descartar el uso de esta tecnología.
Sin embargo, aun cuando mejorara el promedio de éxito de clonación y disminuyeran los riesgos médicos, quedarían todavía serias inquietudes.
Por ejemplo, ¿es intrínsecamente problemático crear un individuo que no es el producto de la fertilización de un óvulo a través de un espermatozoide?
Se necesitan estudios más amplios para resolver las interrogantes con respecto a la naturaleza esencial de la procreación en el plan de Dios.
Otras de las preocupaciones expresadas más frecuentemente es que se ponga en peligro la dignidad y singularidad de una persona producida por clonación. Este riesgo incluye el daño sicológico que puede experimentar la persona que sería lo que se ha llamado “gemelo idéntico diferido” del individuo que proporcionó la célula inicial. ¿Tiene el ser humano el derecho de ejercitar tal nivel de control sobre el destino genético en un nuevo individuo?
Existe también la preocupación de que la clonación humana pueda socavar las relaciones familiares. Podría reducirse la fidelidad hacia los compromisos con respecto a las funciones unitivas y procreadoras de las relaciones sexuales humanas. Por ejemplo, podría considerarse la práctica cuestionable de usar un sustituto gestante. El uso de la célula de un donante que no forma parte de la pareja matrimonial puede acarrear problemas en términos de relaciones y responsabilidades.
Un riesgo adicional es que la clonación podría llevar al uso ventajoso de aquellos seres producto de clonación, a quienes se les asigna valor primordialmente en términos de su utilidad. Por ejemplo, siempre habrá la tentación de clonar individuos que sirvan para proporcionar órganos para su trasplante. Hay otros cuya preocupación es la creación deliberada de individuos subordinados o con calidad de siervos, cuya autonomía sería violada.
Los individuos egoístas o narcisistas podrían sentirse inclinados a usar la tecnología para “duplicarse” ellos mismos.
Finalmente, el costo financiero de la clonación sería probablemente muy considerable, aun después de su perfeccionamiento tecnológico. Si fuera a comercializarse la clonación, se añadirían conflictos de interés al riesgo del abuso.
Aunque ésta es solamente una lista parcial de los usos erróneos y peligros potenciales de la clonación humana, debe ser suficiente para hacer meditar a los cristianos que deseen aplicar los principios morales de su fe a la cuestión de la clonación humana. Sin embargo, es importante que tales reocupaciones respecto a los abusos de la tecnología, no nublen nuestra visión de las posibilidades de usarla para atender necesidades humanas genuinas.*
El motivo de esta declaración de relevantes principios cristianos es la posibilidad de clonación humana, aun cuando parezca remota.
Deben aplicarse los siguientes principios éticos a la transferencia nuclear de célula somática si tal tecnología fuera a aplicarse a seres humanos.
El ritmo vertiginoso de progreso en este campo requerirá una revisión periódica de esos principios a la luz de nuevos desarrollos.
1) Protección de la vulnerable vida humana. Las Escrituras son muy claras en cuanto a su llamado a proteger la vida humana, especialmente aquellas vidas que son más vulnerables (Deut. 10:17-19; Isa. 1:16, 17; Mat. 25:31-46). La tecnología biológica de clonación es éticamente inaceptable siempre que represente un riesgo desproporcionado de daño a la vida humana.
2) Protección de la dignidad humana. Los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios (Gen. 1:26, 27) concediéndoseles, por tanto, la dignidad personal que merece respeto y protección (Gen. 9:6). La clonación podría amenazar la dignidad humana en diferentes formas, por lo cual debe ejercerse una vigilancia moral resuelta. Debe ser rechazado por cualquier uso de tecnología que socave o disminuya la dignidad personal o la autonomía de los seres humanos. Esta prohibición moral se aplica a toda clonación humana que valore la vida humana primordialmente en términos de su función utilitaria o su valor comercial.
3) Alivio del sufrimiento humano. Es una responsabilidad cristiana de prevenir el sufrimiento y preservar la calidad de la vida humana (Hech. 10:38; Luc. 9:2). Si es posible prevenir enfermedades genéticas a través del uso de transferencia nuclear de célula somática, el empleo de esta tecnología podría tener el objetivo de prevenir sufrimientos evitables.
4) Apoyo familiar. El plan de Dios es que sus hijos se desarrollen en el contexto de una familia amorosa con la presencia, participación y apoyo tanto del padre como de la madre (Prov. 22:6; Sal. 128:1-3; Efe. 6:4; 1 Tim. 5:8). Cualquier uso de transferencia nuclear de célula somática, como medio de participación en la reproducción humana, debe ocurrir en el contexto de la fidelidad en el matrimonio y el apoyo de una familia estable. Como en el caso de otras formas de reproducción asistida, la participación de una tercer parte, como lo es la persona sustituta, introduce problemas morales que sería mejor evitar.
5) Mayordomía. Los principios de la mayordomía cristiana (Luc. 14:28; Prov. 3:9) son importantes en relación con todo tipo de reproducción humana asistida, incluyendo la posibilidad de la transferencia nuclear de la célula somática, que probablemente sería sumamente costosa. Las parejas matrimoniales que buscan tales medios deben considerar los gastos implicados en términos del ejercicio de su mayordomía.
6) Veracidad. La demanda de las Escrituras en cuanto a la comunicación es que sea honesta (Prov. 12:22; Efe. 4:15, 25). Cualquier uso de clonación propuesto debe explicarse por medio de los datos informativos más precisos que estén disponibles, incluyendo la naturaleza del procedimiento, sus riesgos potenciales y su costo.
7) Comprensión de la creación de Dios. El deseo de Dios para los seres humanos es que aumente su aprecio y comprensión de su creación, que incluye el conocimiento con respecto al cuerpo humano (Mat. 6:26-29; Sal. 8:3-9; 139:1-6, 13-16). Por esta razón, deben alentarse los esfuerzos por conocer las estructuras biológicas en relación con la vida a través de investigaciones éticas.
Dado el grado presente de conocimientos y el actual refinamiento del procedimiento de transferencia nuclear de célula somática, la Iglesia Adventista del Séptimo Día considera inaceptable el uso de esta técnica para la clonación humana. Desde el punto de vista de nuestra responsabilidad para aliviar la enfermedad y enriquecer la calidad de vida humana, considera aceptable la continuación de las investigaciones con animales apropiadas.
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* Probablemente habrá situaciones en las que se considere provechosa y moralmente aceptable la clonación humana. Es posible, por ejemplo, imaginar circunstancias en las que se contemple la clonación en el contexto del matrimonio como único medio disponible de reproducción para una pareja que no puede participar de la procreación normal. En otros casos, los padres potenciales podrían ser agentes de los genéticos defectuosos y desearían evitar el riesgo de dar a luz un bebé con una enfermedad genética. El uso de transferencia nuclear de célula somática podría ayudar a los padres a tener un hijo libre de esa enfermedad genética. Por supuesto, muchas de las inquietudes con respecto a la identidad y dignidad personal continúan presentes aun en el contexto de la fidelidad familiar.
Como sucede con otras formas de reproducción humana asistida, los beneficios potenciales de la transferencia nuclear de célula somática deben ser comparados con sus riesgos.
Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General el domingo 27 de septiembre de 1998 en Foz de Iguazú, Brasil.
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Los Editores: Ver un tratamiento de este tema en los números de septiembre y noviembre de 1997 de la Revista Adventista.
Glosario:
Alelo: Una de las formas alternativas de un gen particular. Cada gen de un organismo puede existir en formas levemente diferentes. Estas pequeñas divergencias son responsables de algunas de las variaciones que observamos en individuos diferentes dentro de poblaciones naturales. Por ejemplo, alelos distintos para los genes que producen la hemoglobina proteica de la sangre afectarán en gran medida la forma como las células sanguíneas llevarán el oxígeno.
Célula germinal: Célula reproductiva. En los mamíferos y los seres humanos, las células germinales son el esperma y los huevos (óvulos).
Célula somática: Cualquier célula del cuerpo de un mamífero o ser humano que no sea una célula germinal.
Citoplasma: Todos los contenidos de una célula, menos el núcleo. El citoplasma es el sitio donde ocurren muchos procesos importantes, incluyendo la conjunción de proteínas y enzimas, y el procesamiento de productos celulares. El citoplasma también contiene los mitocondrios, cuerpos pequeños que son responsables de la trituración de los alimentos que producen la energía necesaria para las actividades de las células.
Clones: Dos o más individuos con idéntico material genético. Los clones humanos ocurren naturalmente en la forma de “gemelos idénticos”. Aunque los gemelos comienzan la vida con el mismo material genético, a su debido momento desarrollan distintas diferencias físicas (por ejemplo, huellas digitales). Más adelante llegarán a ser individuos plenamente únicos, y con distintas personalidades, como resultado de experiencias diferentes y elecciones independientes. Un individuo concebido por medio de una transferencia nuclear de célula somática sería al fin tan diferente de sus progenitores como lo son los gemelos naturales.
Embrión: El estadio primitivo del desarrollo de un huevo fertilizado. En la transferencia nuclear de célula somática se refiere a los estadios de desarrollo primitivo de un huevo sin núcleo después que se lo ha fusionado con una célula corporal.
Esperma: Una célula reproductora masculina.
Gestación: El período de tiempo que le toma a un embrión desarrollarse en el útero a partir de un huevo fertilizado hasta el alumbramiento del nuevo ser. La gestación comienza con la implantación del embrión en el útero y termina con el nacimiento.
Huevo sin núcleo: Una célula reproductiva o embrionaria de la cual se ha quitado el núcleo. Por lo general esto se realiza penetrando en la célula con una aguja de vidrio muy fina y absorbiendo el núcleo mientras se observa el proceso bajo un microscopio.
Núcleo: La estructura dentro de una célula que contiene el material genético o los genes. El núcleo está rodeado por una membrana que lo separa de los restantes componentes de la célula.
Óvulo (latín: ovum; plural: ova): Una célula embrionaria. Una célula femenina fértil.
Transferencia nuclear de célula somática: Nombre técnico para el método usado para producir el primer animal clonado, una oveja llamada “Dolly”. Aunque el nombre sugiere que se usó un núcleo de una célula somática, en realidad se trata de la fusión de una célula somática completa dentro de un huevo sin núcleo.
Los adventistas deploran toda forma de discriminación basada en la raza, la tribu, la nacionalidad, el color o el género, y procuran combatirla.
Creemos que cada persona fue creada a la imagen de Dios, quien hizo de una sangre a todas las naciones (Hech. 17:26). Procuramos continuar el ministerio reconciliador de Jesucristo, quien murió por todo el mundo porque en él “ya no hay judío ni griego” (Gál. 3:28). Cualquier forma de racismo elimina el corazón del evangelio cristiano.
Uno de los aspectos más perturbadores de nuestros tiempos es la manifestación de racismo y tribalismo en muchas sociedades, algunas veces con violencia, pero siempre con la denigración de los hombres y las mujeres.
Como un cuerpo mundial presente en más de 200 naciones, los adventistas procuran manifestar aceptación, amor y respeto hacia todos, y esparcir este mensaje sanador a través de toda la sociedad.
La igualdad de todos los pueblos es una de las enseñanzas de nuestra iglesia. Nuestra Creencia Fundamental Nº 14 declara: “En Cristo somos una nueva creación; las distinciones de raza, cultura, educación y nacionalidad, así como las diferencias entre posiciones elevadas y humildes, ricos y pobres, varones y mujeres, no deben producir divisiones entre nosotros.
Somos todos iguales en Cristo, el cual por un Espíritu nos ha unificado en una comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas”.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administratíva de la Asociación General (ADCOM), y fue publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
A propósito del 50º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos
Desde sus mismos comienzos, a mediados del siglo XIX, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sostenido los derechos humanos. Inspirados por los valores bíblicos, los primeros adventistas estuvieron involucrados en la lucha contra la esclavitud y la injusticia. Reclamaban el derecho de cada persona a elegir las creencias de acuerdo con su conciencia, y a practicar y enseñar su religión con toda libertad, sin discriminación, siempre respetando los iguales derechos de los demás. Los adventistas están convencidos de que el ejercicio de la fuerza en la religión es contrario a los principios divinos.
Al promover la libertad religiosa, la vida familiar, la educación, la salud, la asistencia mutua y la satisfacción de las clamorosas necesidades humanas, los adventistas afirman la dignidad de la persona humana creada a imagen de Dios.
En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue escrita y adoptada por personas que habían salido de la destrucción sin precedentes, la desorientación y la angustia de la Segunda Guerra Mundial. Esta experiencia desgarradora les dio una visión de un mundo futuro de paz y libertad, y el deseo de verlo. La Declaración Universal, salida de la parte mejor y más elevada del corazón humano, es un documento fundamental que apoya firmemente la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la no discriminación de las minorías. El Artículo 18, que sostiene la libertad religiosa incondicional para creer y practicar la religión, es de importancia especial, porque la libertad de religión es el derecho humano básico que subyace y sostiene todos los demás derechos humanos.
Hoy, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es a menudo violada, y en particular el Artículo 18. La intolerancia, frecuentemente, muestra su horrible cabeza, a pesar del progreso de los derechos humanos logrados en muchas naciones. La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a las Naciones Unidas, a las autoridades de los gobiernos, a los líderes religiosos, a los creyentes y a las organizaciones no gubernamentales, a trabajar en forma consistente en favor de la puesta en práctica de esta Declaración.
Los políticos, los dirigentes sindicales, los maestros, los empleadores, los representantes de los medios y todos los líderes de opinión deberían apoyar firmemente los derechos humanos. Esta sería una respuesta al creciente y violento extremismo religioso, a la intolerancia, a los crímenes por odio y a la discriminación, ya sean basados en la religión o en un secularismo antirreligioso, y ayudaría a reducirlo. De este modo, la Declaración Universal crecería en importancia práctica y brillo, y nunca llegaría a ser un documento irrelevante.
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General el 17 de noviembre de 1998, y difundida por la Oficina de Asuntos Públicos de la Asociación General.
Silver Spring, Maryland, Estados
Unidos – La Iglesia Adventista del Séptimo Día expresa su
profunda preocupación por la violencia prevaleciente en el
noreste del Congo, que continúa acarreando pérdida de vidas,
miseria y sufrimiento a hombres, mujeres y niños inocentes.
La iglesia está preocupada por el bienestar de sus miembros
y por la operación de las organizaciones eclesiásticas en la
región, y está igualmente preocupada por el empeoramiento de
la situación humanitaria en el Congo y en otras áreas de la
región. Cientos de miles de personas inocentes viven con
temor, y son desplazadas y quedan sin hogar.
Los adventistas del séptimo día se unen a los llamamientos a
todos los involucrados en el conflicto en el Congo a cesar
las actividades militares y recurrir a métodos pacíficos
para resolver cualesquier asuntos que puedan estar causando
las hostilidades. El diálogo y las negociaciones son
preferibles a la violencia y al grito de guerra.
La iglesia también urge a la comunidad internacional a
intensificar los esfuerzos para poner fin a la crisis. Los
principios cristianos, morales y éticos de los derechos
humanos y las negociaciones de buena fe que sean razonables
para todos los afectados impulsan esta exhortación. Además
de su compromiso de participar en una respuesta humanitaria,
la iglesia también llama a todos los que se conmueven por la
situación bélica en el Congo a responder con simpatía para
aliviar el sufrimiento y la miseria en la región.
Algunos informes periodísticos han denunciado que el general
Laurent Nkunda, líder del Concilio Nacional para la Defensa
del Pueblo, es afiliado a nuestra iglesia. Él nunca prestó
servicios como pastor adventista del séptimo día. Si bien a
veces ha optado por asistir a la iglesia, no es considerado
como un miembro activo de la iglesia. Su conducta y su
referida participación en el conflicto no representa los
valores y el estilo de vida adventistas.
Esta declaración oficial en nombre de la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue emitida el 2 de diciembre de 2008 por el Departamento de Comunicación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Silver Spring, Maryland, EE.UU.
Con el comienzo de las hostilidades en
Irak, el Departamento de Comunicación de la sede mundial de
la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en nombre de la
oficina del presidente, emitió la siguiente declaración: "El
estallido de la guerra en Irak es todavía otra oportunidad
para la gente de fe para sostener la esperanza frente a la
desesperación. Los cristianos adventistas del séptimo día
constituyen un pueblo de paz que se unen a sus conciudadanos
del mundo en orar por una rápida terminación de las
hostilidades en curso.
Como una activa comunidad de fe en cada nación de la tierra,
no podemos considerar a ningún país como una nación de
villanos, sino más bien como personas por las cuales el Hijo
de Dios, Jesucristo, murió. Recordamos a los cientos
de miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en
Irak, que adoran a Dios en tres congregaciones, incluyendo
Bagdad y la antigua ciudad de Nínive; nuestras fervientes
oraciones se elevan por ellos y por todos los que están
relacionados con este conflicto.
Nos reconsagramos para ministrar esperanza en medio de la
desesperanza. Anhelamos ofrecer sanidad y ser
sensibles con las personas cuyas vidas
han sido quebrantadas, dondequiera estén. Ésta es una parte
integral de nuestro llamamiento.
Las iglesias deberían ser conocidas no sólo por sus
contribuciones espirituales --si bien éstas son
fundamentales--, sino también por su aporte a la calidad de
vida, y en esta relación ser pacificadores es esencial.
Exhortamos a los cristianos y a las personas de buena
voluntad en todo el mundo a asumir un papel activo en
promover y afianzar la paz, siendo de esa manera parte de la
solución y no parte del problema.*
A la vez que oramos y trabajamos para que prevalezca la paz,
también reconocemos --y declaramos-- que la única paz
verdadera vendrá cuando esa bendita esperanza del regreso de
Cristo a la Tierra sea una realidad. Que ese día
llegue pronto, y que esa esperanza brille resplandeciente
aun en estas horas oscuras.
* Vea en este libro, “Un llamado a la paz”, Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, 18 de abril de 2002 (p. 90 en esta publicación).
Declaración difundida el 20 de marzo
de 2003 por el Departamento de Comunicación de la sede
mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en nombre
de la Oficina del presidente, Silver Spring, Maryland, EE.UU.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día expresa su grave preocupación con respecto a la situación en Yugoslavia, particularmente en la provincia de Kosovo. Aunque está preocupada por el bienestar de sus muchos feligreses y del funcionamiento de la organización de la iglesia en esa parte del mundo, la iglesia está aún más preocupada acerca del empeoramiento de la situación humanitaria en Kosovo y otras zonas de la región, donde existen centenares de miles de personas desplazadas y desamparadas.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una comunidad religiosa mundial y, por principio, procura no involucrarse en problemas políticos. La iglesia ha rehusado consistentemente a hacerlo, y tiene la intención de mantener esta posición en la crisis actual que se centra en Kosovo. Sin embargo, rechaza el uso de la violencia como método para resolver conflictos, sean de limpieza étnica o de bombardeos.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día está lista para hacer su parte, con su larga tradición de trabajo activo y silencioso en favor de los derechos humanos, incluyendo específicamente la libertad religiosa y los derechos de las minorías. La iglesia procurará hacerlo mediante su estructura organizativa mundial, en cooperación con los dirigentes y los miembros de la iglesia en la región de los Balcanes, para promover una comprensión más profunda y un mayor respeto por los derechos humanos y la no discriminación, para satisfacer las clamorosas necesidades humanas, y para trabajar en favor de la reconciliación entre las comunidades nacionales, étnicas y religiosas.
En la crisis actual, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se ha comprometido a hacer todo lo posible, a través de la Agencia de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA, la agencia humanitaria establecida por la iglesia), a llevar alivio a los muchos miles de refugiados, sin tomar en cuenta su religión, grupo étnico al que pertenecen o estatus social, que han huido de la provincia de Kosovo a los estados vecinos, observando muy de cerca la situación y las necesidades de la población civil de Yugoslavia, dentro y fuera de Kosovo. La iglesia utilizará su infraestructura en la región en sus esfuerzos por aliviar la crisis.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a la comunidad internacional y a las autoridades de los gobiernos involucrados a luchar para poner fin a la crisis sobre la base de los principios éticos, morales y cristianos de los derechos humanos, y a la buena fe en las negociaciones que sean justas para todos los que están involucrados, y que conduzca a mejores relaciones entre ellos.
Además, la iglesia solicita a todos sus miembros, y a la comunidad de fe en general, que ore por la ayuda divina con el fin de restaurar la paz y la
buena voluntad a esta región que tanto sufre.
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General el 6 de abril de 1999, y publicada por la Oficina de Asuntos Públicos de la Asociación General.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día aprecia el esfuerzo singular que las mujeres realizan al cumplir la misión de la iglesia de difundir el evangelio.
Parte de esa misión involucra satisfacer las necesidades físicas, intelectuales y sociales de quienes nos rodean, así como lo hizo Jesús cuando vivió sobre esta Tierra.
La investigación indica que existen seis grandes desafíos en la vida de todos los seres humanos, y de las mujeres en particular, los cuales son: alfabetización, pobreza, abuso, salud, horas y condiciones de trabajo, y oportunidades para su adiestramiento. Para satisfacer mejor estas necesidades, la Oficina del Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista ha lanzado un énfasis especial sobre la alfabetización para 1995.
La incapacidad de leer impacta todos los aspectos de la vida de una persona: poder adquisitivo, oportunidades de carrera, acceso a las informaciones sobre el cuidado de la salud, y aun la capacidad de criar adecuadamente a sus hijos. Sin la habilidad de leer, pocas puertas de oportunidad se abrirán ante ellas.
Enseñar a leer crea posibilidades sin límites para las personas con el fin de informarse sobre temas tales como carreras, salud, cómo ser padres y el matrimonio, y ofrece a los maestros oportunidades inmejorables para afectar la vida de ellas mediante el ministerio.
Los adventistas reconocen una razón más vital para compartir el don de la lectura. Creemos que la capacidad para leer la Palabra de Dios, las buenas nuevas de la salvación, no debería reservarse para unos pocos privilegiados.
Afirmamos que cada hombre, mujer y niño debe tener acceso a las verdades y al poder elevador de la Biblia.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) y fue publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de
la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, entre el 29 de junio y el 8 de julio de 1995.
Ataque terrorista en Londres, Inglaterra
Una declaración
En nombre de todos los que asistimos al 58º congreso mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día aquí, en St. Louis, deseamos expresar
nuestra conmoción y horror ante los actos de terror, brutalidad y extremismo sin sentido vistos hoy en Londres. Nuestros pensamientos y oraciones están con los heridos y desconsolados.
Estamos viviendo en un mundo crecientemente inestable y peligroso.
Reconocemos que existen los que equivocadamente ven la violencia como la manera de promover su causa, pretendiendo que su causa es absoluta y está plenamente justificado destruir vidas.
Los adventistas somos personas de paz y compasión. Nuestro Señor es el Señor de la paz. Como pueblo, inequívocamente condenamos la violencia como una solución. Las iglesias en el sur de Inglaterra están abiertas para oraciones especiales, y el Centro Adventista, cercano a una de las explosiones en el centro de Londres, permanece abierto para atender las necesidades de los que están en el área. La iglesia está en contacto con capellanes de hospitales en el área proveyendo apoyo en la medida que se necesita.
Tristemente, vivimos en un mundo en el que estas atrocidades continúan ocurriendo. Es una señal de los tiempos en los que vivimos. Pero aun en el contexto de la aflicción agradecemos a Dios por la esperanza que él da a todos los que creen. Anhelamos que llegue el momento cuando el pecado, la muerte y el sufrimiento no existan más. Cuando regrese Jesús.
Emitido por el Departamento de Comunicación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en el 58º Congreso de la Asociación General, realizado en St. Louis, Missouri, Estados
Unidos de Norteamérica, el 7 de julio de 2005.
Las cuestiones relativas al matrimonio sólo pueden ser apreciadas en su verdadera dimensión cuando se las contempla en el contexto del ideal divino para el mismo. Dios estableció el matrimonio en el Edén, y Jesucristo afirmó su carácter monógamo y heterosexual, definiéndolo como una unión de amor y compañerismo para toda la vida entre un hombre y una mujer. Al culminar su actividad creadora, Dios formó a la humanidad como hombre y mujer hechos a su propia imagen; e instituyó el matrimonio como un pacto basado en la unión física, emocional y espiritual de dos géneros, a la que la Escritura llama “una sola carne”.
La unidad matrimonial, formada por la diversidad de los dos géneros humanos, refleja de un modo singular la unidad dentro de la diversidad de la propia Divinidad. A través de toda la Escritura, la unión heterosexual en el matrimonio es exaltada como un símbolo de los lazos entre Dios y la humanidad.
Es un testimonio humano del amor de un Dios que se da a sí mismo y de su alianza con su pueblo. La armoniosa vinculación de un hombre y una mujer en el matrimonio es el microcosmos de la unidad social que siempre ha sido reconocida como el ingrediente fundamental de las sociedades estables. Además, en la intención del Creador, la sexualidad matrimonial no estaba destinada a servir sólo a un fin cohesivo, debía también contribuir a la propagación y perpetuación de la familia humana. En el propósito divino, la procreación brota de, y se entrelaza con el mismo proceso mediante el cual el esposo y la esposa pueden encontrar alegría, placer e integridad física. Es precisamente a un marido y a una esposa, cuyo amor les ha permitido conocerse el uno al otro en un vínculo sexual profundo, a quienes un niño puede ser confiado. El hijo es la personificación viviente de su propia unidad. El niño en crecimiento se desarrolla idóneamente en la atmósfera de unidad y amor matrimonial en el cual fue concebido, y se beneficia de la relación con cada uno de sus padres naturales.
Se declara que la unión monógama de un hombre y una mujer es el fundamento divinamente ordenado de la familia y de la vida social, y que es el único ámbito moralmente apropiado para la expresión genital y las intimidades sexuales a ella asociadas. No obstante, el estado matrimonial no es el único plan de Dios para satisfacer las necesidades humanas de relación o para conocer la experiencia de la familia. Las personas que están solas en la vida y la amistad entre ellas están también dentro del plan de Dios. El compañerismo y el apoyo de los amigos aparecen de modo destacado en ambos testamentos de la Biblia. La confraternidad de la iglesia, la casa de Dios, está disponible para todos, independientemente de su estado civil. Sin embargo, la Escritura establece una clara demarcación social y sexual entre dichas relaciones de amistad y el matrimonio.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día adhiere sin reservas a esta visión bíblica del matrimonio, creyendo que cualquier atenuación de esa elevada perspectiva supone, en idéntica medida, una rebaja del ideal celestial. Debido a que el matrimonio ha sido corrompido por el pecado, la pureza y la belleza del mismo, tal y como fue concebido por Dios, necesitan ser restauradas.
Por medio de una adecuada valoración de la obra redentora de Cristo y de la acción de su Espíritu en los corazones humanos, puede recobrarse el propósito original del matrimonio y realizarse la deliciosa y benéfica experiencia del matrimonio de un hombre y una mujer que unen sus vidas en el compromiso conyugal.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa del Asociación General (ADCOM) el 23 de abril de 1996.
Uno de los problemas políticos y éticos más grandes de nuestros días es el tema de la guerra y la paz. Es confuso y complejo. La desesperanza flota en los corazones y las mentes, pues millones temen un holocausto nuclear sin una esperanza básica en una vida posterior o una vida eterna.
Hoy hay una situación nueva, sin paralelo en la historia. Los seres humanos han desarrollado los medios para destrucción propia de la humanidad, medios que están llegando a ser cada vez más “efectivos” y “perfeccionados”, aunque difícilmente sean estas las palabras correctas. Desde la Segunda Guerra Mundial, los civiles ya no son dañados en forma ocasional o incidental; han llegado a ser el blanco.
Los cristianos creen que la guerra es el resultado del pecado. Desde la caída del hombre, la lucha ha sido un hecho permanente de la existencia humana. “Satanás se deleita en la guerra... Su objetivo consiste en hostigar a las naciones a hacerse mutuamente la guerra” (El conflicto de los siglos, p. 646). Es una táctica de distracción para interferir con la tarea del evangelio.
Aunque se ha evitado un conflicto global durante los últimos 40 años, ha habido tal vez unas 150 guerras entre naciones y dentro de algunas naciones, en las que perecieron millones de personas.
Hoy, virtualmente cada gobierno pretende trabajar para el desarme y la paz. Pero a menudo los hechos conocidos parecen apuntar en otra dirección. Las naciones gastan una porción enorme de sus recursos financieros para acumular materiales nucleares y otros materiales de guerra, suficientes para destruir la civilización como la conocemos hoy. Los informes que dan las noticias se concentran en los millones de hombres, mujeres y niños que sufren y mueren en guerras e intranquilidad civil, y tienen que vivir en la pobreza y la miseria. La carrera armamenticia, con su colosal desperdicio de fondos y recursos humanos, es una de las obscenidades obvias de nuestros días.
Por lo tanto, es correcto y adecuado que los cristianos promuevan la paz. La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a cada nación a transformar “sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces” (Isa. 2:4). La Creencia Fundamental Nº 7 de la Iglesia Adventista, basada en la Biblia, afirma que los hombres y las mujeres fueron “creados para la gloria de Dios” y “se los llama a amar a su Creador y los unos a los otros, y a cuidar de su ambiente”, no a destruirlo o a herirse entre sí. Cristo mismo dijo: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de
Dios” (Mat. 5:9).
Aunque no se puede obtener la paz con pronunciamientos oficiales de la iglesia, la iglesia cristiana auténtica debe trabajar por la paz entre el primer y el segundo advenimientos de Cristo. Sin embargo, la esperanza de la segunda venida de Cristo no debe existir en un vacío social. La esperanza adventista debe manifestarse y traducirse en una profunda preocupación por el bienestar de cada miembro de la familia humana. Al mismo tiempo, es verdad que la acción cristiana de hoy y mañana no introducirá por sí misma el próximo reino de paz; sólo Dios puede iniciar este reino con el regreso de su Hijo.
En un mundo lleno de odio y contiendas, en un mundo de luchas ideológicas y conflictos militares, los adventistas desean ser conocidos como pacificadores, y trabajar para la justicia y la paz universales bajo Cristo como la cabeza de una nueva humanidad.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General desarrollado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU
Vivimos en un mundo cada vez más inestable y peligroso. Los eventos recientes resultaron en un aumento del sentimiento de vulnerabilidad y del temor individual o colectivo ante la violencia. En el mundo, millones de personas son perseguidas por la guerra y por un sentimiento de aprensión, oprimidas por el odio y por la intimidación.
Guerra total
Desde mediados del siglo pasado la humanidad ha vivido en una era de guerra total. Eso implica que, teóricamente hablando, los habitantes de la Tierra pueden eliminar toda su civilización, evitable sólo por la providencia divina. Armas bioquímicas y nucleares de destrucción masiva están apuntadas hacia los grandes centros urbanos. Naciones y sociedades son movilizadas para la guerra o son su blanco, y, cuando irrumpe el conflicto, éste se desarrolla con gran violencia y destrucción. La justificación para la guerra se ha tornado más compleja, sobre todo porque los avances tecnológicos hacen posible una mayor precisión en los blancos de destrucción con un mínimo de muertes entre la población civil.
Una nueva dimensión
Mientras las Naciones Unidas y varios organismos religiosos han proclamado a la primera década del siglo XXI como la década de la promoción de la paz y seguridad en lugar de la violencia en sus diferentes formas, ha surgido una nueva e insidiosa dimensión de la violencia: el terrorismo internacional organizado. El terrorismo en sí no es algo nuevo, lo nuevo es la red mundial de terrorismo. Un nuevo factor es asociar el terrorismo a supuestos mandatos divinos que darían un fundamento intelectual, bajo pretexto de una guerra cultural o incluso una guerra “religiosa”.
El aumento del terrorismo internacional deja en claro que no se trata sólo de una nación o Estado que hace la guerra, sino de grupos humanos que se unen para ese fin. Como lo destacó una prominente fundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día cien años atrás, “la inhumanidad del hombre para con el hombre es nuestro mayor pecado” (El ministerio de curación, p. 121). Es un hecho que la naturaleza humana tiende hacia la violencia.
Partiendo de la perspectiva cristiana, todas esas acciones deshumanas son de hecho parte de la guerra cósmica, del gran conflicto entre el bien y el mal.
El terrorismo explota el concepto de Dios
Los terroristas, especialmente aquellos cuyas motivaciones están fundadas en la religión, reivindican que su causa es absoluta, y que por eso matar indiscriminadamente se justifica plenamente. Mientras reivindican ser representantes de la justicia de Dios, dejan de representar totalmente el gran amor de Dios.
También este tipo de terrorismo internacional es totalmente ajeno al concepto de libertad religiosa. Se basa en un extremismo político y/o religioso, y en un fanatismo fundamentalista que se arroga el derecho de imponer determinada convicción religiosa o visión mundial y de destruir a los que se oponen a sus convicciones. Imponer el punto de vista religioso personal a otros por medios inquisitivos y de terror involucra el deseo de explotar y manipular a Dios dándole una imagen maligna y violenta. El resultado es desconsideración por la dignidad de los seres humanos creados a imagen de Dios.
Aunque es inevitable que las naciones y los pueblos intenten defenderse de la violencia y el terrorismo a través de una respuesta militar que puede representar éxito a corto plazo, una respuesta efectiva a los problemas profundos de divisiones en la sociedad no puede ser alcanzada por el uso de medios violentos.
Los pilares de la paz
Tanto desde la perspectiva cristiana como desde la práctica, la paz duradera involucra por lo menos cuatro elementos: diálogo, justicia, perdón y reconciliación.
Diálogo - Existe la necesidad de diálogo o discusión en lugar de discursos violentos y gritos de guerra. La paz duradera no es el resultado de medidas violentas, sino que se la alcanza por medio de la negociación, el diálogo e, inevitablemente, el compromiso político. El discurso racional tiene más autoridad que la fuerza militar. Conforme lo enseña la Biblia, particularmente los cristianos tienen que estar dispuestos al “diálogo”.
Justicia - Lamentablemente, el mundo está lleno de injusticia, que tiene como consecuencia la contienda. La justicia y la paz van tomadas de la mano, así como la injusticia y la guerra. La pobreza y explotación originan el descontento y la desesperanza, que conducen a la desesperación y la violencia.
Por otro lado, “la palabra de Dios no sanciona los métodos que enriquezcan a una clase mediante la opresión y las penurias impuestas a otra” (El ministerio de curación, p. 141).
La justicia requiere respeto por los derechos humanos, en especial por la libertad religiosa, que trata acerca de las aspiraciones humanas más profundas y es el fundamento de todo derecho humano. La justicia requiere ausencia de discriminación, respeto por la dignidad e igualdad humanas, y una distribución más equitativa en la atención de las necesidades de la vida.
Las políticas sociales y económicas darán por resultado la paz o el descontento.
La preocupación de los adventistas por la justicia social se manifiesta a través del apoyo y la promoción de la libertad religiosa, y por medio de organizaciones y departamentos de la iglesia que trabajan para mitigar la pobreza y las condiciones de marginación. Tales esfuerzos por parte de la iglesia pueden, a lo largo del tiempo, reducir el resentimiento y el terrorismo.
Perdón - El perdón normalmente es considerado como algo necesario para restablecer las relaciones interpersonales rotas. Es enaltecido en la oración que Jesús enseñó a sus seguidores (Mat. 6:12). Sin embargo, no debemos olvidar las dimensiones corporativas, sociales e incluso internacionales.
Para que exista paz es vital dejar los fardos del pasado, trasponer el suelo devastado por la guerra y empeñarse en la reconciliación. Como mínimo requiere el olvido de las injusticias y violencias del pasado; y más, involucra el perdón que absorbe el dolor sin venganza.
Debido a la naturaleza pecaminosa de los seres humanos y a la violencia resultante, es necesario algún tipo de perdón con el fin de romper el círculo vicioso de resentimiento, odio y deseo de venganza en todos los niveles.
El perdón es contrario a la naturaleza humana. Lo natural para los seres humanos es la venganza y el devolver mal por mal.
Por tanto, en primer lugar, existe la necesidad de promover la cultura del perdón en la iglesia. Como cristianos y líderes de la iglesia, es nuestro deber ayudar a individuos y naciones a libertarse de las amarras del pasado y a rehusarse, año tras año y generación tras generación, a gestar el odio y la violencia en relación con experiencias pasadas.
Reconciliación - El perdón proporciona el fundamento para la reconciliación, que está acompañada de la restauración de las relaciones rotas y hostiles. La reconciliación es la única vía para el éxito en el camino de la cooperación, armonía y paz.
Convocamos a iglesias y a líderes cristianos a ejercer el ministerio de la reconciliación y a actuar como embajadores de buena voluntad, sinceridad y perdón (ver 2 Cor. 5:17-19). Ésta siempre será una tarea difícil y sensible.
Mientras intentamos evitar las muchas trampas que están a lo largo del camino, debemos proclamar la libertad en la tierra y decir NO a la persecución, discriminación, abyecta pobreza y otras formas de injusticia. Es responsabilidad cristiana empeñarnos en proveer protección a los que están en peligro de sufrir violencia, explotación y terrorismo.
Apoyo a la calidad de vida
Son válidos, pero no bastan, los esfuerzos silenciosos de organismos religiosos y de individuos que actúan detrás de escena. “No somos solamente criaturas de un ambiente espiritual. Estamos activamente interesados en todo lo que afecta al trazado del camino por el que nuestra vida transita, y estamos preocupados con el bienestar de nuestro planeta”. El ministerio cristiano de la reconciliación “contribuirá a la restauración de la dignidad, igualdad y unidad humana por medio de la cual los seres humanos se ven unos a los otros como miembros de la familia de Dios” (Citado del Pr. Jan Paulsen, presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día).
Las iglesias no deberían ser sólo conocidas por sus contribuciones espirituales, aunque éstas sean fundamentales, sino también por su apoyo a la calidad de vida; en relación con esto último, promover la paz resulta esencial.
Necesitamos arrepentirnos de las expresiones o los actos de violencia en los cuales los cristianos y las iglesias, a lo largo de la historia y hasta recientemente, estuvieron involucrados como actores, o siendo tolerantes y hasta justificándolos. Convocamos a los cristianos y a las personas de buena voluntad alrededor del mundo a participar activamente en la promoción y sustentación de la paz, siendo de este modo parte de la solución y no del problema.
Pacificadores
La Iglesia Adventista del Séptimo Día aboga por una armonía no coercitiva del venidero reino de Dios. Esto requiere la construcción de puentes que promuevan la reconciliación entre los varios lados del conflicto. De acuerdo con las palabras del profeta Isaías, “serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” (Isa. 58:12). Jesucristo, el Príncipe de la Paz, desea que sus seguidores sean pacificadores en la sociedad, y por eso los llama bienaventurados (Mat. 5:9).
Cultura de la paz por medio de la educación
La Iglesia Adventista del Séptimo Día opera el segundo mayor sistema educacional eclesiástico del mundo. Cada una de sus más de seis mil instituciones de enseñanza, desde los cursos elementales hasta el superior, está siendo incentivada a dedicar una semana del año lectivo para enfatizar y enaltecer, por medio de programas diversos, el respeto, la conciencia cultural, la no-violencia, el ser pacificadores, la solución de conflictos y la reconciliación; todo como una contribución “adventista” específica a la cultura de la armonía y de la paz social. Con esto en mente, el departamento de Educación de la iglesia está preparando un currículo y otros materiales que tienen como objetivo ayudar a la implementación de este programa relacionado con la paz.
La instrucción del feligrés con relación a la no-violencia, a la paz y a la reconciliación necesita ser un proceso continuo. Los pastores son convocados a utilizar el púlpito para proclamar el evangelio de la paz, el perdón y la reconciliación –que rompe las barreras creadas por las diferencias raciales, étnicas, de nacionalidad, de sexo y religiosas–, y a promover relaciones humanas pacíficas entre individuos, grupos y naciones.
La esperanza cristiana
Aunque la promoción de la paz parezca una tarea imposible, existe la promesa y la posibilidad de transformación por medio de la renovación. Toda violencia y terrorismo es, desde el punto de vista teológico, un aspecto de la continua controversia entre Cristo y Satanás. El cristiano tiene esperanza porque tiene certeza de que el mal, el misterio de la iniquidad, seguirá su curso y será vencido por el Príncipe de Paz cuando el mundo sea restaurado.
Esta es nuestra esperanza. El Antiguo Testamento, a pesar de registrar guerras y violencias, presenta el anhelo de la nueva creación y sus promesas que, así como en el Nuevo Testamento, ponen fin al círculo vicioso de guerra y terror, cuando las armas desaparecerán y se tornarán implementos agrícolas, y la paz y el conocimiento de Dios y su amor cubrirán la tierra así como las aguas los océanos (ver Isa. 2:4; 11:9).
Mientras tanto, debemos seguir en todas nuestras relaciones la regla de oro, que nos pide que hagamos a los demás aquello que gustaríamos que
los otros nos hagan (ver Mat. 7:12), y no sólo amar a Dios sino también amar como él ama (ver 1 Juan 3:14, 15; 4:11, 20, 21).
Esta declaración fue votada durante el Concilio de Primavera de la Junta Ejecutiva de la Asociación General realizada el 18 de abril de 2002 en Silver Spring, Maryland.
El mensaje de paz para toda la gente de buena voluntad
Nuestro mundo tiene tensiones internacionales, explotación habitual, caos económico, terrorismo frecuente y repetida apelación a las armas.
Esta hostilidad e incertidumbre ponen en peligro la paz y la civilización en este planeta. Crean obstáculos al testimonio cristiano a través de las fronteras, y tienden a inhibir la evangelización. Pueden conducir a crear restricciones a la libertad religiosa.
Cuando los adventistas enfrentan este mundo tormentoso y confundido, se despierta su conciencia. Los delegados a la 53ª sesión del Congreso de la Asociación General invitan al pueblo de Dios de todos los países a orar fervientemente por la paz mundial y la retención de los vientos de contiendas y guerras. Los adventistas, por precepto y por ejemplo, deben levantarse y trabajar en favor de la paz y la buena voluntad hacia los hombres, y así ser llamados pacificadores y constructores de puentes.
Invitamos a todos los adventistas y a otras personas de buena voluntad que, en lo que esté a su alcance, ayuden a crear una atmósfera de cooperación y fraternidad que conduzca a intercambios entre culturas y sistemas ideológicos diferentes, y a una mejor comprensión entre las personas de todas las razas, creencias religiosas y convicciones políticas.
Siendo que el tiempo es corto, y en vista de las innumerables oportunidades ante el pueblo de Dios para testificar y hacer avanzar el evangelio, mientras la situación preapocalíptica prevalezca todavía, llamamos con sentido de urgencia a cada hijo de Dios a participar en un programa concertado de evangelización en todos los continentes y conducido “por su Espíritu”.
Esta declaración fue adoptada por el Congreso de la Asociación General realizado en Dallas, Texas, en abril de 1980.
La no beligerancia - (Comentando declaraciones previas)
Mientras se libran guerras en diferente partes del mundo y el terrorismo muestra su rostro horrible vez tras vez, muchos adventistas piensan sobre involucrarse o no en la acción militar. En Corea, recientemente cinco estudiantes de teología se rehusaron a portar armas durante la instrucción militar de reserva.
Esta declaración no es una posición rígida que obligue a los miembros de iglesia, sino que orienta, dejando al miembro individual libre para evaluar la situación por sí mismo”.
Esta declaración nunca ha sido revocada. “Desde el principio la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha defendido firmemente la no beligerancia para sus miembros. [...] En los Estados Unidos de Norteamérica, una declaración confirmando la posición tomada durante la Guerra Civil fue adoptada por la División Norteamericana el 18 de abril de 1917: ‘Por la presente reafirmamos la declaración anterior. Pedimos que nuestras convicciones religiosas sean reconocidas por las autoridades y que se nos exija servir a nuestro país solo en funciones tales que no violen nuestra obediencia concienzuda a la ley de Dios como está presentada en el decálogo, interpretada en las enseñanzas de Cristo y ejemplificada en su vida’ (Actas de la Junta de la División Norteamericana 1:517, 18 de abril de 1917)”. En 1923 la Junta de la División Europea votó una declaración similar en Gland, Suiza. La Asociación General tomó medidas en 1951, 1952, 1954, y 1972.
Si comparamos la declaración de 1954 con la de 1972, notaremos que se hicieron cambios mínimos de redacción aquí y allí, pero que se agregó una oración adicional al final. En 1969 la División Norteamericana emitió una declaración que recomendaba la no beligerancia pero permitía a los feligreses mantener una posición pacifista con el respaldo de la iglesia. “Los EUA se involucraron en Vietnam, y solo aquellas personas que podían demostrar respaldo religioso para su pacifismo serían derivadas a servicio alternativo”. La oración adicional de la declaración de 1972 permite a la iglesia servir a todos sus miembros, sin importar qué les dicte su conciencia, a la vez que oficialmente defiende la no beligerancia.
A través de los años la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha publicado declaraciones relacionadas con el asunto de la no beligerancia. En “Declaración de Paz” leemos: “En un mundo lleno de odio y lucha, un mundo de conflictos ideológicos y militares, los adventistas del séptimo día desean ser conocidos como pacificadores y trabajar por la justicia y la paz mundiales bajo Cristo como la cabeza de la nueva humanidad”. Un documento anterior declara: “Los adventistas, por precepto y ejemplo, deben representar y trabajar por la paz y la buena voluntad para con los hombres—y así ser conocidos como pacificadores y constructores de puentes”. Y la última declaración oficial, emitida en 2002, afirma: “Jesucristo, el Príncipe de Paz, quiere que sus seguidores sean pacificadores en la sociedad y por lo tanto los llama bienaventurados” (Mat. 5:9).
Aunque Tony Campolo discrepa con los adventistas de Norteamérica, diciendo: “Ustedes defendían la justicia de Jesús. Pero poco a poco la riqueza que ha impregnado a esta comunidad les ha seducido a una mentalidad que me hace preguntarme si la lealtad de ustedes es más hacia los EUA que al reino de Dios”,[10] en una editorial William Johnsson declara: “Desde nuestra historia más temprana, los adventistas hemos defendido oficialmente la posición de no combatientes en tiempos de guerra. Apoyamos al gobierno, pero nuestra lealtad suprema es para Dios, cueste lo que nos cueste”.Ángel Rodríguez concluye “que no existe tal cosa como la guerra justa. […] La iglesia debe insistir siempre en lo maléfico de las guerras humanas. Si la función de la iglesia en el contexto de la guerra es hablar en favor de la paz y la reconciliación, debe promover la no beligerancia entre sus miembros, basada en la enseñanza bíblica del valor de la vida humana”.
La Iglesia Adventista no está abandonando su defensa de la no beligerancia. ¡Por el contrario! Invita a todos los miembros de iglesia a seguir los pasos de Cristo y vivir de acuerdo con el Sermón del Monte.
OTRA FUENTE: https://www.adventistas.org/es/institucional/organizacion/declaraciones-y-documentos-oficiales/no-beligerancia/
Diversos tribunales y culturas podrán debatir las definiciones y consecuencias de la pornografía (las publicaciones de desviaciones sexuales), pero sobre la base de principios eternos, los adventistas de cualquier cultura estiman que la pornografía es destructiva, degradante, insensibilizadora y explotadora.
Es destructiva de las relaciones maritales, aniquilando el propósito de Dios de que el esposo y la esposa se mantengan tan estrechamente unidos que lleguen a ser, simbólicamente, “una carne” (Gén. 2:24).
Es degradante, pues define a una mujer (y en algunos casos a un hombre) no como un todo espiritual, mental y físico, sino como un objeto sexual de una sola dimensión y descartable, privándola así de su valor y el respeto que merece y su derecho como hija de Dios.
Es insensibilizadora del lector u observador, encalleciendo la conciencia y oscureciendo su corazón, y produciendo así una “mente reprobada” (Rom. 1:22, 28).
Es explotadora, complace la sensualidad y, básicamente, es abusiva, por lo que es contraria a la Regla de Oro, que insiste en que uno trate a otros como desea ser tratado (Mat. 7:12). La pornografía infantil es particularmente detestable. Jesús dijo: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mat. 18:6).
Aunque Norman Cousins puede no haberlo dicho en lenguaje bíblico, ha escrito con gran percepción: “El problema con esta pornografía tan difundida... no es que corrompe sino que insensibiliza; no es que desata las pasiones, sino que paraliza las emociones; no es que estimula una actitud madura, sino que es una reversión a las obsesiones infantiles; no es que quita las anteojeras, sino que distorsiona la visión. Se proclama la destreza pero se niega el amor. Lo que tenemos no es liberación sino deshumanización” (Saturday Review of Literature, 20 de setiembre de 1975).
Una sociedad infestada con normas cada vez más bajas de decencia, con una creciente prostitución infantil, embarazos de adolescentes, ataques sexuales a mujeres y niños, mentalidades deterioradas por las drogas y el crimen organizado, no puede realmente permitirse que la pornografía contribuya a esos males.
Muy sabio es el consejo del primer gran teólogo del cristianismo: “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4: 8). Este es un consejo que todos los cristianos harían bien en aceptar.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas a los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
el 5 de julio de 1990 en ocasión del Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Libertad religiosa, evangelización y proselitismo
Los adventistas creen que la libertad religiosa es un derecho humano básico. Como cristianos, estamos convencidos de que la diseminación de la religión no es sólo un derecho, sino una gozosa responsabilidad basada en un mandato divino para testificar.
Dios ha llamado a los cristianos a la evangelización, la proclamación de las buenas noticias de la salvación en Cristo (Mat. 28:19, 20). Esto es central en la vida y el testimonio cristianos. Por esta razón, el cristianismo es misionero por su misma naturaleza.
Al afirmar la misión global y la evangelización, los adventistas están motivados por una obediencia voluntaria y dispuesta a cumplir la comisión de Cristo, y por un sincero deseo de que cada ser humano sea salvo y herede la vida eterna. También están motivados por un sentido de urgencia en espera del inminente regreso de Cristo. Al procurar cumplir la comisión evangélica, los adventistas están testificando, predicando y sirviendo en más de 200 naciones.
En el contexto de la diseminación de la religión, el problema del proselitismo ha surgido por cuanto se define el término “proselitismo” de diferentes maneras y se le da en forma creciente una connotación peyorativa, asociado con medios de persuasión no éticos, incluyendo la fuerza. Los adventistas condenan inequívocamente el uso de tales métodos. Ellos creen que la fe y la religión se diseminan mejor cuando se manifiestan las convicciones enseñándolas con humildad y respeto, y cuando el testimonio de la vida de cada uno está en armonía con el mensaje anunciado, evocando una aceptación alegre y libre de los que son evangelizados.
Las actividades misionales y de evangelización necesitan respetar la dignidad de los seres humanos. Las personas deben ser trasparentes y veraces cuando tratan con otros grupos religiosos. Se debe usar terminología que evite ofender a otras comunidades religiosas. No deben hacerse declaraciones que sean falsas o que ridiculicen a otras religiones.
La conversión es una experiencia del Espíritu, y por lo tanto no debería estar conectada con ofertas o recepción de incentivos materiales. Aunque debe reconocerse plenamente el derecho de ocuparse en actividades humanitarias, tales acciones nunca deben estar ligadas a la evangelización de manera que exploten a personas vulnerables con la oferta de incentivos financieros o materiales para inducirlos a cambiar de religión.
Los adventistas están comprometidos en servir a su prójimo con la predicación del evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Apoc. 14:6).
Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), para ser difundida en ocasión de la sesión de la Asociación General en Toronto, Canadá, entre el 29 de junio y el 9 de julio de 2000.
Una afirmación de los valores y la calidad de vida cristianos
Para los adventistas, el cristianismo es más que un conjunto de creencias o la asistencia regular a la iglesia; es una manera de vivir. Los acontecimientos de los años recientes han mostrado que nuestro mundo necesita de personas cuyas vidas sean un ejemplo de los valores históricos del cristianismo, particularmente ante el relativismo que prevalece en la sociedad.
Como lo revela la Santa Palabra, Dios ofrece valores eternos en los Diez Mandamientos, que fueron grabados en piedra por su propia mano (Éxo. 31:18), y en Jesucristo, la personificación de esos valores. Jesús dijo que vino “para cumplir” cada punto de esa ley, que ni siquiera una tilde desaparecería “hasta que todo se haya cumplido” (Mat. 5:18).
El estilo de vida adventista es distintivo. Asignamos alto valor a la sencillez y a las virtudes que desde hace mucho tiempo han constituido la base de la sociedad: la familia, la integridad, el trabajo, la honestidad y la pureza.
Defendemos la modestia en el vestir y en el adorno personal, y una buena mayordomía de nuestros recursos. Buscamos la belleza y el refinamiento en palabras y acciones, a medida que crecemos continuamente hacia la integridad que Dios desea para nosotros.
Hay dos elementos claves del estilo de vida adventista que tienen una relación directa con la “calidad de vida”: específicamente el sábado y la vida saludable. Los adventistas observamos el séptimo día, sábado, de acuerdo con el mandato bíblico (Éxo. 20:8). Durante 24 horas dejamos de lado los trabajos y cuidados de la semana, entrando en el ritmo del descanso sabático, que refleja nuestro reposo en la salvación en Jesucristo, nuestro Salvador y Señor. Pasamos el sábado en adoración, con la familia y ayudando a otros.
Como cristianos, los adventistas también hacemos un fuerte énfasis en la salud. Todo lo que somos –incluyendo nuestros cuerpos físicos– existe para el uso de Dios y su alabanza. Por lo tanto, promovemos una dieta saludable (incluyendo una dieta vegetariana), el ejercicio, el suficiente descanso, la confianza en Dios y la abstinencia de alcohol, tabaco y otras drogas dañinas.
Además de estos valores personales y colectivos, los cristianos adventistas (en realidad, todos los que aceptan a Cristo como su Señor y Salvador) son llamados a mantener los valores cristianos del amor y la esperanza, expresándolos en una vida de fe. Tal expresión es, en sí misma, un desafío a la ambigüedad moral y la decadencia de valores que impregna la sociedad, y da testimonio de la calidad de vida disponible para todo el que responda a la invitación del evangelio.
Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en ocasión del Congreso de la Asociación General realizado en St.
Louis, Missouri, EE.UU., el 5 de julio de 2005.
Uno de los males odiosos de nuestros días es el racismo, la creencia o la práctica que considera o trata a ciertos grupos raciales como inferiores y, por lo tanto, justifica que se los haga objeto de discriminación, dominación y segregación.
Aunque el pecado del racismo es un fenómeno muy antiguo basado en la ignorancia, el miedo, la separación y el falso orgullo, algunas de sus manifestaciones más repugnantes han ocurrido en nuestros días. El racismo y los prejuicios irracionales actúan como un círculo vicioso. El racismo está entre los prejuicios más arraigados que caracterizan a los seres humanos pecaminosos. Sus consecuencias son generalmente muy devastadoras, porque el racismo fácilmente llega a institucionalizarse y a legalizarse en forma permanente, y sus manifestaciones extremas pueden conducir a una persecución sistemática y aun al genocidio.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día deplora todas las formas de racismo, incluyendo la política del apartheid con su segregación forzada y su discriminación legalizada.
Los adventistas desean ser fieles al ministerio reconciliador asignado a la iglesia cristiana. Como una comunidad mundial de fe, la Iglesia Adventista del Séptimo Día desea testificar y exhibir en sus propias filas la unidad y el amor que trasciende las diferencias raciales y se sobrepone a la pasada alienación entre las razas.
Las Escrituras claramente enseñan que cada persona fue creada a la imagen de Dios, quien “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra” (Hech. 17:26). La discriminación racial es un agravio a los seres humanos compañeros nuestros, quienes fueron creados a la imagen de Dios. Por lo tanto, el racismo es realmente una herejía y en esencia una forma de idolatría, porque limita la paternidad de Dios al negar la hermandad de toda la humanidad y al exaltar la superioridad de la raza de uno mismo.
Las normas para los adventistas son reconocidas en la Creencia Fundamental Nº 14, basada en la Biblia, “La unidad en el cuerpo de Cristo”. Allí se señala: “En Cristo somos una nueva creación; las distinciones de raza, cultura, educación y nacionalidad, así como las diferencias entre posiciones elevadas y humildes, ricos y pobres, varones y mujeres, no deben producir divisiones entre nosotros. Somos todos iguales en Cristo, el cual por un Espíritu nos ha unificado en una comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas”. Cualquier otro enfoque destruye el centro del evangelio cristiano.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General celebrado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU.
Un peligro para la libertad religiosa
Desde el comienzo de la iglesia, los adventistas han reconocido su responsabilidad cristiana como promotores activos de la libertad religiosa, creyendo que cada persona tiene libertad de conciencia y el derecho de expresión religiosa, sujeto a iguales derechos que los demás. Los adventistas han estado y continuarán cooperando y trabajando junto con otras personas y organizaciones con el fin de defender la libertad religiosa de todos los pueblos, particularmente en conjunción con la Asociación Internacional de Libertad Religiosa, fundada en 1893.
Si bien las Naciones Unidas en sus declaraciones y convenciones han expuesto claramente los principios de la libertad religiosa, y aun cuando muchos países han adoptado estos principios en sus constituciones y leyes, en la práctica esta libertad está siendo atacada a menudo en un número creciente de países, especialmente en relación con las minorías religiosas.
Dos peligrosas fuerzas opositoras están obrando en el mundo moderno, ambas con la capacidad de violar la libertad religiosa:
1) Primeramente, existe un tipo de secularización antirreligiosa que quiere eliminar la religión de la vida pública y social. En varios países se han publicado listas de grupos religiosos supuestamente “peligrosos”, que casi siempre son minorías, y se los cataloga como “sectas”. A esos cuerpos religiosos se les puede negar el acceso a los medios de comunicación y a veces experimentan la hostilidad de la prensa.
2) En segundo lugar, existe un crecimiento del fundamentalismo religioso –que es extremismo religioso– que está surgiendo en muchas religiones mundiales. En sus peores manifestaciones, este extremismo religioso está comprometido en la violencia dirigida, no solamente para restringir la libertad religiosa, sino también para eliminar aquellos que sostienen creencias diferentes. También están surgiendo la discriminación y los crímenes basados en el odio religioso. Esta posición extremista expresa oposición hacia las creencias y los creyentes que considera que están en error, y pisotea derechos humanos fundamentales. Tales actitudes son condenadas correctamente por todas las personas de buena fe.
Llamamos a todos, tanto dentro como fuera de nuestra comunidad de fe, a trabajar sabia y efectivamente para reducir la intolerancia y el extremismo religiosos. La educación debería jugar un papel cada vez más significativo al enseñar el respeto por los derechos religiosos de toda persona y ayudar a establecer una cultura de la paz y la tolerancia religiosa. La dignidad de todos los seres humanos, creados a la imagen de Dios, requiere respeto mientras los cristianos buscan testificar a los que tienen otra fe. Se debería usar una terminología precisa, transparente, y que no sea deliberadamente ofensiva.
Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en el Congreso de la Asociación General realizado en St. Louis,
Missouri, EE.UU., el 5 de julio de 2005.
Durante más de un siglo, los adventistas han sido activos promotores de la libertad religiosa. Reconocemos la necesidad de defender la libertad de conciencia y de religión como un derecho humano fundamental, en armonía con los instrumentos de las Naciones Unidas.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene presencia en 209 países. Con algunas excepciones, los adventistas constituyen una minoría religiosa, y en ocasiones han estado sujetos a restricciones y discriminación. En consecuencia, han sentido la necesidad de defender los derechos humanos.
Como ciudadanos leales, los adventistas creen que tienen el derecho a la libertad de religión, sujetos a los mismos derechos que los demás. Esto implica la libertad de reunirse para recibir instrucción y para adorar, adorar en el sábado, séptimo día de la semana, y a diseminar sus conceptos religiosos por medio de predicaciones públicas o por los medios de comunicación.
Además, esta libertad incluye el derecho de cambiar de religión, así como el de invitar respetuosamente a otros a hacer lo mismo. Cada persona tiene el derecho de demandar consideración cuando la conciencia no le permita realizar ciertos deberes públicos, tales como el llevar armas. Siempre que las iglesias tengan acceso a los medios públicos, los adventistas deberían ser incluidos por razones de equidad.
Seguiremos cooperando con otros para defender la libertad religiosa de todas las personas, incluyendo aquellos con quienes no estemos de acuerdo.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas a los 16 vicepresidentes mundiales de 1a Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990 en ocasión del Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.
Minorías religiosas y libertad religiosa
Declaración de compromiso y preocupación
Alo largo de la historia las minorías religiosas con frecuencia han estado sujetas a discriminación y persecución directa. Hoy la intolerancia religiosa y el prejuicio están aumentando otra vez. A pesar de la afirmación de que todos pueden tener y diseminar conceptos religiosos y cambiar su religión, más una afirmación sostenida por instrumentos y documentos de las Naciones Unidas que incluyen un “Documento Internacional de Derechos”, muchos países niegan este derecho a sus ciudadanos.
Los instrumentos internacionales condenan la discriminación en contra de las minorías, pero trágicamente algunas naciones han publicado listas de grupos religiosos descritos como sectas potencialmente peligrosas. Se han establecido comisiones en contra de las sectas, se ha adiestrado a personal de investigaciones y se han publicado leyes restrictivas. Centenares de miles de creyentes inocentes están ahora bajo la sospecha oficial y se los trata como ciudadanos de segunda clase. Todo esto viola la libertad religiosa, que es el derecho fundamental más básico y esencial de la humanidad. Los adventistas creen en la obediencia a las leyes del país en que viven, mientras ellas no estén en conflicto con las leyes de Dios. Sin embargo, nos oponemos a toda ley, reglamento o actividad que discrimine contra las minorías religiosas.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día sostiene la libertad religiosa para todos, así como la separación de la Iglesia del Estado. Las Escrituras enseñan que el Dios que dio la vida también dio la libertad de elegir. Dios sólo acepta el homenaje que se le da libremente. Los adventistas creen, además, que la ley debe ser aplicada por igual y sin favoritismo caprichoso. Afirmamos que ningún grupo religioso debería ser juzgado porque algunos de sus adherentes parecen ser extremistas. La libertad religiosa es coartada cuando una conducta agresiva o violenta viola los derechos humanos de los demás.
En apoyo al Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales, y en armonía con sus creencias y su historia, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se compromete plenamente a promover, defender y proteger la libertad religiosa para cada persona, en todas partes. Con ese fin, seguiremos cooperando con la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y otras agencias internacionales y organizaciones religiosas, para animar a cada nación a poner en práctica el derecho fundamental a la libertad religiosa.
Además, seguiremos promoviendo el diálogo y una mejor comprensión entre las autoridades gubernamentales y las personas que pertenecen a las minorías religiosas.
Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Asociación General el 29 de setiembre de 1999, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
Libertad de expresión y difamación de la religión
Un rasgo distintivo de los seres
humanos es nuestra aptitud, dada por Dios, de comunicarnos
en forma abstracta por medio del habla, de los símbolos y de
la palabra escrita. En ningún lugar esta capacidad se
expresa de un modo más singular que en el dominio de la fe.
La comunicación concerniente a las creencias religiosas es
central para nuestra facultad de explorar el significado y
el propósito de la vida, considerar los valores que guían
nuestras acciones y compartir experiencias al buscar un
conocimiento más íntimo de Dios.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día sostiene vigorosamente
la libertad de expresión en general, y la libertad de
expresión religiosa en particular. Si bien se garantiza la
libertad de expresión en el Artículo 19 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, continúan los esfuerzos
para limitar la expresión tanto en el nivel nacional como en
las Naciones Unidas. En ambos contextos, se ha puesto un
enfoque significativo en limitar la expresión que ofende las
creencias religiosas del oyente. Los adventistas del séptimo
día manifiestan sensibilidad y respeto en toda comunicación.
Por consiguiente, nos inquietan las expresiones dirigidas a
ofender sensibilidades religiosas. No obstante, creemos que
ceder al Estado el derecho a controlar la expresión
religiosa crea una amenaza mucho mayor a la autonomía de la
gente de fe que la que plantea el discurso ofensivo. Por
cierto, hay numerosos ejemplos actuales de Estados que
aducen un deseo de proteger sentimientos religiosos para
justificar el silenciamiento forzoso de la expresión
religiosa pacífica.
Nuestra oposición a la restricción de la palabra no carece
de excepciones. La iglesia reconoce que en limitadas
circunstancias, la palabra puede resultar en un daño
significativo y tangible al derecho a la seguridad física,
el goce de la propiedad y otros derechos similarmente
esenciales. En tales instancias muy limitadas, reconocemos
la responsabilidad del Estado de actuar para proteger a su
población. Cuando tales límites son necesarios, la iglesia
espera que los gobiernos que enfoquen las restricciones de
manera precisa para dirigirlas únicamente al discurso
peligroso en cuestión.
La iglesia reconoce una responsabilidad especial en los que
están en el poder para comunicar un mensaje que sostenga los
derechos humanos fundamentales, incluyendo todas las facetas
de la libertad religiosa. Esta responsabilidad es
particularmente pertinente para los gobiernos, dado que
generalmente están en una posición única para estimular el
vigoroso respeto a los derechos de su pueblo, y
particularmente de las minorías.
En tanto reconocen el derecho a expresar libremente las
creencias religiosas, los adventistas del séptimo día
aceptan la responsabilidad de autorregular su discurso para
asegurar que sea consecuente con las enseñanzas bíblicas.
Esto incluye la obligación de ser honesto y amoroso a la
vez. Esto es particularmente importante al hacer
consideraciones sobre otra fe, ya que las pasiones
religiosas pueden impulsar una visión unidimensional de los
demás. Honestidad no significa meramente exponer hechos con
exactitud, sino también presentar la información en un
contexto preciso. Los adventistas del séptimo día serán
constreñidos por la ley del amor de Cristo en todo lo que
digan y hagan. Cuando el don de la palabra, dado por Dios,
es usado para comunicar con amor, no sólo bendeciremos a
nuestros semejantes; honraremos a Dios, que nos hizo a todos
con el don de expresarnos.
Esta declaración fue aprobada y votada
por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los
Adventistas del Séptimo Día el 23 de junio de 2010, y
difundida en ocasión del Congreso de la Asociación General
realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3
de julio de 2010.
Respeto por todas las personas
Hacer que las iglesias y la comunidad sean seguras
La Iglesia Adventista del Séptimo Día afirma la dignidad y el valor de cada ser humano como la obra del Creador y el centro de la acción redentora de Dios en Jesucristo. La Escritura claramente indica que una característica distintiva de los creyentes cristianos es la calidad de sus relaciones humanas. El espíritu de Cristo incluye amarnos y aceptarnos unos a otros, esforzarnos por afirmar y habilitar a los demás, y proteger al vulnerable y desfavorecido.
Con esta finalidad, los adventistas, como cristianos, buscan vivir de acuerdo con los más elevados principios de conducta moral y ética al relacionarse con otros seres humanos. Nos unimos a otros dirigentes religiosos y comunitarios que censuran todas las formas de abuso sexual y violencia familiar, y todo tráfico y explotación de mujeres y niños, sin importar su género, edad, raza, salud o status social o económico. Creemos que permanecer indiferentes e insensibles es, en realidad, condonar, perpetuar y potencialmente extender tal conducta.
Las declaraciones de la posición adventista que existen hace mucho tiempo denunciando el abuso sexual de niños y la violencia familiar, y ofreciendo orientaciones prácticas para una respuesta adecuada y solícita de la iglesia, se han esforzado por proveer un modelo para otras comunidades de fe que buscan romper el silencio y responder adecuada y compasivamente a las personas que conocen de primera mano esta experiencia devastadora.
Profesionales adventistas han desarrollado muchos recursos y los han compartido a través de canales gubernamentales e interconfesionales para educar a pastores, educadores y dirigentes eclesiásticos y comunitarios respecto de la naturaleza del problema, y de cómo ayudar a los individuos y las familias para que puedan acceder a la red de servicios sociales y profesionales que puedan responder mejor a sus necesidades específicas.
Anualmente se dedica un sábado en las iglesias adventistas para continuar rompiendo el silencio respecto de estos asuntos y para aumentar la efectividad de la iglesia en la protección del vulnerable, con la vista puesta en la prevención. Los adventistas toman muy seriamente su responsabilidad de ayudar a hacer de la iglesia y la comunidad un lugar seguro para los niños. En el año 2000 se emitió una declaración contundente respecto del bienestar y el valor de los niños, enumerando los derechos de los niños y los múltiples desafíos que enfrentan las familias y las comunidades encargadas de su cuidado. En iglesias y escuelas adventistas de diferentes partes del mundo se han implementado políticas vigorosas para la protección de los niños. Estas políticas pueden proveer un modelo para el desarrollo de tales orientaciones en otros lugares respecto de la selección de voluntarios y las medidas apropiadas para segurar que los transgresores sean denunciados y removidos de los cargos que colocan a los niños en riesgos ulteriores. Sin embargo, las políticas son valiosas solamente en la medida en que sean implementadas.
Los adventistas han estado involucrados en forma práctica, entre otros, para establecer orfanatos. También hemos estado involucrados en actividades comunitarias para combatir el abuso. Además de hablar claramente en contra de las violaciones de la dignidad humana, los adventistas están comprometidos con el desarrollo de cada persona hasta su máximo potencial. La iglesia conduce un sistema educativo global. La Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) provee una diversidad de servicios de desarrollo para la familia y la comunidad que incluyen pequeños préstamos, seguridad de alimentos y agua, alfabetización, educación respecto del Sida y respuesta a las emergencias. A través de las iglesias adventistas en todo el mundo se ofrecen programas de entrenamiento de líderes para muchas áreas de ministerio y servicio comunitario, tales como educación en vida familiar, educación para la salud, ministerios de la mujer y de los niños, etc. Los adventistas consideran tal obra como una extensión del ministerio de Cristo, y consideran que es su privilegio unir sus manos con otros para ayudar a todos los seres humanos con los que compartimos esta aldea global.
Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en el Congreso de la Asociación General realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 5 de julio de 2005.
Cómo consideran los adventistas a los católicos
Los adventistas consideran a todos los hombres y mujeres como iguales a la vista de Dios. Rechazamos el fanatismo contra cualquier persona, sin tomar en cuenta su raza, nacionalidad o credo religioso. Además, reconocemos que pueden encontrarse cristianos sinceros en todas las denominaciones, incluyendo el Catolicismo Romano, y trabajamos en armonía con todas las agencias y cuerpos que procuran aliviar el sufrimiento humano y elevar a Cristo ante el mundo.
Los adventistas procuran acercarse en forma positiva a las demás iglesias. Nuestra tarea principal es predicar el evangelio de Jesucristo en el contexto del pronto regreso de Cristo, y no buscar fallas en otras denominaciones. Las creencias adventistas están arraigadas en las enseñanzas bíblicas apostólicas y por ello comparten muchos aspectos esenciales del cristianismo en común con los seguidores de otras iglesias cristianas. Sin embargo, tenemos una identidad específica como movimiento. Nuestro mensaje apremiante para los cristianos y los no cristianos por igual es comunicar esperanza al concentrarnos en la calidad de la vida que es completa en Cristo.
Como adventistas, al relacionarnos con el Catolicismo Romano en particular, entran en nuestro pensamiento tanto el pasado como el futuro. No podemos borrar ni ignorar el registro histórico de gran intolerancia, y aun persecución, por parte de la Iglesia Católica Romana. El sistema Católico-Romano de gobierno eclesiástico, basado en enseñanzas extrabíblicas, tales como la primacía del papado, resultaron en severos abusos de la libertad religiosa mientras la Iglesia estuvo aliada con el Estado.
Los adventistas están convencidos de la validez de nuestros conceptos proféticos, de acuerdo con los cuales la humanidad vive ahora cerca del fin del tiempo. Los adventistas creen, basados en las predicciones bíblicas, que precisamente antes de la segunda venida de Cristo esta tierra experimentará un período de agitación sin precedentes, en el cual el sábado estará en el centro. En ese contexto, esperamos que las religiones del mundo, incluyendo los principales cuerpos cristianos como participantes importantes, se alinearán con las fuerzas que se oponen a Dios y al sábado. Una vez más la unión de la Iglesia con el Estado resultará en una extensa opresión religiosa.
Echar la culpa de las pasadas violaciones de los principios cristianos sobre una denominación específica no es una representación apropiada ni de la historia ni de las preocupaciones de las profecías bíblicas. Reconocemos que a veces los protestantes, incluyendo a los adventistas, han manifestado prejuicios y aun fanatismo. Si, al exponer lo que la Biblia enseña, los adventistas dejamos de expresar amor por los oyentes, no estamos exhibiendo un cristianismo auténtico.
Los adventistas procuramos ser equitativos al tratar con otros. De este modo, aunque percibimos el registro histórico y continuamos manteniendo nuestros conceptos con respecto a los eventos del fin del tiempo, reconocemos algunos cambios positivos en el catolicismo reciente, y enfatizamos la convicción de que muchos católico-romanos son hermanos y hermanas en Cristo.
Esta declaración fue registrada el 15 de abril de 1997 por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg.
Respuesta a las uniones del mismo sexo
Una reafirmación del matrimonio cristiano
Durante las últimas décadas la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sentido la necesidad de declarar claramente y de varias maneras su posición con respecto al matrimonio, la familia y la sexualidad humana. Estos temas están en el corazón de muchos problemas acuciantes que enfrenta la sociedad. Aquello que por siglos ha sido considerado como la moralidad cristiana básica en el contexto del matrimonio, actualmente está siendo cuestionado en forma creciente, y no sólo en la sociedad secular sino también dentro de las iglesias cristianas mismas.
Las instituciones de la familia y el matrimonio están bajo ataque y enfrentan fuerzas centrífugas crecientes que las están destrozando. Un número creciente de naciones está debatiendo el tema de las “uniones del mismo sexo”, haciendo de esto un problema mundial. La discusión pública ha despertado fuertes emociones. A la luz de estos desarrollos, nuevamente la Iglesia Adventista del Séptimo Día expone con claridad su posición.
Reafirmamos, sin ninguna duda, nuestra posición de larga data. Como está expresado en las creencias fundamentales de la iglesia, “el matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo”1 Aunque “el pecado ha pervertido los ideales de Dios para el matrimonio y la familia”, “el lazo familiar es el más íntimo, el más tierno y la más sagrada de todas las relaciones humanas”, por lo que “las familias necesitan experimentar una renovación y una reforma en sus relaciones”.2
Dios estableció “el matrimonio como un pacto basado en la unión física, emocional y espiritual de dos géneros, a la que la Escritura llama ‘una sola carne’ ”. “La unión monógama de un hombre y una mujer [...] es el único ámbito moralmente apropiado para la expresión genital y las intimidades sexuales a ella asociadas”. “Cualquier atenuación de esa elevada perspectiva supone, en idéntica media, una rebaja del ideal celestial”.3
La homosexualidad es una manifestación del desorden y la fractura en las inclinaciones y relaciones humanas producidos por la entrada del pecado en el mundo. Mientras que todos estamos sujetos a una naturaleza humana caída, “creemos también que, por la gracia de Dios y con el ánimo de la comunidad de fe, una persona puede vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios”.4
Sostenemos que todas las personas, no importa cuál sea su orientación sexual, son hijos de Dios. No aprobamos que se señale a ningún grupo para hacerlo objeto de burlas o escarnio, y menos de abuso. Sin embargo, es muy claro que la Palabra de Dios no aprueba un estilo de vida homosexual; ni lo ha hecho la iglesia cristiana a lo largo de sus 2.000 años de historia. Los adventistas creemos que la enseñanza bíblica continúa siendo válida hoy, porque está anclada en la misma naturaleza de la humanidad y en el plan de Dios para el matrimonio en la creación.
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1 Creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, doctrina 23: “El matrimonio y la familia”.
2 Declaración “Afirmación de la familia”, dada a conocer el 5 de julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU. (ver p. 50 en esta obra).
3 Declaración “Afirmación del matrimonio”, votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General el 23 de abril de 1996 (ver p. 84 en esta compilación).
4 Declaración “La homosexualidad”, votada por el Concilio Anual de la Asociación General el 3 de octubre de 1999 (ver p. 72 en este libro).
Este documento fue aprobado y votado por la Junta Directiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 9 de marzo de 2004.
Las Sagradas Escrituras constituyen el fundamento de la comprensión del propósito, el mensaje y la misión de los adventistas. Respetamos la Biblia como el mensaje de Dios trasmitido mediante escritores humanos. Aunque el formato de las Escrituras se manifiesta en el lenguaje, el trasfondo y el marco histórico humanos, su contenido consiste en mensajes divinos trasmitidos a la humanidad como un todo, y especialmente a los creyentes en Dios. Por sobre la diversidad reflejada en el lenguaje humano, se erige la verdad unificadora que une el todo en la Palabra de Dios.
Las Escrituras proporcionan los informes auténticos y confiables acerca del Dios Creador y sus actividades, al traer a la existencia el mundo como también a sus habitantes. Ellas proveen el conocimiento de los orígenes, dan significado a la vida y revelan el destino último de la humanidad.
Por sobre todo, las Escrituras dan testimonio de Jesucristo, quien es la revelación última, Dios entre nosotros. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento dan testimonio de él. Por estas razones, las Sagradas Escrituras son la revelación infalible de la voluntad de Dios, la norma de los valores en la vida cristiana, la medida de todas las cosas dentro de la experiencia humana y la única guía confiable para la salvación en Cristo.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación
General celebrado en Utrecht, Holanda, entre el 29 de junio y el 8 de julio de 1995.
El abuso sexual de menores ocurre cuando una persona mayor o más fuerte que el menor usa su poder, autoridad o posición de confianza para involucrar a un menor en alguna actividad sexual. Cualquier actividad sexual entre un menor y uno de los padres, un hermano, algún otro miembro de la familia, padrastro, madrastra o un tutor legal es incesto.
En los países donde se hicieron estudios se encontró que una de cada tres niñas y uno de cada once niños sufrieron abuso sexual antes de los 18 años. En más de la mitad de los casos el abuso se repitió a lo largo de cierto tiempo, durante algunos meses en ciertos casos, y durante muchos años en otros. Se descubrió también que la comunidad cristiana no es inmune a este problema.
Los abusadores sexuales son generalmente hombres de todas las edades, nacionalidades o posición socioeconómica. Frecuentemente son hombres casados que tienen hijos, empleos respetables y hasta pueden ser asiduos asistentes a la iglesia. Es común que nieguen vehementemente su conducta abusiva, recusándose a ver sus acciones como un problema, racionalizando su comportamiento o colocando la culpa sobre alguna otra persona.
Muchos le echan la culpa al estrés, a su profunda necesidad de sentir apoyo y afecto, a una relación sexual inadecuada e indiferente con su esposa, a los efectos del alcohol y/o a un lapso en su estabilidad mental. Sin embargo, la mayoría de las autoridades concuerdan en que el problema real del abuso sexual de menores está más relacionado con el deseo de poder y control que con el sexo. Aunque es verdad que muchos de los abusadores muestran inseguridades enraizadas en una baja autoestima, estos problemas nunca deben ser aceptados como una excusa para el abuso sexual de un menor. Es un mito que la conducta insinuante o seductora de un menor lleve al agresor a abusar.
El abuso sexual de menores tiene un efecto devastador sobre las víctimas porque influye profundamente en la manera como piensan, sienten y se conducen durante y mucho después que cesa el abuso. Frecuentemente produce una amplia serie de dificultades emocionales, de la conducta y en las relaciones que impiden el desarrollo normal del menor. Las víctimas del abuso pueden desenvolver dolencias sicosomáticas, perturbaciones de la personalidad o comportamientos autodestructivos, y/o sentimientos de baja autoestima, temor, aislamiento, ira, culpa, vergüenza y depresión. A menudo tienen dificultad para formar relaciones estrechas o íntimas, y frecuentemente desarrollan una visión distorsionada sobre Dios y sobre los demás. A largo plazo, el abuso sexual puede llevar a romper con el matrimonio y la familia, a la vagancia, la drogodependencia, la promiscuidad, la prostitución, la enfermedad mental y el suicidio.
La educación preventiva, adecuadamente adaptada a cada nivel de desarrollo, es esencial. Luego que el abuso ocurre, la intervención temprana de profesionales debidamente entrenados es la clave para la recuperación de este trauma. Los efectos a corto y a largo plazo pueden reducirse cuando se busca el consejo profesional para ayudar a las víctimas a manejar sus sentimientos en relación al abuso. Cuando Dios creó la familia humana, comenzó con un matrimonio basado en el amor y la confianza mutua entre un hombre y una mujer. Este tipo de relación es todavía el fundamento básico para una familia estable y feliz, en la cual la dignidad, el valor y la personalidad de cada uno de sus miembros es protegida y enaltecida. Cada hijo, sea hombre o mujer, debe considerarse como un don de Dios. A los padres se les da el privilegio y la responsabilidad de alimentar, proteger y cuidar físicamente de los hijos que Dios les confió. Los hijos deben poder honrar, respetar y confiar en sus padres sin correr el riesgo del abuso.
La Biblia condena el abuso sexual en los términos más fuertes, y considera como un acto de traición y una violación brutal de la personalidad cualquier intento de confundir, empañar o denigrar los límites personales, generacionales o de sexo a través de un comportamiento sexual abusivo. La Biblia también condena abiertamente el abuso del poder, de la autoridad, y de la posición de responsabilidad, porque todo ello impacta en el corazón de los sentimientos más íntimos y profundos de las víctimas acerca de sí mismas, de los demás y de Dios, y destruye su capacidad de amar y confiar.
Jesús usó un lenguaje muy fuerte para condenar la acciones de cualquier persona que, a través de palabras o acciones, llevase un niño a tropezar. Creemos que la iglesia tiene la obligación moral de involucrarse activamente en la prevención del abuso sexual de menores. También estamos comisionados para asistir, tanto a la víctima del abuso como al abusador y a sus familias, en su proceso de curación y recuperación, y para exigir que los agresores, principalmente si son obreros o líderes laicos, se responsabilicen de mantener un comportamiento digno de personas en posición de líderes y confianza espiritual.
Creemos que como iglesia tenemos la responsabilidad de:
1) Escuchar a y creer en aquellos que sufrieron abuso sexu al. Los estudios indican que sólo en un porcentaje muy pequeño de casos lo niños fabrican una historia. En la mayoría de los casos, los niños no tienen la experiencia ni el lenguaje para inventar mentiras acerca del comportamiento sexual.
2) Informarnos adecuadamente acerca del abuso sexual y su impacto en nuestra propia congregación.
3) Ayudar a los ministros y laicos a reconocer las señales de advertencia del abuso sexual de menores, y saber cómo reaccionar apropiadamente cuando se sospecha de abuso, o cuando un niño informa que está siendo abusado sexualmente.
4) Establecer, con el objeto de remitirles las víctimas directas e indirectas del abuso sexual, relaciones apropiadas con consejeros profesionales cristianos y con las oficinas locales de protección al menor, a quienes se puedan enviar los informes correspondientes, ya que son ellos quienes pueden, con su entrenamiento profesional, asistir a las víctimas del abuso y a sus familias.
5) Establecer pautas/reglamentos para ayudar a los líderes de la iglesia responsables de hacer que los agresores den cuenta de sus actos y de administrar la disciplina apropiada.
6) Apoyar la educación y la preparación de las familias y de sus miembros:
a) Modificando aquellas creencias religiosas y culturales populares que puedan ser usadas en algunos países para justificar o encubrir el abuso sexual de menores.
b) Ayudando a cada niño a alcanzar un saludable sentido de su propio valor que lo capacite para respetarse a sí mismo y a los demás.
c) Fomentando el establecimiento de relaciones cristianas entre hombres y mujeres tanto en el hogar como en la iglesia.
7) Desarrollar un ministerio redentor y de apoyo dentro de la comunidad de la iglesia para las víctimas y los agresores del abuso y, al mismo tiempo, animándolas a recurrir a la red disponible de profesionales cristianos y otras oficinas especializadas de la comunidad.
8) Animar la preparación de más profesionales del área de la familia, especializados en el proceso de cura y recuperación de las víctimas y los agresores del abuso.
(Este documento está basado en los principios expresados en los siguientes pasajes bíblicos: Gén. 1:26-28; 2:18-25; Lev. 18:20; 2 Sam. 13:1-22; Mat. 18:6-9; 1 Cor. 5:1-5; Efe. 6:1-4; Col 3:18-
21; 1 Tim. 5:5-8.) Esta declaración fue votada durante el Concilio de Primavera de la Junta Directiva de la Asociación General el 1º de abril de 1997 en Loma Linda, California, EE.UU.
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Los Editores: Para variantes de este documento ver la edición en inglés.
Preocupación acerca de la conducta sexual
Dios creó a la humanidad en su infinito amor y misericordia, hombre y mujer, y al hacerlo basó la sociedad humana sobre el firme fundamento de hogares y familias llenos de amor. Sin embargo, Satanás procura pervertir toda cosa buena; y la perversión de lo mejor conduce inevitablemente a lo que es peor. Bajo la influencia de la pasión, sin los frenos de los principios religiosos y morales, la asociación de sexos ha degenerado, en una extensión profundamente perturbadora, en licencia y abuso. Esto lleva a la esclavitud. Con la ayuda de muchas películas, videos, televisión, programas de radio y materiales impresos, el mundo es conducido hacia mayores profundidades de vergüenza y depravación. No sólo se hace un enorme daño a la estructura básica de la sociedad, sino que la destrucción de la familia también provoca otros males graves. Los resultados en vidas distorsionadas de niños y jóvenes son inquietantes y provocan nuestra compasión, y los efectos no sólo son desastrosos sino también acumulativos.
Estos males se están haciendo en forma más abierta y constituyen una amenaza seria y creciente a los ideales y propósitos de los hogares cristianos.
Las prácticas sexuales contrarias a la expresa voluntad de Dios son el adulterio y el sexo premarital, así como una conducta obsesivamente sexual.
El abuso sexual del cónyuge, el abuso sexual de niños, el incesto, las prácticas homosexuales (gays y lesbianas) y la bestialidad se encuentran entre las perversiones más obvias del plan original de Dios. Al negar la intención de claros pasajes de las Escrituras (ver Éxo. 20:14; Lev. 18:22, 23, 29; 20:13; Mat. 5:27, 28; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10; Rom. 1:20-32), y al rechazar sus advertencias para remplazarlas por opiniones humanas, prevalece mucha incertidumbre y confusión. Esto es lo que Satanás desea. Él siempre ha intentado lograr que el pueblo se olvide que cuando Dios creó a Adán, también creó a Eva para ser su compañera femenina (“varón y hembra los creó”, Gén. 1:27). A pesar de las claras normas morales presentadas en la Palabra de Dios para las relaciones entre los hombres y las mujeres, el mundo está hoy siendo testigo de un resurgimiento de perversiones y depravaciones que caracterizaron a algunas civilizaciones antiguas.
Los resultados degradantes de la obsesión con el sexo y la búsqueda de placeres sensuales en esta época están claramente descritos en la Palabra de Dios. Pero Cristo vino para destruir las obras del diablo y restaurar una relación correcta de los seres humanos entre si y con su Creador. De este modo, aunque caídos por medio de Adán y cautivos del pecado, los que se vuelven a Cristo arrepentidos reciben un perdón completo y escogen un camino mejor, el camino a una restauración completa. Por medio de la cruz, el poder del Espíritu Santo en el “hombre interior” y el ministerio de la iglesia, todos pueden ser liberados de las garras de la perversión y las prácticas pecaminosas.
La aceptación de la gratuita gracia de Dios inevitablemente lleva al creyente individual a una clase de vida y conducta que “adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10). También llevará a la iglesia, como cuerpo, a mostrar una disciplina firme y amante de los miembros cuya conducta represente mal al Salvador, distorsione y rebaje las normas de vida y conducta verdaderas.
La iglesia reconoce la verdad penetrante y la poderosa motivación de las palabras de Pablo a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14; ver también 2 Ped. 3:11-14).
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual desarrollada en Washington, D.C., el 12 de octubre de 1987.
Las enfermedades de transmisión sexual
Desafíos
El mundo contemporáneo confronta graves problemas éticos, médicos y sociales como resultado del aumento de la permisividad sexual y la promiscuidad correspondiente. Siendo que los cristianos son parte de la comunidad social total, tales actitudes y conductas se han infiltrado también en la Iglesia Adventista, lo cual demanda que se les preste atención.
Tan serios son los desafíos que presentan las enfermedades de transmisión sexual (ETS), que las Naciones Unidas, juntamente con la mayoría de los gobiernos de todo el mundo, la comunidad de servicios médicos y los dirigentes religiosos, políticos y económicos, han instituido una serie de programas de investigación y educación sobre salud cuyo enfoque es la prevención y el tratamiento. El objetivo es prevenir, curar y minimizar los efectos, o por lo menos disminuir la propagación de tales enfermedades. Corren un mayor riesgo los jovencitos que entran a la pubertad cada vez a una edad menor, cuando son especialmente vulnerables a la presión de grupo y a un alud de mensajes de los medios de comunicación y de sus compañeros que consideran los encuentros sexuales casuales y fuera del matrimonio como aceptables y normales. Muchos jóvenes son sexualmente activos desde los primeros años de su adolescencia y establecen muy pronto patrones de actividad sexual.
Juntamente con el incremento de la actividad sexual aparece un aumento dramático de las enfermedades de transmisión sexual, con sus serios problemas físicos y emocionales. Se han hecho avances en los aspectos siguientes:
● Las investigaciones proporcionaron datos más precisos.
● Se documentaron beneficios del uso de condones para reducir embarazos no deseados y la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
● Se reconocieron los peligros de la promiscuidad.
● Tratamientos más efectivos redujeron la propagación y progresión de muchas enfermedades transmitidas sexualmente.
● Se reconocieron riesgos a largo plazo de daños emocionales como resultado de encuentros sexuales casuales.
● Aumentó el consenso en favor de que la abstinencia de actividad sexual fuera del matrimonio preserva la salud sexual y emocional.
A pesar de sus limitaciones, estos avances ha probado ser benéficos y deben alentarse por razón de sus efectos positivos. Debe animarse a quienes proporcionan tales ciudades y servicios a participar en la promoción de estos esfuerzos, pues merecen el apoyo de los miembros de iglesia al hacerlo.
El enfoque práctico dado a tan serios problemas y el uso de las intervenciones apropiadas no debe interpretarse en términos de endoso o estímulo de las actividades sexuales fuera del matrimonio o de infidelidad dentro de éste. Tales esfuerzos deben verse más bien como tentativas humanitarias para prevenir o reducir las consecuencias negativas de comportamientos sexuales dañinos.
Algunas veces los familiares, pastores, maestros, consejeros, médicos y otros profesionales podrían trabajar en favor de personas que, a pesar de recibir la correcta orientación, se rehúsan a abandonar sus prácticas sexuales incorrectas para vivir de acuerdo con las elevadas normas morales de Dios. En tales casos, quienes ministran en su favor pueden, como último recurso, aconsejar a la persona específica el uso de métodos contraconceptivos y profilácticos, tales como los condones, en un esfuerzo por prevenir el embarazo y reducir el riesgo de propagación de las enfermedades transmitidas sexualmente que diezman la existencia. Debe tenerse sumo cuidado al aconsejar al respecto, hablando muy claro a las personas y miembros de la comunidad correspondiente: que esta medida extrema no debe de ninguna manera interpretarse como anuencia bíblica respecto a las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Tal acción por parte de los profesionales en el área debe tener carácter provisional y ser utilizada solamente en casos individuales.
Aunque tales intervenciones puedan proveer un poco de tiempo para que la gracia haga su obra en el corazón humano, no proveen una solución viable a largo plazo. La iglesia debe continuar esforzándose en aprovechar al máximo cada oportunidad de subrayar el concepto de la sabiduría del diseño divino tocante a la sexualidad humana, y en llamar a hombres y mujeres a la más elevada norma de conducta moral.
Principios bíblicos
Aun cuando los esfuerzos descritos anteriormente son benéficos en muchos sentidos, son, por otra parte, sólo una respuesta a situaciones existentes creadas por el impacto del pecado. En las Escrituras Dios ha establecido un plan superior como guía para el uso del don de la sexualidad. Basado en una serie de principios guiadores, presenta en términos prácticos el ideal de Dios para su pueblo que vive en un mundo herido por el pecado.
1) La intimidad sexual se reserva para el matrimonio. La sexualidad es un don amoroso del Creador a la humanidad (Gén. 1:26, 27). El evangelio pide de los creyentes que aprecien y hagan uso de su sexualidad en armonía con los propósitos divinos (1 Cor. 3:16, 17; 6:13-20; Efe. 5:1-8; Fil. 1:27; 1 Tes. 4:3-7). En el plan de Dios, la intimidad sexual se reserva para un hombre y una mujer dentro de los límites del convenio matrimonial (Gén. 2:24, 26; Éxo. 20:14; Prov. 5; Cant. 4:12; 8:8-10; 2:6, 7; 3:5; 8:3, 4; Ose. 3:3; Heb. 13:4). La fidelidad sexual dentro del matrimonio es esencial para la plena comprensión de la metáfora divina que compara al matrimonio con la relación de Dios con su pueblo (Isa. 54:5; Ose. 2:14-23; 2 Cor. 11:2; Apoc. 19:6-9; 21:9).
2) La intimidad fuera del matrimonio es inmoral y dañina. Tal relación íntima tiene un efecto perjudicial sobre la persona (Lev. 18:6-30; Rom. 1:24-27; 1 Cor. 6:18) así como sobre la relación matrimonial (Prov. 5:1-23). Las Escrituras la consideran parte de la vida de pecado (Gál. 5:19; Col. 3:5).
3) Dios reconoce la fragilidad humana. Su divina voluntad hacia los seres humanos y sus propósitos en la creación son inalterables (Mal. 3:6; Mat. 5:17-20; Hech. 20:27). También son invariables su absoluto amor por la humanidad y sus esfuerzos por redimirla (Juan 3:16; Rom. 5:8; 8:35-39; Efe. 1:1-14; 3:14-19; Juan 4:7-10). El mensaje del evangelio, cuyo centro es Jesucristo, une todas estas verdades (Sal. 85:10; 1 Juan 2:1, 2). La única esperanza para la humanidad caída es la gracia de Dios (Rom. 3:23, 24; 5:1, 2, 20; Efe. 2:1-5). Dios es paciente y misericordioso hacia la fragilidad humana (Núm. 14:18, 19; Sal. 86:15; 103:13, 14; Ose. 11:8, 9; Jon. 3:1; 4:10, 11; Mat. 23:37; 1 Tim. 1:15, 16). Aun cuando la gracia de Dios no le da al hombre licencia para pecar (Rom. 6:1, 2), es a través de esa gracia que Dios lleva a cabo sus esfuerzos redentores dentro de las circunstancias que son resultado del pecado (Rom. 5:12-21). Las transacciones prácticas de Dios con respecto a casos de divorcio (Deut. 24:1-5; Esd. 10: 10, 11; Mat. 19:7, 8), la poligamia (Éxo. 21:10; Deut. 17:17; 21:15-17; Mat. 19:4, 5), la introducción de los alimentos de origen animal (Gén. 1:11, 12, 29, 30; 9:3; Lev. 3:17; 11:47) y la provisión de un rey terrenal (1 Sam. 8:7; 10:19; Ose. 13:11) ofrecen ejemplos de intervenciones muy lejos del ideal divino. A través de tales casos podemos ver su gracia y misericordia obrando en un mundo deformado por el pecado.
4) La iglesia lleva a cabo su misión en un mundo caído. Las condiciones existentes contrastan agudamente con el ideal de Dios. Tanto creyentes como no creyentes son vulnerables a la inmoralidad sexual como uno de los trágicos resultados del pecado (Juan 17:15; 1 Juan 2:15). La iglesia está llamada a servir tanto a los creyentes como a los no creyentes, alcanzando con su misión y llamado a los pecadores (Mat. 28:19; Mar. 2:17; 2 Cor. 5:20, 21), fomentando el desarrollo de los creyentes (Efe. 2:19-22; 4:11-13, 15; 1 Tes. 5:11; 2 Ped. 3:18), exaltando el valor infinito de cada persona (Isa. 43:3, 4, 7; Mat. 12:12; Luc. 12:7; 15:1-32; 1 Ped. 1:18, 19), protegiendo al débil y vulnerable (Rom. 15:1; 1 Tes. 5:14; Heb. 13:3), promoviendo y preservando la vida y la salud (Juan 10:10; 1 Cor. 6:19; 3 Juan 2), y llamando a hombres y mujeres a ocupar su elevada posición como pueblo santo y elegido de Dios (Efe. 4:1; 5:8; 1 Ped. 1:15, 16; 2:5, 9). El ministerio de la iglesia alcanza a los individuos en el lugar donde se encuentran (1 Cor. 3:1, 2; 7:1-28) y les presenta una norma más elevada (Luc. 19:5-10; Juan 8:3-11; Hech. 17:18-34).
5) Se espera que ocurra un desarrollo espiritual en la vida cristiana. El cambio efectuado en el cristiano implica tanto la conversión (Juan 3:3, 7; Hech. 3:19; Rom. 12:2; 2 Cor. 5:17) como el crecimiento (Prov. 4:18; Luc. 2:52; Efe. 3:17-19; 4:11-15; 2 Ped. 3:18). En la conversión, el cristiano acepta como suya, por fe, la vida perfecta de Cristo y experimenta una transformación de valores guiada por el Espíritu (Juan 3:5; Gál. 2:20). Tanto fuerzas externas como internas podrían provocar un receso en el pensamiento o la conducta (Gál. 5:16-18; 1 Juan 3:20), pero la dedicación al progreso inducido por la gracia en la vida cristiana (1 Cor. 15:10; Fil. 3:12-14; Col. 1:28, 29) y la confianza en los medios provistos por Dios (Rom. 8:5-7; Gál. 5:24, 25) producirán el crecimiento hacia la semejanza de Cristo (Gál. 5:22-25; Efe. 5:1).
Las Escrituras demandan del ser humano que progrese moral y espiritualmente a través de su existencia (Luc. 2:52; 1 Cor. 13:11; 14:20). La acción planificadora y facilitadora de tal crecimiento es vital en el cumplimiento de la comisión evangélica (Mat. 28:20; Efe. 3:14-24). La tarea de la educación religiosa es prestar atención al desarrollo individual y presentar la verdad en forma tal que quienes la escuchan puedan comprenderla (Mat. 11:15), logrando con ello ampliar su comprensión sin hacerlos tropezar (Rom. 14:1-21; 1 Cor. 8:9-13). Aunque debe tratarse con indulgencia a quienes tienen menos conocimiento o madurez (Mat. 13:34; Juan 16:12; Hech. 17:30; 1 Cor. 3:1, 2), la persona debe, con el paso del tiempo, progresar hacia una comprensión más amplia de la voluntad de Dios (Juan 16:13), y hacia una más completa expresión de su amor por Dios y hacia los demás (Mat. 22:37-39; Juan 13:35; 8:9; 13:11; 1 Juan 3:14; 4:11, 12).
Con la bendición de Dios, la presentación clara del evangelio y la atención cuidadosa al proceso de hacer discípulos darán frutos espirituales aun entre
los que han estado implicados en pecados sexuales (1 Cor. 6:9-11).
Implicaciones
1) La iglesia sostiene la perspectiva bíblica de la sexualidad como un sano atributo de la naturaleza humana creada por Dios, para ser gozada y utilizada en forma responsable en el matrimonio, como parte del discipulado cristiano.
2) La consigna de la iglesia es dar a conocer la perspectiva bíblica de la sexualidad humana en forma intencional y culturalmente apropiada. Se enfatiza el aprecio hacia el organismo humano y el conocimiento de sus funciones, defendiendo la castidad sexual fuera de las relaciones matrimoniales y la fidelidad dentro de las mismas, y desarrollando habilidades con respecto a la comunicación y toma de decisiones tocante a la conducta sexual. El cometido de la iglesia es transmitir la verdad de que el uso indebido de la propia sexualidad y el abuso de poder en las relaciones son contrarios al ideal de Dios.
3) La iglesia llama a las personas a consagrarse delante de Dios a una vida de abstinencia sexual fuera del convenio matrimonial y la fidelidad sexual en relación con el cónyuge. Aparte de la sana expresión de intimidad sexual dentro del matrimonio, la abstinencia constituye el único camino seguro y moralmente aceptable para el cristiano. En cualquier otro contexto, las prácticas sexuales son a la vez perjudiciales e inmorales. Esta elevada norma representa la intención de Dios en cuanto al uso de este don y se pide que los creyentes sostengan este ideal, independientemente de las normas prevalecientes en la cultura a su alrededor.
4) La iglesia reconoce la pecaminosidad de la humanidad. Los seres humanos cometen errores, usan un mal criterio y pueden deliberadamente elegir involucrarse en prácticas sexuales contrarias al ideal divino. Otros posiblemente no saben a quién acudir en busca de ayuda para vivir una vida sexualmente pura. Sin embargo, nada puede librar a tales personas de las consecuencias de apartarse del plan divino. Las heridas emocionales y espirituales producto de las prácticas sexuales que violan el plan de Dios, dejan inevitablemente sus cicatrices. Pero la iglesia brinda su ministerio de gracia y misericordia ofreciendo el perdón, la sanidad y el poder restaurador de Dios. Debe procurar proveer el apoyo personal, espiritual y emocional que le permita a la persona lastimada echar mano de los recursos del evangelio. La iglesia también debe ayudar a las personas y a las familias a identificar y lograr acceso a la completa red de recursos profesionales disponibles.
5) La iglesia reconoce como moralmente aceptable el uso de medidas anticonceptivas, incluyendo los condones, por parte de parejas matrimoniales que tratan de controlar la concepción.1 Los condones, en particular, podrían hasta ser prescritos en ciertas circunstancias matrimoniales; por ejemplo, cuando uno de los cónyuges ha estado expuesto a, o contraído alguna enfermedad transmitida sexualmente, exponiendo así a su pareja a una infección casi segura.
Por otra parte, el uso premarital o extramarital del condón, ya sea para disminuir el riesgo de embarazo no deseado o para prevenir la transmisión de una enfermedad de transmisión sexual, presenta una dificultad de orden moral. Tal preocupación debe considerarse en el contexto del plan divino para la sexualidad humana, la relación entre el propósito creador de Dios y su consideración de la fragilidad humana, el proceso de crecimiento espiritual y desarrollo moral del individuo, y la naturaleza misional de la iglesia. Aun cuando el uso del condón ha demostrado ser más o menos efectivo en cuando a la prevención del embarazo y la propagación de la enfermedad, 2 esto no hace moralmente aceptables las prácticas sexuales fuera del matrimonio. Tampoco previene este hecho el daño emocional que resulta de tal comportamiento. El llamado de la iglesia tanto a jóvenes como adultos, a creyentes como a no creyentes, es a vivir una vida digna de la gracia que se nos ofrece a través de Cristo, usando tan completamente como sea posible los recursos divinos y humanos para vivir de acuerdo con el ideal de Dios con respecto a la sexualidad.
6) La iglesia reconocer que en casos en los cuales las personas casadas enfrentan el riesgo de transmitir o contraer a través de su cónyuge enfermedades transmitidas sexualmente, tales como el SIDA, el uso de un condón es no solamente moralmente aceptable, sino altamente recomendable si los cónyuges deciden continuar teniendo relaciones sexuales. Debe advertírseles a los usuarios de condones acerca de la importancia de usarlos apropiadamente y de sus límites en cuanto a su efectividad para prevenir la transmisión del SIDA.
Llamado
Enfrentamos una crisis que hace peligrar la vida y amenaza el bienestar de muchas personas, incluyendo a los miembros de iglesia. Tanto los jóvenes como los adultos están en peligro. La iglesia debe desarrollar sin mayor dilación una estrategia completa de educación y prevención. Deben movilizarse los recursos en términos de profesionales de la salud, servicios sociales, educativos, ministeriales y otros, tanto dentro como fuera de la iglesia. La crisis demanda atención prioritaria usando recursos y métodos legítimos a disposición de la iglesia dirigidos al hogar, la escuela, la iglesia y la comunidad. De ello depende el destino de una entera generación de seres humanos, y hoy estamos corriendo contra el tiempo.
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Referencias:
1 Ver “Control de la natalidad: Declaración de consenso de la IASD” (160-98G; pp. 16-19 de este libro).
2 Las investigaciones indican que los condones, cuando se usan correctamente, son un 97% seguros en relación con la prevención del embarazo y de un 85 a un 90% en la prevención de la transmisión
de virus, según los utiliza la población en general. Entre los grupos que los usan consistente y correctamente, su efectividad es de un 97%. Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Ejecutiva de la Asociación General el 27 de septiembre de 1998 en Foz de Iguazú, Brasil.
Fumar es la mayor causa de muertes que se podrían evitar en el mundo. “La prevención es mejor que la curación”, dice un concepto universal de ética. En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se encuentra frente a una paradoja ética: aunque muchas décadas de investigación han producido evidencias incontrovertibles de los riesgos para la salud que produce el fumar cigarrillos, la industria del tabaco continúa floreciendo, a menudo con el apoyo tácito o más declarado del gobierno. La ética del fumar es aún más seria por las revelaciones alarmantes acerca de las muertes y riesgos para la salud causados por el fumar “de segunda mano”.
Un serio problema ético es la exportación de cigarrillos a países en desarrollo, especialmente los cigarrillos con ingredientes letales más elevados de lo que se admite en otras partes. Por más de un siglo la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus jóvenes y al público en general con respecto a la naturaleza adictiva y destructora de la salud que produce el fumar cigarrillos. Los cigarrillos son un riesgo de salud a nivel mundial por la combinación de la adicción junto con la avaricia económica de la industria del tabaco y otros segmentos de la comunidad mercantil.
Los adventistas creen que la ética de la prevención requiere políticas públicas que reduzcan el fumar, tales como:
1) Una prohibición uniforme de la publicidad del tabaco;
2) Ordenanzas para proteger a los niños y los jóvenes, que son el blanco favorito de la industria del tabaco;
3) Leyes más estrictas que prohíban fumar en lugares públicos;
4) Un uso más agresivo y sistemático de los medios para educar a los jóvenes acerca de los riesgos del fumar;
5) Impuestos sustancialmente más elevados sobre los cigarrillos;
6) Reglas que requieran que la industria del tabaco pague los costos del cuidado de la salud asociados con el uso de sus productos.
Reglas como éstas salvarían millones de vidas cada año.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) para ser publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en las sesiones
del Concilio Anual desarrollado en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de octubre de 1996.
Por más de un siglo la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus jóvenes y al público en general que el fumar tabaco es de una naturaleza adictiva y destructora de la salud. Fumar cigarrillos es la causa individual mayor de muertes que podrían evitarse en el mundo. Uno de los conceptos éticos más firmes de la mayoría, si no de todas las sociedades, es que la prevención es mejor que la curación.
En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se enfrentan con una paradoja ética: aunque muchas décadas de investigaciones han producido evidencias incontrovertibles de los riesgos del fumar cigarrillos, la industria del tabaco todavía florece, y a menudo lo hace con apoyo tácito o abierto de los gobiernos. La ética del fumar es aun más seria por las revelaciones alarmantes acerca de las muertes por causa del cáncer y de otros riesgos de salud causados por el fumar “de segunda mano”.
Creemos que la ética de la prevención requiere en cada país una prohibición uniforme de toda la publicidad del tabaco, leyes más estrictas que prohíban fumar en lugares públicos no residenciales, una educación pública más agresiva y sistemática, e impuestos sustancialmente más elevados sobre los cigarrillos. Estas medidas salvarían millones de vidas cada año.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
Resolución sobre el Espíritu de Profecía
Nosotros, los delegados al Congreso de la Asociación General
de 2010, en Atlanta, Georgia, EE.UU., reconocemos con
gratitud la permanente contribución
a la Iglesia Adventista del Séptimo Día que se halla en los
escritos y el ministerio de Elena G. de White. Somos
testigos de cómo la iglesia ha sido bendecida y guiada por
Dios mediante el consejo inspirado de su mensajera.
Sus consejos exaltan la Biblia como la Palabra de Dios,
exaltan a Jesús como Creador y Redentor del mundo, y
alientan a una vida de servicio y sacrificio. Su
ministerio ha ayudado directamente en la preservación de la
unidad de la
iglesia y a su expansión global.
El don de profecía, como los demás dones espirituales, está
para lograr unidad, equipar el pueblo de Dios para la obra
del ministerio, edificar el cuerpo de Cristo, protegerlo de
ser engañado por falsas doctrinas e impulsar el crecimiento
espiritual individual y colectivo (Efesios 4:11-15).
Reconocemos en Elena G. de White el don de profecía y
afirmamos que cuando este don es valorado y su instrucción
atendida, la iglesia prospera.
Consecuentemente, expresamos nuestra gratitud a Dios por
este don de su gracia en el ministerio profético de Elena G.
de White. Exhortamos a los adventistas del séptimo día en
todas partes a estudiar con oración sus mensajes y a
beneficiarse con la inspiración y la instrucción que se
encuentran allí. Animamos a los docentes y administradores
de nuestras instituciones y a los dirigentes de nuestras
entidades de cuidado de la salud y casas editoras
a repasar sus consejos para sus respectivas áreas de
servicio. Instamos a los pastores a utilizar estos escritos
en la preparación de sus sermones y en su
planificación con los miembros para la misión de sus
iglesias. Exhortamos a los administradores de todos los
niveles a ejercer su influencia en afirmar la
importancia de estos escritos para la iglesia y a continuar
con los esfuerzos para hacer que estos escritos estén
al alcance de los miembros de iglesia a un
costo accesible. Y afirmamos nuestro compromiso a “creer en
sus profetas” (2 Crónicas 20:20), para que podamos prosperar
en el cumplimiento de nuestra
misión al mundo y de esa manera apresurar la venida de
Jesús.
Esta declaración fue aprobada y la resolución votada en el Congreso de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día realizado en Atlanta, Georgia, EE.UU., del 24 de junio al 3 de julio de 2010.
Confianza en el Espíritu de Profecía
Nosotros, los delegados reunidos en Utrecht para celebrar el 56º Congreso de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, alabamos agradecemos a Dios por el gracioso don del Espíritu de Profecía.
En Apocalipsis 12, Juan el Revelador identifica a la iglesia en los últimos días como “el remanente”, “el resto”... “los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo” (vers. 17). Creemos que, en este breve cuadro profético, el Revelador está describiendo a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la cual no sólo guarda “los mandamientos de Dios”, sino que tiene también “el testimonio de Jesucristo”, el cual es “el espíritu de profecía” (Apoc. 19:10). En la vida y el ministerio de Elena de White (1827-1915) vemos cumplida la promesa de Dios de proveer y otorgar a la iglesia remanente el “espíritu de profecía”. Aunque Elena de White nunca reclamó para si el título de “profeta”, creemos que hizo la obra de un profeta, y más que un profeta. Ella dijo: “Mi misión abarca la obra de un profeta pero no termina allí” (Mensajes selectos, t. 1, p. 40). “Si otros me llaman así [profetisa], no lo discuto” (Ibíd, p. 39); “Mi obra incluye mucho más de lo que significa ese nombre. Me considero a mí misma como una mensajera, a quien el Señor le ha confiado mensajes para su pueblo” (Ibíd, p. 40).
La misión principal de Elena G. de White fue dirigir la atención hacia las Sagradas Escrituras. Ella escribió: “Poco caso se hace a la Biblia, y el Señor ha dado una luz menor para guiar a los hombres y las mujeres a la luz mayor” (El colportor evangélico, p. 174). Ella creía que, aunque sus escritos eran una “luz menor”, eran luz, y que la fuente de esa luz es Dios. Como adventistas creemos que “en su Palabra Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible de su voluntad. Constituyen la regla del carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa” (El conflicto de los siglos, p. 9) . Aunque consideramos que el canon bíblico está cerrado, creemos también, como creyeron los contemporáneos de Elena de White, que sus escritos tienen autoridad divina, tanto en lo que se refiere a la vida cristiana como a la doctrina. Por lo tanto, Recomendamos que (1) busquemos como iglesia el poder del Espíritu Santo para aplicar más plenamente a nuestras vidas el consejo inspirado contenido en los escritos de Elena de White, y (2) que incrementemos los esfuerzos para publicar y hacer circular estos escritos alrededor del mundo.
Esta declaración fue aprobada y votada por el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, el 30 de junio de 1995.
Resolución acerca del Espíritu de Profecía
Como delegados al Congreso de la Asociación General reunido en St. Louis, Missouri, en 2005, reconocemos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido ricamente bendecida por el Señor a través del don de profecía manifestado en el ministerio y los escritos de Elena G. de White. Por su medio, el Señor guió el desarrollo de la iglesia desde un pequeño número de miembros hasta llegar a ser un movimiento mundial al que se le encargó la proclamación de un mensaje de salvación en Cristo y la esperanza de su pronto retorno en gloria. Su ministerio ha contribuido directamente a la preservación de la unidad de la iglesia y la ha sustentado en tiempos difíciles. Sus escritos continúan siendo una influencia sumamente positiva en la vida de la iglesia, proveyéndole consuelo, orientación, instrucción, corrección y estímulo teológico. Su estudio guiará constantemente a la iglesia nuevamente a la Biblia como el mismo fundamento de la fe y la práctica.
Como delegados, afirmamos la importante función que todavía tienen los escritos de Elena G. de White para nutrir al movimiento adventista y preservar la unidad de la iglesia mundial. Consecuentemente, llamamos a los adventistas de todo el mundo a estudiar con oración sus escritos, con el fin de comprender más plenamente el propósito de Dios para su pueblo remanente. Llamamos a los dirigentes de la iglesia en todos los niveles administrativos a planificar y facilitar la promoción y el estudio de los escritos del Espíritu de Profecía en sus respectivos territorios. Llamamos a nuestra juventud a familiarizarse con la riqueza de consejo divino encontrada en estos escritos, porque enriquecerá grandemente sus vidas mientras sirven al Señor y a sus semejantes.
Documento aprobado en el 58º Congreso de la Asociación General, desarrollado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 3 de julio de 2005.
Declaración de Confianza en los Escritos de Elena de White
Como delegados ante el Congreso Mundial de la Asociación General 2015 en San Antonio, Texas, expresamos nuestra profunda gratitud a Dios por la presencia continua de varios dones espirituales en su pueblo (1 Cor. 12:4-11; Efe. 4:11-14), y particularmente por la orientación que hemos recibido por medio de la vida y del ministerio de Elena de White (1827-1915).
En el centenario de su fallecimiento, nos alegramos porque sus escritos han sido puestos a disposición en todo el mundo en muchos idiomas y en diversos formatos impresos y electrónicos.
Reafirmamos nuestra convicción de que sus escritos son inspirados por Dios, verdaderamente centrados en Cristo, y basados en la Biblia. En lugar de reemplazar a la Biblia, elevan el carácter normativo de la Escritura y corrigen interpretaciones inexactas de ella derivadas de la tradición, la razón humana, la experiencia personal y la cultura moderna.
Nos comprometemos a estudiar los escritos de Elena de White sinceramente y con corazones dispuestos a seguir los consejos y las instrucciones que encontremos allí. Ya sea individualmente, en la familia, en grupos pequeños, en el aula o en la iglesia, el estudio combinado de la Biblia y los escritos de Elena de White provee una experiencia transformadora y que aumenta la fe.
Animamos el desarrollo continuo de estrategias mundiales y locales para fomentar la circulación de sus escritos dentro y fuera de la iglesia. El estudio de estos escritos es un medio poderoso para fortalecer y preparar al pueblo de Dios para la aparición gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Renovación espiritual e impacto sobre la sociedad
La presencia muy real del mal en el mundo y la pecaminosidad de los seres humanos, complicada por los rápidos cambios en la educación, la industria, la tecnología y la economía, continúan confundiendo a nuestro planeta con cambios sociales masivos. Los individuos y las familias a menudo se sienten impotentes y víctimas de sistemas y circunstancias sobre los cuales perciben que no tienen control.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día considera como una parte de su misión el extender el ministerio de Cristo al mundo afectado por el sufrimiento. El ministerio de Jesús fue dar consuelo, poder, liberación y reconciliación. Junto con otros cristianos, somos una fuerza sanadora y estabilizadora en tiempos de cambio. Cuando todo es turbulento a nuestro alrededor, la iglesia proporciona seguridad de que hay Uno que está por sobre todo el tumulto de este mundo, que no cambia, y cuyo propósito prevalecerá en última instancia. La iglesia sirve como un vigía en la sociedad y una comunidad que comparte poder, animando a las personas y a las familias a evaluar las condiciones que las rodean, sosteniendo lo que es bueno, y trascendiendo y alterando lo que es perjudicial.
Se dijo de los primeros cristianos: “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hech. 17:6). El evangelio de Cristo es, en sí mismo, un agente de cambio. En el evangelio hay compasión por la fragilidad humana; y al mismo tiempo hay estímulo para formar relaciones perfectas con Dios y unos con otros, como fue el plan divino en la creación. Creemos que, mediante el poder del Espíritu Santo, llegamos a ser nuevas criaturas (Efe. 4:22-24), salimos de la oscuridad a la luz (1 Ped. 2:9) y experimentamos ahora el poder transformador del mundo por venir (Heb. 6:5). La renovación espiritual satura a la sociedad así como la sal proporciona sabor y la luz ilumina la oscuridad. La presencia de personas espiritualmente renovadas en la comunidad puede hacer una obra que las iniciativas políticas y sociales solas no pueden realizar. Los cristianos que han experimentado el poder transformador de Cristo son pilares estabilizadores y fortalecedores de la sociedad, y conservan los valores que afirman la vida. Actúan como agentes de cambio ante la decadencia moral. Su presencia activa en la comunidad proporciona esperanza, mientras las personas y las familias son ennoblecidas por principios cristianos, de modo que sus vidas y relaciones producen un impacto sobre quienes las rodean.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), para ser publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en las sesiones
del Concilio Anual desarrollado en San José, Costa Rica, entre el 1° y el 10 de octubre de 1996.
Principios de temperancia y aceptación de donaciones
Desde su mismo comienzo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día le ha dado importancia a la temperancia y a la lucha contra el avance de las bebidas alcohólicas, del tabaco y de otras drogas. Mientras que algunas denominaciones cristianas disminuyeron el énfasis en relación con la temperancia, los adventistas continuamos oponiéndonos vigorosamente al uso de alcohol, tabaco y drogas inadecuadas. La iglesia aboga a favor de la abstinencia total de estas sustancias dañinas. Su posición está bien planteada entre las creencias fundamentales que sostiene.
Hay evidencias que indican que en algunas partes del mundo ha habido un decaimiento de la promoción de los principios de verdadera temperancia dentro de la iglesia. Esta situación, sumada a las agresivas campañas de publicidad por parte de las industrias de bebidas alcohólicas y tabacaleras, han creado las condiciones para que algunos adventistas estén siendo alcanzados por estas influencias negativas e insidiosas. Un asunto que surge de tanto en tanto es el ofrecimiento de fondos destinados a organizaciones religiosas por parte de las industrias de bebidas alcohólicas o tabacaleras. La posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es que dicho ofrecimiento no deberá ser aceptado por la iglesia ni por ninguna de sus instituciones. Los recursos mencionados están teñidos por la miseria humana, y en el caso de la industria de bebidas alcohólicas, llega a través de la pérdida de vidas humanas (Elena de White, Review and Herald, 15 de mayo de 1894). La comisión evangélica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es la de censurar el mal y no alabar ni estimular a quienes fabrican venenos que acarrean miseria y ruina y cuyo negocio viene a ser un robo (ver El ministerio de curación, p. 259).
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma su posición histórica en cuanto a los principios de temperancia, mantiene sus normas y programas del Artículo 22 de las Creencias Fundamentales, e insta a cada miembro a reafirmar y revelar un compromiso de abstinencia de todo tipo de alcohol y tabaco y del uso irresponsable de drogas. El Concilio Anual de 1992 convoca a un reavivamiento de los principios de temperancia dentro de la iglesia, e insta a los feligreses y a las organizaciones de la iglesia a que rechacen donaciones y favores de las industrias mencionadas.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual del 11 de octubre de 1992 realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
Llamados a comprometerse con la salud y la sanidad
La Iglesia Adventista del Séptimo Día
reafirma el compromiso y los objetivos de su Ministerio de
la Salud con el propósito de lograr el bienestar de sus
miembros y de las comunidades a las cuales sirve, y de
mejorar la salud global.*
La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día
reitera su compromiso con los principios de la dignidad y la
equidad humanas, la justicia social, la libertad, la
autodeterminación, el acceso a alimentos saludables y agua
potable, y el acceso universal no discriminatorio a la
atención de la salud.
Mediante su ministerio de la predicación, la
enseñanza, la sanidad y el discipulado, la iglesia procura
representar la misión de Jesucristo de un modo tal como para
ser:
1. Globalmente considerada por enseñar un modelo holístico
de vida saludable, basado en evidencias, en la atención
primaria de la salud.
2. Vista en todo tiempo como una aliada confiable y
transparente de organizaciones con metas y visión
compatibles, para aliviar el sufrimiento y procurar la salud
y el bienestar básicos.
3. Reconocida por el alcance incondicional de su abrazo a
todas las personas, en busca de la salud y el bienestar
básicos.
4. Comprometida no sólo administrativamente sino también
funcionalmente en todos los niveles, incluyendo cada
congregación y cada miembro de iglesia, en este ministerio
de la salud y la sanidad.
———————
* Esta declaración sigue las deliberaciones y
recomendaciones de la Conferencia Global sobre Salud y
Estilo de Vida realizada en Ginebra en julio de 2009, en
colaboración con la Organización Mundial de la Salud, y
llama a la cooperación con organismos de similar
credibilidad que procuran el mejoramiento de la salud
global.
Este documento fue votado por la Junta
Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del
Séptimo Día en la sesión del Concilio Anual realizado en
Silver Spring, Maryland, EE.UU, el 14 de octubre de 2009.
“La Iglesia Adventista del Séptimo Día coloca un fuerte énfasis en la salud y el bienestar. El énfasis adventista en la salud se basa en la revelación bíblica, los escritos inspirados de E.G. White (cofundadora de la iglesia) y en la literatura científica comprobada por pares. Así, animamos a la inmunización/vacunación responsable y no tenemos razón con base en la fe para no animar a nuestros adherentes a participar de manera responsable en programas de inmunización protectores y preventivos. Valoramos la salud y la seguridad de la población, lo que incluye el mantenimiento de la ‘inmunidad colectiva’.
“No somos la consciencia del feligrés individual y reconocemos las decisiones individuales. Estas las ejercen las personas. La decisión de no ser inmunizado no es y no debe ser vista como el dogma ni la doctrina de la Iglesia Adventistas del Séptimo Día”
Declaracion de Asociacion General de los Adventistas del Séptimo Día del 15/03/2015. Ratificada y publicada por la DSA en https://noticias.adventistas.org/es/noticia/salud/iglesia-adventista-adopta-posicion-con-respecto-a-las-vacunas/ 25/03/2015
Libertad y responsabilidad teológica y académica
Documento 1:
Declaración sobre libertad y responsabilidad teológica y académica
La iglesia y sus instituciones
La libertad para el pastor/obrero, de aquí en adelante referido como obrero, se basa en la premisa teológica de que Dios valora la libertad, y que sin ella no puede haber amor, verdad o justicia. El amor pide que el afecto y la dedicación se den sin restricciones; la aceptación de la verdad requiere un examen dispuesto y la recepción de las evidencias y los argumentos; la justicia demanda el respeto por los derechos personales y la libertad. La presencia de estos elementos dentro de la iglesia alimenta el espíritu de unidad por el cual Jesús oró (Juan 17:21-23; Sal. 133).
Los adventistas han derivado su concepto distintivo del mundo del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento. Creen que la verdad bíblica y la libertad de conciencia son asuntos vitales en el gran conflicto entre el bien y el mal. Por su misma naturaleza, el mal depende, para mantenerse, del engaño y la falsedad, y a veces de la fuerza. La verdad prospera mejor en un clima de libertad, persuasión y un sincero deseo de hacer la voluntad de Dios (Juan 7:17; Sal. 111:10). En consecuencia, es consistente con la práctica administrativa adventista el reconocer el privilegio del obrero de estudiar la Biblia por sí mismo con el fin de examinarlo todo (1 Tes. 5:21). Sería inconsecuente para la iglesia predicar que la verdad y la libertad no pueden existir la una sin la otra, y luego negar a sus obreros el derecho de investigar libremente todas las afirmaciones de la verdad. Por lo tanto, esto significa que la iglesia no pondrá obstáculos a la búsqueda de la verdad, sino que animará a sus obreros y feligreses a ocuparse en el estudio serio de las Escrituras y a apreciar la luz espiritual que ellas revelan (Sal. 119:130).
Aunque el obrero es libre para seguir sus estudios, no debe suponer que su perspectiva personal y limitada no necesite las percepciones y la influencia de la iglesia a la que sirve. Lo que él piensa que es la verdad, la comunidad mayor de los creyentes puede considerar que es un error. Y se invita a los obreros y a los miembros a estar en armonía sobre los puntos esenciales para “que no haya entre vosotros divisiones” (1 Cor. 1:10).
La libertad para el cristiano individual surge de pertenecer a la comunidad de Cristo. Ninguno está libre en el sentido bíblico si no está en relación con Dios y los demás. Por lo tanto, el estudio de la comunidad afirma y confirma la verdad teológica. Una persona puede estimular a la comunidad a estudiar un tema, pero sólo el pueblo de Dios y la iglesia como un todo pueden decidir qué es la verdad o qué no es la verdad a la luz de las Escrituras.
Ningún miembro u obrero puede servir como un intérprete infalible para ningún otro. Por cuanto muchas veces surgen dentro de la misma iglesia enseñanzas engañosas, perjudiciales para el bienestar de las almas (Hech. 20:29-31; 2 Ped. 2:1), la única seguridad para ella es no recibir ni fomentar una doctrina o una interpretación nuevas sin primero someterla al juicio de hermanos de experiencia, porque “en la multitud de consejeros hay seguridad” (Prov. 11:14).
Aun una vislumbre genuina de una verdad descubierta por un obrero puede no ser aceptable para el cuerpo de la iglesia cuando se la expone por primera vez. Si tal enseñanza es divisiva, no debería ser enseñada ni predicada hasta ser evaluada de la manera descrita más arriba. Los apóstoles mismos proporcionan un ejemplo de este enfoque (Hech. 15:2, 6; Gál. 2:2). Sería un uso irresponsable de la libertad de un obrero insistir en un punto de vista que ponga en peligro la unidad del cuerpo de la iglesia, que es tanto una parte de la verdad en sí misma así como lo son las declaraciones de doctrina formuladas (Fil. 1:27; Rom. 15:5, 6).
Además, los obreros deberían distinguir entre las doctrinas que no pueden ser comprometidas sin destruir el evangelio en el marco de los mensajes de los tres ángeles, y otras creencias diferentes que no son sostenidas por la iglesia. Un ejemplo de esta distinción puede verse en la decisión del Concilio de Jerusalén (Hech. 15). La preocupación del apóstol Pablo era establecer la verdad de la libertad cristiana en el evangelio para los gentiles.
Una vez que el principio fue aceptado por la iglesia, estaba dispuesto a hacer concesiones en asuntos menores (Rom. 14:5-13) por amor a la unidad.
Permitir que un principio o una verdad nuevos se trasladen a la vida diaria e la iglesia muestra respeto por la integridad del cuerpo de Cristo.
Pero, ¿dónde debe trazarse la línea entre libertad y responsabilidad? Se espera que una persona que entra al servicio de la iglesia asuma el privilegio de representar la causa de Dios de una manera responsable y honorable. Se espera que exponga la Palabra de Dios a conciencia y con preocupación cristiana por el bienestar eterno de las personas que están a su cuidado. Tal privilegio excluye la promoción de conceptos teológicos contrarios a la posición aceptada por la iglesia. Si un obrero viola esta confianza, la iglesia debe actuar para mantener su propio carácter (Hech. 20:28-31), por cuanto la comunidad de la fe puede dividirse por la promulgación de conceptos doctrinales divergentes. En consecuencia, los privilegios del obrero estarán en peligro. Esto es así porque el obrero, estando al servicio de la iglesia, es responsable por la conservación del orden y la unidad (Mar. 3:24, 25; Efe. 4:1-3; 1 Ped. 5:1-5)
Con el fin de conservar el progreso genuino en la comprensión espiritual (2 Ped. 3:18), la iglesia hará arreglos para que una comisión competente examine los conceptos divergentes de un obrero, si él cree que constituye nueva luz. Escuchar las alternativas siempre ayudará para que la verdad avance. La alternativa fortalecerá y ampliará la verdad, o quedará expuesta como falsa, confirmando con ello la posición presente. Por lo tanto, para asegurar la equidad y una evaluación madura, los administradores correspondientes seguirán las siguientes orientaciones al tratar con un obrero que alega que tiene conceptos doctrinales conflictivos.
Orientaciones para evaluar conceptos divergentes y para disciplinar a los disidentes: iglesias, asociaciones, instituciones primarias o secundarias, e instituciones no académicas.
La iglesia se reserva el derecho de emplear sólo a aquellas personas que creen personalmente en las doctrinas de la iglesia resumidas en el documento “Creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día” (1980), y se comprometen a sostenerlas. Estas personas reciben de las respectivas organizaciones eclesiásticas credenciales especiales que los identifican como obreros permanente de la iglesia. Como miembros de la iglesia, los empleados siguen sujetos a las condiciones de feligresía como están presentados en el Manual de la iglesia. Este documento también se relaciona con el empleo de personal que trabaja por un salario.
Se entiende que la disciplina que se aplica a un obrero de la iglesia que persiste en propagar conceptos doctrinales que difieren de los de la iglesia no constituye una violación de su libertad, sino más bien una protección necesaria de la integridad e identidad de la iglesia. Hay derechos eclesiásticos corporativos así como hay libertades individuales. Los privilegios de los obreros no incluyen la licencia para expresar conceptos que puedan dañar o destruir la comunidad misma que los sostiene. A pesar de un cuidadoso proceso de examen y selección, todavía puede haber ocasiones en que los conceptos teológicos de un obrero lleguen a un análisis crítico. Si es necesario un examen tal, se recomienda el siguiente proceso:
1) Consulta privada entre el presidente/director y el obrero.
La consulta debe ser hecha con un espíritu de conciliación que dé a cada obrero la oportunidad de expresar libremente sus convicciones de manera honesta y abierta. Si esta conversación preliminar indica que la persona sustenta conceptos doctrinales que divergen de la teología adventista aceptada, y no está dispuesto a abstenerse de su difusión, el presidente enviará el tema a la junta directiva o a la comisión administrativa de la asociación o de la institución, la que hará arreglos para que una comisión selecta repase la situación con el obrero.
En ocasión de la consulta entre el presidente/director y el obrero, la percepción que tenga el presidente acerca del punto en cuestión determinará
las opciones administrativas que se seguirán.
a) Si el obrero voluntariamente inicia una consulta e informa al presidente acerca de sus dudas teológicas, y si su actitud está abierta para recibir consejo sin un deseo de promulgar sus dudas y conceptos, se recomienda el siguiente plan de acción:
(1) Que el obrero siga actuando en su puesto y presente un informe escrito de su posición antes de completar seis meses.
(2) Si durante ese período el asunto es resuelto satisfactoriamente, no será necesario tomar ninguna medida.
(3) Si el asunto no queda resuelto, la junta directiva o la comisión administrativa de la asociación/ institución en la que trabaja el obrero hará los arreglos para que se presente ante una comisión examinadora (ver más abajo para los detalles acerca de su constitución y funciones).
b) Si el obrero promueve activamente sus opiniones doctrinales divergentes, y su presidente/director se ve obligado a iniciar consultas, se recomiendan los siguientes pasos:
(1) El obrero, a discreción de la junta directiva/comisión administrativa de la asociación/institución, permanecerá en su puesto con instrucciones expresas de abstenerse de hacer presentaciones públicas o privadas de sus conceptos, o se le dará una licencia administrativa durante el período de las consultas.
(2) La junta directiva/comisión administrativa de la asociación/institución en la que el obrero está empleado hará los arreglos para una presentación ante la comisión examinadora (ver más abajo por los detalles de su composición y funciones).
2) La comisión examinadora: su composición y funciones.
a) La comisión examinadora, incluyendo algunos colegas elegidos por la junta directiva/comisión administrativa de la asociación, con la participación de la organización inmediata superior, indicará el camino a seguir y evaluará el tema doctrinal.
b) El obrero presentará por escrito a la comisión examinadora los conceptos doctrinales antes de la reunión. En ocasión del examen, el obrero estará a disposición de la comisión para las consultas necesarias.
c) La comisión examinadora realizará su tarea con seriedad de propósito, honestidad completa y equidad cuidadosa. Después de la determinación cuidadosa de los puntos que constituyen el problema, dará un detallado informe escrito del análisis y de las recomendaciones a la junta directiva/comisión administrativa de la asociación/institución. Si dentro de la comisión no se alcanza un acuerdo, se dará también un informe de la minoría.
d) Si la comisión examinadora encuentra que los puntos de vista del obrero son compatibles con las creencias fundamentales de la iglesia, no será necesario hacer nada más. Sin embargo, si la posición teológica del obrero discrepa con la doctrina adventista, la comisión examinadora analizará sus conclusiones con el obrero y le aconsejará:
(1) Volver a estudiar su posición teológica con la esperanza de que esto le ayudará a eliminar su divergencia teológica.
(2) Abstenerse de promulgar sus conceptos doctrinales divergentes.
e) Si el obrero es incapaz de reconciliar sus conceptos teológicos con la posición denominacional, y además se siente impulsado por su conciencia a defender sus conceptos, tanto privadamente como en público, la comisión examinadora recomendará a la junta directiva/comisión administrativa que se le retire la credencial.
f) Si el obrero ha descubierto una posición nueva que es aceptada como válida por la comisión examinadora, sus conceptos serán estudiados por los dirigentes de la unión (o en el caso de una institución de la división/Asociación general, por los oficiales de la división/Asociación General) y, con las recomendaciones adecuadas, será referido al Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General para su definición final.
3) Provisiones para una apelación.
a) El obrero que disiente del informe, puede apelar a una comisión de apelación de siete miembros designada por la junta directiva (o la junta de la división en el caso de una institución de división/Asociación General), y presentarse ante ella. Esta comisión será dirigida por el presidente de la unión o la persona que él designe, e incluirá al secretario ministerial de la unión, dos representantes designados por la junta directiva de la división/Asociación General, el presidente/director de la asociación/institución, y dos de los colegas del obrero elegidos de entre cinco nombres sugeridos por el obrero.
b) Cualquier recomendación de la comisión de apelación de la unión/división será referida a la junta directiva de la unión/división. Los |oficiales de la unión/división, por medio del presidente, notificarán al obrero de su decisión colectiva.
c) Cualquier recomendación de la junta directiva de la unión/división será referida a la junta directiva de la asociación/institución para la decisión final acerca del empleo del obrero.
d) El obrero puede hacer una última apelación a la junta directiva de la división en la cual reside. La decisión de la división será final y se le comunicará a la junta directiva de la institución/asociación empleadora del obrero.
e) Durante el período de la presentación, el examen y la apelación, el obrero se abstendrá de presentar en público los temas en discusión.
Documento 2:
Libertad académica en las instituciones de educación superior de los Adventistas del Séptimo Día
Toda enseñanza y todo aprendizaje debe ocurrir dentro del marco de una visión de la naturaleza de la realidad, del hombre, del conocimiento y de los valores. Las raíces de la universidad cristiana se encuentran en un principio que ha sido el fundamento del largo desarrollo de toda institución de educación superior: la creencia de que la mejor educación es la que se obtiene cuando el crecimiento intelectual se realiza dentro de un ambiente en el que los conceptos basados en la Biblia son centrales para las metas de la educación. Este es el blanco de la educación adventista.
En un colegio superior o universidad adventista, como en cualquier otra institución de educación superior, el principio de la libertad académica ha sido central en el establecimiento de esas metas. Este principio refleja la creencia en la libertad como un derecho esencial en una sociedad democrática, pero con un enfoque particular en una comunidad académica. Esto garantiza que los profesores y los estudiantes podrán llevar adelante las funciones de aprendizaje, de investigación y de enseñanza con un mínimo de restricciones. Se aplica a los temas dentro de la especialidad profesional del profesor, dentro de los cuales hay una necesidad especial de libertad para buscar la verdad. También se aplica a la atmósfera de indagaciones necesaria en una comunidad académica si el aprendizaje ha de ser honesto y cabal.
Para un colegio superior o universidad de la iglesia, la libertad académica tiene una importancia adicional. Es más importante de lo que es en una institución secular, y no menos, porque es esencial para el bienestar de la iglesia misma. Esto pone la responsabilidad sobre el profesor cristiano de tener disciplina propia, ser responsable y maduro, a investigar, enseñar y publicar dentro del área de su competencia académica, sin limitaciones externas, pero con la debida consideración del carácter y las metas de la institución que le proporciona la credencial, y con una preocupación por el bienestar espiritual e intelectual de sus estudiantes. Por ello, los colegios superiores y universidades adventistas sustentan los principios de libertad académica, generalmente considerados importantes en la educación superior. Estos principios permiten la búsqueda disciplinada y creativa de la verdad. También reconocen que las libertades nunca son absolutas, y que implican responsabilidades proporcionales.
Los siguientes principios de libertad académica se establecen dentro del contexto de la responsabilidad, con atención especial a las limitaciones necesarias por causa de las metas religiosas de una institución cristiana.
Libertades
1) Libertad de expresión. Aunque el derecho de tener una opinión privada es una parte de la herencia humana como criaturas de Dios, al aceptar empleo en un colegio superior/universidad adventista el profesor reconoce ciertos límites a la expresión de sus conceptos personales. Como miembro de una profesión erudita, debe reconocer que el público juzgará su profesión por las declaraciones que haga. Por lo tanto, será exacto, respetuoso de las opiniones de otros y ejercerá una restricción apropiada. Dejará en claro cuándo no habla en nombre de la institución. Al expresar conceptos particulares recordará su efecto sobre la reputación y las metas de la institución.
2) Libertad de investigación. El erudito cristiano realizará sus investigaciones dentro del contexto de su fe, y desde la perspectiva de la ética cristiana. Es libre para hacer investigación responsable con el respeto apropiado de la seguridad pública y la decencia.
3) Libertad de enseñanza. El profesor realizará sus actividades profesionales y presentará los contenidos de sus materias dentro del concepto del mundo descritos en el párrafo inicial de este documento. Como especialista dentro de una disciplina específica, le corresponde la libertad en el aula para analizar su materia con honestidad. Sin embargo, no introducirá en su enseñanza temas controvertidos que no tengan relación con su tema. La libertad académica es libertad para buscar el conocimiento y la verdad en el área de la especialidad de cada uno. No le da licencia para expresar opiniones controvertidas sobre temas fuera de su especialidad, ni la protege de ser tenida por responsable de su enseñanza.
Responsabilidades compartidas
Del mismo modo que la necesidad de libertad académica tiene una significación especial en una institución de la iglesia, las limitaciones aplicadas a esa libertad reflejan las preocupaciones de dicha institución. La primera responsabilidad del profesor y de los líderes de la institución y de la iglesia es buscar y diseminar la verdad. La segunda responsabilidad es la obligación de profesores y líderes de la institución y de la iglesia a tomar consejo juntos cuando los resultados de las investigaciones tengan algo que ver con el mensaje y la misión de la iglesia. El verdadero erudito, humilde en su búsqueda de la verdad, no rehusará escuchar los hallazgos y el consejo de otros. Reconocerá que los otros también han descubierto y están descubriendo la verdad. Aprenderá de ellos y buscará activamente el consejo de ellos con respecto a la expresión de sus conceptos que no estén en armonía con los que generalmente se enseñan en su iglesia, porque su preocupación es la armonía dentro de la comunidad de la iglesia.
Por otro lado, se espera que los líderes de la iglesia fomenten una atmósfera de cordialidad cristiana dentro de la cual el erudito no se sentirá amenazado si lo que encuentra difiere de los conceptos mantenidos tradicionalmente. Siendo que el desarrollo dinámico de la iglesia depende del estudio continuo de eruditos consagrados, el presidente, la junta directiva y los dirigentes de la iglesia protegerán al erudito, no sólo por su propio valor, sino también por la causa de la verdad y del bienestar de la iglesia. La posición doctrinal histórica de la iglesia ha sido definida por la Asociación General en Congreso, y se ha publicado en el Seventh-day Adventist Yearbook [Anuario de los Adventistas del Séptimo Día] bajo el título “Creencias fundamentales”. Se espera que un profesor, en una de las instituciones educativas de la iglesia, no enseñará como verdad lo que es contrario a dichas creencias fundamentales. La verdad, recordará, no es sólo el producto del crisol de la controversia; también produce perturbaciones.
El erudito consagrado ejercerá discreción al presentar conceptos que podrían amenazar la unidad de la iglesia y la efectividad de la acción de la iglesia. Aparte de las creencias fundamentales pueden existir hallazgos e interpretaciones en las que ocurran diferencias de opinión dentro de la iglesia, pero que no afectan la relación de la persona con ella ni con su mensaje. Al expresar tales diferencias, un profesor será justo en su presentación y mostrará claramente su lealtad a la iglesia. Intentará diferenciar entre hipótesis y hechos, y entre temas periféricos y centrales. Cuando surgen preguntas que tratan de asuntos de libertad académica, cada universidad o colegio superior debe tener procedimientos claramente establecidos para seguir en caso de tales dudas. Estos procedimientos deben incluir el examen por sus colegas, un proceso de apelación, y un examen del tema por la junta directiva o el directorio. Se debe tener el máximo cuidado para que las decisiones sean justas y equitativas, y que protejan tanto los derechos del profesor como la integridad de la institución. La protección de ambos no es sólo un asunto de justicia, sino que en un campus universitario o de colegio superior también es un asunto de crear y proteger la colegialidad. También es una protección contra lo que es disociador, lo servil y lo fraudulento.
Puesta en práctica
Se recomienda que la administración presente las declaraciones sobre Libertad Académica al cuerpo docente de cada colegio superior/universidad y al directorio, con el fin de ser usado como la base para la preparación de la declaración de libertad académica de cada institución.
Este documento fue aprobado y votado por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Washington, D.C., el 11 de octubre de 1987.
Los adventistas apoyan la proclamación de las Naciones Unidas de designar el año 1995 como el Año de la tolerancia. Esta proclamación llega en un momento oportuno, cuando la intolerancia abunda en todos los continentes: extremistas religiosos fanáticos, racismo, tribalismo, limpieza étnica, enemistad lingüística y otras formas de terrorismo y violencia. Los cristianos deben aceptar su parte de la culpa por el prejuicio y la falta de humanidad hacia los seres humanos. La tolerancia, la capacidad de soportar circunstancias desfavorables, es sólo el comienzo. Los cristianos y todas las personas de buena voluntad deben ir mucho más allá de este concepto negativo, y desarrollar simpatía por las creencias y prácticas que no sólo son diferentes, sino que aun pueden estar en conflicto con las propias. El diálogo es ciertamente mucho mejor que las diatribas. Los seres humanos deben aprender a estar de acuerdo o en desacuerdo, sin violencia; deben ser capaces de analizar diferentes puntos de vista sin odio ni rencor. Esto no significa docilidad o sumisión abyecta, sino una participación y respeto por los derechos iguales de los demás.
Cada persona tiene el derecho y la responsabilidad de expresar sus ideas y sus ideales con entusiasmo y vitalidad, pero sin alcanzar el ardor o la virulencia de palabras o actos violentos. Finalmente, la tolerancia, en su mejor expresión no es sólo la aceptación de otros conceptos y personas, sino avanzar en benevolencia, capacidad de respuesta y comprensión hacia los demás, hacia cada ser humano.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
Los valores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
Los valores adventistas están enraizados en la revelación de Dios provista por la Biblia y la vida de Jesucristo. Nuestro sentido de identidad y de llamado derivan de una comprensión de las profecías bíblicas, especialmente de aquellas que hacen referencia al tiempo que precede inmediatamente al retorno de Jesús. Como consecuencia, todo en la vida pasa a ser una experiencia y demostración del involucramiento con Dios y con su reino. Nuestro sentido de misión está orientado por la percepción de que cada persona, independientemente de las circunstancias, es de infinito valor para Dios y, por tanto, merecedora de respeto y de dignidad. Mediante la gracia de Dios cada persona posee un don y es necesaria en las distintas actividades de la familia de la Iglesia Adventista. Nuestro respeto por la diversidad, individualidad y libertad se equilibra en consideración de la comunidad. Somos uno, una familia de fe mundial, comprometida en la representación del reino de Dios en el mundo a través de una conducta ética, una consideración mutua y un servicio amante.
Nuestra fidelidad a Dios comprende el compromiso y el apoyo a su cuerpo, la Iglesia Adventista.
Esta declaración fue votada por la Junta Ejecutiva de la Asociación General en el Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 10 de octubre de 2004. Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
Los adventistas creemos que todas las personas, hombres y mujeres, fueron creados iguales, a la imagen de un Dios amante. Creemos que tanto los hombres como las mujeres fueron llamados a desempeñar papeles importantes en cumplir la misión principal de la Iglesia Adventista: trabajar juntos para el beneficio de la humanidad. Sin embargo, sentimos con dolor que a través del mundo, en las naciones desarrolladas y las que están en desarrollo, condiciones societarias adversas a menudo inhiben a las mujeres de cumplir el potencial dado por Dios.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha identificado varios problemas importantes, bien documentados por la investigación, que a menudo impiden que la mujer haga contribuciones valiosas a la sociedad. El estrés, el ambiente y las demandas crecientes han colocado a la mujer en mayores riesgos de tener problemas de salud. La pobreza y una pesada carga de trabajo no sólo privan a la mujer de su capacidad para gozar la vida, sino también menoscaban su bienestar físico y espiritual. La violencia familiar demanda un pesado tributo de sus víctimas.
Las mujeres tienen derecho a los privilegios y oportunidades que Dios les ha dado, y que fueron destinados a todo ser humano: el derecho a la alfabetización, a la educación, a un cuidado adecuado de su salud, a la capacidad de hacer decisiones y a la libertad de abusos mentales, físicos o sexuales. También sostenemos que las mujeres deberían desempeñar un papel creciente en el liderazgo y en los cuerpos de decisión de la iglesia y de la sociedad. Por último, creemos que la iglesia cumplirá su misión sólo cuando las mujeres puedan lograr alcanzar su pleno potencial.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
Los adventistas basamos nuestra esperanza en la vida, muerte y resurrección de Cristo, y esperamos gozosamente la consumación de esa esperanza en el pronto retorno de Jesús. Fundamentamos nuestra fe en las enseñanzas de las Escrituras, y creemos que el paso del tiempo es significativo porque nos acerca al acontecimiento más maravilloso que jamás será presenciado por ojos humanos. Sin embargo, aunque esperamos ansiosamente el retorno visible de Cristo, no especulamos sobre el momento histórico preciso cuando ese acontecimiento sucederá, ya que Jesús nos dijo: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad” (Hech. 1:7). Por consiguiente, como adventistas no atribuimos ningún significado religioso a la terminación de un milenio ni al comienzo de uno nuevo. El año 2000 no tiene significado profético particular; no se lo menciona en la Biblia, y cualquier especulación con relación a su significado religioso debe ser rechazada. Sin embargo, sabemos que cada año que pasa nos lleva más cerca del retorno de nuestro Señor.
Comprendemos que el paso de un milenio a otro tiene un impacto emocional significativo en los seres humanos. Nadie de los que estamos vivos ha experimentado un evento tal. Muchos están llenos de preocupación, expectación e incluso temor, a medida que nos aproximamos al año 2000.
Aunque muchas personas están aprensivas ante el desorden en la naturaleza y en la sociedad, nuestro Señor dice: “No se turbe vuestro corazón...” (Juan 14:1). Por lo tanto, como adventistas, compartimos la esperanza de un futuro glorioso que llegará a ser realidad en el momento designado por Dios.
Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General el 29 de septiembre de 1999 en Silver Spring, Maryland, EE.UU.
Declaración sobre la visión bíblica de la vida intrauterina y sus implicaciones para el Aborto
Los seres humanos son creados a la imagen de Dios. Parte del
don que Dios nos concedió como humanos es la procreación, la
habilidad de participar en la creación junto con el Autor de
la vida. Ese don sagrado siempre debería ser valorizado y
estimado. En el plan original de Dios, todo embarazo debería
ser el resultado de la expresión de amor entre un hombre y
una mujer comprometidos el uno con el otro en matrimonio. Un
embarazo debería ser deseado, y cada bebé debería ser amado,
valorado y nutrido aun antes del nacimiento. Infelizmente,
desde la entrada del pecado, Satanás se ha esforzado
intencionalmente para arruinar la imagen de Dios,
desfigurando todos sus dones, incluyendo el de la
procreación. En consecuencia, a veces, las personas se
enfrentan con dilemas y decisiones relativas a un embarazo.
La Iglesia
Adventista del Séptimo Día está comprometida con las enseñanzas y los principios
de las Sagradas Escrituras, que expresan los valores de Dios en la vida y
proporcionan orientaciones para futuros padres y madres, equipos médicos,
iglesias y todos los creyentes, en cuestiones de fe, doctrina, comportamiento
ético y estilo de vida. Aunque no sea la conciencia de los creyentes de forma
individual, la iglesia tiene el deber de transmitir los principios y las
enseñanzas de la Palabra de Dios.
Esta
declaración afirma la santidad de la vida y presenta principios bíblicos
relacionados con el aborto. Según esta declaración, el aborto se define como
cualquier acción destinada a cesar la vida intrauterina e interrumpir el
embarazo, y no incluye la interrupción espontánea de un embarazo, también
conocida como aborto espontáneo.
Principios y
enseñanzas bíblicos relacionados con el aborto
1.
Dios defiende el valor y la santidad de la vida
humana. La vida humana es del más alto valor
para Dios. Habiendo creado a la humanidad a su imagen (Gén. 1:27; 2:7), Dios
tiene un interés personal en las personas. Dios las ama y se comunica con ellas,
y ellas a su vez pueden amarlo y comunicarse con él.
La vida es un
don de Dios, y Dios es el Dador de la vida. En Jesús está la vida (Juan 1:4). Él
tiene vida en sí mismo (Juan 5:26). Él es la Resurrección y la Vida (Juan 11:25;
14:6). Él provee vida en abundancia (Juan 10:10). Quien tiene al Hijo tiene la
vida (1Juan 5:12). También es el Sustentador de la vida (Hech. 17:25-28; Col.
1:17; Heb. 1:1-3), y se describe al Espíritu Santo como el Espíritu de vida
(Rom. 8:2). Dios se preocupa profundamente por su Creación y, especialmente,por
la humanidad.
Además, la
importancia de la vida humana se ve recalcada por el hecho de que, después de la
Caída (Gén. 3), Dios “ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Aunque Dios pudo haber
abandonado y destruido a la humanidad pecadora, optó por la vida. Como
consecuencia, los seguidores de Cristo serán resucitados de entre los muertos y
vivirán en comunión cara a cara con Dios (Juan 11:25, 26; 1 Tes. 4:15, 16; Apoc.
21:3). Así, la vida humana es de valor inestimable. Eso vale para todas las
fases de la vida humana: niños no nacidos, niños de varias edades, adolescentes,
adultos y ancianos, independientemente de sus capacidades físicas, mentales y
emocionales. También es válido para todos los humanos sin distinción de sexo,
etnia, estatus social, religión y cualquier otra cosa que pueda distinguirlos.
Tal comprensión de la santidad de la vida da un valor inviolable e igual a toda
y cualquier vida humana, y exige que sea tratada con el máximo respeto y
cuidado.
2.
Dios considera al niño que aún no nació como vida
humana. La vida prenatal es preciosa a los ojos
de Dios, y la Biblia describe el conocimiento de Dios sobre las personas antes
de que sean concebidas. “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban
escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de
ellas” (Sal. 139:16). En algunos casos, Dios guió directamente la vida prenatal.
Sansón debía ser “nazareo, consagrado a Dios desde antes de nacer” (Juec. 13:5,
NVI). El siervo de Dios dijo: “Jehová me llamó desde el vientre” (Isa. 49:1, 5).
Jeremías ya había sido elegido profeta antes de nacer (Jer. 1:5), al igual que
Pablo (Gál. 1:15), y Juan el Bautista sería “lleno del Espíritu Santo, aun desde
el vientre de su madre” (Luc. 1:15). Refiriéndose a Jesús, el ángel Gabriel
explicó a María: “también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”
(Luc. 1:35). En su encarnación, el propio Jesús experimentó el período prenatal
humano y fue reconocido como el Mesías e Hijo de Dios después de ser concebido
(Luc. 1:40-45). La Biblia ya atribuye alegría al niño no nacido (Luc. 1:44) y
hasta rivalidad (Gén. 25:21-23). Los niños aún no nacidos tienen un lugar seguro
con Dios (Job 10:8-12; 31:13-15). La ley bíblica muestra un fuerte respeto por
la protección de la vida humana y considera un daño grave la pérdida de un bebé
o de una madre como consecuencia de un acto violento (Éxo. 21:22-23).
3.
La voluntad de Dios con relación a la vida humana
está expresada en los Diez Mandamientos y fue explicada por Jesús en el Sermón
del Monte. El Decálogo fue dado al pueblo del
pacto de Dios y al mundo para guiar su vida y protegerla. Sus mandamientos son
verdades inmutables que deberían ser apreciadas, respetadas y obedecidas. El
salmista alaba la Ley de Dios (por ejemplo, Sal. 119), y Pablo la llama santa,
justa y buena (Rom. 7:12). El sexto Mandamiento afirma: “No matarás” (Éxo.
20:13), y apela a la preservación de la vida humana. El principio de preservar
la vida establecido en el sexto Mandamiento pone al aborto dentro de ese
esquema. Jesús reforzó el mandamiento de no matar en Mateo 5:21 y 22. La vida
está protegida por Dios. Esta no se mide por las habilidades de los individuos o
su utilidad, sino que su valor está en ser creación de Dios y por el amor
sacrificial puesto en ella. La personalidad, el valor humano y la salvación no
son conquistados o merecidos, sino concedidos por la gracia de Dios.
4.
Dios es el Dueño de la vida y los seres humanos son
sus mayordomos. Las Escrituras enseñan que Dios
es el Dueño de todo (Sal. 50:10-12). Dios tiene una doble reivindicación sobre
los seres humanos. Le pertenecen porque él es el Creador. Por lo tanto, es su
Dueño (Sal. 139:13-16). También le pertenecen porque es el Redentor y los compró
por el precio más alto, su propia vida (1 Cor. 6:19, 20). Eso significa que
todos los seres humanos son mayordomos de todo lo que Dios les confió,
incluyendo su propia vida, y la vida de sus hijos y de los que están en
gestación.
La
administración de la vida también incluye asumir responsabilidades que de alguna
forma limitan sus elecciones (1 Cor. 6:19, 20). Siendo Dios el Dador y Dueño de
la vida, los seres humanos no tienen el control absoluto sobre sí mismos y
deberían intentar conservar la vida siempre que sea posible. El principio de la
mayordomía de la vida obliga a la comunidad de creyentes a guiar, apoyar, cuidar
y amar a los que están enfrentando decisiones sobre el embarazo.
5.
La Biblia enseña el cuidado del débil y el
vulnerable. Dios mismo cuida de los
desfavorecidos y oprimidos, y los protege. “Él
es el gran Dios, poderoso y terrible, que no actúa con parcialidad ni acepta
sobornos. Él defiende la causa del huérfano y de la viuda, y muestra su amor por
el extranjero, proveyéndole ropa y alimentos” (Deut. 10:17, 18, NVI;cf.
Sal. 82:3,4; Sant. 1:27). Él no permite que los hijos sean responsables por los
pecados de los padres (Eze. 18:20). Dios espera lo mismo de sus hijos, los llama
para ayudar a aliviar las cargas de los vulnerables (Sal. 41:1; 82:3, 4; Hech.
20:35). Jesús habla del menor de sus hermanos (Mat. 25:40), por el cual sus
seguidores son responsables, y de los pequeñitos que no deben ser despreciados o
perdidos (Mat. 18:10-14). Los menores, es decir, los que aún no nacieron,
deberían ser contados entre ellos.
6.
La gracia de Dios promueve la vida en un mundo
manchado por el pecado y la muerte. La
naturaleza de Dios es proteger, preservar y sustentar la vida. Además de la
providencia de Dios sobre su Creación (Sal. 103:19; Col. 1:17; Heb. 1:3), la
Biblia reconoce los amplios, devastadores y degradantes efectos del pecado en la
Creación, incluso en el cuerpo humano. En Romanos 8:20 al 24, Pablo describe el
impacto de la Caída,que sujetó la Creación a la vanidad. En consecuencia, en
casos raros y extremos, la concepción humana puede producir gestaciones con
perspectivas fatales y/o anomalías de nacimiento graves con riesgo de muerte que
presentan dilemas excepcionales a individuos y matrimonios. Las decisiones en
esos casos pueden quedar a conciencia de los individuos involucrados y de sus
familias. Esas decisiones deben ser bien informadas y guiadas por el Espíritu
Santo y por la visión bíblica de la vida descrita anteriormente. La gracia de
Dios promueve y protege la vida. Los individuos en esas situaciones desafiantes
pueden buscar al Señor con sinceridad, y encontrar dirección, aliento y paz en
él.
Implicaciones
La Iglesia
Adventista del Séptimo Día considera el aborto como falto de armonía con el plan
de Dios para la vida humana. Afecta al ser antes de nacer, a la madre, al padre,
a los miembros cercanos o lejanos de la familia, a la familia de la iglesia y a
la sociedad, con consecuencias a largo plazo para todos. Los creyentes buscarán
confiar en Dios y seguir su voluntad, sabiendo que él tiene en mente los mejores
intereses.
Aunque no
apoye el aborto, la iglesia y los miembros son llamados a seguir el ejemplo de
Jesús, quien estaba “lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14), para (1) crear
una atmósfera de amor verdadero y lleno de gracia, cuidado pastoral bíblico y
apoyo amoroso a los que enfrentan decisiones difíciles relacionadas con el
aborto; (2) solicitar la ayuda de familias funcionales y comprometidas, y
educarlas para que presten asistencia a individuos, matrimonios y familias en
dificultades; (3) alentar a los miembros de la iglesia a abrir sus hogares a las
personas necesitadas, incluyendo padres solteros, hijos sin padres y niños
adoptivos o que esperan ser adoptados; (4) cuidar profundamente y apoyar de
varias formas a las mujeres embarazadas que deciden quedarse con sus hijos que
aún están en gestación; y (5) ofrecer apoyo emocional y espiritual a las que por
diversas razones abortaron o fueron obligadas a abortar y pueden estar sufriendo
física, emocional y/o espiritualmente.
La cuestión
del aborto presenta enormes desafíos, pero ofrece a los individuos y a la
iglesia la oportunidad de ser lo que ellos anhelan ser, la confraternidad de
hermanos y hermanas, la comunidad de creyentes, la familia de Dios, que revela
el
amor inmensurable e infalible del Señor.
Orientaciones
Muchas sociedades contemporáneas han enfrentado el conflicto de la moralidad del aborto1. Dicho conflicto también ha afectado a muchos dentro del cristianismo, que quieren aceptar la responsabilidad de la protección de la vida humana prenatal a la vez que preservar la libertad personal de la mujer. La necesidad de orientaciones pasó a ser evidente en el intento de la iglesia de seguir las Escrituras para proveer orientación moral a la vez que respetar la individualidad de consciencia. Los adventistas desean relacionarse con la cuestión del aborto de una manera que revele su fe en Dios como el Creador y Sustentador de toda vida, y que también refleje su responsabilidad y libertad cristianas. Aún cuando entre los adventistas existen francas diferencias en cuanto al aborto, las siguientes orientaciones representan un intento de proveer orientaciones en una cantidad de principios y temas. Las orientaciones están basadas en amplios principios (transcriptos al final del documento) para ser estudiados2
1) La vida humana prenatal es un magnífico don de Dios. El ideal de Dios para los seres humanos establece la santidad de la vida humana, a imagen de Dios, y exige respeto por la vida prenatal. No obstante, las decisiones acerca de la vida deben ser tomadas en el contexto de un mundo caído. El aborto nunca es un acto de pequeñas consecuencias morales. De esta manera la vida prenatal no debe ser destruida irreflexivamente. El aborto debería ser practicado únicamente por razones muy serias.
2) El aborto es uno de los trágicos dilemas de la condición degradada del hombre. La iglesia debería ofrecer un respaldo amable para quienes enfrentan personalmente la decisión del aborto. Las actitudes de condena son impropias en los que han aceptado el evangelio. Como cristianos tenemos el cometido de transformarnos en una comunidad de fe afectuosa, solícita para ayudar a quienes están en crisis al considerar alternativas.
3) En forma práctica y de manera tangible la iglesia como una comunidad sustentadora deberá expresar su compromiso hacia el valor de la vida humana. Estas maneras deberán incluir:
a) fortalecer las relaciones familiares,
b) educar a ambos sexos en relación con los principios cristianos de la sexualidad humana,
c) enfatizar la responsabilidad del hombre y la mujer en relación con la planificación familiar,
d) señalar a ambos que deben ser responsables en relación con las consecuencias del comportamientos que son inconsistentes con los principios cristianos,
e) crear una atmósfera segura para el desarrollo de discusiones acerca de asuntos morales asociados con el aborto,
f) ofrecer ayuda y asistencia a las mujeres que deciden completar embarazos con problemas, y
g) animar y apoyar al padre a participar responsablemente en la tarea de cuidar a sus hijos.
La iglesia también deberá proponerse la misión de mitigar los desafortunados factores sociales, económicos y psicológicos que puedan llevar hacia el aborto, y prestar atención redentora a quienes sufren las consecuencias de decisiones individuales en esta cuestión.
4) La iglesia no debe servir como conciencia para los individuos; de cualquier modo, debería proveer orientación moral. El aborto por razones de control de la natalidad, selección de sexo o por conveniencias no es tolerado por la iglesia. Sin embargo, a veces las mujeres pueden enfrentar alguna circunstancia excepcional que presenta serios dilemas morales o médicos tales como una amenaza significativa para la vida de la mujer embarazada, serios peligros para su salud, severos defectos congénitos cuidadosamente diagnosticados en el feto, y embarazos resultantes de una violación o incesto. La decisión final en cuanto a la interrupción del embarazo o no, debería ser hecha por la mujer embarazada luego de adecuada consulta. Para tomar su decisión, ella deberá ser ayudada con informaciones precisas, principios bíblicos y la orientación del Espíritu Santo. Por otra parte, estas decisiones son mejor tomadas dentro del contexto de una relación familiar saludable.
5) Los cristianos reconocen que su primera y principal responsabilidad es para con Dios. Procuran un equilibrio entre el ejercicio de la libertad individual y la responsabilidad hacia la comunidad de fe y la sociedad en general y sus leyes. Realizan sus elecciones conforme a las Escrituras y las leyes de Dios y no en base a normas de la sociedad. Por consiguiente, cualquier intento de obligar a una mujer a permanecer embarazada o interrumpir su embarazo deberá ser rechazado como trasgresión de la libertad personal.
6) Las instituciones de la iglesia deben ser provistas de orientación para desarrollar sus propios reglamentos institucionales, en armonía con estas orientaciones. Las personas que tengan objeciones religiosas o éticas hacia el aborto no deberían ser obligadas a participar en la realización del mismo.
7) Los miembros de iglesia deberían ser animados a participar en el desarrollo de las discusiones acerca de sus responsabilidades morales con relación al aborto a la luz de las enseñanzas de las Escrituras.
Principios para una visión cristiana de la vida humana
Introducción
“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). En Cristo está la promesa de vida eterna; pero siendo que la vida humana es mortal, los seres humanos están confrontados al difícil tema de la vida y la muerte. Los siguientes principios se refieren a la persona total (cuerpo, alma y espíritu), un todo indivisible (Gén. 2:7; 1 Tes. 5:23).
La vida: nuestro valioso don de Dios
1. Dios es la Fuente, el Dador y Sustentador de toda vida (Hech. 17:25, 28; Job 33:4; Gén. 1:30; 2:7; Sal. 36:9; Juan 1:3, 4).
2. La vida humana tiene un valor único, puesto que los seres humanos, aún cuando caídos, son creados a la imagen de Dios (Gén. 1:27; Rom. 3:23; 1 Juan 2:2; 3:2; Juan 1:29; 1 Ped. 1:18, 19).
3. Dios da valor a la vida humana no sobre la base de los logros o las contribuciones humanas, sino porque somos creación de Dios y el objeto de su amor redentor (Rom. 5:6, 8; Efe. 2:2-6; 1 Tim. 1:15; Tito 3:4, 5; Mat. 5:43-48; Efe. 2:4-9; Juan 1:3; 10:10).
La vida: nuestra respuesta al don de Dios
4. Estimable como es, la vida humana no es la sola y única preocupación. El autosacrificio en devoción a Dios y sus principios pueden ocupar un lugar de prioridad sobre la vida misma (Apoc. 12:11; 1 Cor. 13).
5. Dios reivindica la protección de la vida humana y considera a la humanidad responsable por su destrucción (Éxo. 20:13; Apoc. 21:8; Éxo. 23:7; Deut. 24:16; Prov. 6:16, 17; Jer. 7:3-34; Miq. 6:7; Gén. 9:5, 6).
6. Dios está especialmente preocupado por la protección de los débiles, los indefensos y los oprimidos (Sal. 82:3, 4; Sant. 1:27; Miq. 6:8; Hech. 20:35; Prov. 24:11, 12; Luc. 1:52-54).
7. El amor cristiano (agápe) es la valiosa dedicación de nuestras vidas para elevar la vida de los otros. El amor también respeta la dignidad personal y no tolera la opresión de una persona bajo el comportamiento abusivo de otra (Mat. 16:21; Fil. 2:1-11; 1 Juan 3:16; 4:8-11; Mat. 22:39; Juan 18:22, 23; Juan 13:34).
8. La comunidad creyente es llamada a demostrar amor cristiano en forma tangible, práctica y sustancial. Dios nos llama para restaurar suavemente al quebrantado (Gál. 6:1, 2;1 Juan 3:17, 18; Mat. 1:23; Fil. 2:1-11; Juan 8:2-11; Rom. 8:1-14; Mat. 7:1, 2; 12:20; Isa. 40:42; 62:2-4).
La vida: nuestro derecho y responsabilidad de decidir
9. Dios da a la humanidad la libertad de elegir, aún cuando esto lleve al abuso y a consecuencias trágicas. Su renuencia a forzar la obediencia humana requirió el sacrificio de su Hijo. Él nos pide que usemos sus dones en concordancia con sus deseos y finalmente juzgará el mal uso (Deut. 30:19, 20; Gén. 3; 1 Ped. 2:24; Rom. 3:5, 6; 6:1, 2; Gál. 5:13).
10. Dios nos llama a cada uno de nosotros individualmente a hacer decisiones morales y a buscar en las Escrituras las principios bíblicos fundamentales para dichas elecciones (Juan 5:39; Hech. 17:11; 1 Ped. 2:9; Rom. 7:13-25).
11. Las decisiones acerca de la vida humana desde sus comienzos hasta su fin son mejor hechas dentro del contexto de una relación familiar saludable, con el apoyo de la comunidad de fe (Éxo. 20:12; Efe. 5; 6).
12. Las decisiones humanas deben siempre estar centradas en la búsqueda de la voluntad de Dios (Rom. 12:2; Efe. 6:6; Luc. 22:42) .
Estas orientaciones fueron aprobadas y votadas por la Junta Ejecutiva de la Asociación General en la sesión del 12 de octubre de 1992 del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU. El 16 de noviembre de 2019, estas orientaciones fueron reemplazadas por una Declaración Oficial - ver AQUI
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Referencias:
1 Aborto, tal como se usa en este documento, está definido como cualquier acto que encamine a la interrupción de un embarazo ya establecido. Esto lo distingue de la anticoncepción, que es un intento de impedir un embarazo. Por tanto, el tema de este documento es el aborto.
2 La perspectiva fundamental de esta orientación está tomada a partir de un amplio estudio de las Escrituras tal como se ve en “Principios para una visión cristiana de la vida humana” (arriba de estas notas).
Pautas
Fundamentación
La epidemia global del SIDA afecta profundamente a la misión evangélica mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los líderes de la iglesia deben estar preparados para responder a través de iniciativas en el área de la educación, la prevención, el servicio a la comunidad, y a través de actos personales de bondad para con las familias involucradas en la crisis. El SIDA no respeta las fronteras nacionales, la feligresía de iglesia, ni el género, el estado civil, la educación, los ingresos o la posición social de las personas. Está diezmando la población en muchos de los países del mundo, llevándose la vida de muchas personas, incluyendo miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Todos, especialmente los jóvenes, nos desenvolvemos en una era de laxitud moral, y necesitamos conocer los principios bíblicos concernientes a la sexualidad y al plan de Dios, en el sentido de que la intimidad sexual debe ser experimentada dentro de la protección del pacto matrimonial. Los líderes de la iglesia deberían proporcionar a los miembros información confiable y actualizada, presentada en su propio idioma y sensible a su propia cultura. La iglesia es llamada a ser, al mismo tiempo, una voz profética y compasiva, el portavoz y las manos de Dios al extender el ministerio de Cristo en la comunidad.
La misión global de la iglesia, al intentar alcanzar a todas las razas y pueblos, atrae a la hermandad de la iglesia a muchos que se infectaron con el virus del SIDA antes de unirse a la iglesia, o que están afectados por tener miembros de la familia portadores del SIDA. La epidemia es de tal magnitud que, finalmente, ninguna familia quedará sin ser afectada. Muchos están infectados involuntariamente, sin su participación. Una actitud crítica es siempre inapropiada, especialmente porque la fuente de infección no puede ser determinada con certeza. Muchos han experimentado vergüenza, temor y agonía cuando un familiar sufrió y murió con SIDA, sintiéndose muchas veces compelidos a mantener en secreto su situación de dolor.
Así como Cristo vino para ofrecer curación a un mundo sufriente, así los adventistas son comisionados a cuidar compasivamente a quienes sufren o están afectados con el virus del SIDA. Los miembros pueden servir con seguridad como dadores de cuidados, en el hogar o en las instituciones de salud, si son debidamente instruidos en cuando a cómo hacerlo.
Recomendaciones
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce su responsabilidad cristiana de responder a la crisis global del SIDA y a sus devastadores resultados sobre la humanidad y desea hacerlo de múltiples maneras, que incluyen:
1) Extender la enseñanza y el ministerio de curación de Cristo, quien sin prejuicios cuidó de todos los necesitados, participando en campañas para reducir el riesgo de que las personas adquieran el virus del SIDA, y cuidando compasivamente y sin ningún juicio crítico de todos los que resultan afectados cuando una persona sufre de SIDA.
2) Designar a una persona para que, juntamente con el personal y los recursos financieros que puedan conseguirse, responda a los desafíos del SIDA a través de iniciativas apropiadas y esfuerzos en cooperación con otras entidades en la comunidad o en el país.
3) Desarrollar y dirigir programas de educación sobre el SIDA usando los recursos de la Guía HIV/AIDS cuando sea posible.* Estos programas deben ser contextualizados de acuerdo con las peculiaridades lingüísticas y culturales, y dirigidos a:
a) Pastores: Los cursos de educación continua y los encuentros ministeriales deben tener el objetivo de preparar a los pastores para relacionarse con los miembros afectados por la crisis del SIDA. Los pastores necesitan información sobre la prevención del SIDA, y sobre cómo desarrollar un ministerio compasivo y cumplir ciertas funciones eclesiásticas relacionadas, tales como cómo conducir el servicio fúnebre de una persona que falleció como resultado de haber sido infectada con el SIDA.
b) Profesores: Deben ofrecérseles a los docentes cursos de educación continua y entrenamiento local, con énfasis en la transmisión de los valores espirituales y en cómo ayudar a los jóvenes a desarrollar la capacidad de enfrentar las presiones sexuales.
c) Padres: Los padres deben ser concientizados en cuanto a la necesidad de practicar un estilo de vida que enaltezca los valores cristianos, reconociendo que las relaciones conyugales insatisfactorias y el uso de bebidas alcohólicas u otras drogas tiene un efecto directo y negativo en los valores y las prácticas sexuales de sus hijos.
d) Miembros de iglesia: Se les puede proveer información con respecto a la sexualidad en general, y al SIDA en particular, a través de sermones, lecciones de Escuela Sabática, aconsejamiento prematrimonial, encuentros de matrimonios, seminarios sobre el SIDA, etc.
e) Comunidades: La iglesia necesita reconocer la oportunidad de testificar por Cristo y ministrar en la comunidad en general, desarrollando un programa misionero y participando en esfuerzos cooperativos con otras fuerzas de la comunidad.
4) Proteger y fortalecer el matrimonio:
a) Enalteciendo el ideal de la abstinencia del sexo premarital.
b) Prescribiendo el examen prematrimonial de HIV para ambos novios como parte de la preparación ofrecida por la iglesia para el matrimonio.
c) Exaltando el ideal de Dios de absoluta fidelidad en el matrimonio.
d) Recomendando medidas de protección contra otras formas posibles de contagio, transfusiones, cuidado en consultorios, etc.
5) Transmitir intencionalmente los valores cristianos a la siguiente generación, reconociendo que los valores sexuales individuales se establecen en la juventud. Debe darse con prioridad información exacta y al día, celebrar forums de discusión abierta, y enfatizar la dimensión moral al hacer decisiones en cuanto a la sexualidad.
* Provisto por el Departamento de Salud y Temperancia de la Asociación General, en cooperación on los miembros de la Comisión de Estudio sobre el SIDA de la AG.
Orientaciones para participar en Misión global
NOTA: Las siguientes orientaciones fueron elaboradas por la Comisión de Asuntos de Misión Global (ADCOM-S) y editadas por el Instituto de Investigaciones Bíblicas. Estas son las primeras de una serie de orientaciones presentadas para su aprobación a la Comisión Administrativa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en junio y julio de 2003. El propósito de estas orientaciones es que se utilicen, según sea apropiado, por administradores eclesiásticos, educadores y otros al proclamar el evangelio en ambientes predominantemente no cristianos. Cuando se aprueben nuevas orientaciones, serán agregadas a esta sección.
1. El uso de la Biblia en Misión en relación con los “Escritos sagrados”
Al construir puentes con los no cristianos, el uso de sus “escritos sagrados” odría ser muy útil en el contacto inicial con el fin de mostrar sensibilidad y guiar a las personas en las sendas que les son en cierta forma familiares. Pueden contener elementos de verdad que encuentran su significado más pleno y rico en el estilo de vida que se encuentra en la Biblia. Estos escritos debieran ser usados en un intento deliberado por presentarles la Biblia a las personas como la Palabra inspirada de Dios y para ayudarlos a transferir su fidelidad a los escritos bíblicos como su fuente de fe y práctica.
Sin embargo, existen ciertos riesgos que están implicados en el uso de estos escritos. Las siguientes orientaciones contribuirán a evitar esos riesgos.
a. La Biblia debiera ser reconocida como el instrumento de enseñanza y la fuente de autoridad que debe ser usada para guiar a una persona a Cristo y a una vida de fe en una sociedad donde es otra la religión dominante.
b. La iglesia no debiera usar un lenguaje que pueda dar la impresión de que reconoce o acepta la naturaleza y la autoridad asignada a los “escritos sagrados” por los seguidores de religiones no cristianas específicas.
c. Quienes usan los “escritos sagrados” como se expone más arriba debieran elaborar o crear un plan que indique cómo se llevará a cabo la transferencia de fidelidad.
d. La educación y el crecimiento espiritual de los nuevos creyentes en sociedades no cristianas se logrará sobre la base de la Biblia y su autoridad exclusiva.
2. Estructuras organizacionales transicionales
De acuerdo con Mateo 28:18 al 20, la misión de la iglesia tiene tres componentes principales inseparables:
1) La misión debiera guiar a la gente a Jesús como su Salvador y Señor por medio de la conversión y el bautismo;
2) la misión es incorporar a una comunidad de creyentes, la iglesia, en un ambiente donde puedan crecer en la fe, el conocimiento y el gozo de una comunión universal de creyentes; y,
3) la misión es alimentar y capacitar a los miembros como discípulos activos que reconozcan y utilicen sus dones espirituales para ayudar a compartir el evangelio. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido fundada y organizada por el Señor para cumplir esa comisión evangélica. La naturaleza universal de la iglesia requiere la existencia de una estructura organizacional básica y común en todo el mundo que facilite el cumplimiento de su misión.
Las condiciones políticas y religiosas en algunos países podrían dificultar o incluso imposibilitar el funcionamiento de la iglesia dentro de su estructura organizacional tradicional. Tal vez se necesite una estructura organizacional transicional. En tales casos, debieran emplearse las siguientes
orientaciones para hacer frente a la situación:
a. La estructura organizacional transicional sería justificable bajo una de las siguientes condiciones:
1) Cuando se necesiten probar nuevas iniciativas en la misión de alcanzar a pueblos resistentes o no alcanzados previamente;
2) Cuando la obra y la organización regular de la iglesia no estén permitidas debido a circunstancias locales religiosas o políticas.
b. Los líderes eclesiásticos de la División/Unión/Campo local donde se crean las estructuras organizacionales transicionales debieran determinar la naturaleza de la organización transicional, y si es apropiado elegir un liderazgo local. Además, debieran definir la administración del diezmo y las ofrendas dentro de la organización transicional.
c. Los obreros que prestan liderazgo en la organización transicional debieran estar comprometidos personalmente con la unidad doctrinal y la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y de su organización eclesiástica mundial.
d. Los nuevos conversos debieran, lo antes posible, ser conscientes del hecho de que pertenecen a una comunidad eclesiástica mundial en particular –la Iglesia Adventista del Séptimo Día–, y de que esta tiene un mensaje y una misión particulares para el mundo.
e. Lo antes posible, la estructura organizacional transicional debiera ser reemplazada por el sistema organizacional regular de la iglesia.
3. Creencias fundamentales y preparación para el bautismo
Las creencias fundamentales y los no cristianos La “Declaración de creencias fundamentales” es una expresión del mensaje eclesiástico en un lenguaje significativo para las comunidades cristianas. El desafío es determinar cómo hacer que esta declaración sea significativa para las sociedades donde los cristianos son minoría o no existen. La misión para los no cristianos despertará nuevos interrogantes que no están contemplados en las creencias fundamentales, y debieran brindarse respuestas bíblicas relevantes. Las siguientes sugerencias podrían ser de ayuda cuando se aborda este tema en particular:
a. La forma en que se presenten las creencias fundamentales y el lenguaje usado para presentarlas debe ser cuidadosamente estudiado y seleccionado con el fin de facilitar la comprensión del mensaje de la iglesia por parte de los no cristianos. Han de incentivarse la creación de estudios bíblicos preparados localmente y los instrumentos de enseñanza.
b. La tarea recién descripta debiera hacerse en centros de estudios religiosos, con la ayuda de obreros de primera línea y en consulta con la comunidad eclesiástica, teólogos, “misiólogos” y administradores.
c. Los directores de los centros de estudios religiosos debieran remitir las preguntas y preocupaciones locales no tratadas en las creencias fundamentales a la Oficina de Misión Global de la Asociación General para su estudio.
Orientaciones bautismales
Deben seguirse estas orientaciones secuenciales en la preparación de los nuevos conversos para el bautismo y la membresía de la Iglesia Adventista del Séptimo Día:
a. Un candidato debe dar clara evidencia de una experiencia personal de salvación por fe en Cristo y de una comprensión clara del mensaje adventista.
b. Un candidato debe ser guiado por la comunidad local de creyentes hasta que la comunidad pueda testificar que el candidato ha alcanzado un conocimiento y una experiencia adecuados de la fe adventista.
c. El voto bautismal, como se explica en el Manual de la iglesia, debe ser tomado como un resumen de las mínimas creencias y experiencias requeridas para el bautismo.
4. Formas de adoración
Dado que la Iglesia Adventista del Séptimo Día continúa entrando en contacto con muchas culturas diferentes de países no cristianos, el tema de las prácticas apropiadas de adoración se vuelve muy relevante. En esos lugares, es importante decidir qué es y qué no es aceptable en un servicio de adoración adventista. Convocar a las personas para adorar al único Dios verdadero desempeña un papel significativo en el mensaje y la misión de la iglesia. De hecho, en la escatología adventista el elemento central en la controversia final es el tema de la adoración y del verdadero objeto de culto.
Debiéramos ser cuidadosos y prudentes al buscar formas de contextualizar la adoración adventista alrededor del mundo. En esta tarea debiéramos estar constantemente informados de los siguientes aspectos de la adoración adventista:
a. Dios está en el centro mismo de la adoración como su objeto supremo. Cuando nos acercamos a Dios en adoración, entramos en contacto con la misma fuente de la vida, nuestro Creador, y con quien en un acto de gracia nos redimió por medio de la muerte sacrificial de su amado Hijo. Ningún ser humano debiera usurpar ese derecho divino.
b. La adoración colectiva es el pueblo de Dios que entra en su presencia como el Cuerpo de Cristo en reverencia y humildad para honrarlo y rendirle homenaje por medio de la adoración, la confesión, la oración, la acción de gracias y el canto. Los creyentes se reúnen para escuchar la Palabra, para el compañerismo, para la celebración de la Santa Cena, para servir a todos y estar equipados para la proclamación del evangelio. Nuestra fe es una invitación a la adoración sincera y muy participativa, donde la Palabra de Dios es central, la oración es ferviente, la música es sentida y la comunión en la fe es palpable. Estos elementos de adoración son indispensables en los servicios de adoración adventistas alrededor del mundo y debieran formar parte de cualquier intento de contextualizar el culto adventista.
c. Somos criaturas complejas en las que la razón y la emoción desempeñan un papel significativo. La verdadera adoración se expresa a través del cuerpo, la mente, el espíritu y las emociones. La Iglesia Adventista requiere un equilibrio apropiado en la participación de estos aspectos de nuestra personalidad en la adoración. Es importante tener en cuenta que cualquier elemento del servicio de adoración que tiende a colocar al ser humano en el centro debe ser rechazado. El grado de participación del cuerpo en la adoración puede variar de una cultura a otra, pero todo lo que se realice debiera hacerse bajo disciplina y dominio propio, teniendo en cuenta que el aspecto central del servicio de adoración es la proclamación de la Palabra y su llamado a servir a Dios y a los demás.
d. La adoración adventista debiera recurrir a la colección de tesoros de la teología adventista para proclamar con exuberancia y gozo la comunión y la unidad de creyentes en Cristo, y el gran tema del infinito amor de Dios como se ve en la creación, el plan de redención, la vida de Cristo, su obra sumo sacerdotal en el santuario celestial y su pronto regreso en gloria.
e. La música debiera ser usada para alabarlo a él y no como un medio de sobreestimular las emociones que simplemente harán que los individuos “se sientan bien”. Por medio de ella, los adoradores debieran expresar sus sentimientos más profundos de gratitud y gozo al Señor en un espíritu de santidad y reverencia. El culto adventista es para celebrar el poder creador y redentor de Dios.
Si surge la necesidad de contextualizar la forma de adorar en una cultura particular, debieran seguirse las orientaciones provistas en el documento titulado “Contextualización y sincretismo” que se desarrolla a continuación.
5. Contextualización y sincretismo
La contextualización se define en este documento como el intento intencional y discriminatorio de comunicar el mensaje evangélico de una forma culturalmente significativa. La contextualización adventista está motivada por la seria responsabilidad de cumplir la comisión evangélica en un mundo muy diverso. Se basa en la autoridad de la Escritura y en la dirección del Espíritu y apunta a comunicar la verdad bíblica en una forma culturalmente relevante. En esa tarea, la contextualización debe ser fiel a la Escritura y significativa para la nueva cultura anfitriona, recordando que todas las culturas son juzgadas por el evangelio. La contextualización intencional del modo de comunicar nuestra fe y práctica es bíblica, legítima y necesaria. Sin ella, la iglesia enfrenta los peligros de la incomunicación y de los malos entendidos, de la falta de identidad y del sincretismo. Históricamente, la adaptación se dio alrededor del mundo como una parte crucial de la divulgación del mensaje de los tres ángeles a cada familia, nación, tribu y pueblo. Esto seguirá aconteciendo.
Puesto que la iglesia sigue entrando en más ámbitos no cristianos, la cuestión del sincretismo –la combinación de verdad religiosa y error– es un desafío y una amenaza constantes. Afecta a todas las partes del mundo y debe ser tomado en serio al explorar la práctica de la contextualización. Este tema se destaca por la comprensión adventista del gran conflicto entre el bien y el mal que explica el modo de operación de Satanás: distorsionar y comprometer la verdad; no negándola, sino mezclando verdad y error, y de este modo le roba al evangelio su verdadero impacto y poder. En este contexto de peligro y distorsión potencial, es indispensable la contextualización crítica.
Dado que los efectos del pecado y la necesidad de salvación son comunes a toda la humanidad, hay verdades eternas que todas las culturas necesitan saber, que en algunos casos pueden ser comunicadas y experimentadas en formas diferentes, aunque equivalentes. La contextualización trata de apoyar todas las Creencias fundamentales y hacer que sean plenamente entendidas.
En la búsqueda de la mejor forma de contextualizar, mientras que al mismo tiempo se rechaza el sincretismo, deben seguirse ciertas orientaciones:
a. Dado que la contextualización poco crítica es tan peligrosa como la falta de contextualización, no ha de realizarse a la distancia, sino dentro de la situación cultural específica.
b. La contextualización es un proceso que debiera involucrar a líderes, teólogos, “misiólogos”, gente local y ministros de la iglesia mundial. Estos individuos debieran tener una comprensión clara de los elementos centrales del panorama mundial de la Biblia con el fin de poder distinguir entre la verdad y el error.
c. La inspección del elemento cultural específico necesitaría un análisis especialmente cuidadoso por parte de personas que estén culturalmente informadas del significado del elemento cultural particular en cuestión.
d. El análisis de lo que dice toda la Escritura acerca del tema o de temas relacionados es indispensable. Las implicancias de las enseñanzas y los principios escriturales debieran ser meditados cuidadosamente e incluidos en las estrategias propuestas.
e. En el contexto de la reflexión y la oración, las revelaciones bíblicas son normativas y deben ser aplicadas al elemento cultural específico en cuestión. El análisis puede llevar a uno de los siguientes resultados:
1) El elemento cultural particular es aceptado, porque es compatible con los principios escriturales;
2) El elemento cultural particular es modificado para hacerlo compatible con principios cristianos;
3) El elemento cultural particular es rechazado, porque contradice los principios de la Escritura.
f. El elemento cultural particular que fue aceptado o modificado es implementado cuidadosamente.
g. Después de un período de prueba, tal vez sea necesario evaluar la decisión tomada y determinar si debiera discontinuarse, modificarse o retenerse. Al final, toda verdadera contextualización debe estar sujeta a la verdad bíblica y producir frutos para el reino de Dios. La unidad de la iglesia global requiere que nos expongamos constantemente ante los demás, con la cultura de los demás, y con las ideas de los demás para que seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo” (Efe. 3:18).
Pautas
1) Conducta personal. Los empleados en organizaciones denominacionales han de ejemplificar una vida semejante a la de Cristo, y deberían evitar toda apariencia de mal. No deberían ceder ni por un momento en una conducta sexual que sea dañina para sí mismos o para los demás, y que arroje una sombra sobre su consagración a un estilo de vida cristiano.
2) Respeto mutuo. Los empleados deben respetarse y ayudarse unos a otros. Nunca deben poner a otro empleado en una situación embarazosa o de falta de respeto debido a insinuaciones sexuales. Hacerlo sería violar la ley de Dios y las leyes del país que protegen los derechos humanos en su lugar de trabajo.
3) Definición. Acoso sexual incluye, aunque no se limita a, lo siguiente:
a) Insinuaciones sexuales inoportunas, solicitud de favores sexuales, y otras conductas verbales o físicas de naturaleza sexual que afectan la situación de empleo de una persona. Tales insinuaciones constituyen acosos sexuales cuando:
(1) El sometimiento a tal conducta se ponga explícita o implícitamente como condición para el empleo de una persona.
(2) El sometimiento o el rechazo de tal conducta sea usado como una base que afectará la decisión de emplear a tal persona.
(3) Tal conducta tenga el propósito o el efecto de interferir de manera irrazonable con la realización del trabajo de una persona, o crear un ambiente que produzca intimidación, hostilidad o que sea ofensivo.
(4) Se hagan amenazas o sugerencias de que el trabajo futuro, promociones, salarios, etc. de una persona dependan de si se somete a las demandas sexuales o tolere el acoso.
b) Comentarios inoportunos orientados hacia el sexo (fastidiar, bromear, decir chistes subidos de tono, etc.); c) Presiones sutiles o pedidos de actividad sexual; d) Tocar innecesariamente a la persona (pellizcar, dar palmaditas, abrazar, rozar repetidamente el cuerpo de otra persona, etc.); y
e) Pedido de favores sexuales.
4) El ambiente de trabajo. Las organizaciones denominacionales informarán a sus empleados de que el acoso sexual en el lugar de trabajo no será tolerado. Se espera que todos los empleados eviten conductas o comportamientos inoportunos que pudieran ser interpretados como acoso sexual. Cada organización designará a un hombre y a una mujer a quienes se les podrán presentar las quejas que hubiere.
5) Información de incidentes. Si un empleado recibe acoso sexual de supervisores, colegas empleados, clientes o personas no empleadas, se seguirán de inmediato los siguientes pasos:
a) Se indicará claramente que esa conducta es agraviante.
b) Se informará del incidente a la persona apropiada. Si es posible, presentando la queja por escrito.
c) Se analizará la situación en forma objetiva y completa, y se advertirá a la persona que planteó la queja de que no debe hablar del tema con ninguna otra persona por causa de lo delicado de la situación. La persona que recibe la queja debe conservar la información en estricta confidencia, excepto lo que sea necesario para investigar o rectificar el problema.
6) Informes de terceras personas. Todos los empleados que sepan de incidentes de aparente acoso sexual en el lugar de trabajo son responsables de informar estos incidentes a la persona apropiada para que se investigue.
7) Investigación. Las quejas de acoso sexual deben investigarse con prontitud. La determinación de si cierto acto específico constituye acoso sexual o no, se hará en base a los hechos, caso por caso. Al determinar si cierta conducta mencionada constituye acoso sexual, el supervisor o la persona apropiada considerará el registro como un todo y la totalidad de las circunstancias, tales como la naturaleza de las insinuaciones sexuales y el contexto en que ocurrió el incidente.
8) Acción. Si realmente existió acoso sexual, los dirigentes apropiados tomarán una medida correctiva expedita. La disciplina puede variar desde una advertencia escrita, de la cual una copia se guarda en el legajo de la persona que ofendió a la otra, hasta el despido inmediato, dependiendo de la gravedad del acto.
Estas orientaciones fueron adoptadas por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, el 6 de octubre de 1988. Este documento fue posteriormente
expandido para incluir todas las formas de acoso (ver el documento en la página siguiente).
1) Ambiente de trabajo. La Asociación General reconoce su responsabilidad de mantener un ambiente de trabajo libre de acosos para todos los empleados. Procura alcanzar este ambiente mediante la educación de sus empleados mostrando que el acoso viola la ley y no será tolerado en la Asociación General. Ésta también procura prevenir el acoso mediante la publicación de este reglamento, el desarrollo de las sanciones apropiadas por la mala conducta, y la información a todos los empleados de que tienen el derecho a quejarse por el acoso.
Para mantener un ambiente de trabajo libre de acoso y ayudar a prevenir una conducta inapropiada en el lugar de trabajo, la Asociación General procurará seguir las siguientes acciones:
a) Cada empleado recibirá una copia de este reglamento sobre el acoso y procedimiento para las quejas; b) Cada empleado informará del recibo de este reglamento y procedimiento de quejas, que será mantenido en el legajo personal del empleado;
c) La Asociación General ha designado al director del servicio de Recursos Humanos y a los directores asociados como las personas a quienes pueden presentarse las quejas de acoso, además del director del departamento del empleado.
2) Conducta personal. Los empleados de la Asociación General han de ejemplificar una vida semejante a la de Cristo, y deben evitar toda apariencia de mal. No deben ocuparse en conductas que sean perjudiciales para ellos mismos o para otros, o que arrojen una sombra sobre su dedicación al
estilo de vida cristiano. Los empleados deben respetarse y ayudarse mutuamente. Los empleados nunca deberían ser puestos en situaciones embarazosas, de falta de respeto o de acoso por causa de su género, raza, color, origen, nacionalidad, edad o incapacidad. Hacerlo es una violación de la ley de Dios y de las leyes civiles que protegen los derechos humanos y que gobiernan la conducta en el lugar de trabajo.
3) Acoso sexual. El acoso sexual es una forma de acoso, e involucra insinuaciones sexuales inoportunas, pedidos de favores sexuales u otros comportamientos verbales, escritos o físicos de naturaleza sexual cuando:
a) Someterse a tal conducta se señala, explícita o implícitamente, como una condición o requisito para el empleo de la persona; o
b) Someterse o rechazar esa conducta se usa como base para las decisiones de empleo que afectan a la persona; o
c) Tal conducta tiene el propósito o el efecto de interferir de manera irrazonable con la realización de las tareas de una persona, o crea un ambiente intimidatorio, hostil u ofensivo.
4) Conducta inapropiada. La conducta inapropiada del empleador, compañeros de trabajo o, en algunos casos, de no empleados, incluye pero no se limita a:
a) Cualquier presión sutil u otra, o pedido de favores o actividades sexuales, incluyendo cualquier sugerencia de que el solicitante o el empleado que acepta o que rechaza los requerimientos sexuales tendrá efectos en el empleo de esa persona o en las condiciones de empleo;
b) Flirteos sexuales o propuestas molestas;
c) El toque innecesario o inapropiado de naturaleza sexual o abusiva (por ejemplo, dar palmadas, pellizcar, abrazar, roces repetidos contra el cuerpo de otra persona, etc.);
d) La exhibición de figuras, dibujos, caricaturas u objetos sexualmente sugerentes;
e) Amenazas o demandas de favores sexuales;
f) Declaraciones inoportunas o derogatorias con respecto al género, la raza, el color, el origen nacional, la edad o la incapacidad (por ejemplo, bromear, molestar, chistes degradantes o comentarios ofensivos o travesuras);
g) Comentarios degradantes o que menosprecian la apariencia personal de una persona;
h) Negar a un empleado la oportunidad de participar en un entrenamiento o curso por causa del género, la raza, el color, el origen nacional, la edad o la incapacidad;
i) Limitar las oportunidades para la promoción, el traslado o el ascenso por causa de género, raza, color, nacionalidad, edad o discapacidad; o
j) Requerir a un empleado que realice tareas más difíciles, o asignarle trabajos menos deseables, con el fin de forzarlo a retirarse del empleo o renunciar a él.
5) Informes de incidentes. Los empleados que creen que han sido acosados deberían dar inmediatamente los siguientes pasos:
a) Aclarar que tal conducta es ofensiva y que debería ser detenida inmediatamente;
b) Informar del incidente al director de su departamento o al director o directores asociados de Recursos Humanos. Al informe inicial debe seguir una declaración escrita describiendo el incidente e identificando a testigos potenciales.
6) Informes respecto de terceros. Los empleados que sepan de incidentes potenciales de acoso en el lugar de trabajo hacia otras personas deben informar de los incidentes al director de su departamento, o al director o directores asociados del servicio de Recursos Humanos para que se investigue.
7) Investigación. Las quejas por acoso deben ser atendidas inmediatamente y mantenidas en reserva hasta donde sea posible.
8) Disciplina. Una violación de este reglamento puede resultar en una medida disciplinaria, suspensión y hasta el despido del empleado.
9) Prohibición de represalias. La Asociación General prohíbe las represalias contra los empleados que presenten quejas de acoso.
Este documento fue adoptado por el Servicio de Recursos Humanos de la Asociación General el 20 de marzo de 2000, y refleja la práctica de la División Norteamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Una filosofía adventista acerca de la música
Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Por ejemplo, cuando hizo todas las cosas, “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). El libro del Apocalipsis describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena con cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apoc. 4:9-11; 5:9-13; 7:10-12; 12:10-12; 14:1-3; 15:2-4; 19:1-8). Debido a que Dios hizo al ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro tipo de comunicación.1 La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los dones de Dios nos llegan con una mezcla de bien y de mal. La música no es moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia humana más sublime, o puede ser usada por el príncipe del mal para rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones, desesperación, ira y odio.
La mensajera del Señor, Elena de White, continuamente nos anima a elevar nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: “Cuando no se abusa de la música, ésta es una gran bendición; pero mal empleada, es una terrible maldición” (El hogar cristiano, p. 371).2 “Debidamente empleada es un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas más nobles, y a inspirar y levantar el alma” (La educación, p. 167). En cuanto al poder del canto, ella escribe: “¡Cuán a menudo, para el alma oprimida y a punto de desesperar, la memoria recuerda alguna palabra de Dios – [por ejemplo,] el tema olvidado de algún canto de la infancia–, y las tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo propósito, y se imparte valor y alegría a otras almas! [...] Como parte del servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En realidad, más de un canto es una oración. [...] Al conducirnos nuestro Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos comprender los temas de alabanza y acción de gracias del coro celestial que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los cantores celestiales.
La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de su alabanza” (La educación, p. 168). Como adventistas creemos y predicamos que Jesús pronto vendrá otra vez. En nuestra proclamación mundial de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, llamamos a todos los pueblos a aceptar el evangelio eterno, a alabar a Dios el Creador y a prepararse para encontrarse con nuestro Señor en su pronto regreso. Desafiamos a todos a elegir lo bueno y no lo malo, para que, diciendo NO “a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:12, 13). Creemos que el evangelio afecta todos los aspectos de la vida. Por eso sostenemos que, dado el vasto potencial de la música para el bien o el mal, no podemos ser indiferentes a ella. Aunque percibimos que los gustos en música varían en gran manera de un individuo a otro, creemos que la Biblia y los escritos de Elena de White sugieren principios que pueden moldear nuestras elecciones.
Definiciones
“Música sacra”: También llamada “música religiosa”, es una expresión que se usa en este documento para designar a la música que se centraliza en Dios, y en temas bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos, es música compuesta para ser utilizada en los cultos, las reuniones de evangelización o la devoción personal, y puede ser música vocal e instrumental. Sin embargo, no toda música considerada sacra/religiosa puede ser aceptable para un adventista. La música sacra no debería evocar asociaciones seculares o invitar a la conformidad con normas mundanas de pensamiento o comportamiento.
“Música secular”: Es la música compuesta para ambientes ajenos al servicio de culto o de devoción personal. Apela a los temas comunes de la vida y a las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro ser interior, y expresa la reacción del espíritu humano ante la vida, el amor y el mundo en el que el Señor nos ha colocado. Puede elevar o degradar moralmente al ser humano. Aunque no está destinada a alabar a Dios, puede tener un lugar legítimo en la vida del cristiano. En su elección debería seguirse los principios presentados en este documento.
Principios guiadores para el cristiano
La música con la que se deleita el cristiano debería estar regulada por los siguientes principios:
1. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular, glorificará a Dios: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Éste es el principio bíblico fundamental. Cualquier cosa que no pueda satisfacer esta norma elevada debilitará nuestra experiencia con el Señor.
2. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea sacra o secular, debería ser la más noble y la mejor: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8). Como seguidores de Jesucristo que esperamos y anhelamos unirnos a los coros celestiales, consideramos la vida en esta tierra como una preparación para, y un anticipo de, la vida en un cielo nuevo y una tierra nueva. De estos dos fundamentos –glorificar a Dios en todas las cosas, y elegir lo más noble y lo mejor– dependen los demás principios que se presentan a continuación para la selección musical por parte de los cristianos:
3. La música debe caracterizarse por ser de calidad, equilibrada, apropiada y auténtica. Fomentará nuestra sensibilidad espiritual, psicológica y social, y nuestro crecimiento intelectual.
4. Apelará tanto al intelecto como a las emociones, y tendrá un efecto positivo sobre el cuerpo.
5. La música revelará creatividad y estará compuesta con melodías de calidad. Cuando se utilice armonía,3 ésta debe ser usada de una forma interesante y artística, con ritmos que la complementen.
6. La música vocal empleará letras que estimulen positivamente nuestras habilidades intelectuales, así como nuestras emociones y nuestra fuerza de voluntad. Las buenas letras son creativas, ricas en contenido y de buena composición. Se concentran en lo positivo y reflejan valores morales; educan y elevan; y se corresponden con una teología bíblica sólida.
7. Los elementos musicales y literarios deben obrar armoniosamente unidos para influir sobre el pensamiento y la conducta, en concordancia con los valores bíblicos.
8. La música debe mantener un equilibrio prudente de los elementos espirituales, intelectuales y emocionales. 9. Debemos reconocer y aceptar la contribución de diferentes culturas en la adoración a Dios. Las formas y los instrumentos musicales varían en gran manera dentro de la familia adventista mundial, y la música proveniente de una cultura puede sonar extraña para alguien de una cultura diferente. Hacer música adventista significa elegir lo mejor y, sobre todo, acercar- nos a nuestro Creador y Señor para glorificarlo.
Enfrentemos el desafío de tener una visión musical alternativa viable y, como parte de nuestro mensaje profético, hacer una contribución musical adventista distintiva como un testimonio al mundo respecto de un pueblo que espera el pronto regreso de Cristo.
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Referencias:
1 “Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual” (La educación,p. 168).
2 Ella también dice que “justamente antes de la terminación del tiempo de gracia [...] habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo” (Mensajes selectos, t. 2, p. 41).
3 Reconocemos que en algunas culturas la armonía no es tan importante como en otras culturas.
Estas orientaciones fueron aprobadas por la Junta Ejecutiva de la Asociación General en el Concilio Anual desarrollado en Silver Spring, Maryland, el 13 de octubre de 2004, y por la Junta Directiva Plenaria de la División Sudamericana realizada en Brasilia el 3 de mayo de 2005.
La música en la IASD de Sudamérica
La Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió en cumplimiento de la profecía con el objetivo de preparar a un pueblo para el regreso de Jesús.
Fue escogida como un instrumento divino para proclamar a todo el mundo las buenas nuevas de salvación por la fe en el sacrificio de Cristo y la obediencia a sus mandamientos.
La vida de quienes aceptan esa responsabilidad debe ser tan consagrada como su propio mensaje. Este principio se aplica, de manera especial, a los que, por medio de la música, tienen la misión de conducir a la iglesia de Dios en la adoración, la alabanza y la evangelización, ya que “la música sólo es aceptable para Dios cuando el corazón es consagrado, enternecido y santificado” (Elena de White, Carta 198, 1895). Es necesario recibir primero para ofrecer después. Es necesario tener un compromiso personal con el mensaje para poder transmitirlo luego. Es necesario tener un encuentro personal con Dios para entonces reconocer su santidad, y así desarrollar una sensibilidad musical adecuada.
Ante esta realidad, los que producen, seleccionan o interpretan la música usada en la iglesia necesitan mucha comunión, sabiduría, orientación y apoyo. Deben tener una visión de la grandeza del ministerio que tienen en sus manos, y también el máximo cuidado al hacer sus elecciones. “No es suficiente entender los rudimentos del arte de cantar, sino que, junto con la comprensión y el conocimiento, debe haber tal conexión con el Cielo que los ángeles puedan cantar por intermedio de nosotros” (Mensajes selectos, t. 3, p. 383).
La música es uno de los dones más grandes dados por Dios y, por eso mismo, es un elemento indispensable en el proceso de crecimiento cristiano.
La música es uno de los grandes dones que Dios concedió al hombre, y uno de los elementos más importantes en un programa espiritual. Es una avenida de comunicación con Dios, y “es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual” (La educación, p. 168).
Ejerce influencia sobre asuntos de consecuencias eternas. Puede elevar o degradar, y ser empleada tanto para el bien como para el mal. “Tiene poder para subyugar naturalezas rudas e incultas, para avivar el pensamiento y despertar simpatía, para promover la armonía en la acción, y desvanecer la melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el esfuerzo” (La educación, p. 168).
La música es uno de los elementos más importantes en cada actividad de la iglesia, y por eso debe ser usada siempre de manera edificadora. “El canto es uno de los medios más eficaces de impresionar el corazón con la verdad espiritual. A menudo, por las palabras del cántico sagrado, fueron abiertas las fuentes del arrepentimiento y de la fe” (El evangelismo, p. 365).
Las siguientes orientaciones son presentadas procurando el crecimiento del área de la música, de cada músico involucrado y de la iglesia como un todo. Complementan los principios presentados por la Asociación General, y deben guiar el uso de la música dentro de la Iglesia Adventista en Sudamérica. Su aceptación proporcionará elecciones sabias, el cumplimiento de la misión y la conquista de mejores resultados. Con el fin de identificar correctamente el papel de la música y de los músicos adventistas, toda la actividad musical de la iglesia deberá ser llamada
Ministerio de la Música. Los músicos adventistas tendrán una visión clara de su papel como ministros; y la iglesia, una visión distinta de la música, su objetivo y su mensaje como un ministerio.
I. El músico
1. Debe cultivar una vida de devoción, a la altura de un cristiano auténtico, basada en la práctica regular de la oración y la lectura de la Biblia.
2. Necesita expresar su encuentro personal con Cristo por medio de la música.
3. Debe, en consecuencia, tratar a la música como una oración o un sermón, preparándose espiritualmente para cada presentación (El evangelismo, pp. 371, 372).
4. Debe representar correctamente los principios de la iglesia en su vida y reflejar el mensaje de la música que presenta, edita o compone.
5. Debe estar en armonía con los principios de la iglesia, viviendo los principios de la mayordomía cristiana y siendo miembro activo de una iglesia local.
6. Necesita desarrollar el arte, en todas sus actividades, como un ministerio. No resaltar su imagen personal, sino el mensaje que será transmitido.
7. Cuida su apariencia personal, para reflejar el patrón de modestia y decencia presentado por la Biblia.
8. Canta con entonación clara, pronunciación correcta y articulación distinta (Obreros evangélicos, p. 370).
9. Evita todo lo que pueda apartar la atención del mensaje de la música, como gesticulación excesiva y extravagante, y orgullo en la presentación - (El evangelismo, p. 365).
10. Evita la amplificación exagerada, tanto vocal como instrumental, en sus presentaciones.
11. Evita el uso de tonos estridentes, distorsiones vocales o instrumentales, así como también el estilo de los cantantes populares.
12. Respeta el ambiente de la iglesia y las horas del sábado al vender sus materiales.
13. Debe recibir orientación y apoyo espiritual por parte del liderazgo del Ministerio de la Música, los líderes de la iglesia y el pastor local.
II. La música
1. Glorifica a Dios y ayuda a los oyentes a adorarlo de manera aceptable.
2. Debe ser compatible con el mensaje, manteniendo el equilibrio entre el ritmo, la melodía y la armonía (1 Crón. 25:1, 6, 7).
3. Debe armonizar la letra con la melodía, sin mezclar lo sagrado con lo profano.
4. No sigue tendencias que abren la mente hacia pensamientos impuros, que llevan a comportamientos pecaminosos o que destruyen el aprecio por lo que es santo y puro. “La música secular o aquella que sea de naturaleza dudosa o cuestionable nunca debiera introducirse en nuestros cultos” (Manual de la iglesia, p. 74).
5. No se deja guiar sólo por el gusto y la experiencia personales. Los hábitos y la cultura no son guías suficientes en la elección de la música. “En algunas de nuestras iglesias he escuchado solos que eran inapropiados para el servicio de culto en la casa de Dios. Las notas prolongadas y los sonidos peculiares, tan comunes en el canto de ópera, no agradan a los ángeles. Éstos se complacen en oír los sencillos cantos de alabanza expresados en un tono natural” (El evangelismo, p. 372).
6. No debe rebajarse con el fin de obtener conversos, sino que debe elevar al pecador hacia Dios (El evangelismo, p. 105). Elena de White dice que se volverá a escuchar, justo antes de la terminación del tiempo de gracia, “[...] vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera, que no podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a eso consideran como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Eso constituye una invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este tiempo” (Mensajes selectos, t. 2, p. 41).
7. Provoca una reacción positiva y saludable en quienes la oyen.
III. La letra
1. Debe ser de fácil comprensión y estar en armonía con las enseñanzas de la Biblia.
2. Debe tener valor literario y teológico consistente. No usar letras livian as, vagas y sentimentales, que apelen sólo a las emociones.
3. No debe ser superada por los arreglos o los instrumentos de acompañamiento.
4. Debe mantener el equilibrio entre himnos dirigidos a Dios y cánticos que contienen peticiones, llamados, enseñanzas, testimonios, amonestaciones y ánimo (Col. 3:16; Efe. 5:19).
5. No debe presentarse en otro idioma que no sea el local, para que pueda ser comprendida y los oyentes sean edificados.
IV. La alabanza de la congregación
1. Debe ser más valorada, porque por medio de ella toda la iglesia participa. “No siempre unas pocas personas deben hacerse cargo del canto.
Tan a menudo como sea posible, hay que hacer participar a toda la congregación” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 116). Los momentos de alabanza de la congregación:
a. Involucran la participación de todos en el culto.
b. Armonizan el corazón del hombre con Dios.
c. Ejercen una influencia unificadora del pueblo de Dios en un solo pensamiento.
d. Dan oportunidad para expresar las emociones y los sentimientos personales.
e. Fortalecen el carácter.
f. Tienen gran valor educativo.
g. Resaltan un buen principio de mayordomía, al desarrollar un talento dado por Dios.
h. Dirigen al oyente hacia Cristo.
2. No debe ser usada para llenar espacios vacíos, o un imprevisto. Debe estar incluida dentro de cualquier culto o programa, en un momento especial, valorando su importancia.
3. No debe ser realizada de manera fría, automática o con falta de preparación. Los himnos que serán cantados y el mensaje que será expuesto deben estar unidos entre sí, fruto de la planificación y de la cuidadosa organización entre los líderes y el Ministerio de la Música (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 458).
4. Siempre y cuando sea posible, el ministro de la alabanza debe ocupar un lugar en la plataforma, como uno de los participantes en el culto de adoración.
5. Deben ser estimulados grupos musicales que involucren a una buena cantidad de personas. “[...] Muy pocas veces convendrá que los cantos sean ofrecidos por unos pocos” (Consejos sobre la salud, p. 481).
6. Debe haber cuidado especial para no usar músicas que apenas agraden a los sentidos, tengan conexión con lo carismático o den prioridad al ritmo.
V. Los instrumentos
1. Los instrumentistas de la iglesia siempre deben ser estimulados a participar de los cultos de adoración, con instrumentos en vivo. Hablando del canto, Elena de White recomienda: “[...] Acompáñese entonces el canto con instrumentos musicales tocados con habilidad. No hemos de oponernos al empleo de instrumentos de música en nuestra obra” (El evangelismo, p. 370).
2. Debe haber mucho cuidado al utilizar instrumentos asociados con la música popular y folclórica, o que necesiten amplificación exagerada. Cuando son mal utilizados, hacen competencia al mensaje de la música y lo debilitan.
3. El uso de play-backs para números especiales debe ser alternativo. Deben ser usados de manera equilibrada, siempre en apoyo al canto de la congregación.
4. Los instrumentos deben ocupar su papel de acompañamiento, dando prioridad al mensaje. “La voz humana que canta la música de Dios con un corazón lleno de gratitud y agradecimiento, es para él mucho más agradable que la melodía de todos los instrumentos musicales que han sido inventados por manos humanas” (El evangelismo, p. 369).
5. Debe tener prioridad –antes que las orquestas, las bandas y otros grupos– la presentación de música que esté dentro de las recomendaciones de la iglesia y que edifique a los oyentes.
VI. Las producciones musicales
1. Deben caracterizarse por resaltar nuestro mensaje distintivo.
2. Los compositores, los arregladores, los productores y los directores deben dar prioridad, valorar y trabajar con músicos que estén comprometidos con los principios musicales de la iglesia.
3. Las producciones musicales de las instituciones adventistas deben ser referencias de los valores musicales de la iglesia.
4. Se debe prestar atención y cuidado especial a las producciones vendidas en locales de propiedad de la iglesia, para que reflejen nuestros valores musicales.
5. La música presentada en las estaciones de radio y los canales de televisión que son propiedad de la iglesia, también debe reflejar nuestros valores musicales. Ella posee una gran influencia, forma la cultura musical de la iglesia, y llega a ser una referencia musical de la iglesia para los oyentes y los telespectadores.
VII. La educación musical
1. Debe considerarse la posibilidad de apoyar a los niños en su entrenamiento musical, con el fin de preparar a futuros músicos que servirán en la iglesia. Este apoyo podrá ser dado por medio de maestros de música de la propia iglesia, o patrocinar clases de música para algún interesado.
2. La música debe ser valorada y bien trabajada en los hogares cristianos. La instrucción y la formación de un gusto musical saludable debe comenzar temprano en la vida de los niños. Los padres deben conversar, orientar y ser un modelo positivo para sus hijos al escoger con sabiduría la música que será escuchada en casa.
3. La educación adventista debe estimular a los alumnos en el aprendizaje de instrumentos musicales, lectura de partituras y canto vocal en coros o grupos.
4. En todas las instituciones educativas adventistas, las presentaciones musicales deben estar en armonía con las directrices de la iglesia. Esto se aplica tanto a los talentos locales como a artistas y grupos visitantes, y también al uso de los medios de comunicación para entretenimientos (películas y otros) patrocinados oficialmente por la institución.
VIII. La administración de la música en la iglesia
1. Cada iglesia debe tener su comisión de música debidamente organizada y que mantenga reuniones regulares. La administración del Ministerio de la Música no debe estar en manos de una sola persona.
2. Deben realizarse charlas, sermones, seminarios o festivales de alabanza que involucren a cantantes o grupos, y fortalezcan el compromiso con la iglesia y sus principios musicales.
3. El liderazgo de la iglesia debe animar a sus miembros a desarrollar sus talentos musicales, al establecer un coro, un cuarteto, un grupo musical, una orquesta o fortalecer un talento individual.
4. La iglesia debe, dentro de lo posible, tratar de adquirir algún instrumento musical propio para fortalecer la alabanza y la formación musical.
5. La comisión directiva del Ministerio de la Música debe organizar y preparar música especial, y elegir un responsable de la alabanza de la congregación para todos los cultos de la iglesia.
6. La salida o la recepción de grupos musicales o cantantes debe tener una recomendación oficial de la iglesia de la que son miembros. Esta actitud valora a los buenos músicos y da seguridad a la iglesia.
7. La música no debe ser motivo de discusiones o actitudes radicales. La búsqueda del modelo divino debe ser guiada por el amor y la oración, y no por la imposición.
IX. La música en la evangelización
1. Toda presentación musical debe contener, siempre y cuando sea posible, un mensaje bíblico y un llamado u ofrecimiento de un curso bíblico a quienes aún no estén bautizados, tratando de llevarlos a Jesús.
2. Los grupos musicales y los cantantes deben buscar maneras de actuar directamente, y de forma sistemática, en las campañas misioneras y evangelizadoras de la iglesia; o desarrollar sus propios proyectos para cumplir la misión.
X. La música en el culto
1. Dentro del culto y la adoración a Dios, la música debe ocupar un lugar tan especial como la oración y el mensaje de la Biblia. La música es un sacrificio de alabanza, un medio de promover el crecimiento espiritual, de glorificar a Dios y de dirigir al oyente hacia él.
2. El mensaje musical especial y la alabanza de la congregación deben estar en armonía con el mensaje bíblico que será presentado. Eso fortalece su impacto.
3. La música para el culto debe tener belleza, majestad y poder (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 458).
4. La música debe ser escogida de manera específica para cada ambiente, programa o culto de la iglesia. “Los que hacen del canto una parte del culto divino, deben elegir himnos con música apropiada para la ocasión, no de notas fúnebres, sino alegres, y, con todo, melodías solemnes” (El evangelismo, p. 370).
XI. El equipo de audio y vídeo
1. Debe trabajar, en sociedad con el Ministerio de la Música, en la planificación y la organización del programa musical de la iglesia.
2. Mantendrá los principios presentados en este documento, especialmente en lo que se refiere al uso de materiales sonoros y visuales en la adoración, la alabanza y la liturgia.
3. Ofrecerá apoyo técnico a los cantantes, músicos, grupos vocales e instrumentales, antes y durante las presentaciones, con el objetivo de tener una buena calidad en la adoración y la alabanza.
XII. La música secular
1. Los principios de elección musical deben servir tanto para la música “sacra” como para la “secular”. En ningún momento dejamos de ser hijos e hijas de Dios que tratan de glorificarlo en todas las cosas. Siempre escogeremos sólo lo mejor.
2. La elección de la música “secular” debe estar caracterizada por un equilibrio saludable en los elementos del ritmo, la melodía y la armonía, con una letra que exprese ideales de gran valor.
3. Debe haber cuidado especial en la elección de la música en programas especiales dentro de la iglesia, tales como: ceremonias de matrimonio, cultos de acción de gracias, seminarios y otros.
Conclusiones
Vivimos en un momento difícil, en el que cada vez más las personas y las sociedades expresan sus sentimientos religiosos sin una clara orientación cristiana y bíblica. La música ha llegado a ser un asunto fundamental, que requiere discernimiento y decisión espirituales. En consecuencia, debemos formularnos las siguientes preguntas importantes mientras tratamos de hacer buenas elecciones musicales:
1. La música que estamos escuchando o presentando, ¿tiene consistencia moral y teológica tanto en la letra como en la melodía?
2. ¿Cuál es la intención que está detrás de esta música? ¿Transmite un mensaje positivo o negativo? ¿Glorifica a Dios (1 Cor. 10:31) y ofrece lo que es más noble y mejor (Fil. 4:8)?
3. ¿Está la música comunicando su intención eficazmente? ¿Está el músico promoviendo una atmósfera de reverencia? La letra y la música, ¿dicen la misma cosa?
4. ¿Estamos buscando la orientación del Espíritu Santo en la elección de la música religiosa y secular?
El consejo de Pablo es claro: “[...] Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Cor. 14:15). No hay duda de que la música es una expresión artística que toca los sentimientos. Esto nos lleva a evaluar, escoger y producir música de manera racional, teniendo en cuenta su poder, y tratando de cumplir el propósito de Dios para la edificación de la iglesia y la salvación del mundo.
No podemos olvidar que “la música es de origen divino. Hay gran poder en ella. Fue la música de la hueste angelical la que emocionó el corazón de los pastores en las llanuras de Belén y alcanzó el mundo entero. Es mediante la música como nuestras alabanzas se elevan hacia quien es la personificación de la pureza y la armonía. Es con música y con cantos de victoria como los redimidos entrarán finalmente en la recompensa eterna” (Mensajes selectos, t. 3, p. 382).
Estas orientaciones fueron aprobadas por la Junta Directiva Plenaria de la División Sudamericana, realizada en Brasilia, el 3 de mayo de 2005.
Introducción
El diezmo y las ofrendas de su pueblo constituyen el plan de Dios para el sostén de su obra en esta tierra. El diezmo es la principal fuente de recursos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para la proclamación total del evangelio en todo el mundo. Esto incluye las tareas de evangelización para el público, equilibradas y abarcantes, y la alimentación espiritual de los feligreses. Siendo que el diezmo está reservado para propósitos especiales, las ofrendas voluntarias deben proporcionar los recursos para muchas tareas de la obra del evangelio.
Principios con respecto al uso del diezmo
1) Sólo las asociaciones están autorizadas para distribuir porciones de los diezmos. El diezmo es del Señor y debe ser entregado en la tesorería de la asociación por medio de la iglesia local. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).
“El diezmo es sagrado, reservado por Dios para sí. Ha de ser traído a su tesorería para ser empleado en el sostén de los obreros evangélicos en su obra” (Obreros evangélicos, p. 238).
2) Las asociaciones y uniones deben compartir el diezmo con la iglesia mundial. “Más y más debemos llegar a ver que los medios que llegan a la asociación en diezmos y ofrendas de nuestro pueblo deben ser usados para el sostén de la obra no sólo en las ciudades norteamericanas, sino también en campos extranjeros. Sean distribuidos abnegadamente los medios reunidos tan celosamente. Los que perciben las necesidades de los campos misioneros no serán tentados a usar el diezmo para lo que no es necesario” (Manuscrito 11, 1908).
3) La naturaleza del trabajo de un obrero determinará si será sostenido por los diezmos. De este modo, otros factores, incluyendo la credencial que tiene en ese momento, no son los criterios finales para usar el diezmo para sostenerlos. “El diezmo debe ir a quienes trabajan en palabra y doctrina, sean ellos hombres o mujeres” (Manuscrito 149, 1899).
4) El diezmo debe ser usado sólo para el sostén de personas que están ocupadas en ministerios de evangelización y alimentación espiritual. “El diezmo ha de ser usado con un propósito: sostener a los ministros que el Señor ha designado para hacer su obra. Ha de ser usado para sostener a quienes hablan palabras de vida a la gente y llevan las cargas del rebaño de Dios” (Manuscrito 82, l904).
5) El funcionamiento de la iglesia local es importante, pero no debe ser sostenido por el diezmo.
a) “El diezmo ha de ser usado con un propósito: sostener a los ministros que el Señor ha designado para hacer su obra. Ha de ser usado para sostener a quienes hablan palabras de vida a la gente, y llevan las cargas del rebaño de Dios” (Manuscrito 82, 1904).
b) “El diezmo no debe ser consumido en gastos incidentales. Eso corresponde a la obra de los feligreses de la iglesia. Ellos deben sostener su iglesia mediante sus donaciones y ofrendas” (Carta 81, 1897).
Reglamentos con respecto al uso del diezmo: Actividades para las cuales puede usarse el diezmo
1) El sostén de evangelistas, pastores e instructores bíblicos.
2) El sostén del personal que proporciona liderazgo administrativo y servicios para los ministerios de extensión evangelizadora y alimentación espiritual de la iglesia. El personal incluye a los oficiales de las asociaciones, directores de departamentos, contadores, oficinistas y secretarias.
3) Los gastos necesarios para financiar las actividades de los ministerios de evangelización y alimentación espiritual de la iglesia tales como:
a) Gastos de evangelización.
b) Gastos de funcionamiento de la oficina de la asociación.
c) Equipo de oficinas y de evangelización.
d) Gastos de funcionamiento de lugares de congresos campales y de campamentos.
4) El sostén de las operaciones que se consideran esenciales para los ministerios de evangelización y alimentación espiritual de la iglesia.
a) Escuelas primarias: asignaciones de hasta el 30% del total de los salarios y gastos de los directores y profesores en reconocimiento de su papel como líderes espirituales.
b) Colegios secundarios: el equivalente del sostén total de un profesor de Biblia, directores y directoras de los internados.
c) Colegios superiores y universidades: una cantidad igual al costo total de los departamentos de Biblia de los colegios y universidades, los directores de los internados, del director/rector, y de los decanos de bienestar estudiantil.
d) Colportores: la parte que corresponde a la asociación de los beneficios de los colportores.
e) Campamentos y centros de la asociación: asignación de los gastos de funcionamiento de los campamentos para jóvenes o centros de la asociación.
f) Programas de medios masivos: la producción de impresos, radio y televisión.
g) Jubilados: los beneficios de la jubilación de los empleados denominacionales (excepto los que tienen otras provisiones, por ejemplo, empleados del sistema de cuidado de la salud).
Reglamentos con respecto al uso del diezmo: Actividades para las cuales no debe usarse el diezmo
1) Gastos de mantenimiento y funcionamiento de las iglesias locales. Estos deben ser financiados por ofrendas de los feligreses.
2) Mantenimiento y otros costos de funcionamiento de las escuelas primarias. Estos deben ser financiados con las matrículas y cuotas mensuales de la enseñanza y/o subsidios de la iglesia.
3) Mantenimiento y gastos de funcionamiento de instituciones de educación secundaria y superior. Estas deben ser financiadas con las matrículas, cuotas mensuales de la instrucción y otras entradas de la institución.
4) Proyectos de edificaciones de la iglesia, la asociación o las instituciones. Estos deben ser financiados por los feligreses y/u otras fuentes que no sean los diezmos.
Administración del diezmo: Declaración de posición
1) El papel de la familia de la iglesia con respecto a la administración de los fondos constituidos por los diezmos. La iglesia mundial es la familia de Dios sobre la Tierra. Cada miembro, como parte de esa familia, goza de privilegios y tiene responsabilidades acerca de cómo se determinan la reunión y la distribución de los fondos constituidos por diezmos. La familia, actuando colectivamente por medio del Congreso de la Asociación General y el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General determina los reglamentos, en armonía con los principios de las Escrituras y del espíritu de profecía, para la reunión, distribución y desembolso de los fondos constituidos por diezmos. Esta declaración es el producto de muchas consultas con diversas personas dentro de la iglesia: laicos, pastores, administradores de asociaciones y líderes mundiales. Como miembros de la familia, cada persona, institución y organización respetará el honor de la familia operando dentro de estas orientaciones, con el fin de proporcionar el sistema de sostén financiero regular, confiable y siempre creciente para la proclamación del evangelio a todo el mundo.
2) El “alfolí” o la “tesorería” de la Iglesia Adventista. De acuerdo con las Escrituras, el diezmo es del Señor y debe ser traído al alfolí o tesorería como un acto de adoración. La Iglesia Adventista hace esto al enviar el diezmo a la tesorería de la asociación por medio de la iglesia de la cual es miembro el feligrés. En circunstancias desusadas, los feligreses deben consultar a los dirigentes de la asociación/misión local. Seguir cualquier otro plan produce confusión y competencia, y socava la estructura financiera de la iglesia, y con ello debilita la capacidad de la iglesia de cumplir su misión mundial. Con el fin de seguir un programa equilibrado y sólido alrededor del mundo, los miembros no deben dirigir el diezmo del Señor hacia otrosproyectos que ellos mismos quieran elegir. 3) Formas alternativas para hacer ingresar fondos a la tesorería.
a) El Señor promete bendiciones sin medida a quienes devuelvan un diezmo fiel al alfolí. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha determinado que la forma normal de ingresar depósitos a la tesorería es mediante la asociación/misión local.
b) Si los miembros, con el deseo de mantener en reserva su remesa, eligen enviar una cantidad de diezmo a la Asociación General o a su unión, esas oficinas pueden aceptar ese diezmo, pero lo enviarán, sin el nombre de la persona, a la asociación a la que pertenece el miembro para su distribución a la iglesia mundial. Tales personas deberían ser estimuladas a procesar sus diezmos a través de los canales regulares.
4) Diezmos compartidos.
a) El plan de compartir diezmos es una forma equilibrada de distribuir equitativamente los recursos financieros con toda la iglesia mundial. Este plan es básico y esencial para el sistema de sostén de la obra mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
b) Las iglesias, asociaciones, uniones, la Asociación General y las divisiones de la Asociación General no aceptarán diezmos de los miembros que soliciten su uso contrariamente a los porcentajes usuales que se comparten en los diversos niveles de la organización.
c) La iglesia local sólo tiene autorización para aceptar y enviar los fondos del total de diezmos a la tesorería de su asociación/misión.
5) Solicitación de diezmos. Los pastores, administradores de asociaciones y misiones no solicitarán fondos de diezmos de los feligreses de otras asociaciones o divisiones. La iglesia ha hecho provisión para la compensación de los recursos financieros.
6) Diezmos a las instituciones. Las organizaciones denominacionales, tales como la Fundación Christian Record Braille, La Voz de la Esperanza, Fe para Hoy, Está Escrito, Breath of Life, no aceptarán fondos que se sepa que son diezmos de adventistas. Cuando los miembros envían diezmos a la organización denominacional, ellos tienen la responsabilidad de indicar que son diezmos.
7) Diezmos de feligreses que se trasladan. Se anima a los feligreses que se mudan a un lugar nuevo a que soliciten la transferencia de su feligresía dentro de los seis meses, y que comiencen a sostener a su nueva iglesia local y a la asociación, de las que reciben alimento espiritual, cuidado pastoral y servicios.
8) Préstamo de diezmos. Las iglesias, las instituciones educativas (diezmos de los alumnos), las asociaciones y las personas no deben “pedir prestados” fondos de diezmos para las necesidades personales o de la iglesia. Los fondos de diezmos serán retenidos sólo hasta la fecha del envío regular de los fondos a la asociación.
9) La no aceptación de diezmos. Si, de acuerdo con estos reglamentos, surge una situación donde no es permisible que una organización acepte fondos de diezmos, se harán esfuerzos para obtener autorización del feligrés para dirigir los fondos por los canales regulares. Si no se obtiene esa autorización, el diezmo será devuelto con una explicación apropiada y una apelación para que la persona participe en el plan de la iglesia de compartir el diezmo del Señor con la iglesia mundial.
10) La no devolución del diezmo. El diezmo que ha sido aceptado y por el cual se ha otorgado recibo no será devuelto a las personas que por diversas razones pudieran solicitar su devolución.
11) Responsabilidad de los líderes. La dirección de la iglesia a todo nivel es un cometido sagrado. Dejar de cooperar o rehusar aceptar estos reglamentos acordados por la familia de la iglesia con respecto a la administración del diezmo, erosiona la capacidad de la iglesia para realizar su misión mundial. Las personas que desprecien estos reglamentos se descalifican para el liderazgo en ella.
Estas orientaciones fueron adoptadas y votadas por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual desarrollada en Washington, D.C., el 14 de octubre de 1985.
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NOTA: Los reglamentos anteriores no se aplican a las ofrendas. Los feligreses harán su decisión acerca de a dónde deben ir sus ofrendas. Los Editores: En los números de enero, febrero, marzo, abril y mayo de 1993 de la Revista Adventista se encuentra un extenso desarrollo de este tema en el Espíritu de Profecía.
Orientaciones
Las marcas registradas de la iglesia tales como “Adventistas del Séptimo Día”, “Adventista” y “Ministerio” sólo pueden ser usadas en relación con los ministerios denominacionales y actividades no comerciales de grupos laicos y profesionales autorizados. El uso de estas marcas será controlado por la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día por medio de la Comisión de Marcas Registradas. Las marcas de la iglesia no se usarán de ninguna manera que ponga en peligro la condición de exención de impuestos de la iglesia.
Procedimiento
1) Entidades existentes. Las entidades de la iglesia que pertenecen a la iglesia y que están incluidas en el Seventh-day Adventist Yearbook [Anuario de la Iglesia Adventista del Séptimo Día], en ocasión de la adopción de este reglamento y procedimiento, pueden usar las marcas registradas en sus nombres y ministerios.
2) Entidades administrativas denominacionales nuevas. Las entidades administrativas nuevas, tales como misiones, asociaciones, uniones y divisiones que hayan sido aprobadas por la Junta Directiva de la Asociación General, pueden usar las marcas registradas en sus nombres y ministerios.
3) Instituciones denominacionales nuevas. Cuando instituciones nuevas solicitan la condición de ser denominacional (ver NAD C47), la comisión del plan de jubilación referirá todas las solicitudes de instituciones que usan una de las marcas registradas a la Comisión de Marcas de la Asociación General para su autorización, y antes de que la solicitud sea aprobada por la Comisión del Plan de Jubilaciones.
4) Iglesias locales. Las iglesias y grupos locales pueden usar las marcas registradas en sus ministerios, una vez que su situación haya sido aprobada por la asociación o misión local.
5) Grupos de laicos. Los grupos profesionales y de laicos que deseen usar una de las marcas, deben solicitar por escrito el permiso al secretario de la Comisión de Marcas Registradas de la Asociación General. Los artículos de la constitución y los reglamentos de tales grupos deben indicar que son independientes de la iglesia, y que no son sus agentes. Después de recibir la información escrita de la aprobación de la Asociación General, tales grupos pueden usar las marcas exclusivamente para propósitos no comerciales.
6) Revocación de los permisos. Cuando hay alguna causa, la Comisión de la Asociación General puede revocar el permiso de usar las marcas registradas a cualquier entidad denominacional o grupo de laicos. “Cuando hay una causa” incluye conflictos con los objetivos y las doctrinas de la iglesia como lo determina la Asociación General, y el uso comercial por grupos que no son de la iglesia, pero no se limita a ellos.
Procedimiento interno de la Comisión de Marcas Registradas de los adventistas
1) Solicitud de uso de una marca registrada de la iglesia.
a) La Comisión de Marcas considera el pedido.
b) Si la Comisión de Marcas la aprueba, envía el pedido a los administradores para su consideración.
c) Si los administradores lo aprueban, la Comisión de Marcas Registradas notifica de ello a la Corporación de la Asociación General.
d) La Comisión de Marcas Registradas envía un informe escrito con la aprobación a los solicitantes.
2) Evaluación del uso no autorizado de las marcas registradas de la iglesia.
a) La Comisión de Marcas evalúa el problema junto con la Oficina Legal General y con los asesores legales de las marcas registradas.
b) La Comisión de Marcas Registradas informa a los administradores.
c) Si los administradores lo autorizan, la Oficina Legal General envía una carta conciliatoria enunciando el problema y ofreciendo la discusión de soluciones posibles.
d) Si la respuesta es negativa, la Comisión de Marcas y luego los administradores consideran el problema. Si los administradores lo autorizan, el consejo legal de marcas envía una carta cortés pidiendo que cesen y desistan de ese uso.
e) Si el consejo legal de marcas registradas recibe una respuesta negativa, la Comisión de Marcas Registradas y los administradores reconsideran la situación para una posible acción legal u otra.
3) La renovación del permiso para usar una marca de la iglesia seguirá el mismo procedimiento básico descrito en la subsección b) de estos procedimientos internos. Sin embargo, la decisión final de la revocación debe ser votada por la Junta Directiva de la Asociación General. Se solicita que las divisiones fuera de la Norteamericana tomen acuerdos apropiados en armonía con estas orientaciones.
Estas orientaciones fueron adoptadas por la Junta Directiva de la Asociación General para ser insertadas n el Libro de Reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General y la División Norteamericana en la sesión del Concilio Anual realizada en Washington, D.C., el 11 de octubre de 1983.
Las relaciones entre empleadoresy empleados
Introducción
Los miembros, las entidades y las instituciones adventistas están ubicados en casi cada sistema político y legal del mundo. De tiempo en tiempo los miembros y los administradores de la iglesia buscan consejo acerca de cómo los cristianos deberían responder a los pedidos o a las demandas que hacen los empleados, los gremios y los gobiernos. En vista de la gran variedad de situaciones políticas, legales y culturales, es imposible ofrecer recomendaciones específicas que se apliquen por igual en cada lugar. Sin embargo, los principios bíblicos y los valores espirituales proporcionan un fundamento común.
La historia de las relaciones empleadores-empleados es testigo de los excesos y las limitaciones a los cuales están inclinadas las instituciones y organizaciones humanas. La industrialización de las sociedades introdujo cambios importantes en la organización, la administración y la realización del trabajo. Las fraternidades o asociaciones de personas del mismo oficio dieron lugar a los gremios que llegaron a ser los agentes para las negociaciones colectivas de los empleados. Las relaciones entre los gremios y los empleadores han variado de la condición de adversarios a la de colaboradores. Hoy en día, el ambiente de la plaza de trabajo recibe la influencia de numerosas fuerzas: los sistemas políticos, la legislación y los reglamentos de los oficios, la economía, la tecnología, los gremios y las organizaciones profesionales. Estos factores cumplen funciones desde las regulaciones de la industria, las licencias profesionales y la definición de trabajo, hasta la defensa y representación de los empleados, la codificación de las mejores prácticas y el escrutinio de la conducta ética. La multiplicidad de las organizaciones y funciones desafía las generalizaciones. Por tanto, es importante identificar y reiterar principios y valores generales, que provean al cristiano una base para tratar con los problemas específicos en el lugar de trabajo. El concepto adventista de las relaciones empleadores-empleados se basa en las enseñanzas y las narraciones de la Biblia, especialmente las que tratan con la creación, el pecado y sus efectos sobre las personas y las comunidades, la salvación provista a través de Jesucristo, y la restauración última de la armonía y el orden perfecto en el universo. Las Escrituras afirman y equilibran el valor de los individuos con la importancia y el bien de la sociedad como un todo.
El consejo de Elena de White acerca de las relaciones empleadores-empleados está basado en situaciones históricas de su tiempo, y una percepción profética con respecto a las condiciones sociales y económicas del futuro. Ella dio advertencias severas acerca de las prácticas de los gremios de sus días. Fue una ardiente protectora contra las incursiones sobre la conciencia de las personas o la intrusión de barreras para la misión de la iglesia. Algunos afirmarían que la situación es considerablemente diferente en nuestros días. Hasta el punto en que las cosas son diferentes, se necesita un discernimiento cuidadoso para identificar y aplicar los principios sobre los cuales se apoyaban sus consejos.
Principios y valores
1. Los seres humanos, aunque corrompidos por el pecado, todavía llevan la semejanza de Dios (Gén. 1:26, 27). Por ello, todos deben ser tratados con respeto y justicia. La libertad para ejercer juicios morales y éticos es un ingrediente esencial en la dignidad de la persona humana.
2. Para un cristiano, el señorío de Jesucristo satura su vida entera: sus actitudes, actos y relaciones (Isa. 8:13; Mat. 6:24; Hech. 5:29; Col. 3:23, 24). Otras fuentes de autoridad en la vida están subordinadas a la autoridad de Cristo, y, a menos que sean complementarios de ella, no son sanas ni confiables. El Espíritu de Profecía avala esta posición: “El mundo no ha de ser nuestro criterio. Permitan que el Señor obre; permitan que la voz de él sea oída” (Testimonios para los ministros, p. 463). “ ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo’. Estas palabras resumen todo el deber del hombre. Significan la consagración del ser entero –cuerpo, alma y espíritu– al servicio de Dios. ¿De qué modo puede el hombre obedecer estas palabras, y al mismo tiempo comprometerse a apoyar aquello que priva a sus prójimos de la libertad de acción? ¿Y de qué manera puede el hombre obedecer estas palabras, y formar combinaciones que roben a las clases más pobres las ventajas que con justicia les pertenecen, impidiéndoles comprar y vender, excepto bajo ciertas condiciones?” (Carta 26, 1903).
3. El entorno del lugar de trabajo debería caracterizarse por una atmósfera de servicio y respeto mutuos. Las relaciones de oposición entre empleador y empleados, generadas por sospechas, intereses propios y rivalidad, niegan dignidad a las personas e ignoran los intereses y necesidades mayores de la sociedad (Sant. 5:1-6).
4. El lugar de trabajo no debería deshumanizar a las personas. Los empleados deben tener acceso a un proceso de consultas y discusión genuinas en asuntos que afectan su trabajo y la conducción de la empresa o industria que emplea sus talentos y pericia (1 Rey. 12:6, 7; Mar. 10:42-45; Fil.2:3-8).
5. Los cristianos debieran abstenerse de la violencia, la coerción, o cualquier método incompatible con los ideales cristianos, como instrumentos para el logro de metas sociales o económicas. Tampoco debe el cristiano dar su apoyo a organizaciones o empleadores que recurran a tales acciones (2 Cor. 6:14-18; 10:3).
6. Los empleadores adventistas deberían apoyar y demostrar con hechos la libertad de conciencia, los salarios y las condiciones de trabajo justos, la igualdad de oportunidades, y la justicia y equidad para todos (Luc. 10:27).
7. La autonomía y la integridad espirituales para las entidades de la iglesia incluyen la libertad de sostener y mantener las doctrinas y las prácticas religiosas básicas, tales como la observancia del sábado, la libertad para establecer reglamentos en armonía con los objetivos de la iglesia, y la libertad de emplear sólo a quienes apoyan las enseñanzas y los objetivos de la iglesia.
8. Con el fin de cumplir su misión divina, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se abstiene de alinearse con organizaciones políticas o respaldarlas. Por tanto, se anima a los feligreses a conservar y proteger su propia libertad e independencia frente a las alianzas que puedan comprometer las virtudes y los valores cristianos.
“Debemos emplear ahora todas las capacidades que se nos han confiado para dar el gran mensaje al mundo. En la obra que nos incumbe debemos conservar nuestra personalidad. No debemos unirnos a sociedades secretas ni sindicatos. Debemos permanecer libres delante de Dios y esperar de Jesús las instrucciones que necesitamos. Todos nuestros movimientos deben realizarse comprendiendo la importancia de la obra que debemos hacer para Dios” (Testimonios selectos, t. 5, p. 44 [Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 84]).
9. Los adventistas reconocen la necesidad de gobiernos, y por lo tanto procuran ser ciudadanos que apoyan la ley y el orden. Las situaciones legales y sociales varían grandemente en diferentes partes del mundo. Las libertades civiles y religiosas no existen del mismo modo en todo el mundo. Por estas razones, las divisiones de la Asociación General pueden aprobar reglamentos más específicos, que reflejen los principios espirituales aquí afirmados, a la luz de las realidades y prácticas legales, políticas o culturales en sus áreas. Se anima a todos a obtener amplio consejo, de modo que se mantengan decisiones basadas en principios que preserven la integridad del testimonio y la misión de la iglesia. (Ejemplos actuales de declaraciones aprobadas por las divisiones incluyen el reglamento HR 30 de la División Nor- teamericana, y la declaración “Los adventistas y los gremios”, aprobada por la Junta Directiva de la División del Pacífico Sur el 22 de mayo de 2003.)
Estas orientaciones fueron aprobadas durante el Concilio Anual de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día llevado a cabo en Silver Spring, Maryland, el 14 de octubre de 2003.
Otros Documentos
Introducción
El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se acrecienta cada semana. Tenemos miedo por nosotros mismos y por nuestras familias. Nos preocupa que no haya vacunas ni curación a la vista. Por sobre todo, quisiéramos ser fuertes pero nos sentimos impotentes frente a algo que está llegando a ser una plaga en nuestros días.
¿Cómo reaccionarán los adventistas a esta crisis global? ¿De qué manera reaccionarán la administración de la iglesia, el sistema educativo, el sistema médico y las iglesias locales? ¿De qué modo reaccionarán las personas individualmente? Por sus respuestas a la epidemia de SIDA, los adventistas demuestran su misión y propósito. Debemos preguntar: “Nuestra misión y propósito, ¿revelan claramente el rostro y el corazón de Dios como se vio reflejado en la vida y en las acciones de Jesucristo?” Si deseamos revelar el amor redentor de Cristo, necesitamos separar la enfermedad del problema de la moralidad, demostrando una actitud compasiva y positiva hacia las personas que tienen SIDA, ofreciendo aceptación y amor, y proveyendo para sus necesidades físicas y espirituales. Deberíamos sentirnos avergonzados cuando vemos el rechazo social de la gente hacia quienes tienen SIDA. Debemos estar adecuadamente informados acerca de los peligros del SIDA y de qué manera se disemina. Debemos usar esa información para protegernos nosotros mismos como también compartir con otros la información acerca de la prevención.
¿Qué es el SIDA?
El SIDA es una enfermedad contagiosa causada por un virus llamado virus de inmunodeficiencia humano (VIH, o HIV según sus siglas en inglés). El virus entra en la sangre y destruye una parte vital del sistema inmunológico del cuerpo. Esto deja al cuerpo sin la capacidad de defenderse contra una amplia variedad de infecciones y ciertas clases de cáncer.
La ciencia médica está trabajando febrilmente para combatir el SIDA. Algunos medicamentos han demostrado ser útiles para demorar el comienzo del SIDA, y otros ayudan contra algunas de las infecciones que adquieren las personas con SIDA, pero hasta la fecha no hay ninguna vacuna ni cura para el SIDA, y no se espera ninguna en el futuro cercano.
¿Cuáles son los síntomas del SIDA?
Poco después de adquirir el virus, los seres humanos pueden transmitir la enfermedad aunque se sientan bien y no tengan ningún síntoma. Las pruebas de sangre comúnmente usadas para detectar la presencia del virus son negativas por unos dos a seis meses después del contacto inicial, y en algunos casos raros hasta doce meses. Después que las pruebas en la sangre se muestren positivas debido a la presencia del virus, las personas siguen sin mostrar síntomas durante varios años. Durante este período de incubación pueden seguir difundiendo el virus a otras personas. El SIDA se desarrolla, generalmente, entre cinco y quince años desde la adquisición de la infección. En este momento, 1990, parece que casi todos los que están infectados con el VIH eventualmente desarrollarán los síntomas de la enfermedad y morirán por ella.
Una etapa intermedia de la infección llamada Complejo Relacionado con el SIDA (CRS) se presenta con diversos síntomas, incluyendo: pérdida del apetito, drástica pérdida de peso, fiebre, erupciones cutáneas, nodos linfáticos inflamados, diarrea, sudores nocturnos, fatiga y debilidad. Las personas afectadas pueden morir del CRS sin desarrollar las infecciones específicas asociadas con el SIDA. Las personas con SIDA generalmente sufren de ataques repetidos de enfermedad, muchas veces debidos a infecciones. Estos ataques están marcados por neumonía; infecciones severas de la boca, garganta o intestinos; diarrea; pérdida de peso; fiebre prolongada; y cánceres poco comunes. El virus también puede atacar el sistema nervioso y producir daños en el cerebro, provocando la pérdida de la memoria y de la coordinación, debilidad grave y cambios en la personalidad.
Impacto global del SIDA
Se ha informado de casos de SIDA en casi todos los países del mundo. Durante la década de 1980 el SIDA comenzó a ser una pandemia internacional, y el número de personas que mostraban sus síntomas se duplicaba cada 18 a 24 meses. Algunas personas están llamando al SIDA la “plaga” del siglo XX. Se estima que unas siete millones de personas están infectadas con el virus en 1990. Sin embargo, en el momento actual, enfermedades bien conocidas como la malaria, la esquistosomiasis y el sarampión afectan y matan a mucho más personas en todo el mundo que el SIDA. Sin embargo, el SIDA sigue siendo una amenaza grande a la salud pública en la mayor parte del mundo. La Organización Mundial de la Salud cree que para comienzos del siglo XXI más de 100 millones de personas en todo el mundo estarán infectadas con el virus. Un especialista en epidemiología, el Dr. B. Frank Polk, de la Universidad Johns Hopkins, en los Estados Unidos, dice que algunos países pueden perder el 25% de su población por causa del SIDA para mediados de la década de 1990.
¿Puede tratarse el SIDA?
Hay drogas, como la zidovudine (AZT), que demoran en forma efectiva el progreso del SIDA. Muchas otras drogas están en diferentes etapas de ensayo, y pueden ser liberadas en un futuro próximo. Mientras esperan mejores drogas contra el VIH, se trata a los pacientes por las infecciones específicas o el cáncer a medida que se presentan. El tratamiento médico para una persona con SIDA en los Estados Unidos cuesta de 40 a 60 mil dólares por año. La gran cantidad de casos de SIDA agota la capacidad de las instalaciones médicas en muchos países. Los gastos para tratar a los pacientes con SIDA amenazan con abrumar al sistema del cuidado de salud aun en los países más ricos.
Cómo las personas adquieren o no el SIDA
El SIDA se extiende en la mayoría de los casos mediante el contacto sexual. Hombres y mujeres infectados se lo pasan a sus parejas. Por cuanto el virus del SIDA se encuentra en la sangre, pueden ser trasmitido cuando los usuarios de drogas intravenosas comparten agujas o jeringas, por medio de transfusiones de sangre o productos de sangre infectados y por medio de agujas hipodérmicas mal esterilizadas. Los instrumentos usados para hacer tatuajes, perforar las orejas, producir cicatrices tribales o penetrar la piel con cualquier propósito, también pueden llevarlo al organismo. Las madres pueden pasarlo a sus hijos durante el embarazo y/o el parto, y en raras ocasiones al amamantarlo.
El SIDA no se esparce en forma casual. El SIDA no se trasmite al dar la mano, al tocar, abrazar o estar cerca de personas que tienen SIDA, mientras no haya contacto sexual o con sangre. No se contagia por medio de las manijas de las puertas, el uso del teléfono, comer en un restaurante, nadar en una piscina pública, usar baños públicos, o mediante la ordenanza del lavamiento de los pies o el bautismo. Aunque el virus del SIDA se encuentra en concentraciones muy bajas en las lágrimas, las secreciones nasales y la saliva, no se transmiten fácilmente al estornudar, toser o por contactos incidentales. No se transmite por picaduras de mosquitos u otros insectos o por el contacto con animales. No se puede contraer al donar sangre.
El SIDA y la obra mundial de la Iglesia Adventista
El SIDA constituye un desafío para el ministerio de los pastores y capellanes adventistas. Ya existen personas con la infección del VIH en sus congregaciones, comunidades y hospitales. Los números se elevarán. No deben tener temor del contacto físico pasajero, incluyendo dar la mano o bautizarlos. Los pastores deberían seguir visitando a los enfermos en sus casas o en el hospital. La infección de VIH no debe cambiar los planes de visitación ni debe limitar su ministerio del modo más mínimo.
La crisis del SIDA proporciona a los pastores y capellanes una oportunidad de hablar públicamente acerca del SIDA, la sexualidad, la santidad y belleza del matrimonio, las relaciones interpersonales y las prácticas saludables que proporcionan una barrera contra la adquisición del SIDA. Al abogar en favor de conductas y al enseñar acerca de ellas como maneras de prevenir la trasmisión del VIH, los pastores y capellanes demuestran el amor y la compasión de Dios en su ministerio adventista.
El SIDA y el cuidado pastoral
El temor al SIDA no debería poner en compromiso nuestra compasión o nuestro testimonio. Los que demuestran ser positivos para el VIH o que pueden estar enfermos con ese mal deberían encontrar aceptación y compañerismo en la congregación local. Deberían sentirse cómodos en nuestros cultos y ser bienvenidos para participar en todas las actividades de la iglesia: bautismo, lavamiento de los pies y servicio de comunión. La iglesia local puede encontrar muchas maneras de ministrar a quienes tienen SIDA. Los feligreses pueden unirse o formar grupos de apoyo, e involucrarse personalmente para sostener y para satisfacer las necesidades de personas o familias que reciben el impacto del SIDA.
El SIDA y las escuelas adventistas
Los niños infectados con VIH deben ser bienvenidos a las escuelas adventistas, así como Dios nos da la bienvenida cuando nos relacionamos con él. El SIDA predispone a la persona a otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis. Si éstas están presentes, pueden ser necesarias las precauciones adecuadas, y debe mantenerse en forma confidencial la identidad de quienes son positivos en cuanto al VIH. Los padres y maestros deben ser educados con respecto a la naturaleza del SIDA y los pasos necesarios para evitar su difusión. Se encuentran orientaciones para las instituciones educativas y un currículo recomendado para la educación acerca del SIDA a disposición del Departamento de Educación de la Asociación General.
El SIDA y las instituciones de salud adventistas
Los hospitales y las clínicas adventistas deberían proporcionar un ambiente en el cual los pacientes de SIDA reciban cuidado compasivo y de calidad. Al mismo tiempo, deben ponerse en práctica procedimientos y reglamentos para la seguridad de los empleados con el fin de minimizar cualquier exposición descuidada al virus del SIDA. Todas las agujas, las jeringas y los equipos de cirugía deben ser adecuadamente esterilizados. La sangre y los productos de la sangre deberían ser analizados y tratados de la manera más segura. Por medio del Departamento de Salud y Temperancia de la Asociación General se pueden obtener orientaciones para prevenir el SIDA en instituciones médicas.
El SIDA y los obreros internacionales
Los obreros asignados a lugares fuera de su patria reciben adiestramiento especial para los problemas médicos en los países donde servirán. Estos obreros están recibiendo educación acerca del SIDA. La iglesia está sugiriendo que los viajeros eviten inyecciones cuando hay disponibles sustitutos por vía oral. Se les aconseja que lleven consigo agujas y jeringas descartables para su uso personal cuando sean necesarias las inyecciones, y se les aconseja evitar las transfusiones con sangre o productos de sangre que no se hayan
analizado debidamente.
Una palabra final acerca del SIDA
Los feligreses y empleados adventistas tienen una obligación cristiana de responder y tratar a las personas que sufren del SIDA, así como Jesús nuestro Salvador trató a los enfermos y a los parias. Trágicamente, el mundo responde a quienes sufren de SIDA como una vez lo hicieron con los leprosos: como pecaminosos portadores de la muerte que deben ser aislados y evitados. ero Dios, en Jesús, nos dio su respuesta. Se salió de su camino, y a veces caminó varios días, sólo para tocar y sanar a una persona afligida con la lepra. Siempre ofreció amor, aceptación y perdón a quienes estaban afligidos por el orgullo religioso y otros pecados de sus días. Mediante su amor redentor ofreció vida y libertad de la carga del pecado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día debe ocuparse en el ministerio de Cristo. Debe responder con amor y aceptación al tratar con la gente, incluyendo a los que tienen SIDA.
Cómo prevenir el SIDA
1) Limitar la actividad sexual a una relación matrimonial monogámica con una persona que se sabe no está infectada con VIH. Cuando una persona está infectada y continúa con las actividades sexuales, se recomienda el uso de condones.
2) Usar sólo agujas y jeringas esterilizadas para las inyecciones.
3) Analizar la sangre antes de recibir una transfusión.
4) Esterilizar los instrumentos filosos que se usan para producir cicatrices, tatuajes y la circuncisión.
5) Consultar al médico en las primeras etapas del embarazo.
6) Educar a otras personas acerca de cómo prevenir el SIDA.
7) Elegir evitar conductas de alto riesgo tales como la promiscuidad sexual y el uso de agujas no esterilizadas.
Este documento de estudio fue publicado por la Comisión acerca del SIDA de la Asociación General, y difundido por el Departamento de Salud y Temperancia en el Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana, en 1990.
Principios cristianos sobre intervenciones genéticas
Introducción
La mayoría de los nuevos avances en genética son el resultado de un conocimiento acrecentado con respecto a la estructura fundamental de los genes, no sólo en los seres humanos sino también en todo el ámbito de la vida sobre la Tierra (las palabras en cursiva se definen en un glosario al final de la declaración). Entre estos avances están los mapas genéticos, nuevos medios de pruebas genéticas, nuevas posibilidades de realizar ingeniería genética y una variedad de estrategias eugénicas que hubieran sido imposibles de imaginar hace sólo pocos años. En poco tiempo, el nuevo conocimiento genético ha producido un poder sin precedentes. Con ese poder también llega una gran responsabilidad. Desde el punto de vista de la fe cristiana, somos responsables por el uso de este poder no sólo hacia la humanidad global, sino también hacia todo el ámbito de la vida creada que Dios nos ha dado para su administración. En última instancia, tenemos que dar cuenta ante el Creador del universo, quien nos ha hecho responsables por el cuidado mutuo y el de la Tierra.
Cuando la creación salió de las manos del Creador todo era “bueno en gran manera” (Gén. 1:31). La dotación genética que Adán y Eva recibieron e su Creador no tenía defectos. Las enfermedades genéticas que la humanidad sufre hoy no son sólo el resultado de las variaciones normales. Se han desarrollado mediante mutaciones perjudiciales. Al restaurar el genoma humano a una condición más saludable, las ciencias de la salud modernas pueden intentar recuperar más de la condición original de la creación. Mientras estas intervenciones genéticas útiles puedan ser conducidas en armonía con principios cristianos, han de ser bienvenidas como una cooperación con la intención divina de aliviar los penosos resultados del pecado. Cualquier intento por establecer principios éticos abarcantes para la intervención genética debe confrontarse con las complejidades de un campo de la ciencia que está cambiando rápidamente. Desde el descubrimiento de la estructura molecular del ADN (ácido desoxirribonucleico), ha florecido el conocimiento de la genética en un espectro de formas de vida cada vez más amplio. Muchos de los aumentos de información y capacidad tecnológica han sido acompañados por graves preocupaciones éticas. Sólo podemos comenzar a imaginarnos las preguntas que surgirán en el futuro a medida que la ciencia genética avanza. La complejidad de los problemas y la velocidad de los cambios hace probable que las declaraciones de principios cristianos relevantes requieran expansión y modificaciones con el paso del tiempo.
Un ejemplo en un área de cambios rápidos es la determinación del mapa genético. Un esfuerzo científico internacional denominado Proyecto del genoma humano está intentando construir un diagrama genético detallado, o “mapa”, de todos los cromosomas humanos. La meta es proporcionar una descripción abarcante de la secuencia de los millones de pares de bases en el ADN que contienen los cromosomas humanos.* Los investigadores hacen planes de usar esta información para facilitar la identificación y el aislamiento de los genes humanos, y con ello proporcionar una ayuda útil para la comprensión del desarrollo humano y para el tratamiento de las enfermedades humanas. Continuamente surgen nuevos detalles acerca de la identidad, el papel y la función de los genes humanos.
El conocimiento aumentado acerca de la identidad de los genes humanos ha originado una variedad de nuevas posibilidades para hacer pruebas genéticas. En lo pasado, la información genética acerca de una persona se infería mayormente de la historia de la familia u observaciones clínicas del fenotipo de la persona, o de las expresiones físicas de los genes de la persona. Hoy, un número creciente de análisis genéticos sofisticados permiten identificar genes defectuosos que causan enfermedades genéticas tales como la fibrosis cística, la corea de Huntington [baile de San Vito] y algunos tipos de cáncer. Muchos de estos análisis pueden ser ahora realizados antes del nacimiento. Existe el potencial para identificar centenares de características genéticas, incluyendo un amplio espectro de desórdenes genéticos. Un resultado adicional del conocimiento genético básico es la capacidad para alterar los genes intencionalmente, o ingeniería genética. Mediante el uso de enzimas que son capaces de cortar segmentos de genes específicos, es posible cambiar la composición genética de las células insertando, eliminando o cambiando genes específicos. La ingeniería genética presenta asombrosas posibilidades nuevas, incluyendo la transferencia de genes a través de las fronteras biológicas, tales como de los animales a las plantas. El potencial para mejorar las formas de vida parecen interminables. Plantas genéticamente manipuladas, por ejemplo, pueden hacerse más productivas, más resistentes a las enfermedades, o menos susceptibles a los procesos internos de degeneración. La ingeniería genética ha beneficiado directamente la medicina humana.
Ha permitido, por ejemplo, la producción de insulina humana y el factor de crecimiento humano, ninguno de los cuales se podía obtener antes en cantidades suficientes. La ingeniería genética también permite tratar enfermedades mediante alteraciones genéticas. Con este tipo de tratamiento, un paciente cuyas células tienen genes defectuosos o faltantes puede recibir el material genético necesario. Nadie sabe cuántas enfermedades genéticas podrán ser tratadas de este modo algún día, pero los éxitos iniciales con enfermedades, como la fibrosis cística, dan esperanza de que otros desórdenes genéticos puedan ser tratados.*
Un conocimiento genético aumentado también produce nuevas posibilidades para la eugenesia, o los intentos de mejorar el conjunto de genes de varias especies, incluyendo a los seres humanos. En términos generales, tales intentos caen en dos categorías. La eugenesia negativa, que usa estrategias cuyas metas son prevenir que se hereden genes defectuosos. La eugenesia positiva, que usa estrategias cuyas metas son promover la transmisión de genes deseables. Un ejemplo de la eugenesia negativa, común en lo pasado, es la esterilización de personas que se consideraban que tenían genes defectuosos capaces de ser heredados. Un ejemplo de la eugenesia positiva es la inseminación artificial por donantes elegidos con características tales como inteligencia elevada, esas que se estiman como deseables.
Preocupaciones éticas
Con el fin de ver las cosas claramente es útil considerar una muestra de las preocupaciones éticas actuales para las cuales procuramos afirmar principios cristianos. Estas preocupaciones pueden ser ubicadas en cuatro categorías básicas: la santidad de la vida humana, la protección de la dignidad humana, la aceptación de responsabilidades sociales, y la mayordomía de la creación de Dios.
La santidad de la vida humana
Si el determinismo genético reduce el significado de la calidad de existir como ser humano a la operación mecánica de la biología molecular, existe una posibilidad muy seria de devaluar la vida humana. Por ejemplo, las nuevas capacidades para hacer pruebas genéticas antes del nacimiento, incluyendo el examen de preembriones antes de su implantación, generan preguntas acerca del valor de la vida humana cuando es genéticamente defectuosa. ¿Cuán serio debe ser un defecto genético, diagnosticado en forma prenatal, antes de que sea una razón éticamente legítima para descartar el preembrión o para inducir un aborto? Algunas condiciones, tales como la trisomía 18, se consideran generalmente incompatibles con la vida. Pero la seriedad relativa de la mayoría de los defectos genéticos es un asunto de opinión.
Protección de la dignidad humana
La protección de la intimidad personal y la confidencialidad es una de las mayores preocupaciones asociadas con las nuevas posibilidades de pruebas genéticas. El conocimiento del perfil genético de una persona podría ser de valor significativo para los empleadores potenciales, las compañías de seguros, y todas las personas relacionadas con dicha persona. Hay asuntos de importante preocupación ética, como determinar si las pruebas genéticas deberían ser voluntarias o mandatorias, cuándo y quién debe hacer esas pruebas, cuánta información debe ser suministrada y a quién. Deben tomarse decisiones difíciles acerca de si habrá excepciones a las expectativas usuales de reserva y privacidad, cuando otras personas pueden sufrir un daño considerable por la falta de información. Está en juego la protección de las personas del estigma y la discriminación injusta sobre la base de su constitución genética.
Otro conjunto de preocupaciones relacionadas con la dignidad humana surge de la posibilidad de alterar intencionalmente el fondo de genes humanos. Las intervenciones médicas en las enfermedades genéticas pueden ser destinadas ya sea a un tratamiento de células del cuerpo que son enéticamente defectuosas, o a la alteración de las células reproductivas. Los cambios en las células reproductivas humanas podría llegar a ser una parte permanente del fondo de genes humanos. Las intervenciones pueden también extenderse más allá del tratamiento de la enfermedad, e incluir intentos de mejorar lo que anteriormente se habían considerado características humanas normales. ¿Cuáles son las implicaciones para el sentido de pertenecer al género humano, por ejemplo, cuando estén disponibles las intervenciones que apunten a fortalecer la inteligencia humana o su psiquis?
La aceptación de responsabilidades sociales
El poder que resulta del nuevo conocimiento genético genera también preocupaciones acerca de la ética de las reglas sociales y los límites entre las libertades individuales y las responsabilidades sociales. Por ejemplo, ¿debe la sociedad desarrollar reglas destinadas a estimular la eugenesia positiva o la negativa? ¿Debe darse plena libertad reproductiva a los individuos con desórdenes genéticos serios? Otra área de preocupación social tiene que ver con el uso de los recursos de la sociedad. Se pueden plantear preguntas acerca de la cantidad de recursos sociales que deberían gastarse para realizar intervenciones genéticas humanas cuando hay atención básica de la salud que no está plenamente disponible. Otras preguntas surgen con respecto a la distribución de los beneficios y las cargas de las intervenciones genéticas, y cómo se las compartirá entre los ricos y los pobres de la sociedad.
La mayordomía de la creación de Dios
A medida que se desarrollan más los poderes de la ingeniería genética, podrían hacerse muchos cambios en las diversas especies que habitan la tierra. Estos cambios tienen el potencial de ser permanentes y, hasta cierto punto, impredecibles. ¿Qué limites en los cambios genéticos deberían aceptarse, si se aceptaran algunos de éstos? ¿Existen límites que no deberían cruzarse al transferir genes de una forma de vida a otra? Podemos esperar que los cambios genéticos tengan la intención de realzar la vida sobre nuestro planeta. Pero hay razones de preocupación. Por ejemplo, ya se han considerado alteraciones genéticas con el propósito de desarrollar nuevas armas biológicas. La explotación de otras formas de vida con propósitos de seguridad militar o ganancia económica deberían reclamar un escrutinio cuidadoso y moral.
Con esta clase de preocupaciones éticas en la mente, afirmamos los siguientes principios cristianos para la intervención genética.
Principios
1) Reserva. El amor cristiano demanda que se mantenga la confianza en las relaciones humanas. La protección de la confidencialidad es esencial para esta confianza. Con el fin de salvaguardar la privacidad personal y proteger contra una discriminación injusta, debería mantenerse en reserva la constitución genética de una persona, a menos que ella elija compartir el conocimiento con otros. En los casos en que otros puedan sufrir daños serios
y evitables sin la información genética acerca de otra persona, hay una obligación moral de compartir la información necesaria (Mat. 7:12; Fil. 2:4).
2) Fidelidad a la verdad. La obligación cristiana de ser fieles a la verdad requiere que los resultados de las pruebas genéticas sean informados honradamente a la persona afectada, o a miembros responsables de su familia, si la persona misma es incapaz de entender la información (Efe. 4:25).
3) Honrar la imagen de Dios. En toda la creación divina, sólo los seres humanos fueron creados a la imagen de Dios (Gén. 1:26, 27). El reconocimiento cristiano de la sabiduría y el poder de Dios en la creación debería conducir a ser cautos en intentar alterar permanentemente el fondo genético humano Gén. 1:31). Dado el conocimiento actual, las intervenciones genéticas en los seres humanos deberían limitarse al tratamiento de individuos
con desórdenes genéticos (terapias de células somáticas) y no debería incluir intentos de cambiar las células reproductivas humanas (alteraciones de células germinales) que pudieran afectar la imagen de Dios en generaciones futuras. Todas las intervenciones por razones genéticas en los seres humanos deberían ser hechas con grandes precauciones morales y con la protección apropiada de la vida humana en todas las etapas de su desarrollo (con referencia al aborto selectivo, ver los principios afirmados en “El aborto. Orientaciones adventistas”, pp. 108-111 de este libro).
4) La prevención del sufrimiento. Es una responsabilidad cristiana prevenir o aliviar el sufrimiento siempre que sea posible (Hech. 10:38; Luc. 9:2). Por esta razón, el propósito principal de la intervención genética humana debería ser el tratamiento o la prevención de enfermedades y el alivio del dolor y el sufrimiento. Por causa de las tendencias de la naturaleza humana pecaminosa, la posibilidad de abusos, los riesgos biológicos desconocidos, los intentos de modificar características físicas o mentales con intervenciones genéticas a las personas sanas que están libres de desórdenes genéticos, debería enfrentarse con gran cuidado.
5) Libertad de elegir. Dios valora la libertad humana y rechaza toda forma de coerción. Las personas que son capaces de hacer sus propias decisiones deberían estar libres para decidir si se someterán a pruebas genéticas o no. También deberían estar libres para decidir cómo actuar con respecto a la información que resulta de las pruebas, excepto cuando otros puedan sufrir daños serios y evitables. Renunciar a la procreación puede ser una elección moralmente responsable para evitar riesgos conocidos de defectos congénitos serios. Aunque tales decisiones acerca de la procreación y de las pruebas genéticas son profundamente personales, la persona debería hacerlo con la debida consideración por el bien común.
6) Mayordomía de la creación. Salvaguardar la creación de Dios incluye estimar la diversidad y el equilibrio ecológico del mundo natural con sus innumerables especies de criaturas vivientes (Gén. 1). Las intervenciones genéticas con plantas y animales deberían mostrar respeto por la rica variedad de formas de vida. La explotación y las manipulaciones que destruirían el equilibrio natural o degradarían el mundo creado por Dios, deberían ser prohibidas.
7) La no violencia. Usar manipulaciones genéticas para desarrollar medios de guerra es una afrenta directa a los valores cristianos de paz y vida. Es moralmente inaceptable abusar de la creación de Dios cambiando formas de vida en armas de destrucción (Apoc. 11:18).
8) Equidad. Dios ama a todos los seres humanos, sin tomar en cuenta su condición social percibida (Hech. 10:34). Los beneficios de la investigación genética deberían ser accesibles a las personas que la necesitan sin discriminación injusta.
9) Dignidad humana. Los seres humanos creados a la imagen de Dios son más que la suma de sus genes (Gén. 1:27; Hech. 17:28). La dignidad humana no debería reducirse a mecanismos genéticos. Las personas deberían ser tratadas con dignidad y respeto por sus cualidades individuales, y no ser estereotipadas sobre la base de su herencia genética. 10) Condiciones de salud. Los cristianos tienen la responsabilidad de mantener la salud de sus cuerpos, incluyendo su salud genética (1 Cor. 10:31). Esto significa que los cristianos deberían evitar aquello que es probable que sea genéticamente destructivo para sí mismos o para sus hijos, tales como el abuso de drogas y las radiaciones excesivas.
Glosario:
ADN (ácido desoxirribonucleico). La molécula en forma de una doble hélice que contiene el código de la información genética y es la molécula hereditaria principal en la mayoría de las especies.
ADN recombinante. Una secuencia nueva de ADN que se produce artificialmente al unir segmentos de ADN.
Célula germinal. Célula reproductora.
Célula somática. Cualquier célula del cuerpo fuera de las células reproductivas.
Cromosoma. El bastón condensado constituido por un hilo lineal de ADN entretejido con proteína que es la estructura que contiene los genes
de las células vivientes. Los seres humanos tienen 23 pares de cromosomas.
Enzimas. Una proteína que facilita una reacción química específica sin cambiar su dirección ni su naturaleza.
Eugenesia. Estrategias para intentar mejorar el conjunto de genes de una especie, ya sea para impedir la transmisión de características no deseadas
o para aumentar la transmisión de las deseadas.
Eugenesia negativa. Estrategias para impedir la transmisión de características genéticas que se consideran indeseables.
Eugenesia positiva. Estrategias para promover la transmisión de características genéticas que se consideran deseables.
Fenotipo. Las características observables que resultan de un genotipo con la influencia de factores ambientales.
Gen. La unidad básica de la herencia; una sección del ADN que contiene información para la producción de moléculas específicas de proteína.
Genoma. Todo el material genético contenido en los cromosomas de un organismo o individuo específico.
Genotipo. La constitución genética de un individuo.
Implante. La fijación de un embrión a la pared del útero.
Ingeniería genética. El proceso de alterar la constitución genética de una célula u organismo individual por medio de la inserción, eliminación o cambio intencional de genes específicos.
Mapa de genes. El resultado del proceso de determinar la secuencia genética de una especie.
Mutación. Una alteración permanente del ADN que puede ser heredada.
Pares de bases. Pares de bases complementarias que forman la estructura del ADN; las unidades de medida de la longitud del ADN. Los pares de bases consisten de adenina (A), que siempre debe estar junto con la tiamina (T) y la guanina (G), que debe formar siempre un par con la citonina (C). Preembrión. Un huevo fertilizado antes de su implante y el comienzo del embarazo.
Proyecto del genoma humano. El esfuerzo científico internacional para construir un mapa detallado de los genes humanos, identificando su estructura y función.
Pruebas genéticas. El examen de la constitución genética de los individuos con el propósito de identificar rasgos hereditarios posibles, incluyendo defectos o anormalidades.
Terapia genética. El reemplazo o la reparación de genes defectuosos en células vivientes con propósitos médicos [ver las pp. 161-164 por un documento acerca de este procedimiento científico].
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* Los Editores: Al momento de editarse este libro, el proyecto se cumplió y ya se dispone del mapa completo.
Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la Vida Humana en marzo de 1995, y votado por la Comisión Administrativa de la Asociación General (ADCOM) el 13 de junio de 1995.
Relaciones entre Iglesia y Estado
Preámbulo
Dios es amor. Su gobierno de este universo se basa en la obediencia voluntaria de su creación evocada por su benevolencia magnificente.1 Sólo una fe que descansa en el corazón humano2, y sólo las acciones impulsadas por el amor3, son aceptables para Dios. Sin embargo, el amor no está sujeto a la regulación civil. No puede ser invocado por mandato ni sustentado por estatuto. Por consiguiente, los esfuerzos por legislar la fe, por su misma naturaleza, se oponen a los principios de la verdadera religión, y por lo tanto se oponen a la voluntad de Dios4.
Dios colocó a nuestros primeros padres en esta tierra con la capacidad de elegir entre el bien y el mal5. A las generaciones subsecuentes nacidas en este mundo se les ha concedido una elección similar. Esta libertad de elegir, así otorgada por Dios, no debiera ser infringida por el hombre.
La relación apropiada entre la religión y el Estado fue muy bien ejemplificada en la vida de nuestro Salvador y Ejemplo, Jesucristo. Como uno de la deidad, Jesús poseía autoridad sin parangón en la tierra. Tenía revelación divina,6 poder divino7 y un estatuto santo.8 Si alguien en la historia del mundo tenía el derecho de forzar a otros a adorar según él dictara, éste era Jesucristo. No obstante, Jesús nunca utilizó la fuerza para hacer avanzar el evangelio.9 Es para que los seguidores de Cristo emulen este ejemplo. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha intentado, desde sus comienzos, seguir el ejemplo de Cristo al abogar por la libertad de conciencia como parte integral de su misión evangélica. Dado que el papel de la iglesia en la sociedad se amplía, es apropiado declarar los principios que guían a nuestra iglesia mundial en los contactos con los gobiernos de los países en los que actuamos.
Libertad de conciencia
En el corazón del mensaje adventista está nuestra destacada creencia de que la libertad de conciencia debe garantizarse para todos. La libertad de conciencia incluye la libertad de creer y practicar plenamente la fe religiosa de elección, la libertad de no creer o practicar fe religiosa alguna, la libertad de cambiar de fe, y la libertad de establecer y administrar instituciones religiosas de acuerdo con las creencias religiosas. Estamos dedicados a trabajar para el avance de la protección legal y política de la libertad religiosa y sustentamos la amplia interpretación de las cartas constitucionales que garantizan la protección de esta libertad.10
Como cristianos, los adventistas reconocemos el papel legítimo del gobierno organizado en la sociedad.11 Apoyamos el derecho del Estado de legislar en materia secular y apoyamos el acatamiento de dichas leyes.12 No obstante, cuando nos enfrentamos con una situación en la que la ley del país está en pugna con los mandatos bíblicos, concordamos con el mandato de la Escritura de que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.13
La dedicación adventista a la libertad de conciencia reconoce que existen límites para esta libertad. La libertad de religión sólo puede existir en el contexto de la protección de los derechos legítimos e iguales de los demás en la sociedad. Cuando la sociedad tiene un interés apremiante, como la protección de sus ciudadanos de un perjuicio inminente, por ende puede restringir las prácticas religiosas. Dichas restricciones debieran ser puestas en práctica de manera tal que limiten lo menos posible la práctica religiosa y aún así proteja a los que se ven amenazados por ella. La limitación de la libertad de conciencia con el fin de proteger a la sociedad de ofensas o perjuicios intangibles similares, de riesgos hipotéticos o para imponer una conformidad social o religiosa por medio de medidas como las leyes dominicales u otras observancias religiosas autorizadas por el Estado, no son limitaciones legítimas de la libertad.
Los adventistas son llamados a defender el principio de libertad de conciencia para todos. Al conservar nuestro amor por los demás,14 debemos estar dispuestos a trabajar en defensa de grupos cuya libertad de conciencia se ve afectada inadecuadamente por el Estado. Dicha obra tal vez resulte en pérdidas personales y colectivas. Éste es el precio que debemos estar dispuestos a pagar con el fin de seguir a nuestro Salvador, quien hablaba consistentemente en favor de los desdichados y desposeídos.15
Participación en el gobierno
La Iglesia Adventista del Séptimo Día es consciente de la larga historia de participación del pueblo de Dios en asuntos civiles. José ejerció el poder civil en Egipto.16 De forma similar, Daniel subió a las alturas del poder civil en Babilonia y, como resultado, la nación se benefició.17 En la historia de nuestra iglesia, los adventistas se han unido con otras organizaciones religiosas y seculares para ejercer influencia sobre las autoridades civiles para acabar con la esclavitud y para hacer avanzar la causa de la libertad religiosa.
Sin embargo, la influencia religiosa no siempre ha resultado en el adelanto de la sociedad. La persecución religiosa, las guerras religiosas y los numerosos ejemplos de supresión social y política perpetradas a instancias de personas religiosas confirman los peligros que existen cuando se utilizan los medios del Estado para hacer progresar los objetivos religiosos.
El crecimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha ocasionado un crecimiento correspondiente de nuestra capacidad de ejercer influencia política en algunas áreas del mundo. Esta influencia política no es problemática en sí misma. De hecho, los adventistas tal vez aspiren correctamente a servir en puestos de liderazgo civil.18 No obstante, siempre debemos ser cuidadosos con los peligros que están asociados con la influencia religiosa en materia civil, y asiduamente evitamos tales peligros.
Cuando los adventistas se convierten en líderes o ejercen cierta influencia en la sociedad, esto debiera hacerse de una forma consistente con la regla de oro.19 Por lo tanto, debiéramos trabajar para establecer una robusta libertad religiosa para todos y no debiéramos utilizar nuestra influencia con los líderes políticos y civiles para promover nuestra fe o inhibir la fe de los demás. Los adventistas debieran tomarse en serio las responsabilidades cívicas.
Debiéramos participar en el proceso de votación dispuesto para nosotros cuando sea posible hacerlo en plena conciencia20 y debiéramos compartir la responsabilidad de erigir nuestras comunidades. Sin embargo, los adventistas no debiéramos preocuparnos por la política ni utilizar el púlpito o nuestras publicaciones para promover teorías políticas.21
Los adventistas que son líderes cívicos deben procurar adherir a las normas más elevadas de la conducta cristiana. Como Danieles modernos, Dios los guiará, y su fidelidad hacia él inspirará a la comunidad.
Representación de gobiernos y cuerpos internacionales
A lo largo de la historia del pueblo de Dios, el Señor ha visto conveniente delegar individuos para exponer su mensaje a los gobernantes de su tiempo. Abraham,22 José23 y Moisés24 trataron directamente con el faraón de su tiempo. Como resultado de la presencia de Ester en la corte del rey Asuero el pueblo de Dios se salvó de la destrucción.25 Daniel primero fue representante del Imperio Babilónico,26 y posteriormente de Ciro el Persa y Darío el Medo.27 Pablo llevó el evangelio a la clase gobernante del Imperio Romano.28
De modo similar, muchos de los grandes reformadores estuvieron frente a gobernantes de su tiempo para defender su posición. Por consiguiente, seríamos negligentes si no nos esforzáramos por exponer a Cristo ante los líderes de este mundo en este tiempo presente. De hecho, los adventistas son llamados a ser portavoces de la libertad de conciencia para este mundo.29 Parte integral para esta misión es el desarrollo de las relaciones con los gobernantes temporales.30 Con el fin de lograr esto, la Iglesia Adventista del Séptimo Día designa representantes para los gobiernos y cuerpos internacionales que tienen influencia en la protección de la libertad religiosa. Esta obra debe considerarse esencial para la misión evangelizadora y debieran concederse los recursos necesarios para asegurarse que nuestra representación sea del grado más elevado.
Expectativas de los gobiernos
Los gobiernos se establecen para satisfacer las necesidades de los gobernados. Como tales, deben asegurar la protección de los derechos humanos fundamentales de la población, incluyendo la libertad de conciencia. Además, el Estado debe empeñarse en construir comunidades con orden público, salud pública, un ambiente limpio y una atmósfera que no inhiba indebidamente la capacidad de los ciudadanos de educar familias y explorar libremente las facetas de su humanidad. Es responsabilidad del Estado esforzarse por eliminar la discriminación sobre la base de la raza, la etnia, la clase social, la religión, la persuasión política y el género, y garantizarle a sus residentes igual acceso a una justicia imparcial. Los estados no sólo tienen la responsabilidad de proteger a los que viven dentro de sus fronteras, sino también de trabajar para la protección de los derechos humanos de la comunidad internacional y brindar asilo a los que escapan de la persecución.
Receptores de fondos gubernamentales
Los adventistas han debatido extensamente acerca de si la iglesia o sus instituciones debieran aceptar fondos gubernamentales. Por un lado, la iglesia ha enseñado que el Señor se mueve en los corazones de los que tienen poder civil, y que la iglesia no debiera erigir barreras que cortarían la asistencia para el avance de su causa.31 Por otro lado, la iglesia ha advertido en contra de la unión de la Iglesia y el Estado.32
Así, cuando las leyes de una nación permiten la asistencia del gobierno a las iglesias o sus instituciones, nuestros principios permiten recibir fondos que no vayan acompañados de condiciones que inhiban nuestra capacidad de practicar y promulgar libremente nuestra fe, de contratar sólo a adventistas, de quedarse con la administración a cargo de adventistas solamente y de observar sin compromiso los principios expresados en la Biblia y los escritos de Elena de White. Además, para evitar una unión de Iglesia y Estado, los fondos gubernamentales no debieran aceptase para pagar actividades religiosas como servicios de adoración, evangelización, publicación de textos religiosos o salarios de los que trabajan en la administración eclesiástica o en el ministerio evangélico, excepto para la provisión de servicios espirituales a aquellos cuyas vidas están tan completamente reguladas por el Estado que la provisión de tales servicios sea impracticable sin la participación estatal.33
En ocasiones cuando la aceptación de los fondos gubernamentales no viola los principios precedentes, debiera considerarse cuidadosamente si se han de aceptar los fondos del gobierno. Los fondos del gobierno vigente, en oposición a las contribuciones financieras individuales, presentan un peligro particular. Es virtualmente imposible que las instituciones no se vuelvan dependientes, al menos en parte, de las corrientes de fondos del gobierno vigente. Dichos fondos de gobierno comúnmente van acompañados de regulación gubernamental. Si bien dicha regulación tal vez no viole los principios cristianos cuando el dinero se recibe por primera vez, dichas regulaciones están sujetas a cambios. En caso de que cambien las regulaciones que rigen la recepción de los fondos del gobierno y requieran abandonar los principios de nuestras instituciones descriptas en la Biblia y por Elena de White, los fondos del gobierno vigente deben rechazarse, incluso si como resultado la institución se deba cerrar, vender o reestructurar significativamente.
Cuando los adventistas recibimos fondos del gobierno, debemos manejar dichos fondos con suprema integridad. Esto incluye el cumplimiento estricto de las regulaciones adjuntas a la donación y el uso de rigurosas medidas de contabilidad. Si los procedimientos no están en orden como para asegurar tal cumplimiento, la donación debe ser rechazada.
En algunas circunstancias excepcionales, los adventistas sólo podemos lograr tener presencia en un país si contamos con programas controlados por el gobierno y que prohíben una testificación abierta. Debe dedicarse un tiempo considerable a la oración y la meditación por las implicancias de participar en dichos programas. Debiéramos considerar si la participación ayuda al gobierno a mantener sus políticas restrictivas, si la participación asocia el nombre de la iglesia con el gobierno coercitivo, y si la participación brindará la oportunidad de difundir el evangelio a corto y largo plazo, incluyendo el mensaje de los tres ángeles34 en el país en cuestión. Debemos evitar asiduamente asociar el nombre de Cristo con regímenes que suprimen y tratan brutalmente a su población.
Conclusión
Dios ha puesto a cada individuo en la tierra con la capacidad de determinar lo bueno y lo malo bajo la dirección del Espíritu Santo y de acuerdo con su Palabra. Por consiguiente, esta declaración no está designada para sustituir el consejo divino y no está designada para ser una interpretación autorizada de ese consejo. Más bien, la declaración sirve para resumir la comprensión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en este tiempo. La forma en que los adventistas conducimos nuestras relaciones Iglesia- Estado tiene un impacto significativo en nuestros esfuerzos mundiales. Por tanto, debemos abordar esta área con mucha meditación y oración. Al trabajar bajo la dirección del Espíritu Santo, los adventistas continuarán abogando por el principio de libertad de conciencia.
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Este documento fue aprobado por el Consejo Intereclesiástico / interreligioso de la Asociacion General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en marzo de 2002. El documento es utilizado oficialmente por el Departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la IASD. Ver original en inglés en http://www.adventist.org/beliefs/other-documents/other-doc8.html
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Referencias:
1 “Dios desea de todas sus criaturas el servicio por amor; servicio que brota de un aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada; y a todos otorga libre albedrío para que puedan rendirle un servicio voluntario” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 12, 13).
2 Ezequiel 36:26.
3 1 Corintios 13.
4 El ejemplo del antiguo Israel bajo gobierno teocrático a veces se utiliza para justificar los esfuerzos modernos para legislar sobre preceptos religiosos. Tales justificaciones aplican erróneamente el precedente bíblico. Por un período relativamente corto de la historia de esta tierra, Dios utilizó métodos particulares para preservar su mensaje para el mundo. Estos métodos se basaban en un pacto de acuerdo mutuo entre Dios y una familia que crecía en una nación relativamente pequeña. Durante este período, Dios directamente gobernaba de una manera que hasta entonces no había elegido utilizar. La experiencia del gobierno directo de Dios basado en un pacto de acuerdo mutuo, si bien tiene una importancia inestimable para nuestra comprensión del Señor, no se aplica directamente a la manera en que debieran gobernarse las naciones modernas. Más bien, el ejemplo más aplicable de la relación entre la Iglesia y el Estado es la provista por Jesucristo.
5 Génesis 3.
6 Ver, por ej., Juan 4:17-19.
7 Ver, por ej., Juan 11.
8 1 Juan 2:1.
9 Muy por el contrario, Jesús explícitamente declaró que su “reino no es de este mundo”, y por lo tanto sus siervos no fueron comisionados para ejercer poder por medio de la fuerza (Juan 18:36).
10 Ver, por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas; Art. 18; La Convención Norteamericana de los Derechos Humanos, Art. 12; la Carta Fundacional Africana de los Derechos Humanos y de las Personas, Art. 8; la Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, Art. 9; la Constitución de la República de Sudáfrica, Art. 15; la Constitución de la República Federativa del Brasil, Art. 5; la Constitución de la República de Corea del Sur, Art. 20; la Constitución del Commonwealth de Australia, Art. 116; la Constitución de la India, Arts. 25-28; la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, Primera Enmienda.
11 1 Pedro 2:13-17.
12 Romanos 13.
13 Hechos 5:29. “El pueblo de Dios reconocerá el gobierno humano como una ordenanza divinamente designada, y por precepto y ejemplo enseñará la obediencia a ella como un deber sagrado, siempre y cuando su autoridad se ejerza dentro de su esfera legítima. Pero cuando sus demandas entren en conflicto con las de Dios, debemos elegir obedecer a Dios antes que a los hombres. Debe reconocerse y obedecerse la Palabra de Dios como una autoridad que está por encima de toda legislación humana. El ‘Así dice el Señor’ no debe desecharse por un ‘Así dicen la Iglesia o el Estado’. La corona de Cristo debe elevarse por encima de todas las diademas de los potentados terrenales” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 145).
14 Mateo 22:39.
15 Ver, por ej.: Lucas 4:18; Mateo 5:1-12; Lucas 10:30-37.
16 Génesis 41:40-57.
17 Daniel 6:3.
18 “¿Han pensado lo que no se atreven a expresar, de que un día puedan estar en la cima de la grandeza intelectual; que pueden sentarse en los concilios deliberantes y legislativos y ayuden a dictar leyes para la nación? No hay nada de malo en esas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede dejar su huella. No deberían conformarse con logros insignificantes. Apunten alto y no escatimen esfuerzos para alcanzar esa norma” (Elena de White, Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 378).
19 “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).
20 Si bien los adventistas han de votar, han de emitir sus votos con cuidadosa oración. Ver Elena de White, Mensajes selectos, t. 2, pp. 387-389 (exhorta a los adventistas a que voten); Elena de White, Obreros evangélicos, p. 406 (declara que los adventistas no pueden votar sin riesgos a partidos políticos); y Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 131 (los adventistas se convierten en partícipes de los pecados de los políticos si apoyan a candidatos que no defienden la libertad religiosa).
21 Elena de White, Obreros evangélicos, pp. 406, 407.
22 Génesis 12:15-20.
23 Génesis 41.
24 Éxodo 4-12.
25 Ester 8.
26 Daniel 3-5.
27 Daniel 1:21; 5:31-6:28.
28 Hechos 23-26.
29 “No estamos haciendo la voluntad de Dios si permanecemos quietos sin hacer nada para preservar la libertad de conciencia” (Elena de White, Joyas de los testimonios, t. 2, p. 321).
30 “Reyes, gobernantes y concilios han de tener un conocimiento de la verdad por medio del testimonio de ustedes. Ésta es la única forma en que el testimonio de la luz y la verdad pueden alcanzar a los hombres de gran autoridad” (Elena de White, Review and Herald, 15 de abril de 1890).
31 “Durante todo el tiempo en que estemos en este mundo, y el Espíritu de Dios esté luchando con el mundo, hemos de recibir e impartir favores. Hemos de dar al mundo la luz de la verdad como se la presenta en las Sagradas Escrituras, y hemos de recibir del mundo lo que Dios los induce a hacer en favor de su causa. El Señor todavía actúa en corazones de reyes y gobernantes para que favorezcan a su pueblo, y conviene que los que están tan profundamente interesados en el asunto de la libertad religiosa no rechacen ningún favor, o dejen de aceptar la ayuda que Dios ha inducido a los hombres a dar para el progreso de la causa” (Elena de White, Testimonios para los ministros, p. 203).
32 “El consorcio de la Iglesia con el Estado, por muy poco estrecho que sea, puede en apariencia acercar el mundo a la iglesia, mientras que en realidad es la iglesia la que se acerca al mundo” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 342).
33 Esta categoría incluye capellanes retenidos por el Estado para brindar servicios espirituales a los que sirven en el servicio militar, a los que están encarcelados, a los que están en hospitales estatales y a aquellos cuyas vidas están restringidas de modo similar a instituciones del Estado, o cuyas vidas de igual modo están poderosamente reguladas por el Estado.
34 Apocalipsis 14:6-12.
Comisión de Estrategias de Comunicación
Informe
VOTADO, 1. Aceptar el Informe de la Comisión de Estrategias de Comunicación como un documento de estudio; 2. Solicitar a las divisiones que pongan el documento a revisión y eleven un informe a la Asociación General con recomendaciones antes de la Reunión de Primavera* de 1995; 3. Remitir a la Reunión de Primavera* de 1995 para acciones ulteriores el Informe de la Comisión de Estrategias de Comunicación que dice lo siguiente: El informe de la Comisión de Estrategias de Comunicación (COECO) brinda estrategias que tratarán varios temas significativos que afectan a la iglesia en cuanto a la comunicación interna y externa.
TRASFONDO
En el Concilio Anual de 1992 se tomaron medidas para hacer frente a las preocupaciones y problemas que afectan a la iglesia Mundial para ser comunicadas, bajo la dirección del Presidente de la Asociación General, a todos los niveles de la iglesia a través de medios de prensa establecidos. Propuso el uso más amplio de los medios electrónicos, y recomendó que las administraciones le den prioridad a su uso. Los objetivos de esta propuesta de comunicación en el ámbito mundial incluyen mantener la unidad de creencia y misión, alimentar la vida espiritual de los miembros, brindar información sobre la posición de la iglesia sobre problemáticas públicas y contrarrestar elementos disgregadores. El propósito de la Comisión de Estrategias de Comunicación no es repetir el trabajo de la comisión anterior; sino buscar reforzar, complementar y fortalecer sus propuestas. En el Concilio Anual de 1993 se tomaron medidas adicionales y se identificó a la Comunicación como uno de los seis problemas centrales que necesitan ser tratados por la iglesia. La Comisión de Estrategias de Comunicación, en parte, fue una respuesta directa a las medidas de 1993. El informe de la comisión se refiere a la necesidad de “preparar una estrategia que le dé dirección a la comunicación dentro y fuera de la iglesia” (Medida del Concilio Anual 250-93G, “Informe de la Comisión de Evaluación Mundial y Recomendaciones para la Planificación Estratégica”, Folleto del Concilio Anual 1993, p. 28).
El informe siguiente tiene dos partes principales: una estrategia propuesta, y otras medidas que incluyen varios tipos de implementaciones que debieran mejorar la activación y la efectividad de la estrategia.
DECLARACIÓN ESTRATÉGICA Y FUNDAMENTOS
Se recomienda:
1. Adoptar lo siguiente como declaración estratégica general para regular la comunicación interna y externa de la iglesia: Los adventistas comunicarán esperanza al centrarse en la calidad de vida que es completa en Cristo. El resumen de toda la comunicación de Dios acerca de sí mismo es que “Dios es amor” (1 Juan 4:16). Este amor inunda el corazón humano y crea esperanza (Rom. 5:2). Dios, que es el fundamento de la esperanza, comunica gozo y paz a la iglesia y a sus miembros, por lo que la esperanza se desborda hacia el mundo (Rom. 15:13). Sólo en Cristo es que somos completos (Col. 2:10). La Iglesia Adventista del Séptimo Día espera siempre con la vista fija en la “bendita esperanza”. La iglesia cree que Dios le brinda un mensaje de esperanza a la humanidad que mejora la calidad de vida espiritual, mental, física y social. Por lo tanto, los adventistas comunicarán este mensaje de esperanza con urgencia e insistencia crecientes, con el fin de cambiar la vida aquí y ahora, y ofrecer la plenitud de vida que sólo viene por medio de la fe en Jesucristo.
Elena de White insta repetidamente a la iglesia a desplegar su mensaje y misión en forma tal que atienda las necesidades del cuerpo, la mente y el espíritu. En un mundo en decadencia, de enfermedad y duda, hemos de comunicar el plan original de Dios para la raza, el cual atiende las necesidades de la persona toda.
La iglesia ya posee una ventaja considerable de cómo la ve el público. Muchos, en todos los países, perciben a la iglesia como una fuente preferencial para asegurarse una mejor calidad de vida. Puesto que la iglesia percibe esto, y lo aumenta por medio de una estrategia cohesiva y deliberada, los adventistas también serán percibidos como los mayordomos de una esperanza que va mucho más allá de las expectativas terrenales. La prueba más efectiva de toda comunicación es: ¿Demuestra amor y produce esperanza? El propósito de la iglesia es crear una visión de comunicación designada para cumplir el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo”. En dicha comunicación se puede ofrecer una calidad de vida que brinde esperanza para el mundo presente y futuro.
2. Solicitar a cada entidad de la iglesia que desarrolle su comunicación, tanto interna como externa, dentro de esta estrategia. La elección real de las palabras utilizadas en iniciativas de comunicación puede depender de si la iniciativa está dirigida para consumo interno o externo, el ambiente cultural y social en el que la iglesia pueda estar actuando y la entidad que crea la iniciativa. Dentro de esta estrategia las entidades eclesiásticas pueden consignar positivamente la mejor forma de comunicar usando palabras, lemas y modelos de pensamiento que sean atractivos en esa cultura. Para que esta estrategia tenga un impacto global se deben acordar prioridades en concepto y planificación. Por lo tanto, propone que la Asociación General trabaje con las divisiones en la formulación de planes para implementar la estrategia.
3. Incorporar los siguientes principios orientadores:
a. La congregación local: Hacer de la congregación local el principal centro de comunicación interna.
La membresía mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está consistentemente organizada en iglesias locales. Estas comunidades eclesiásticas locales sirven como base para todas las tareas esenciales asociadas con el desarrollo de la fe y la práctica. El propósito de la comunicación es crear comunidades de fe. La iglesia local se organiza, en el plan de Dios, para la predicación del evangelio y la educación de los creyentes. Estas dos tareas unen a los miembros individuales en comunidades, y crean la necesidad de la comunicación.
El crecimiento rápido y diverso de la iglesia crea desafíos y oportunidades especiales para la comunicación, que la iglesia debe atender en el ámbito de la congregación local. El desarrollo de la esperanza y de una persona integral son partes esenciales de la comunicación interna, y éstas se brindan mejor dentro de la comunidad eclesiástica local.
1) La iglesia es responsable de:
a) Examinar y, cuando fuere necesario, adaptar sus sistemas de comunicación interna para que el flujo de información sea hacia la congregación
local.
b) Hacer que la información esencial esté disponible a través de las congregaciones locales para que cada miembro de iglesia pueda estar informado y educado.
c) Incluir la provisión de materiales mínimos de educación en idioma apropiado como uno de los criterios de registrar un país, área o grupo de personas cuando son penetrados.
d) Comunicar esperanza a sus miembros centrándose en la calidad de vida que puede ser suya si están completos en Cristo. e) Comunicar amor a sus miembros con el fin de que la esperanza pueda redundar en una testificación efectiva.
2) Implementación
a) Que cada División/Unión revise sus sistemas de comunicación dentro de la iglesia y prepare recomendaciones para la Junta Directiva de la División sobre los sistemas apropiados y factibles para sus necesidades. Los informes de las medidas tomadas y de los sistemas implementados han de ser remitidos al vicepresidente de la Asociación General asignado a Comunicación.
b) Que haya al menos una comunicación mensual a cada congregación de la Asociación/Misión que brinde educación, conexión con la misión y el mensaje de la iglesia, e información sobre el progreso y los desafíos.
c) Que se incluya lo siguiente dentro de los materiales mínimos de educación disponibles para cada adventista:
(1) Cómo aceptar a Cristo.
(2) Cómo vivir como cristiano adventista.
(3) Cómo ser parte de la vida de la congregación y de la sociedad.
(4) Las creencias fundamentales de la iglesia.
La preparación de estos materiales es responsabilidad de la Asociación Ministerial obrando conjuntamente con publicadoras denominacionales.
Nota: En congregaciones con creyentes analfabetos, los materiales mínimos se pondrán a disposición en formatos comprensibles a través del líder espiritual asignado a la congregación.
3) Beneficios proyectados
a) Sistemas capaces de comunicarse efectiva y rápidamente dentro de la iglesia.
b) Cada miembro provisto de educación, conexión con el mensaje y la misión de la iglesia, e información sobre el progreso y los desafíos.
c) Una presencia informada de testificación adventista en la que la iglesia pueda desarrollar y expandir su misión.
d) Miembros de quienes fluya amor y esperanza al demostrar la calidad de vida que crea la integridad en Cristo.
b. Comunicadores eficaces: Capacitar a las congregaciones y miembros de iglesia para ser comunicadores eficaces en el contexto de sus comunidades.
1) La iglesia es responsable de:
a) Incluir los siguientes cuatro elementos en la comunicación interna, cada uno en un ambiente contextualizado:
(1) Equipar: capacitar y comisionar discípulos.
(2) Informar: información esencial sobre la iglesia.
(3) Educar: sistema básico de creencias.
(4) Inspirar: con ejemplos de otros.
b) Brindar toda comunicación interna en forma tal que sea sensible a las diversas necesidades de género, edad, raza, idioma, etnia y cultura.
c) Establecer iniciativas administrativas para que la entrega de la información a las congregaciones se realice en tiempo y forma.
d) Compartir información de manera imparcial, honesta y responsable.
2) Implementación
a) Un programa de capacitación designado para equipar, informar, educar e inspirar, desarrollado por el departamento de Comunicación en consulta con la administración.
b) Métodos de comunicación: pueden incluir uno o más de lo siguiente: multimedios, presentación personal, arte escénico, partes musicales, dramatización improvisada y publicaciones.
c) Búsqueda agresiva de tecnología de la comunicación con el objetivo de desarrollar sistemas de entrega que puedan mantenerse. Estos sistemas han de ser identificados y evaluados a través del departamento de Comunicación.
3) Beneficios proyectados
a) Congregaciones y miembros de iglesia capaces de comunicarse eficientemente entre sí, con otras entidades eclesiásticas y con sus comunidades.
b) Comunicación que pueda ser recibida positivamente por todo el espectro de miembros.
c) Entrega eficiente de la comunicación.
d) Confianza en el liderazgo y mejor comprensión de los problemas y desafíos que afectan a la iglesia y a su misión.
c. Calidad de vida: La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha de convertirse en la fuente preferida para el desarrollo integral de la persona.
1) La iglesia es responsable de:
a) Relacionar la verdad bíblica con las necesidades actuales de una forma teológicamente correcta y experimentalmente satisfactoria.
b) Comunicar la seguridad de la calidad de vida que se puede encontrar por medio de una comprensión de la provisión divina para el desarrollo integral de la persona (físico, mental, espiritual y social).
c) Mejorar la efectividad de la comunicación, haciéndola sensible a las necesidades de la comunidad abordada, y permitiendo que la gente acepte la comunicación de manera que satisfaga su situación y contexto.
d) Idear iniciativas de costo efectivas y ministerios que incluyan la capacidad de autosostenerse.
2) Implementación
a) Toda actividad de servicio a la comunidad debe ser sensible a tres bloques básicos de la evangelización: 1) relevancia para el oyente; 2) disposición del oyente hacia la verdad; y 3) permiso del oyente para compartir el evangelio cristiano.
b) Solicitar a los ministerios y las instituciones que creen instrumentos para autoevaluarse, y solicitar a los usuarios que los evalúen en su efectividad para comunicar una calidad de vida que halla su plenitud en la esperanza que da Dios en Jesucristo.
c) Solicitar a los ministerios que escuchen metódicamente las preocupaciones de los que no son miembros en cuanto a problemas sobre de la calidad de vida al menos una vez por año.
d) Utilizar los resultados del punto c) de arriba para crear iniciativas de alcance comunitario. Estas iniciativas debieran confirmar a la congregación que organiza el evento y debieran guiar a los interesados a optar por la calidad de vida adventista.
e) Servir a la persona integral: espiritualmente, con convincentes oportunidades evangelizadoras y de adoración; mentalmente, con educación de calidad; físicamente, con información y programas; y socialmente, a través de la participación en la iglesia y de eventos comunitarios.
f) Diseñar recursos que permitan que los ministerios y las instituciones usen información de usuarios individuales o grupales para estructurar materiales específicamente aplicables a esos usuarios individuales o grupales.
g) Crear instrumentos para informar y ev aluar, que midan si la Iglesia Adventista del Séptimo Día es el recurso elegido por la calidad de vida y el desarrollo integral de la persona, junto con la información que se recoge habitualmente.
3) Beneficios proyectados
a) Ministerios que comuniquen el evangelio en forma tal que respondan a las necesidades del momento y que creen esperanza en Cristo.
b) Instituciones que brinden un desarrollo integral de la persona y que comuniquen esperanza.
c) Una conciencia pública de la Iglesia Adventista del Séptimo Día como el recurso predilecto para el desarrollo integral de la persona.
d) Materiales ministeriales para que utilicen las congregaciones con el fin de satisfacer las necesidades individuales o grupales con los recursos de la iglesia.
e) Ministerios y recursos que utilizan las personas y que tienen la capacidad de autosostenerse.
d. Percepción de la imagen: Mejorar la percepción pública de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y de sus miembros.
1) La iglesia es responsable de:
a) Crear y mantener iniciativas que muestren a los adventistas como contribuyentes creíbles para la calidad de vida de las personas y de la comunidad.
b) Involucrar a todas las entidades, de la congregación local y de la Asociación General, a todas las instituciones de las escuelas y clínicas locales para especializarse en instituciones educativas, de salud, de publicaciones y otras, para mejorar la percepción pública de la iglesia, de acuerdo con los principios delineados en la estrategia de comunicación.
c) Hacer de la comunicación de la esperanza, que se centra en la calidad de vida que es completa en Cristo, un concepto clave en las iniciativas de la comunicación pública.
2) Implementación
a) Desarrollar en todos los niveles, bajo la dirección del departamento de Comunicación, un activo plan intencional para tener parte en la comunidad con participación y reconocimiento de las entidades de la iglesia y de sus miembros individuales.
b) La creación de una red de noticias internacional adventista, bajo la dirección del departamento de Comunicación, para brindar noticias e información a las principales agencias de noticias mundiales y a las agencias de prensa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Las noticias describirán actividades eclesiásticas internacionales, incluyendo las que mejoran la calidad de vida.
c) El desarrollo y la adopción de un paquete de identidad colectiva, incluyendo logotipo y letreros, bajo la dirección del departamento de Comunicación, para ser usado por la iglesia en el ámbito mundial.
d) El establecimiento de un programa de acreditación por parte del departamento de Comunicación para ser usado en la evaluación de imagen de las congregaciones locales en sus comunidades locales. Las cualidades clave incluyen aspecto de la iglesia, hospitalidad de la congregación e interacción comunitaria. e) La institución de un programa variado de relaciones mediáticas y de control de las crisis para abordar las necesidades de información de los medios masivos en todos los niveles de la iglesia, con énfasis en cómo los adventistas contribuyen a la calidad de vida de sus comunidades.
f) La inclusión de relaciones públicas básicas y de capacitación en comunicación masiva en todo curso formal teológico y pastoral, y en programas de educación continua para pastores.
g) Los comunicadores y pastores de las iglesias locales recibirán capacitación similar para saber evaluar y aprovechar las oportunidades locales de comunicación. Todos estos programas han de erigirse sobre la base de la estrategia de comunicación de la iglesia.
h) El desarrollo y la implementación de programas de concienciación de imagen de cinco y diez años por parte de cada División que aborde necesidades particulares de su División.
i) La provisión de oportunidades para comunicarse, por medio de una variedad de estilos de camaradería y adoración, para satisfacer las necesidades de las diversas comunidades, así como reconocemos el valor del lenguaje y de la diversidad étnica dentro de la iglesia.
3) Beneficios proyectados
a) La percepción pública de la iglesia cada vez más enfocada hacia el cumplimiento de la comisión evangélica en forma tal que mejore la vida del individuo y de la comunidad.
b) Trabajo de la iglesia en conjunto para mejorar la aceptación pública al llevar a cabo su misión.
c) Cohesión y consistencia en la percepción de imagen.
4. Divisiones y uniones
Debido a la amplia gama de diferentes tecnologías necesarias para comunicarse con las congregaciones locales, la diferente percepción pública de la iglesia en los países de las divisiones, y la necesidad de utilizar plataformas y planteamientos de comunicación adaptados a diferentes contextos en el que actúa la iglesia, debe haber continuación para el desarrollo de la estrategia en el ámbito de División y de Unión.
Recomendado:
a. Solicitar a cada División que utilice el proceso participativo desarrollado para los “seis problemas centrales” con el fin de implementar y desarrollar la estrategia de comunicación, y brindar informes acerca de las iniciativas de la estrategia para ser revisada por el Concilio de Estrategias de Comunicación.
b. Solicitar a las comisiones de las divisiones/uniones que implementen la estrategia de comunicación en el territorio de la División y que establezcan objetivos mensurables para la revisión y la valoración de las iniciativas de comunicación.
5. Instituciones que utilizan medios masivos para llegar a la comunidad (incluyendo centros de medios y casas editoras)
Recomendado: Solicitar a las instituciones que utilizan medios masivos para llegar a la comunidad (incluyendo centros de medios y casas editoras) que:
a. Implementen en el mundo la estrategia de comunicación creando programas consistentes con la Declaración Estratégica.
b. Acepten el papel clave para comunicarse con las audiencias no cristianas y seculares.
6. Ciclo de planificación 1994-1997
a. Recomendado: Adoptar el siguiente ciclo de planificación para 1994-1997
1) Acciones administrativas
a) Concilio anual 1994: Distribución de la Estrategia como documento de estudio a los líderes de la iglesia.
b) Juntas de División para fines del año 1994: Explicación y presentación preliminar del documento de estudio en las juntas de fin de año de las divisiones.
c) Juntas de Primavera* de 1995: Análisis y acción que recomienden la estrategia ante el Congreso de la Asociación General y el Concilio Anual 1995.
d) Juntas de División de mitad de año en 1995: Presentación de la estrategia en las juntas de División de mitad de año.
e) Congreso de la Asociación General: Análisis y adopción de la estrategia central en el Congreso de la Asociación General.
f) Concilio Anual 1995: Acción final acerca del plan detallado.
g) Juntas de División para fines del año 1995: Adopción e implementación de la estrategia por parte de las juntas de fin de año de las divisiones.
b. Implementación de los planes - La implementación de la estrategia requiere:
1) La distribución de la estrategia.
2) Capacitación para comprender el uso de la estrategia.
3) Investigación básica para establecer medidas para la evaluación y la medición.
4) Utilización de la estrategia como prueba.
5) Contextualización de la estrategia para regiones y actividades específicas.
6) Adopción de la estrategia como norma para la comunicación. Si bien esto puede llevar un período de varios años, pueden obtenerse resultados mensurables tempranos en estas áreas para el ciclo de implementación.
c. Recomendado:
1) Solicitar al Concilio de Comunicación recientemente establecido que su prioridad número uno sea el desarrollo de un plan de implementación de tres, cinco y diez años.
2) Adoptar el siguiente plan de implementación de tres años como plan interino hasta que se defina el plan formal. Este plan interino habrá de coordinarse con los calendarios eclesiásticos más amplios. (El trabajo de coordinación será responsabilidad del vicepresidente consejero del departamento de Comunicación y del director de Comunicación con la ayuda del asistente del Presidente para la planificación).
a) 1995
(1) Tercer trimestre: Desarrollo de un currículum de capacitación para entender y utilizar la estrategia; provisiones presupuestarias hechas para los presupuestos de 1996 para la implementación de la estrategia.
(2) Cuarto trimestre: Investigación básica realizada en 100 mercados designados, siendo al menos el 40% de los objetivos en áreas donde la iglesia tiene poca o ninguna actividad. La investigación básica incluirá 10 preguntas comunes a todas las divisiones.
b) 1996
(1) Primer trimestre: Comienzo de una revisión estratégica de un año de duración por parte de instituciones, departamentos y divisiones mundiales sobre cómo contextualizar y adoptar el plan a situaciones locales; el desarrollo de los planes de acción para la implementación comenzará el primer trimestre de 1997.
(2) Segundo trimestre: Informes iniciales recibidos de todas las divisiones mundiales de un Plan de Control de las Crisis, incluyendo cuatro componentes comunes:
(a) Protocolos escritos del control de las crisis.
(b) Portavoz nombrado.
(c) Cadena de mando en una crisis.
(d) Estrategias para respuestas anticipadas ante una crisis.
(3) Tercer trimestre: Informes iniciales recibidos de todas las divisiones mundiales con los resultados de la estrategia en el área de evangelización, incluyendo tres componentes comunes:
(a) Investigación básica previa a un esfuerzo de evangelización.
(b) Resumen de cómo se utilizó la estrategia en el esfuerzo de evangelización.
(c) Investigación posterior al esfuerzo de evangelización para medir y evaluar los resultados.
(4) Cuarto trimestre: Informes iniciales recibidos de todaslas divisiones mundiales con la actividad de identificación pública, incluyendo tres componentes comunes:
(a) Investigación básica en mercados designados.
(b) Tres por ciento de mejoramiento de la imagen pública en mercados con una presencia establecida de adventistas.
(c) Cinco por ciento de mejoramiento de la imagen pública en mercados sin presencia adventista.
(5) Informe ante el Concilio Anual 1996 de tres iniciativas de prueba:
(a) Manejo de las crisis.
(b) Evangelización.
(c) Identidad pública.
(6) Registro de planes de implementación regionales para 1997.
c) 1997
(1) Primer trimestre: Lanzamiento de la implementación regional contexualizada, que tendrá continuación a lo largo de todo 1997.
(2) Segundo trimestre: Informe ante el Concilio de Primavera* de 1997 por parte de las divisiones mundiales y de las instituciones eclesiásticas para el lanzamiento de la implementación.
(3) Tercer trimestre: Inspección de las iniciativas de la estrategia por parte del Concilio de Comunicación.
(4) Cuarto trimestre: Informe ante el Concilio Anual 1997 del progreso de las iniciativas regionales.
d) 1998
Primer trimestre: Revisión y evaluación de las iniciativas regionales por parte de cada región.
7. Concilio de Estrategias de Comunicación a. Recomendado: Nombrar un Concilio de Estrategias de Comunicación para la Asociación General como sigue:
1) Miembros:
Presidente, Vicepresidente asignado a Comunicación Secretario, Director del departamento de Comunicación Además del presidente y del secretario, quince personas que representen varias funciones y habilidades de comunicación incluyendo las siguientes:
Una persona de cada División
Líder del departamento de Comunicación
Redactores
Relaciones Públicas y Libertad Religiosa
Ministerios de emisión radial
Relaciones públicas institucionales
Laicos especialistas en comunicación
2) Términos de referencia
a) Implementar el tema de comunicar “esperanza centrándose en la calidad de vida que es completa en Cristo”.
b) Recomendar planes de acción a departamentos, divisiones o instituciones para ayudarlos a crear comunicación que sea coherente y consistente con la estrategia.
c) Informar a las divisiones u otras entidades acerca de ideas específicas que la División y las otras entidades puedan utilizar para resolver problemas que las divisiones hayan presentado ante el concilio en la junta anual.
d) Identificar y diseminar iniciativas de comunicación creativa de las divisiones e instituciones.
e) Identificar individuos que puedan ayudar al concilio a desarrollar planes e ideas para recomendar.
f) Establecer prioridades en el desarrollo de iniciativas de comunicación estratégica.
g) Establecer costos para proyectos e iniciativas recomendados para su implementación.
h) Recibir y revisar informes de las divisiones acerca del desarrollo de la estrategia de comunicación.
3) Fundamento administrativo
a) Constituido por la Comisión Administrativa de la Asociación General e informado a ella.
b) Informe para la Comisión de Presupuesto y Planeamiento Estratégico de la Asociación General.
c) Las reuniones se alternarán anualmente entre Maryland, EE.UU., y las ubicaciones de las divisiones mundiales. La Asociación General cubrirá los gastos de viaje. Otras recomendaciones de la Comisión:
1. Estructura de Comunicación para la Asociación General a. Recomendado:
1) Organizar la comunicación en el ámbito de la Asociación General con el fin de que sea parte de la tarea del Presidente bajo la dirección de un vicepresidente de la Asociación General asignado a comunicación (ver diagrama adjunto).
2) Definir el papel del vicepresidente general asignado a comunicación como sigue:
a) Responsable ante el Presidente de la Asociación General del programa total de comunicación interna y externa de la Asociación General.
b) Presidente de la Junta del Centro de Medios Adventista y de la Radio Mundial Adventista.
c) Consejero de presidencia del departamento de Comunicación.
d) Consejero de presidencia de la Oficina de Conciencia deMisión.
3) Asignar autoridad para hablar al público en general y a los medios en nombre de la Asociación General como sigue:
a) El o los portavoces de la iglesia serán cuidadosamente seleccionados por la administración, y desempeñarán funciones designadas por la administración utilizando los criterios siguientes para la selección y la función:
(1) El portavoz generalmente no será miembro de la administración.
(2) El portavoz tendrá acceso a la administración.
(3) El portavoz estará muy familiarizado con el tema en cuestión.
(4) El portavoz trabajará estrictamente en conjunto con el grupo de coordinación.
b) Se crearán grupos de recursos para establecer bases de datos útiles para la iglesia en el desarrollo de novedades mediáticas que traten temas de interés para la iglesia y sus audiencias.
4) Establecer un sistema de comunicaciones para la Asociación General que les permita al Presidente de la Asociación General, al vicepresidente asignado a comunicación y al Director de Comunicación ser parte del proceso de consulta para determinar el contenido, el momento y la forma de emisión de la información, si tiene importancia local o internacional, si es para consumo interno o externo de la iglesia.
2. Funciones departamentales a. Recomendado:
1) Solicitar a la Asociación General que realice un estudio más profundo de cómo pueden coordinarse las funciones de los departamentos de Relaciones Públicas y Libertad Religiosa, que se relacionan estrechamente con las del departamento de Comunicación.
2) Solicitar a la Asociación General que establezca una estructura con el fin de que las publicaciones de la iglesia también puedan ser coordinadas dentro de la estrategia de comunicación.
3. Escuelas y cursos bíblicos por correspondencia a. Recomendado: Nombrar responsables de las escuelas y los cursos bíblicos por correspondencia al departamento de Ministerios Personales.
4. Recursos estratégicos
a. Recomendado:
1) Crear una lista de profesionales adventistas con capacitación y experiencia particulares en el área de facilitar cambios colectivos. Contratar los servicios de una o más de estas personas para que trabajen con el Concilio de Estrategias de Comunicación para evaluar la estrategia y crear la estructura necesaria para lograr el producto colectivo deseado y el cambio necesario para alcanzar los objetivos estratégicos.
2) Implementar grupos de recursos para establecer bases de datos útiles para la iglesia en el desarrollo de novedades mediáticas que traten temas de interés para la iglesia y sus audiencias.
____________
* Léase otoño en países del hemisferio sur.
Este informe fue elaborado por la Comisión de Estrategias de Comunicación y presentado el 10 de octubre de 1994 en las oficinas de la Asociación General, y fue aceptado por el Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.
La Junta Directiva de la Asociación General nunca ha aprobado una declaración oficial con respecto a la relación de los adventistas con el movimiento ecuménico como tal. Se ha publicado un libro (ver B. B. Beach, Ecumenism—Boon or Bane? [El ecumenismo: ¿Bendición o aflicción?], Review and Herald, 1974), y a través de los años han aparecido una cantidad de artículos en publicaciones adventistas, incluyendo la Adventist Review (Revista Adventista). De ese modo, aunque exactamente no hay una posición oficial, hay una abundancia de indicaciones claras acerca del punto de vista adventista.
Se puede decir, en general, que aunque la Iglesia Adventista del Séptimo Día no condena completamente el movimiento ecuménico y su principal manifestación organizativa, el Concilio Mundial de Iglesias (CMI, o WCC en inglés) ha criticado diversos aspectos y actividades. No se puede negar que el ecumenismo ha tenido metas loables y algunas influencias positivas. Su gran meta es la unidad visible del cristianismo. Ningún adventista puede oponerse a la unidad por la que Cristo mismo oró. El movimiento ecuménico ha promovido relaciones más bondadosas entre las iglesias, con más diálogo y menos diatribas, y ha ayudado a eliminar prejuicios sin fundamento.
Por medio de sus diversas organizaciones y actividades, el movimiento ecuménico ha proporcionado información más exacta y actualizada sobre las iglesias, ha hablado en favor de la libertad religiosa y los derechos humanos, ha combatido contra los males del racismo, y ha llamado la atención a las implicaciones socioeconómicas del evangelio. En todo esto las intenciones han sido buenas y algunos de sus frutos son aceptables. Sin embargo, en el cuadro general, las aflicciones pesan más que las bendiciones. Examinaremos algunas de ellas.
El adventismo es un movimiento profético
Los adventistas creen firmemente que la Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió en el escenario de la historia en respuesta al llamado de Dios. Los adventistas creen, y se espera que sea sin orgullo ni arrogancia, que el movimiento adventista representa el instrumento divinamente designado para la proclamación organizada del “evangelio eterno”, el último mensaje de Dios, observado desde el punto de vista ventajoso de Apocalipsis 14 y 18. En la luz concentrada de esta comprensión profética, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se considera un movimiento “ecuménico” del Apocalipsis, orientado escatológicamente. Comienza llamando a los hijos de Dios a salir de los cuerpos eclesiásticos “caídos” que en forma creciente organizarán una oposición religiosa a los propósitos de Dios. Junto con el llamado a salir hay un llamado a entrar a un movimiento unido, mundial (es decir ecuménico), caracterizado por “la fe de Jesús” y la observancia de “los mandamientos de Dios” (Apoc. 14:12). En el Concilio Mundial de Iglesias el énfasis está primero de todo a “entrar” en una comunión de iglesias, y luego, se espera que en forma gradual, “salgan” de la falta de unión corporativa.
En el movimiento adventista el acento está primero en “salir” de la falta de unión y la confusión de Babilonia y luego inmediatamente a “entrar” al compañerismo de la unidad, la verdad y el amor dentro de la familia adventista que rodea el globo. Para comprender la actitud adventista hacia el ecumenismo y otras iglesias importantes, es útil recordar que el movimiento original adventista (caracterizado por los Milleritas) tenía aspectos ecuménicos: surgió en muchas iglesias. De este modo, los adventistas vinieron de muchas denominaciones. Sin embargo, las iglesias en general rechazaron el mensaje adventista. Con frecuencia los adventistas fueron expulsados de sus iglesias. Algunas veces los adventistas llevaron consigo una parte de esas congregaciones. Las relaciones se echaron a perder. Se hicieron circular historias falsas, algunas de las cuales, desafortunadamente, todavía persisten hoy en día. Los pioneros tenían puntos de vista sólidos, y sus oponentes no eran menos dogmáticos. Eso era comprensible. Hoy, por supuesto, el clima entre las iglesias tiende a ser más benigno y conciliador.
¿Cuáles son algunos de los problemas que los adventistas tienen con el ecumenismo? Antes de que procuremos dar una respuesta breve a esta pregunta, es necesario destacar que el movimiento ecuménico no es monolítico en su pensamiento, y se pueden encontrar toda clase de puntos de vista en sus filas (por supuesto, eso en sí mismo puede ser un problema). Trataremos de hacer referencia a lo que puede ser considerado el pensamiento general dentro del Concilio Mundial de Iglesias, una organización que ahora representa a más de 300 iglesias y denominaciones diferentes.
Comprensión ecuménica de la unidad
El Nuevo Testamento presenta una unidad eclesiástica limitada pero anclada en la verdad, caracterizada por la unidad, el gozo, la fidelidad y la obediencia (ver Juan 17:6, 13, 17, 19, 23, 26). Los “ecumentusiastas” (para inventar una palabra) parecen dar por sentado una eventual unidad orgánica y la comunión de la gran mayoría de las iglesias. Enfatizan el “escándalo de la división”, como si eso fuera realmente el pecado imperdonable. La herejía y la apostasía son mayormente ignoradas. Sin embargo, el Nuevo Testaento muestra la amenaza de la penetración anticristiana dentro del “templo de Dios” (2 Tes. 2:3,4). El cuadro escatológico de la iglesia de Dios antes de la segunda venida de Cristo no es el de una megaiglesia que reúne a toda la humanidad, sino un “remanente” de la cristiandad, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús (ver Apoc. 12:17).
Existe un punto en el que claramente la falta de ortodoxia y un estilo de vida no cristiano justifican la separación. El CMI pasa por alto este punto.
La separación y la división con el fin de proteger y sostener esa pureza y la integridad de la iglesia y su mensaje son más deseables para la iglesia adventista que la unidad en mundanalidad y error. Además, los adventistas se sienten incómodos con el hecho de que los líderes del CMI parecen dar poco énfasis a la santificación y al reavivamiento personal. Hay indicaciones de que algunos consideran tal énfasis como un curioso resabio pietista, no un ingrediente vital en una vida cristiana dinámica. Prefieren amortiguar la piedad personal en favor de la moralidad social. Sin embargo, en la comprensión adventista, la santidad personal de la vida es el material con que está hecha la moralidad de la sociedad (pidiendo perdón a Shakespeare). Sin cristianos genuinamente convertidos, cualquier unidad organizacional formal es realmente de naturaleza plástica y de poca relevancia.
La comprensión ecuménica de las creencias
En muchos círculos eclesiales se considera como una virtud ecuménica tener la mente muy abierta. Se sugiere que el ecumenista ideal no es dogmático en sus creencias, sino algo fluido en sus conceptos doctrinales. Respeta grandemente las creencias de otros, pero es menos rígido acerca de sus creencias propias. Aparece como humilde y no agresivo acerca de las creencias doctrinales, excepto las que se refieren a la unidad ecuménica. Está convencido de que su conocimiento es parcial. Para los ecuménicos mostrar arrogancia doctrinal es especialmente pecaminoso.
Todo esto es el lado loable. La humildad y la mansedumbre son virtudes cristianas. En realidad, Pedro nos dice que siempre estemos listos para dar razón de nuestra fe, pero esto debe hacerse en humildad, respeto y con una buena conciencia (1 Ped. 3:15, 16). Sin embargo, hay en las filas ecuménicas un peligro casi innato de blandura y relativización de las creencias. Se pone en duda todo el concepto de herejía. En este último tiempo, hasta se hacen preguntas con respecto a la idea de “paganismo”. Algunas presuposiciones ecuménicas son la idea de que todas las formulaciones denominacionales de la verdad están condicionadas por el tiempo y son relativas, y por lo tanto parciales e inadecuadas. Algunos ecumenistas hasta irían tan lejos como abogar por la necesidad de síntesis doctrinales, reuniendo varias creencias cristianas en una especie de ensalada de fruta. Se nos dice que cada iglesia está desequilibrada, y que la tarea del ecumenismo es restaurar el equilibrio y la armonía. Dentro de la diversidad reconciliatoria del movimiento ecuménico, se presume que todos, en las palabras de Federico el Grande, “serán salvos a su manera”.
Los adventistas creen que sin convicciones firmes, una iglesia tiene poco poder espiritual. Hay peligro de que las arenas movedizas ecuménicas de blandura doctrinal absorban a las iglesias en una muerte denominacional. Por supuesto, eso es precisamente lo que espera el ecumenismo. Sin embargo, los adventistas sienten que tal irresolución doctrinal debe ser resistida vigorosamente, pues de otro modo este desarme espiritual dará como resultado una época realmente poscristiana que caerá sobre nosotros.
Comprensión ecuménica de las Escrituras
Los adventistas consideran a la Biblia como la infalible revelación de la voluntad de Dios, dotada de autoridad y el registro digno de confianza de los poderosos actos de Dios en la historia de la salvación (ver Creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día, Nº 1: “Las Sagradas Escrituras”). Los adventistas creen que la Biblia es una unidad. Para muchos dirigentes del CMI la Biblia no es normativa y dotada de autoridad en sí misma. El énfasis está sobre la diversidad bíblica, incluyendo a veces la idea de desmitologizar los Evangelios. Para un gran número de ecumenistas, como ocurre con el cristianismo liberal en general, la inspiración no reside tanto en el texto bíblico como en la experiencia del lector. La revelación proposicional está afuera; la experiencia está de turno. Las profecías apocalípticas prácticamente no tienen, para ellos, un papel en el tiempo del fin. Se hacen referencias nominales a la parousía, pero no tienen implicaciones de urgencia, y ellos hacen muy poco impacto medible en el concepto ecuménico de misión evangelizadora. Aquí hay un peligro de ceguera escatológica.
Los adventistas ven el cuadro bíblico del pecado y la redención dentro del marco del “gran conflicto” entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás, entre la Palabra de Dios y las mentiras del impostor, entre el remanente fiel y Babilonia, entre el “sello de Dios” y “la marca de la bestia”. Los adventistas, primero y por sobre todo, son un pueblo de la Palabra.
Aunque creen en la autoridad incondicional de las Escrituras, los adventistas reconocen que la Biblia fue “escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor... Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma” (Mensajes selectos, t. 1, p. 24). Muchos ecumenistas dirían que el texto bíblico no es la palabra de Dios sino que contiene la palabra de Dios cuando los hombres responden a ella y la aceptan. En contraste, los adventistas dirían que las declaraciones de los escritores bíblicos “son la palabra de Dios” (Ibíd.) Dios no está en el tribunal, ni lo está su Palabra, a pesar de la crítica de las formas. Es el hombre frente a la Biblia quien está en el tribunal.
La comprensión ecuménica de la misión y del evangelismo
La comprensión tradicional de la misión destaca el evangelismo, es decir, la proclamación verbal del evangelio. El enfoque ecuménico considera la misión como la participación en el establecimiento del shalom, una especie de paz y armonía sociales. Los adventistas tienen problemas con cualquier tendencia que disminuya la importancia primaria de anunciar las buenas nuevas de la redención de la cautividad del pecado. En realidad, el concepto tradicional de la salvación, que incluye el pensamiento adventista, ha sido siempre el salvar a las personas del pecado y para la eternidad.
El evangelismo ecuménico considera la salvación, primariamente, cómo salvar a la sociedad de regímenes opresivos, de los estragos del hambre, de la maldición del racismo y de la explotación de la injusticia. La compresión adventista de la conversión significa que una persona experimente cambios radicales mediante el nuevo nacimiento espiritual. El énfasis de la mayoría en los círculos del CMI parece ser en cambiar (convertir) las estructuras injustas de la sociedad. Como vemos, en el área de la evangelización y de la obra misionera extranjera, los frutos (o tal vez deberíamos decir la falta de frutos) del ecumenismo han sido, a menudo, menos evangelización (como la entendemos, desde Pablo hasta Billy Graham), menos crecimiento y más declinación de feligresía, menos misioneros enviados y proporcionalmente menos apoyo financiero. En realidad, el esfuerzo misionero se ha trasladado de las iglesias “ecuménicas” tradicionales a las iglesias evangélicas conservadoras. Es triste ver la pérdida de un potencial evangelizador tan grande en el movimiento misionero, especialmente en una época de actividad y militancia creciente del Islam, y del despertar del Oriente y de las religiones nativas.
La campaña reciente y exitosa de los Mil Días de Cosecha de los Adventistas del Séptimo Día van en contra del enfoque ecuménico, de perfil bajo, de “misión conjunta”. Esta última puede parecer muy buena en un documento de estudio ecuménico, pero los resultados en ganancia de almas generalmente no existen. La paráfrasis de un antiguo dicho tiene aquí alguna relevancia: “La prueba del budín ecuménico se encuentra en la evangelización que resulta”.
Comprensión ecuménica de la responsabilidad sociopolítica
Es cierto que todo el tema de la responsabilidad social y política del cristiano es muy complejo. El CMI y otros concilios de iglesias (como el Concilio Nacional de Iglesias en los Estados Unidos) están muy involucrados en lo que generalmente se consideran cuestiones políticas. La Iglesia Adventista del Séptimo Día es mucho más circunspecta en esta área (en comparación con la evangelización, donde las cosas son al revés). Mucho del pensamiento ecuménico en el área de la responsabilidad política incluye o involucra: 1) una secularización de la salvación; 2) un concepto posmilenial que aboga por una mejora social gradual y un mejoramiento de la humanidad, y el establecimiento del reino de Dios sobre la tierra mediante el esfuerzo humano como agentes divinos; 3) la adaptación del cristianismo al mundo moderno; 4) una fe utópica y evolucionista en el progreso; y 5) un colectivismo socialista, que favorece ciertas formas de igualdad y del estado benefactor, pero no el materialismo comunista.
Presumiblemente, los activistas sociales ecuménicos consideran que el adventismo es una visión utópica apocalíptica en un futuro lejano, pero eso está equivocado. Confrontados con muchos problemas de la sociedad, los adventistas no pueden ser apáticos ni indiferentes, y generalmente no lo están. Consideren esto: instituciones del cuidado de la salud, hospitales y clínicas que sirven a millones de personas cada año; un gran sistema educativo que circuye el globo con cerca de cinco mil escuelas y universidades; la Agencia de Desarrollo y Recursos Adventistas, un servicio mundial que se expande rápidamente en las áreas de necesidades agudas o crónicas. Se podrían mencionar varias otras actividades de servicio. La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que es necesario distinguir entre actividad sociopolítica de los cristianos en forma individual como ciudadanos, y la participación a nivel corporativo de la iglesia. Es la tarea de la iglesia tratar con principios morales y señalar una dirección bíblica, y no abogar por directivas políticas. El CMI ha estado involucrado en juegos de poder político. Aunque el adventismo siembra semillas que inevitablemente influirán sobre la sociedad y la política, no desea mezclarse en controversias políticas. El Señor de la iglesia afirmó: “Mi reino no es de este mundo” (Juan 18:36), y como su Señor, la iglesia desea andar “haciendo bienes” (Hech. 10:38). No desea ejercer el gobierno, directa ni indirectamente.
Comprensión ecuménica de la libertad religiosa
En los primeros años del CMI, comenzando con su primera asamblea en Amsterdam en 1948, la libertad religiosa fue puesta en la agenda ecuménica.
La libertad religiosa es considerada como un prerrequisito vital para la unidad ecuménica. En 1968 se estableció un secretariado de libertad religiosa en las oficinas centrales del CMI. Sin embargo, en años más recientes, la actitud sobre la libertad religiosa del CMI ha sido un tanto ambigua. En 1978 se cerró el secretariado, principalmente por lo que se consideró una falta de recursos. Por supuesto, esto habla mucho acerca de la prioridad que se le da a la libertad religiosa en el movimiento ecuménico organizado. Hoy, la tendencia ecuménica es considerar la libertad religiosa sencillamente como uno de los derechos humanos en lugar de un derecho fundamental que subyace a todos los demás derechos humanos. Por supuesto, éste es el enfoque usado por la mente secular. Los secularistas o humanistas rehúsan reconocer la creencia religiosa como algo aparte o por sobre otras actividades humanas. Existe aquí el peligro de que la libertad religiosa pierda su carácter singular que la hace la guardiana de todas las demás libertades verdaderas. No debe olvidarse que, históricamente, han sido el equilibrio de poderes y el denominacionalismo los que han neutralizado la intolerancia religiosa y han trabajado en favor de la libertad religiosa. Una unidad religiosa formal ha existido sólo con el uso de la fuerza. De este modo hay una tensión innata en la sociedad entre la unidad y la libertad religiosa. De hecho, el cuadro escatológico de los acontecimientos finales es un panorama dramático de persecución religiosa, cuando las fuerzas masivas de la Babilonia apocalíptica procuran forzar a la iglesia del remanente en el molde de la apostasía unida. Finalmente, la visión de la libertad religiosa llega a ser crecientemente oscurecida cuando se observa que ciertos activistas ecuménicos aceptan bastante fácilmente las restricciones a la libertad religiosa que afecta a los creyentes de un cuño religioso-político diferente, quienes ejercen lo que se percibe como una actitud social negativa. Además, algunos dirigentes ecuménicos están bastante dispuestos, en situaciones revolucionarias, a considerar que la libertad religiosa se cancele temporariamente con el fin de promover la unidad, la construcción de la nación y el “bien” de la sociedad como un todo.
La influencia de la comprensión profética
Lo que hemos escrito hasta ahora subraya algunas de las reservas que tienen los adventistas con respecto a la participación en el movimiento ecuménico organizado. La actitud general de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hacia otras iglesias y hacia el movimiento ecuménico está decididamente influenciada por las consideraciones dadas más arriba y determinadas por la comprensión profética. Mirando hacia atrás, los adventistas ven siglos de persecución y manifestaciones anticristianas del poder papal. Ven la discriminación y mucha intolerancia del Estado y de las iglesias establecidas.
Mirando hacia adelante, ven el peligro de que el catolicismo y el protestantismo se unan y ejerzan poderes religioso-políticos en una forma dominadora y potencialmente perseguidora. Ven a la iglesia fiel de Dios no como una iglesia enorme, sino como un remanente. Se ven a sí mismos como el núcleo de ese remanente y que no están dispuestos a unirse con la creciente apostasía cristiana de los últimos días.
Mirando el presente, los adventistas ven su tarea de predicar el evangelio eterno a todos los hombres, llamándolos a adorar al Creador, a una adhesión obediente a la fe de Jesús y a la proclamación de que la hora del juicio de Dios ha llegado. Algunos aspectos de este mensaje no son populares. ¿Cómo pueden los adventistas tener éxito en cumplir con este mandato profético? Es nuestra opinión que la Iglesia Adventista del Séptimo Día puede cumplir mejor con el mandato divino conservando su propia identidad, su propia motivación, su propio sentido de urgencia, sus propios métodos de trabajo.
¿Cooperación ecuménica?
¿Deberían los adventistas cooperar ecuménicamente? Los adventistas deberían cooperar mientras se proclame el evangelio auténtico y los clamores de las necesidades humanas sean satisfechos. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no quiere pertenecer a cuerpos que la enreden, y rehúsa cualquier relación que ponga en peligro de diluir su testimonio distintivo. Sin embargo, los adventistas quieren ser “cooperadores conscientes”. El movimiento ecuménico, como una agencia de cooperación, tiene aspectos aceptables; como agencia para la unidad orgánica de las iglesias, está bajo mucho más sospecha.
Relaciones con otros cuerpos religiosos
Allá por 1926, mucho antes de que el ecumenismo se pusiera en boga, la Junta Directiva de la Asociación General adoptó una declaración importante que ahora es parte del General Conference Working Policy (Libro de reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General; O75). Esta declaración tiene implicaciones ecuménicas significativas. La preocupación de la declaración tenía que ver con los campos misioneros y las relaciones con otras “sociedades misioneras”. Sin embargo, la declaración ha sido ampliada ahora, para tratar de otras “organizaciones religiosas” en general.
Afirma que los adventistas “reconocen toda agencia que eleva a Cristo ante los hombres como una parte del plan divino para la evangelización del mundo, y... tiene en alta estima a los hombres y mujeres cristianos de otras comuniones que están ocupados en ganar almas para Cristo”. En el trato de la iglesia con otras iglesias, “la cortesía cristiana, la amabilidad y la equidad” han de prevalecer. Se hacen algunas sugerencias prácticas para evitar malos entendidos y ocasiones para fricciones. La declaración deja bien en claro, sin embargo, que “el pueblo adventista” ha recibido la “carga” especial de enfatizar la segunda venida de Cristo como un evento que está “a las puertas”, y preparar “el camino del Señor como lo revelan las Sagradas Escrituras”. Este “cometido” divino, por lo tanto, hace que sea imposible que los adventistas restrinjan su testimonio a “alguna región limitada” y los impele a presentar el evangelio “a la atención de todos los pueblos en todas partes”.
En 1980 la Asociación General nombró un Concilio de Relaciones entre las Iglesias, con el fin de dar supervisión y orientación general a las relaciones de la iglesia con los demás cuerpos religiosos. Este concilio, de tiempo en tiempo, ha autorizado a tener conversaciones con otras organizaciones religiosas cuando sentía que esto podría ser beneficioso. Los líderes adventistas deberían ser conocidos como constructores de puentes. Esta no es una tarea fácil. Es mucho más fácil destruir los puentes eclesiásticos y servir como “comandos cristianos” irresponsables.
Elena de White ha dicho: “Se necesita mucha sabiduría para alcanzar a los pastores y hombres de influencia” (El evangelismo, p. 409). Los adventistas no han sido llamados a vivir en un gueto amurallado, hablando sólo consigo mismos, publicando principalmente para ellos mismos, mostrando un espíritu sectario y aislacionista. Por supuesto, es más cómodo y seguro vivir en una fortaleza adventista con los puentes levadizos alzados. En este marco alguno se aventura, de tanto en tanto, al vecindario para realizar una breve campaña evangelizadora, capturar tantos “prisioneros” como sea posible, y luego desaparecer con ellos de nuevo en la fortaleza.
Elena de White no creía en la mentalidad aislacionista. “Nuestros ministros deben procurar acercarse a los ministros de otras denominaciones. Oren por estos hombres y con ellos, pues Cristo intercede por ellos. Tienen una solemne responsabilidad. Como mensajeros de Cristo, debemos manifestar profundo y ferviente interés en estos pastores del rebaño” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 386).
Utilidad de las relaciones de los observadores
La experiencia ha enseñado que la mejor relación con los diversos concilios de iglesias (nacionales, regionales, mundiales) es la de observador-consultor. Esto ayuda a la iglesia a mantenerse informada y a comprender las tendencias y los sucesos. Ayuda a conocer a los pensadores y líderes cristianos. Los adventistas tienen la oportunidad de ejercer una presencia y dar a conocer el punto de vista de ella. Pertenecer a esos grupos como miembros no es aconsejable. Esas organizaciones ecuménicas generalmente no son “neutrales”.
A menudo tienen metas y reglas bastante específicas, y desempeñan un papel de apoyo sociopolítico. No tendría mucho sentido ser miembros con poco entusiasmo (en el mejor de los casos) o nominales (como lo son muchas iglesias), o encontrarse con frecuencia en la oposición (como a menudo sería el caso). A nivel local, tratando con problemas más prácticos y menos teológicos, uno podría visualizar algunas formas en que los adventistas podrían pertenecer a alguna de estas organizaciones locales, sin embargo, con cautela. E stamos pensando en relaciones organizadas como asociaciones ministeriales en una ciudad, organizaciones locales de iglesias, grupos de estudio de la Biblia, y grupos específicos o redes de estudio de las necesidades de la comunidad o en la forma de ayudar a resolver problemas locales. No debe existir la percepción de que los adventistas sencillamente se despreocupan de toda responsabilidad cristiana por la comunidad local.
En años recientes, los líderes y teólogos adventistas han tenido oportunidades para dialogar con representantes de otras iglesias. Estas experiencias han sido beneficiosas. Se ha generado respeto mutuo. Se han eliminado los estereotipos gastados e inexactos, y percepciones doctrinales incorrectas. Los prejuicios han sido enterrados sin ceremonias. Se han aguzado las herramientas y comprensión teológicas. Se han reconocido nuevas dimensiones y se han presentado nuevos panoramas de extensión a los demás.
Antes que nada, sin embargo, se ha fortalecido su fe en el mensaje adventista. No hay razón para que los adventistas tengan un complejo de inferioridad. Es un privilegio maravilloso ser un adventista y saber que el fundamento teológico y de la organización de la iglesia son seguros y firmes.
Heraldos del verdadero oikouméne
Los adventistas son heraldos del único oikouméne verdadero y duradero. En Hebreos se hace referencia al “mundo [griego: oikouméne] venidero”,
el reino universal de Dios que está por venir. Al fin de cuentas, éste es el “ecumenismo” por el que trabajan los adventistas. Todo otro movimiento ecuménico es efímero. Entretanto, es un deber cristiano estar “siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto” (1 Ped. 3:15, 16, Nueva Versión Internacional).
Este documento de
estudio apareció por primera vez en el libro Patterns for
Progress: The Role and
Function of
Church Organization
[Modelos para el
progreso: El papel y la función de la organización eclesiástica], por
Walter Raymond Beach y Bert Beverly Beach [Review and
Herald, 1985], y fue preparado por
B. B. Beach, y publicado en relación con el Congreso de la
Asociación General celebrado en Nueva
Orleans, Luisiana, en junio de 1985. Se distribuyó por medio
de la Oficina de Asuntos Públicos y
Libertad Religiosa de la Asociación General.
VER OTRAS EXPOSICIONES SOBRE LOS ADVENTISTAS Y APARENTES
HECHOS ECUMENICOS
Métodos de estudio de la Biblia
Estudio de la Biblia: Presuposiciones, principios y métodos
Preámbulo
Esta declaración se dirige a todos los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día con el propósito de proporcionar pautas sobre cómo estudiar la Biblia, tanto para los eruditos bíblicos especializados como para los demás.
Los adventistas reconocen y aprecian las contribuciones de los eruditos bíblicos que a lo largo de la historia han desarrollado métodos de estudio de la Biblia útiles y confiables, consistentes con las afirmaciones y las enseñanzas de la Escritura. Los adventistas están comprometidos a aceptar la verdad bíblica y están dispuestos a seguirla, usando todos los métodos de interpretación que sean consistentes con lo que la Escritura dice de sí misma. Éstos están bosquejados en las presuposiciones que se detallan abajo. En décadas recientes, el método más destacado en estudios bíblicos ha sido conocido como “método histórico-crítico”. Los eruditos que lo usan, tal como está formulado clásicamente, actúan sobre la base de presuposiciones que, previo estudio del texto bíblico, rechazan la veracidad de los relatos de los milagros y otros eventos sobrenaturales que se narran en la Biblia. Aun un uso modificado de este método, que retiene el principio de la crítica y subordina la Biblia a la razón humana, es inaceptable para los adventistas.
El método histórico-crítico minimiza la necesidad de la fe en Dios y la obediencia a sus mandamientos. Además, como un método así le resta importancia al elemento divino en la Biblia como un libro inspirado (incluyendo la unidad que resulta de esto), y desestima o malinterpreta la profecía apocalíptica y las porciones escatológicas de la Biblia, instamos a los estudiantes adventistas de la Biblia a que eviten confiar en el uso de las presuposiciones y las deducciones resultantes asociadas con el método histórico- crítico. En contraste con el método histórico-crítico y sus presuposiciones, creemos que será de utilidad exponer los principios del estudio de la Biblia que son consistentes con las enseñanzas de las mismas Escrituras, preservan su unidad y están basados sobre la premisa de que la Biblia es la palabra de Dios. Un enfoque así nos conducirá a una experiencia satisfactoria y provechosa con Dios.
Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia
1) Origen
a) La Biblia es la Palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por el cual se revela a los seres humanos.
b) El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos, con ideas y con información objetiva; a su vez, ellos expresaron esto en sus propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión indivisible de elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado a expensas del otro (2 Ped. 1:21; compárese con El conflicto de los siglos, pp. 7, 8).
c) Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena continua de revelaciones ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo comunicaba la verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió como fue impelido por el Espíritu Santo, recalcando el aspecto de la verdad que fue guiado a enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia adquirirá una comprensión madura de cualquier tema al reconocer que la Biblia es su propio y mejor intérprete, y que cuando se la estudia en su totalidad describe una verdad consistente y armoniosa (2 Tim. 3:16; Heb. 1:1, 2; compárese con Mensajes selectos, t. 1, pp. 21-23; El conflicto de los siglos, pp. 7, 8).
d) Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano Oriente y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para servir como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y situacionales, en todas las edades.
2) Autoridad
a) Los 66 libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento son la revelación clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia es la palabra de Dios, y ella sola es la norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada (2 Tim. 3:15-17; Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6; Isa. 8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb. 4:12).
b) La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y de los actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura son históricamente ciertos. Por ejemplo, los primeros once capítulos del Génesis constituyen un informe objetivo de eventos históricos.
c) La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia secular es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la salvación. Mientras que a veces puede haber procedimientos paralelos empleados por los estudiantes de la Biblia para determinar los hechos históricos, las técnicas normales de investigación histórica, basadas como están en presuposiciones humanas y centralizadas en el elemento humano, son inadecuadas para interpretar las Escrituras, que son una mezcla de lo divino y lo humano. Únicamente un método que reconozca plenamente la naturaleza indivisible de la Escritura puede evitar una tergiversación de su mensaje.
d) La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella ni está por encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras deben estar en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas a ser corregidas por la Escritura (1 Cor. 2:1-6). Dios se propone que la razón humanasea usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo al autoridad de su Palabra antes que independiente de ella.
e) Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la naturaleza, está en armonía con la Palabra Escrita, y debe ser interpretada a la luz de la Escritura.
Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura
1) El Espíritu capacita al creyente para aceptar, entender, y aplicar la Biblia a su propia vida, mientras busca el poder divino para rendir obediencia a todos los requisitos bíblicos y para apropiarse personalmente de todas las promesas de la Biblia. Sólo los que siguen la luz que ya recibieron pueden esperar recibir nueva iluminación del Espíritu (Juan 16:13, 14; 1 Cor. 2:10-14).
2) La Escritura no puede ser interpretada correctamente sin la ayuda del Espíritu Santo, porque es el Espíritu el que capacita al creyente para que entienda y aplique la Escritura. Por consiguiente, cualquier estudio de la Palabra debería comenzar con una petición para tener la dirección e iluminación del Espíritu.
3) Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el espíritu humilde de un principiante que trata de escuchar lo que dice la Biblia. Deben estar dispuestos a someter todas las presuposiciones, opiniones las conclusiones de la razón, al juicio y la rectificación de la misma Palabra. Con esa actitud, el estudiante de la Biblia puede acercarse directamente a la Palabra, y con un estudio concienzudo puede llegar a un entendimiento de los elementos esenciales de la salvación, aparte de explicaciones humanas, por muy útiles sean. Para una persona así, el mensaje bíblico llega a ser significativo.
4) La investigación de la Escritura debe estar caracterizada por un deseo sincero de descubrir y obedecer la voluntad de Dios más bien que buscar apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.
Métodos de estudio de la Biblia
1) Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo de eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las traducciones auspiciadas por una denominación particular o por un grupo de miras estrechas.
Ejercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos expertos usarán los textos en hebreo y griego, que también los capacitarán para examinar las lecturas variantes de los antiguos manuscritos de la Biblia.
2) Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:
a) Análisis del mensaje libro por libro.
b) Método de versículo por versículo.
c) Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular, o una respuesta bíblica a una cuestión específica.
d) Estudio por tópicos (fe, amor, segunda venida y otros).
e) Estudio de palabras.
f) Estudio biográfico.
3) Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que está estudiando.
4) Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura:
(1) la persona y la obra de Jesucristo; y (2) la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.
5) Reconozca que la Biblia es su propio intérprete y que el significado de las palabras, y los pasajes, se determina mejor al comparar diligentemente escritura con escritura.
6) Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo con las oraciones y los párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está estudiando.
7) Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección del Espíritu Santo.
8) Determine el tipo literario que está usando el autor. Determinado material bíblico está compuesto de parábolas, proverbios, alegorías y profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos presentaron gran parte de su material como poesía, es provechoso usar una versión de la Biblia que presente este material en estilo poético, porque los pasajes que emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados en la misma manera que los que emplean prosa.
9) Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se conforma en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso para no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto bíblico. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun cuando el autor [escritor] no haya querido decir eso.
10) Tome nota de la gramática y del orden de la oración, para descubrir el significado que le dio el autor [escritor]. Estudie las palabras claves del pasaje comparando su uso en otras partes de la Biblia por medio de una concordancia y con la ayuda de léxicos y diccionarios bíblicos.
11) En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores históricos y culturales. La arqueología, la antropología y la historia pueden contribuir a entender el significado del texto.
12) Los adventistas creemos que Dios inspiró a Elena de White. Por consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico determinado ofrecen una guía inspirada al significado de los textos sin agotar su significado o reemplazar la tarea de la exégesis (ver, por ejemplo, El evangelismo, p. 190; El conflicto de los siglos, pp. 204, 205, 653; El otro poder, pp. 33-36).
13) Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los diferentes comentarios y ayudas secundarias tales como obras eruditas para ver cómo han abordado otros el pasaje. Después, evalúe cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista de la Escritura como un todo.
14) Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:
a) La Biblia afirma el poder de Dios para predecir el futuro (Isa. 46:10).
b) La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos de la profecía son: fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida santa y la preparación para la segunda venida (Mat. 24:44; Apoc. 22:7, 10, 11).
c) El centro de atención de muchas profecías está en Cristo (tanto en su primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo del fin.
d) Las normas para interpretar profecía se encuentran dentro de la misma Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, y el mismo Antiguo Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.
e) En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales: por ejemplo, Israel representa a la iglesia; Babilonia, a la religión apóstata, etc.
f) Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía no apocalíptica, como se encuentra en Isaías y Jeremías, y la profecía apocalíptica, como se encuentra en Daniel y el Apocalipsis. Estas clases diferentes tienen características diferentes.
(1) La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios; la profecía apocalíptica es más universal en su alcance.
(2) La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza condicional, declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones si obedecen y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica recalca la soberanía de Dios y su control sobre la historia.
(3) La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis local, al día de Jehová del tiempo del fin; la profecía apocalíptica presenta el curso de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del mundo.
(4) Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica generalmente son largas; por ejemplo, los 400 años de la servidumbre de Israel (Gén. 15:13) y los 70 años de la cautividad babilónica (Jer. 25:12). Las profecías de tiempo en la profecía apocalíptica generalmente están expresadas en términos cortos; por ejemplo, 10 días (Apoc. 2:10) o 42 meses (Apoc. 13:5). Los períodos de tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos mayores de tiempo real.
g) La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe ser interpretada en conformidad con esto. Al interpretar símbolos pueden usarse los métodos siguientes:
(1) Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del mismo pasaje (por ejemplo, Dan. 8:20, 21; Apoc. 1:20).
(2) Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por el mismo autor [escritor].
(3) Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes de la Escritura
(4) Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar luz sobre el significado de los símbolos, aunque el uso bíblico puede alterar esos significados.
h) La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para interpretarlo. La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un ejemplo de esto.
15) Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en detalle y en énfasis (por ejemplo, comparar Mat. 21:33-44, Mar. 12:1-11 y Luc. 20:9-18; o 2 Rey. 18-20 con 2 Crón. 32). Cuando estudie pasajes semejantes, examínelos primero con cuidado para estar seguro de que los paralelos se refieren realmente al mismo evento histórico. Por ejemplo, muchas de las parábolas de Jesús pudieron haber sido presentadas en diferentes ocasiones a diferentes auditorios y con fraseología diferente. En los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno debe reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó a escribir. Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza, la diversidad y la variedad de la Escritura (El conflicto de los siglos, pp. 7, 8). El lector debe permitir que cada escritor de la Biblia se deje ver y se lo pueda escuchar, mientras que al mismo tiempo reconoce la unidad básica de la revelación divina. Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o contradicción, busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias pueden ser debidas a errores sin importancia de los copistas (Mensajes selectos, t. 1, p. 18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y elección de materiales de varios autores [escritores], quienes escribieron bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios en circunstancias diferentes (Ibíd., pp. 24, 25; El conflicto de los siglos, p. 8). Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia en detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio hasta que podamos disponer de más información y mejores evidencias para resolver la aparente discrepancia.
16) Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de revelar la voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que uno no interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del oriente y están expresados en sus modelos de pensamiento. Expresiones tales como “pero Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxo. 9:12) o “un espíritu malo de parte de Jehová” (1 Sam. 16:15), los salmos imprecatorios, y los “tres días y tres noches” de Jonás al compararlas con la muerte de Cristo (Mat. 12:40), generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan desde un punto de vista diferente.
Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano Oriente para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió, pero que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.
Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden divina de Dios a Israel de empeñarse en guerra y ejecutar a naciones enteras. Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un gobierno civil por medio del cual Dios gobernaba en forma directa (Gén. 18:25). Tal estado teocrático fue único. Ya no existe más y no puede ser considerado como un modelo directo para la práctica cristiana. Las Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que Dios aceptó, pero que no estaban en armonía con los principios espirituales de la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados con el uso del alcohol, la poligamia, el divorcio y la esclavitud. Aunque no se explicita la condenación de semejantes costumbres sociales profundamente arraigadas, Dios no necesariamente respaldó o aprobó todo lo que permitió y soportó en las vidas de los patriarcas y en Israel. Jesús hizo esto claro en su declaración con respecto al divorcio (Mat. 19:4-6, 8). El espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el ideal divino. Por consiguiente, no debemos aceptar como modelos las acciones de hombres pecadores tales como se registran en la Biblia.
Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al hombre. Por ejemplo, el Sermón del Monte de Jesús amplía y trata más extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo mismo es la revelación final del carácter de Dios a la humanidad (Heb. 1:1-3). Aunque en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis hay una unidad como un arco, y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada, Dios eligió revelarse a sí mismo a seres humanos y por medio de seres humanos, y encontrarlos donde estaban en términos de sus capacidades espirituales e intelectuales. Dios no cambia, pero despliega progresivamente su revelación a los hombres en la forma en que son capaces de comprenderla (Juan 16:12; Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957; t. 7A, pp. 386, 387; Mensajes selectos, t. 1, pp. 23, 24). Cada experiencia o declaración de la Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración o experiencias necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en día. Deben entenderse tanto el espíritu como la letra de las Escrituras (1 Cor. 10:6-13; El Deseado de todas las gentes, p. 123; Joyas de los testimonios,
t. 1, pp. 437-440).
17) Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas tales como: “¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios intenta trasmitir a través de la Escritura?” “¿Qué significado tiene este texto para mí?” “¿Cómo se aplica a mi situación y circunstancias hoy en día?” Al hacerlo así, reconozca que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante contienen principios eternos aplicables a cada edad y cultura.
Conclusión
En la introducción al libro El conflicto de los siglos, Elena de White escribió: “Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino con lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre.
Se puede pues decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14)” (p. 8). Así como es imposible para los que no aceptan la divinidad de Cristo entender el propósito de su encarnación, así también es imposible para los que ven la Biblia sencillamente como un libro humano entender su mensaje, por cuidadosos y rigurosos que sean en sus métodos. Aun los eruditos cristianos que aceptan la naturaleza divino-humana de la Escritura, pero cuyos planteamientos metodológicos los mueven a detenerse mayormente en sus aspectos humanos, corren el riesgo de vaciar al mensaje bíblico de su poder, al relegarlo a un segundo plano, mientras se concentran en el medio. Se olvidan de que el medio y el mensaje son inseparables, y de que el medio sin el mensaje es una cáscara vacía que no puede dirigirse a las necesidades espirituales vitales de la humanidad. Un cristiano comprometido usará sólo los métodos que puedan hacer plena justicia a la naturaleza dual e inseparable de la Escritura, aumenten su habilidad para entender y aplicar su mensaje, y fortalezcan su fe.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del 12 de octubre de 1986 del Concilio Anual realizado en Río de Janeiro, Brasil.
Relaciones con otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas
Para evitar crear fricciones o malos entendidos en nuestras relaciones con otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas, se ofrecen las siguientes orientaciones:
1) Reconocemos aquellas agencias que eleven a Cristo ante los hombres como parte del plan divino para la evangelización del mundo, y tenemos en alta estima a los hombres y las mujeres cristianos de otras comuniones que están ocupados en ganar almas para Cristo.
2) Cuando la obra fuera de nuestra división nos pone en contacto con otras sociedades cristianas y cuerpos religiosos, el espíritu de cortesía, franqueza y equidad cristianas debe prevalecer en todo momento.
3) Reconocemos que la verdadera religión está basada en la conciencia y la convicción. Por tanto, es nuestro propósito constante que ningún interés egoísta o ventaja temporal atraiga a alguna persona a nuestra comunión, y que ningún lazo retenga a algún miembro, excepto la creencia y la convicción de que de este modo se encuentra la verdadera conexión con Cristo. Si un cambio de convicción conduce a un miembro de nuestra iglesia a no seguir en armonía con la fe y la práctica adventistas, reconocemos no sólo su derecho sino también la responsabilidad de ese miembro de cambiar, sin oprobio, su afiliación religiosa de acuerdo con sus creencias. Esperamos que otros cuerpos religiosos respondan con el mismo espíritu de libertad religiosa.
4) Antes de admitir en la feligresía a los miembros de otras organizaciones religiosas, debe ejercerse cuidado para determinar si los candidatos están impulsados a cambiar su afiliación religiosa por su convicción religiosa o por consideración de su relación personal con Cristo.
5) Una persona bajo censura en otra organización religiosa, por una falta claramente establecida contra la moral o el carácter cristianos, no será considerado como aceptable para ser miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hasta que haya evidencias de arrepentimiento y reforma.
6) La Iglesia Adventista del Séptimo Día es incapaz de limitar su misión a áreas geográficas por causa de su comprensión del mandato de la comisión evangélica. En la providencia de Dios y el desarrollo histórico de su obra en favor de los hombres, los cuerpos denominacionales y los movimientos religiosos han surgido, de tiempo en tiempo, para dar énfasis especial a diferentes fases de la verdad del evangelio. En el origen y surgimiento del pueblo adventista se nos entregó la carga de enfatizar el evangelio de la segunda venida de Cristo como un evento inminente, requiriendo la proclamación de las verdades bíblicas en el marco de los mensajes especiales de preparación descritos en la profecía bíblica, en especial Apocalipsis 14:6-12. Este mensaje nos ordena predicar el “evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo”, llevándolo a la atención de las personas en todas partes. Cualquier restricción que limite el testimonio a una región geográfica específica llega por lo tanto a ser una limitación de la comisión evangélica. La Iglesia Adventista del Séptimo Día también reconoce los derechos de otros grupos religiosos a actuar sin restricciones geográficas.
Este es el texto del reglamento 075 del libro de Reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General.
Propósito y perspectiva
El objetivo principal de este documento sobre la observancia del sábado es proporcionar consejo o directivas a los miembros de iglesia que desean una experiencia más rica y más significativa en la observancia del sábado. Se espera que éste ofrezca motivación a nivel mundial y que conduzca a una auténtica reforma en la observancia del sábado. Conscientes del hecho de que la comunidad religiosa mundial enfrenta numerosos problemas en la observancia del sábado, los que surgen en una cultura y contexto ideológico dado, se ha hecho un esfuerzo por tomar en cuenta estas dificultades. No es la intención de este documento contestar cada pregunta relacionada con la observancia del sábado, sino presentar los principios bíblicos y las orientaciones dadas por el Espíritu de Profecía que ayuden a los miembros de iglesia en su esfuerzo por seguir la dirección del Señor. Se espera que los consejos dados en este documento sean una ayuda, pero la decisión final que debe hacerse bajo circunstancias críticas tiene que estar motivada por la fe y la confianza personal en el Señor Jesucristo.
El sábado—Una salvaguardia de nuestra relación con Dios
El sábado abarca nuestra total relación con Dios. Es una indicación de la acción de Dios en nuestro favor en el pasado, el presente y el futuro. El protege la amistad del hombre con Dios y ofrece el tiempo esencial para el desarrollo de esa relación. El sábado aclara la relación entre Dios y la familia humana, porque señala a Dios como Creador en un momento cuando a los seres humanos les gustaría usurpar la posición de Dios en el universo. En esta era materialista, el sábado señala a hombres y mujeres lo espiritual y personal. Las consecuencias de olvidar el sábado como un día santo son serias, ya que llevan a la distorsión y eventual destrucción de la relación del individuo con Dios. Cuando se observa el sábado, se da un testimonio para los demás de lo que vendrá por confiar sólo en Dios como nuestro sustentador, la base de nuestra salvación y el fundamento de nuestra esperanza en el futuro. Como tal, el sábado es una delicia porque hemos entrado en el descanso de Dios y hemos aceptado la invitación de tener comunión con él. Cuando Dios pide recordar el día sábado, lo hace porque quiere que lo recordemos a él.
Principios y teología de la observancia del sábado
1) Naturaleza y propósito del sábado. El origen del sábado se encuentra en la misma creación (Gén. 2:1-3). El sábado tiene significado como señal perpetua del pacto entre Dios y su pueblo, para que supiesen quién era Aquel que los había creado (Éxo. 31:17) y los santificaba (Éxo. 31:13; Eze. 20:12), y conocieran que él era su Señor y Dios (Eze. 20:20).
2) La unicidad del sábado. El sábado es una ocasión especial para adorar a Dios como Creador y Redentor, y como Señor de la vida con quien la familia humana se reunirá en su segunda venida. El mandamiento del sábado forma el centro de la ley moral como sello de la autoridad divina. Ya que este es un símbolo de la amante relación de Dios con sus hijos terrenales, los seres humanos están en la obligación de respetar este don en el sentido de que harán todo lo que esté en su poder hacer para promover y participar de actividades que los ayuden a establecer y realzar una relación duradera con Dios. Por lo tanto, su pueblo se comprometerá sólo en aquellas actividades dirigidas a Dios y a sus semejantes, y no en aquellas que llevan a la gratificación e intereses personales.
3) La universalidad del sábado. La universalidad del sábado está arraigada en la Creación; por lo tanto sus privilegios y deberes son obligatorios para todas las naciones, sectores o clases (ver Éxo. 20:11; 23:12; Deut. 5:13; Isa. 56:1-8). La observancia del sábado pertenece a todos los miembros del hogar, inclusive los hijos; y se extiende aún “al extranjero que habita en medio de ti” (Éxo. 20:10).
4) Tiempo de duración del sábado. Información bíblica: El sábado comienza al final del sexto día de la semana y dura un día, de tarde a tarde (Gén. 1; Mar. 1:32). Este tiempo coincide con el horario de la puesta del sol. Como es muy difícil lograr una clara demarcación del tiempo de la puesta del sol, la observancia del sábado comenzará al final del día, marcado por la disminución de la luz.
5) Principios orientadores para la observancia del sábado. A pesar de que la Biblia no trata directamente muchas de las preguntas específicas en relación con la observancia del sábado, nos ofrece principios generales que son aplicables en nuestros días (ver Éxo. 16:29; 20:8-11; 34:21; Isa. 58:13; Neh. 13:15-22). “La ley prohíbe el trabajo secular en el día de reposo del Señor; debe cesar el trabajo con el cual nos ganamos la vida; ninguna labor que tenga por fin el placer mundanal o el provecho es lícita en ese día; pero como Dios abandonó su trabajo de creación y descansó el sábado y lo bendijo, el hombre ha de dejar las ocupaciones de su vida diaria, y consagrar esas horas sagradas al descanso sano, al culto y a las obras santas” (El Deseado de todas las gentes, p. 177). Este concepto, sin embargo, no es un apoyo para una inactividad total. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento nos invitan a atender las necesidades y aliviar los sufrimientos de los demás, porque el sábado es un buen día para todos, especialmente para los oprimidos y de baja posición (Éxo. 23:12; Mat. 12:10-13; Mar. 2:27; Luc. 13:11-17; Juan 9:1-21) A pesar de realizar buenas obras durante el sábado, éstas no deberían oscurecer la característica bíblica principal de la observancia del sábado, es decir, descansar (Gén 2:1-3). Esto incluye tanto el descanso físico como el espiritual (Éxo. 23:12) en Dios (Mat. 11:28). Esto último lleva al observador del sábado a buscar la presencia y la comunión con Dios mediante la adoración (Isa. 48:13), tanto en la meditación tranquila (Mat. 12:1-8) como en el culto público (Jer. 23:32; 2 Rey. 4:23; 11:4-12; 1 Crón. 23:30; Isa. 56:1-8). Su objetivo es reconocer a Dios como Creador y Redentor (Gén. 2:1-3; Deut. 5:12-15), lo que debería ser compartido con la propia familia y la comunidad mayor (Isa. 56:1-8)
6) El sábado y la autoridad de la Palabra de Dios. Elena de White destaca el hecho de que el mandamiento del sábado es único, porque contiene el sello de la ley de Dios. Este es el único de los mandamientos que contiene tanto el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y adorado sobre todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley (Conflicto de los siglos, pp. 504, 505)
7) El sábado es la señal que muestra al Creador como propietario y autoridad. Una observancia significativa del sábado indica, por lo tanto, que se acepta a Dios como Creador y Propietario y se reconoce su autoridad sobre toda la creación, incluyéndose uno mismo. La observancia del sábado se basa en la autoridad de la Palabra de Dios. No existe otra razón lógica para ello; así, los seres humanos tienen la libertad de entrar en una relación con el Creador del universo como con un amigo personal. Es posible que los observadores del sábado tengan a veces que enfrentar resistencia debido a su compromiso con Dios de guardar el santo sábado. Para quienes no reconocen a Dios como su Creador, parece arbitrario o inexplicable que alguien deje todo trabajo durante el día sábado meramente por razones religiosas. La observancia significativa del sábado testifica el hecho de que hemos elegido obedecer los mandamientos de Dios. De esta forma reconocemos que nuestra vida la vivimos ahora en obediencia a la Palabra de Dios. El sábado será una prueba especial al fin del tiempo. El creyente tendrá que elegir entre ser fiel a la Palabra de Dios o a la autoridad humana (Apoc. 14:7- 2).
El hogar y la vida familiar en conexión con el sábado
1) Introducción. La vida de hogar es la piedra fundamental de una adecuada observancia del sábado. Cuando las personas guarden conscientemente el sábado en su hogar y acepten sus responsabilidades como miembros de la familia, sólo entonces podrá la iglesia mostrar al mundo el gozo y los privilegios del santo día de Dios.
2) Diferentes tipos de hogares. En el siglo XX existen diferentes clases de hogares; por ejemplo, el hogar donde está el esposo, la esposa y los hijos; el hogar donde los esposos no tienen hijos; el hogar donde está sólo el padre o la madre y los hijos (donde por causa de muerte o divorcio, uno de los padres debe actuar en los papeles de padre y de madre); el hogar en el cual la persona no se ha casado nunca o donde la muerte o el divorcio la han dejado sola y no hay hijos involucrados; y está también el hogar donde sólo uno de los padres es miembro de iglesia. Al atender las necesidades y los problemas de estas diferentes categorías, debiera entenderse que algunos de los principios y las sugerencias enunciados se pueden aplicar a todos los grupos y que otros son más especializados.
3) Dos instituciones sagradas: el hogar y el sábado. “En el principio” Dios; colocó a un hombre y a una mujer en el Jardín del Edén, el cual sería su hogar. También “en el principio” Dios dio a los seres humanos el sábado. Estas dos instituciones, el hogar y el sábado, van juntas. Ambas son dones de Dios; por lo tanto, ambas son sagradas. La última enriquece de una forma única los lazos de la primera. La comunión íntima es un elemento importante en el hogar. La comunión íntima con otras personas también es un elemento importante del sábado. Visto desde esta perspectiva, no se puede minimizar la importancia del sábado para el hogar.
4) Responsabilidades de los adultos como maestros/as. Cuando Dios eligió a Abraham como padre de su pueblo elegido, dijo: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí” (Gén. 18:19). Entonces, es claro que a los adultos les ha sido entregada una enorme responsabilidad en cuanto al bienestar espiritual de sus hijos. Tanto por precepto como por ejemplo, deben estos ofrecer ese tipo de estructura y atmósfera que hará del sábado una delicia y una parte tan vital en la vida del cristiano, para que, mucho después que los hijos hayan abandonado el hogar, continúen con la
costumbre que se les enseñó cuando niños. En armonía con el mandato: “Les enseñarás [los mandamientos de Dios] diligentemente a tus hijos” (ver Deut. 6:4-9), los adultos de la familia les enseñarán a sus hijos a amar a Dios y guardar sus mandamientos. Deberían enseñarles a ser leales a Dios y seguir sus directivas. Desde su más tierna infancia los niños debieran ser enseñados a participar en el culto familiar, para que el culto en la casa de Dios sea una extensión de una costumbre familiar. También desde la infancia debiera enseñarse a los niños la importancia de asistir a la iglesia; pues laverdadera observancia del sábado incluye la asistencia a la casa de Dios para adorar y estudiar la Biblia. Los adultos de la familia deben dar el ejemplo asistiendo a los cultos el sábado, dando así un modelo que los hijos verán como importante cuando les toque decidir sobre las cosas que realmente valen en la vida. Los niños deben ser enseñados del significado del sábado, de su perdurabilidad y la relación que éste tiene con la vida cristiana, por medio de conversaciones, y a medida que crecen y maduran, por medio del estudio de la Biblia.
5) Preparación para el sábado. Si el sábado ha de ser observado en forma adecuada, entonces toda la semana debiera programarse de tal forma que cada miembro esté listo para dar la bienvenida al santo día del Señor cuando éste llegue. Esto significa que los miembros adultos de la familia harán planes para que las tareas —compra y preparación de alimentos, ropas listas, y otras necesidades de la vida diaria— estén terminadas antes de la puesta del sol del viernes. El día de reposo debiera ser el eje central alrededor del cual gira toda la semana. Cuando ya viene la tarde del viernes y la puesta del sol se acerca, los adultos y los niños debieran estar listos para, con mente tranquila, preparativos terminados y el hogar listo, dar la bienvenida al sábado; entonces todo estará en orden para pasar las próximas 24 horas en comunión con Dios y con nuestros hermanos. Los niños pueden ayudar para que se logre esta preparación si se les responsabiliza de algunos preparativos, lógicamente de acuerdo con su madurez. La forma como la familia enfoca el comienzo del sábado a la puesta del sol del viernes, y la forma como utiliza esa noche, dará el escenario para la recepción de las bendiciones que el Señor ha guardado para todo el día que vendrá.
6) Vestimenta adecuada para el sábado. En los hogares donde hay niños, los sábados de mañana, mientras la familia se viste para ir a la iglesia, los adultos pueden, por precepto y ejemplo, enseñar a los niños que una forma de honrar a Dios es presentarse en su casa limpios, con ropas representativas y adecuadas a la cultura en que viven.
7) Importancia de las horas de estudio de la Biblia. Cuando los niños no tienen el privilegio de asistir a una escuela adventista, la escuela sabática se convierte en el medio más importante —fuera del hogar— para la instrucción religiosa. No puede sobreestimarse el valor de esta hora de estudio de la Biblia. Es por esta razón que los padres debieran asistir a los cultos matutinos del sábado y hacer todo lo posible por llevar a sus hijos con ellos. 8) Las actividades de la familia durante el sábado. En la mayoría de las culturas, la hora del almuerzo sabático, cuando la familia está reunida alrededor de la mesa familiar, es el momento culminante de la semana. El espíritu de gozo y sagrada comunión que comenzó al levantarse y aumentó durante los cultos en la iglesia, ahora se intensifica. Al quedar libres de las distracciones seculares, la familia puede conversar de temas de interés mutuo y mantener el ambiente espiritual del sagrado día. Cuando se comprende que el sábado es sagrado, y además existe una relación cariñosa entre padres e hijos, todos colaborarán para que durante las horas sagradas se evite la música secular, la radio, los programas de TV, los periódicos, los libros y las revistas seculares. En la medida de lo posible, los sábados de tarde debieran realizarse actividades con la familia: explorar la naturaleza, hacer visitas misioneras a presidiarios, a enfermos y a otros que necesiten de ánimo, y participar en la reunión de jóvenes en la iglesia. Cuando los niños son más grandes, las actividades se ampliarán para abarcar a otros amigos de la iglesia de su misma edad, teniendo siempre en mente la pregunta: “¿Me ayudará esta actividad a comprender mejor la verdadera naturaleza y santidad del sábado?” Al observar en forma adecuada el sábado, el hogar tendrá una influencia perdurable en el tiempo y para la eternidad.
La observancia del sábado y las actividades recreativas
1) Introducción. La observancia del sábado incluye tanto el culto como la comunión. La invitación para gozar de ambos es amplia y generosa. El culto de adoración sabático está dirigido a Dios y generalmente se realiza en medio de la comunidad creyente. Esta misma comunidad ofrece comunión. Tanto el culto como la comunión ofrecen un potencial ilimitado para alabar a Dios y enriquecer nuestra vida como cristianos. Cuando se distorsiona el culto o la comunión, o se abusa de ambos, se amenaza la alabanza a Dios y el enriquecimiento personal. El sábado, como un don a través del cual el mismo Dios se entrega a nosotros, es un gozo real en el Señor. También es la oportunidad para que los creyentes reconozcan y alcancen todo ese potencial que Dios les da. Es por esto que el sábado es una delicia para los creyentes.
2) Factores ajenos a la observancia del sábado. Fácilmente pueden introducirse elementos ajenos al espíritu sabático. El creyente debe estar siempre alerta a los factores ajenos que podrían menoscabar su comprensión de la santidad del sábado en su experiencia de adoración y de comunión. El sentido de santidad del sábado es particularmente amenazado por tipos de comunión y actividades erróneas. Al contrario de esto, la santidad del sábado es realzada cuando el Creador permanece como el centro del santo día.
3) Fenómeno de condicionamiento cultural en la observancia del sábado. Es importante comprender que los cristianos rinden obediencia a Dios y que, por lo tanto, observan el sábado en el ambiente cultural e histórico del lugar donde viven. También es posible que tanto la historia como la cultura condicionen y distorsionen falsamente nuestros valores. Apelando a la cultura podríamos ser culpables de permitirnos o excusarnos por condescender con actividades deportivas o recreativas incompatibles con la santidad del sábado. Por ejemplo, ejercicio físico intenso y diversas formas de turismo que están fuera de armonía con la verdadera observancia del sábado. Cualquier intento por reglamentar la observancia del sábado más allá de los principios bíblicos, como sería hacer una lista de prohibiciones sabáticas, es contrario a una experiencia espiritual sana. Los principios serán la medida que el cristiano utilizará para su propia experiencia sabática. Sabe que, el propósito fundamental del sábado es fortalecer los lazos de unión con su Dios; por lo tanto, son aceptables todas las actividades guiadas por principios bíblicos que contribuyen a ese fortalecimiento. Nadie puede evaluar correctamente los motivos personales de los otros; por esto, un cristiano debe ser muy cuidadoso y no criticar a sus hermanos que viven en un contexto cultural diferente al suyo. Durante los viajes, los turistas adventistas debieran hacer todo lo posible para observar el sábado con sus hermanos creyentes en cualquier área donde se encuentren. Para respetar la santidad del séptimo día se recomienda que los adventistas eviten usar el día sábado como un feriado utilizándolo para visitar y realizar actividades seculares.
Las iglesias y las instituciones de la iglesia
Establecer pautas y reglamentos específicos para la iglesia y sus instituciones como un todo, es ofrecer a la hermandad un ejemplo de observancia del sábado. Es responsabilidad de los miembros aplicar en sus propias vidas los verdaderos principios de la observancia del sábado. La iglesia puede proveer de principios tal como se encuentran en la Biblia y en el Espíritu de Profecía, pero no puede actuar como conciencia para sus miembros.
1) Iglesias—Papel de la iglesia y de la familia en las actividades del sábado de tarde. A los pastores y dirigentes de la iglesia se les ha confiado la responsabilidad de planificar cuidadosamente las actividades para los niños, jóvenes, adultos y ancianos, como también para las familias y las personas solas. Al planificar, deben enfatizar la importancia de hacer del sábado un día de gozo, adoración y descanso. Las actividades de la iglesia debieran complementar y nunca reemplazar las actividades de la familia y del hogar.
2) Iglesias—Música para el sábado. La música tiene un poderoso impacto en el ánimo y las emociones de la persona. Los dirigentes de la iglesia seleccionarán música y músicos que realcen la atmósfera de adoración del descanso sabático y la relación de la persona con Dios. Los ensayos del coro debieran evitarse cuando ya existen otras reuniones regularmente fijadas durante la hora en que piensan ensayar.
3) Iglesias—Actividad misionera en la comunidad. Aunque los cristianos pueden participar en cierto tipo de trabajo social en beneficio de estudiantes, de jóvenes y pobres de los barrios marginales, deben tomar el cuidado de ejercer una influencia ejemplar y coherente de cómo observar el sábado. Si se participa en una escuela de extensión o en clases especiales para niños y jóvenes, pueden elegir temas y clases que sean diferentes de los temas seculares y comunes que dan durante la semana. Podrían ofrecer actividades que contribuyan a la cultura espiritual. Paseos por el vecindario o junto a la naturaleza pueden sustituir a los recreos; caminatas o excursiones en medio de la naturaleza, que exijan sólo un esfuerzo mínimo, pueden sustituir a las materias o aulas seculares.
4) Iglesias—Recolección. El procedimiento general de la Iglesia Adventista es que la recolección se realice en otro día que no sea el sábado. Donde se practica recolectar en sábado, debe existir un plan que ofrezca beneficios espirituales a todos los participantes.
5) Iglesias—Recolección de fondos en sábado. La doctrina de la mayordomía cristiana es encontrada a través de todas las Escrituras. El acto de dar tiene un lugar definido durante los cultos. Cuando se apela a dar fondos, debe hacerse de tal manera que se preserve la santidad del culto y del sábado.
6) Iglesias—Casamientos en sábado. La ceremonia matrimonial es sagrada, y en sí misma no está en desarmonía con el espíritu de observancia del sábado. Sin embargo, la mayoría de los casamientos exige mucho trabajo y en los preparativos para la recepción es casi inevitable que surja un ambiente secular. Para que el espíritu del sábado no se pierda, debería desanimarse la realización de casamientos en este día.
7) Iglesias—Funerales en sábado. En forma general, los adventistas debieran evitar realizar funerales durante el sábado. Es verdad que en ciertos
climas y circunstancias puede ser necesario que se realice sin demora el funeral, a pesar de ser sábado. En esos casos, debieran hacerse los arreglos por adelantado con la empresa fúnebre y con los empleados del cementerio, y de esta forma reducir el trabajo durante el sábado. En algunos casos puede realizarse un culto el sábado y dejar el entierro para el día siguiente.
8) Las instituciones de salud de la Iglesia Adventista. Las instituciones de salud ofrecen a muchas personas su única oportunidad de contacto con la Iglesia Adventista. Los hospitales adventistas deben ser mucho más que meros sistemas que ofrecen cuidado de la salud. Estos tienen la oportuni- dad única de ser un testimonio cristiano a la comunidad que sirven, las 24 horas del día. Además, tienen el privilegio de presentar el mensaje del sábado por el ejemplo cada semana. En la cura de los enfermos y en la liberación de los portadores de debilidades físicas aún en sábado, Cristo dejó un ejemplo que consideramos la base para el establecimiento y funcionamiento de las instituciones médicas adventistas. Es por este motivo que una institución que ofrece atención médica al público, debe estar preparada para ministrar las necesidades del enfermo y doliente, sin tomar en cuenta la hora o el día. Este enfoque pone una gran responsabilidad sobre cada institución para que planifique y ejecute reglamentos que reflejen el ejemplo de Cristo y apliquen los principios bíblicos de la observancia del sábado enseñados en la Iglesia Adventista.
Los administradores tienen una responsabilidad especial para tratar de que todos los departamentos mantengan el verdadero espíritu de la observancia del sábado, instituyendo procedimientos adecuados y evitando la laxitud en la observancia del séptimo día. Se recomienda la aplicación de los siguientes principios para la observancia del sábado:
a) Proporcionar, cuando sea necesario, cuidado médico de emergencia voluntario, alegre y de elevado nivel de excelencia. Sin embargo, no deberían las instituciones y médicos adventistas ofrecer el mismo tipo de atención o servicio clínico durante el sábado como lo hacen durante lo días de la semana.
b) No continuar con las actividades de rutina que pueden postergarse. Eso significa que deben cerrarse todos los servicios y departamentos que no están relacionados directamente con el paciente, y que debe mantenerse una cantidad mínima de personal calificado en otros departamentos para atender emergencias.
c) Postergar diagnósticos y servicios terapéuticos electivos. Las decisiones sobre qué es necesario o de emergencia, debieran ser hechas por el médico que atiende. Si se abusa de este privilegio, la administración del hospital debiera intervenir. Los funcionarios de la institución que no trabajen en la administración, no deben involucrarse en las decisiones, ni ser obligados a enfrentar al(a los) médico(s) de turno. Se pueden evitar malos entendidos si se deja claro, en las reuniones y en los reglamentos, que sólo se realizarán aquellas cirugías, diagnósticos o tratamientos terapéuticos que son impostergables dada la condición del paciente. En el momento de contratar al personal se puede dejar en claro todo esto, y eso ayudará a evitar abusos y malos entendidos. Se debería desalentar, e incluso limitar en los viernes, las cirugías convenientes o programadas para el sábado. Si se procediera de otro modo, se le permitiría al paciente estar en el sanatorio u hospital todo el fin de semana, por lo que perdería pocos días de trabajo. Sin embargo colocaría el primer día postoperatorio, por lo general con el cuidado y la atención profesional más intensos, en sábado.
d) Cerrar las oficinas de administración y contabilidad para atendimientos de rutina. Aunque podría ser necesario admitir o dar de alta a los pacientes en sábado, se recomienda evitar la entrega de recibos o recepción de dinero. Jamás debiera ser la guardia del sábado un motivo de irritación para aquellos que tratan de servir y salvar; sino por el contrario, que sea un distintivo de que son “hijos de la luz” (Efe. 5:8; Los hechos de los apóstoles, pág. 214).
e) Hacer del sábado un día agradable para los pacientes, un día cuando la intensa actividad de la rutina sea puesta de lado y el personal esté libre para pasar más tiempo con los pacientes, para instruirlos, aconsejarlos y familiarizarlos con el maravilloso amor de Dios. Una actividad misionera como ésta es un recuerdo de testimonio cristiano que los pacientes nunca olvidarán. La observancia significativa del sábado será conseguida mucho más fácilmente en una institución que emplee un equipo predominantemente adventista. Es posible para los empleados creyentes presentar el sábado en una luz adecuada mientras cuidan de los pacientes, y pueden perfectamente bien ser una influencia convincente en las vidas de quienes no son de nuestra fe.
f) El cuidado directo del enfermo es una actividad de siete días de la semana. La enfermedad no tiene calendario. Sin embargo, cuando se prepara el horario del personal, las instituciones de salud debieran tomar en cuenta las creencias religiosas sinceras, la observancia y las prácticas de cada empleado o futuro empleado. Las instituciones debiera hacer arreglos razonables para tales creencias religiosas, a menos que se demuestre que tales acomodaciones dificultarán el funcionamiento de la institución. Se reconoce que la conciencia del individuo varía en relación con el adecuado empleo del sábado. Ni la iglesia ni sus instituciones pueden actuar como la conciencia de sus empleados. En lugar de esto, deberían hacerse ajustes razonables en beneficio de la conciencia individual.
g) Resistir las presiones para rebajar las normas adventistas. Algunas instituciones han recibido presiones de la comunidad, del equipo médico y/o de empleados (donde la mayoría no es adventista) para abandonar o debilitar los principios de la observancia y las prácticas en el sábado, de modo que éste sea tratado como cualquier otro día. En algunos casos se ha ejercido presión para mantener todos los servicios durante el sábado y disminuirlos el domingo. Debe resistirse decididamente una acción tal. La condescendencia puede provocar un serio análisis de la relación de esa institución con la iglesia.
h) Enseñar a los empleados no adventistas los principios practicados por la institución en relación con el sábado. Cada empleado no adventista, en el momento de su contrato con una institución adventista de salud, debiera ser advertido acerca de los principios de la iglesia, especialmente de los reglamentos institucionales que tienen que ver con la observancia del sábado. Aunque los no adventistas no crean como nosotros, debieran de todas formas conocer desde el principio la forma en que se espera que ellos calcen en el programa de la institución, para ayudar a ésta a alcanzar sus objetivos.
i) Estimular en los empleados adventistas una actitud de continua testificación cristiana. El único contacto que muchos empleados no adventistas pueden tener con los adventistas, puede ser en la institución que los emplea. Toda relación debiera ser amistosa, amable y una expresión del amor que ejemplifica la vida y la obra del gran Médico. La compasión por el enfermo, la consideración generosa por sus colegas, una voluntad de servir, una ilimitada lealtad a Dios y a la iglesia pueden ser sabor de vida para vida. Guardar el sábado es un privilegio y un honor tanto como un deber. Nunca debiera ser una carga o una molestia para aquellos que lo guardan o para aquellos que nos rodean.
9) Trabajo en sábado en hospitales no adventistas. Aunque es esencial que en las instituciones médicas se realice un mínimo de trabajo todo el tiempo para poder mantener el bienestar y la comodidad de los pacientes, los empleados adventistas que trabajan en instituciones no denominacionales, donde en las horas de sábado no se alivian de la rutina del deber, están bajo la obligación de recordar los principios que reglamentan todas las actividades sabáticas. Para evitar situaciones donde nuestros miembros de iglesia podrían enfrentar problemas para guardar el sábado, hoy se recomienda que:
a) Cuando los adventistas aceptan empleos en hospitales no adventistas, manifiestan sus principios de observancia del sábado y solicitan un horario que los libere de trabajo en sábado.
b) Donde los horarios de trabajo y otros factores hagan esto imposible,los adventistas debieran claramente identificar los deberes, si los hubiere,
que puedan conscientemente realizar el sábado, y la frecuencia de los mismos de allí en adelante. Entendemos que sólo en caso de epidemia, accidentes en los que muchas personas están involucradas u otras situaciones de emergencia regional, los llevará a prestar el servicio humanitario propio de todo trabajo médico o paramédico.
c) Donde no se pueda realizar ninguno de los arreglos mencionados arriba, los miembros debieran hacer de su lealtad a los requerimientos de Dios lo máximo y abstenerse del trabajo rutinario.
10) Las instituciones educativas adventistas. Los colegios adventistas con internado tienen un papel importante en la formación de hábitos de observancia del sábado en las futuras generaciones de miembros de iglesia. De la misma forma lo tienen los colegios y las universidades al moldear el pensamiento de la clase pastoral profesional. Es por lo tanto importante que en estas instituciones tanto la teoría como la práctica, de cómo aumentar el gozo de las bendiciones sabáticas, se acerquen lo máximo posible al ideal. La aplicación de estos principios incluye:
a) Preparación adecuada para el sábado.
b) Demarcación del comienzo y del fin de las horas del sábado.
c) Actividades adecuadas hogar-escuela: cultos, grupos de oración, testificación, etc.
d) Mantener los deberes necesarios al mínimo; de preferencia confiarlos a personas para quienes sea un servicio voluntario, y no utilizar aquellas para quienes ese mismo trabajo es pagado durante la semana.
e) Cultos inspiradores, de preferencia que sirvan como modelo de aquello que se espera caracterice los cultos en las iglesias de las escuelas.
f) Actividades variadas y adecuadas para los sábados de tarde.
g) Estructuración del programa semanal, para que el sábado sea un gozo prolongado y el clímax de la semana, en lugar de ser el preludio para las actividades totalmente diferentes del sábado de noche.
(1) Ventas en el comedor. Las cafeterías de los colegios han sido designadas para servir a los estudiantes y a sus padres visitantes e invitados;
no debieran abrirse al público durante el sábado. Para evitar transacciones comerciales innecesarias durante las horas sagradas, cada institución debe establecer formas de pago fuera de las horas sabáticas.
(2) Asistencia del personal docente a reuniones profesionales. En algunos países, los adventistas tienen el privilegio de asistir a reuniones profesionales para estar al día con el desarrollo de su campo de especialización. Podría ser una tentación justificar la asistencia en sábado a esas reuniones. Sin embargo, se recomienda que el personal académico se una con sus hermanos de iglesia para la adoración a Dios, y no se reúna con sus colegas profesionales “en trabajo”.
(3) Estaciones de radio. Las estaciones de radio pueden ser una bendición en sus comunidades. Para aumentar las bendiciones, la programación durante las horas del sábado debiera reflejar la filosofía de la iglesia. Si se hacen llamados para levantar fondos durante el sábado, éstos debieran hacerse de manera tal que se mantenga la santidad de este día.
(4) Viajes de promoción. Para mantener el espíritu de total adoración durante el sábado, los Tours de Promoción deben ser planificados de forma que disminuyan los viajes en sábado y ofrezcan un máximo de tiempo para la adoración con los creyentes. Las horas del sábado no deben usarse para viajar con el fin de ofrecer programas de sábado de noche.
(5) La observancia del sábado en la formación de los pastores. Los pastores tienen una gran responsabilidad con su ejemplo personal, pues deben moldear la vida espiritual de la iglesia. Por lo tanto, las instituciones que preparan a los pastores y esposas de pastores necesitan ayudar a sus estudiantes a formar una saludable filosofía de la observancia del sábado. Una orientación adecuada recibida en el colegio puede ser un instrumento en la experiencia de una genuina renovación del gozo sabático en sus propias vidas, tanto como en la vida de su iglesia.
(6) Exámenes en sábado. Los adventistas que enfrentan exámenes exigidos en sábado en colegios no adventistas, o los profesionales que procuran certificación del ministerio de educación, enfrentan un problema especial. Al manejar tales situaciones, recomendamos hacer arreglos para que los exámenes no sean en sábado. La iglesia debiera estimular a sus miembros a una cuidadosa observancia del sábado y, cuando sea posible, debiera interceder delante de las autoridades correspondientes para que permitan la posibilidad de rendir los exámenes en otro día, para reverenciar el día de Dios.
Empleos seculares y de negocios cuando se relacionan con el sábado
1) Declaración de principio. La visión bíblica del sábado incluye una dimensión divina y otra humana (Mat. 12:7). Desde la perspectiva divina, el sábado invita al creyente a renovar su compromiso con Dios al desistir del trabajo diario para poder adorar a Dios más libre y completamente (Éxo. 20:8-10; 31:15, 16; Isa. 58:13, 14). Desde la perspectiva humana, el sábado ordena al creyente que celebre el amor creador y redentor de Dios mostrando misericordia y preocupación hacia los demás (Deut. 5:12-15; Mat. 12:12; Luc. 13:12; Juan 5:17). De esta forma el sábado incluye la cesación del trabajo secular, con el propósito de honrar a Dios y realizar acciones de amor y bondad hacia su prójimo.
2) Trabajo esencial y de emergencia. Para mantener la santidad del sábado, los adventistas deben hacer elecciones sabias en materia de empleo, orientados por una conciencia iluminada por el Espíritu Santo. La experiencia ha mostrado que existe un peligro en la elección de vocaciones que no permiten adorar al Creador con libertad durante el día sábado. Esto significa que deberían evitarse aquellos empleos que, aunque esenciales para el funcionamiento de una sociedad tecnológicamente avanzada, puedan ofrecer problemas para la observancia del sábado. Las Escrituras y el Espíritu de Profecía son claros en cuanto a nuestros deberes como cristianos hacia nuestros semejantes, aún durante el sábado. En el contexto moderno, a muchos que están empleados en profesiones que involucran la salvación de la vida y la propiedad se los llama a atender emergencias. Los arreglos para trabajo regular durante los fines de semana, con el objetivo de ganancias extras, exigirán el uso de las horas de sábado, o aceptar trabajar sólo los fines de semana en profesiones de emergencia
con el fin de aumentar el presupuesto familiar, lo cual no está en armonía con los principios de observancia del sábado dados por Cristo. Es algo totalmente diferente atender situaciones de emergencia donde la vida y la seguridad están en peligro, a ganar el diario vivir por emplearse en ocupaciones rutinarias durante el sábado, las que siempre están acompañadas de actividades comerciales seculares o rutinarias (ver los comentarios de Cristo al rescatar el buey o una oveja de un hoyo y ayudar a personas en necesidad; Mat. 12:11; Luc. 13:16). Ausentarse de la casa de Dios y ser privado del compañerismo con los hermanos en el sábado, puede enfriar la vida espiritual de la persona.
Muchos patrones, en los llamados servicios esenciales, están dispuestos a buscar arreglos para los observadores del sábado. Donde no se garantice esto, los miembros debieran revisar cuidadosamente los principios bíblicos de observancia sabática a la luz de esa actividad, ambiente, requisitos de trabajo y motivos personales, antes de comprometerse a trabajar en sábado. Debieran preguntar al Señor como lo hizo Pablo en su viaje a Damasco: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Cuando se tiene esta actitud de fe, estamos convencidos de que Dios guiará a los creyentes a discernir su voluntad y dará la fuerza y sabiduría necesarias para hacer lo que corresponde.
3) Decisiones morales en relación con la observancia del sábado. Las instituciones militares, educativas, gubernamentales y otras, muchas veces niegan o cortan los privilegios sabáticos. Para prevenir y/o aliviar estas situaciones lamentables, debieran considerarse las siguientes sugerencias:
a) Un dirigente de la iglesia, de preferencia el director de Relaciones Públicas de Libertad Religiosa, debe ser designado para mantenerse al día de los acontecimientos y las situaciones que puedan minar la libertad de culto en el día sábado. De ser necesario, este oficial se aproximará a las autoridades responsables con el fin de explicarles el impacto desfavorable sobre los adventistas de cualquier medida o legislación en proyecto. Este curso de acción puede prevenir la sanción de medidas que podrían, sin intención, cortar o negar los privilegios del sábado.
b) Debe estimularse a los miembros adventistas a mantener por fe el principio de la observancia del sábado, sin tener en cuenta las circunstancias, y apoyarse en la seguridad de que Dios honrará su consagración.
c) Los miembros de iglesia deben ofrecer ayuda espiritual, moral y, si es necesaria, temporal, para ayudar a otros miembros que pasan por problemas por causa del sábado. Tal ayuda servirá para fortalecer la consagración al Señor, no solamente de la persona que está enfrentando el problema del sábado sino también de la iglesia como un todo.
4) Compra de mercaderías y servicios en sábado.
a) El sábado está destinado para proporcionar libertad espiritual y alegría a todos (Éxo. 20:8-11). Como cristianos, debemos ser sostenedores de este derecho humano básico que ha otorgado el Creador a cada individuo. Como regla general, la compra de mercaderías, comidas en restaurantes y el pago de servicios hechos por otros deben ser evitados, porque no están en armonía con el principio ni con la práctica de la observancia del sábado.
b) Además, las actividades comerciales recién mencionadas harían que la mente se dirigiera al secularismo en lugar de detenerse en la santidad del sábado (ver Neh. 10:31; 13:15 y siguientes). Con una adecuada planificación, se pueden tomar las debidas precauciones para que no falte nada de los necesario durante el sábado.
5) Viajes en sábado. Aunque viajar en sábado puede ser necesario para poder cumplir con las actividades comprometidas para ese día, no se debe permitir que los viajes en sábado se conviertan en una función secular; por lo tanto, es necesario hacer los preparativos con anticipación. Antes del comienzo del sábado deben estar atendidos el combustible del auto y otras necesidades. Deben evitarse viajes por asuntos personales y de negocios.
6) Cuando debe tratarse un problema específico de trabajo. Cuando un miembro de iglesia se encuentra en la necesidad de renunciar a un cargo, o pierde su trabajo por causa de problemas con el sábado, y es empleado por la denominación en un trabajo similar donde el nuevo trabajo, debido a su naturaleza básica, exige que el miembro trabaje en sábado, se recomiendan los siguientes pasos:
a) Ofrecer al miembro una cuidadosa explicación del tipo esencial de trabajo.
b) Asegurar al miembro que sólo los aspectos indispensables del nuevo trabajo se realizarán durante el sábado. También debieran explicar los administradores los propósitos religiosos de la organización que lo ha empleado.
c) Adoptar un horario rotativo para que el miembro que conscientemente aceptó trabajar en sábado, pueda con frecuencia estar en condiciones de realizar una total celebración del día sábado.
7) Turno de trabajo. Cuando un adventista trabaja para un empleador que acostumbra utilizar los turnos de trabajo, puede éste pedirle que trabaje el sábado o parte de él. En tales circunstancias, el miembro debe considerar lo siguiente:
a) Tratar de ser el mejor trabajador posible, y un empleado tan valioso que su patrón no pueda prescindir de él.
b) Si el problema continúa, puede apelar directamente al patrón y hacer un arreglo en base a su buena voluntad y justicia.
c) Podría sugerirle al patrón arreglos tales como:
(1) Trabajar en un horario flexible;
(2) Tener los turnos que menos acepta el resto del personal;
(3) Negociar turnos con otros empleados; o
(4) Trabajar los feriados.
8) Si el patrón se resiste a un arreglo, el miembro debería inmediatamente buscar la ayuda del pastor y del departamento de Relaciones Públicas y Libertad Religiosa en los países donde se realicen este tipo de actividades.
La Junta Directiva y el Congreso de la Asociación General (realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.), en su sesión del 9 de julio de 1990, votaron acusar recibo de este documento acerca de la observancia del sábado.
Junta
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce al sábado como señal distintiva de lealtad a Dios (Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Eze. 20:12, 20), cuya observancia es pertinente a todos los seres humanos en todas las épocas y lugares (Isa. 56:1-7; Mar. 2:27). Cuando Dios “descansó” en el séptimo día de la semana de la creación, también “santificó” y “bendijo” este día (Gén. 2:2, 3), separándolo para un uso sagrado y transformándolo en un canal de bendiciones para la humanidad. Aceptando la invitación para dejar a un lado sus “propios intereses” durante el sábado (Isa. 58:13), los hijos de Dios observan este día como una importante expresión de la justificación por fe en Cristo (Heb. 4:4-11).
La observancia del sábado es enunciada en Isaías 58:13 de la siguiente manera: “Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas ‘delicia’, ‘santo’, ‘glorioso de Jehová’, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová” (Isa. 58:13, 14). Basada en estos principios, la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma en este documento su compromiso con la fidelidad a la observancia del sábado.
Vida de santificación. La verdadera observancia del sábado se basa en una vida santificada por la gracia de Cristo (Eze. 20:12, 20); pues, “a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos” (El Deseado de todas las gentes, p. 250).
Crecimiento espiritual. Como “es un broche de oro que une a Dios y a su pueblo” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 354), el sábado proporciona un contacto más próximo con Dios. Como tal, no debemos permitir que otras actividades, por más nobles que sean, debiliten nuestra comunión con Dios en este día.
Preparación para el sábado. Las actividades seculares deben ser interrumpidas (cf. Lev. 23:32; Deut. 16:6; Neh. 13:19) antes de la puesta de sol del viernes (cf. Neh. 13:13-22); la casa debe estar limpia y arreglada; las ropas, lavadas y planchadas; los alimentos, debidamente preparados (cf. Éxo. 16:22-30); y los miembros de la familia, listos.
Inicio y término del sábado. El sábado es un día de comunión especial con Dios, y debe ser iniciado y terminado con cultos de puesta de sol breves y atractivos, con la participación de los miembros de la familia. En estas ocasiones, es oportuno cantar algunos himnos; leer un pasaje bíblico, seguido por comentarios pertinentes; y expresar gratitud a Dios en oración (Ver ibíd., pp. 355-360.)
Personas bajo nuestra influencia. El cuarto mandamiento del Decálogo orienta que todas las personas bajo nuestra influencia deben ser liberadas de las actividades seculares en el sábado (Éxo. 20:10). Esto implica, positivamente, que los demás miembros de la familia, así como los empleados y los huéspedes, también sean estimulados a observar el sábado.
Espíritu de comunión. Como día por excelencia de comunión con Dios (Eze. 20:12, 20), el sábado debe caracterizarse por un compromiso alegre y placentero con las prioridades espirituales, con momentos especiales de lectura de la Biblia, de oración y, si es posible, de contacto con la naturaleza (cf. Hech 16:13). Ese compromiso deberá ser mantenido en la elección de los asuntos abordados; también en nuestros diálogos informales con familiares y amigos.
Reuniones de la iglesia. Somos amonestados a no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (Heb. 10:25). Por consiguiente, los programas y las actividades regulares de la iglesia durante los sábados deben tener precedencia sobre otros compromisos personales y sociales, aunque estos sean pertinentes al sábado.
Casamientos y fiestas. La invitación para dejar a un lado nuestros “propios caminos” en el sábado (Isa. 58:13) implica que los casamientos y las fiestas, incluyendo sus debidos preparativos, deben ser realizados fuera de este período sagrado. Los casamientos y algunas fiestas más suntuosas no deberían ser planificados para los sábados por la noche, pues sus preparativos involucran expectativas y actividades que no están de acuerdo con el espíritu de comunión con Dios.
Medios de comunicación secular. Los medios de comunicación secular, en todas sus formas, deberían ser dejados a un lado durante las horas del sábado, para que este, rompiendo la rutina de la vida, pueda ser un día de “delicia” y “santo” (Isa. 58:13).
Deportes y recreación. Muchas actividades deportivas y de recreación, aceptables durante la semana, no están de acuerdo con la observancia del sábado, pues desvían la mente de los asuntos espirituales (Isa. 58:13).
Horas de sueño. La Biblia define al sábado como un día de “reposo consagrado” (Éxo. 31:15), y no como un día para recuperar el sueño atrasado de la semana. Ricas bendiciones vendrán por levantarse temprano el sábado, dedicando este día al servicio del Señor. (Ver Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 140).
Viajes. La realización de viajes por asuntos de trabajo o de intereses particulares es inapropiada para el sábado. Pero existen ocasiones excepcionales en que se hace necesario viajar el sábado para atender algún compromiso religioso o situaciones de emergencia. Siempre que sea posible, los debidos preparativos, incluyendo la compra de pasajes y el abastecimiento de combustible, deben ser efectuados con la debida anticipación. (Ver Testimoniospara laiglesia, t. 6, pp. 360, 361.)
Excursiones y campamentos. La realización de excursiones y campamentos puede promover la sociabilización cristiana (cf. Sal. 42:4). Pero sus organizadores y demás participantes deberían llegar al debido lugar y armar su estructura, incluyendo sus carpas, antes del inicio del sábado, para que este pueda ser observado según el Mandamiento. Además de esto, durante las horas del sábado, las actividades deben estar de acuerdo con el espíritu sagrado de este día.
Restaurantes y alimentación. La recomendación de que el alimento debe ser provisto con la debida anticipación (Éxo. 16:4, 5, 22-30) significa que su compra debe ocurrir fuera de las horas del sábado, y que la concurrencia a restaurantes comerciales debe ser evitada en este día.
Medicamentos. La compra de medicamentos durante el sábado es aceptable en situaciones de emergencia (cf. Luc. 14:5), e inapropiada cuando la persona ya los necesitaba, y terminó postergando su compra para este día.
Pasantías y prácticas escolares. El cuarto mandamiento del Decálogo (Éxo. 20:8-11) desacredita la realización de actividades seculares en el sábado, que generen lucro o beneficio material. Involucrados en tales actividades están los programas de planificación y preparación para la vida profesional, incluyendo la asistencia a clases y la participación en prácticas, simposios, seminarios y ponencias de índole profesional, concursos públicos y pruebas selectivas. En caso de confinamiento para rendir exámenes después de que termine el sábado, las horas de este día deben ser invertidas en actividades espirituales.
Elección y ejercicio de la profesión. La estructura de la sociedad en general no siempre favorece la observancia del sábado, y termina por poner a disposición profesiones y actividades que, aunque dignas, dificultan esta práctica. Los adventistas del séptimo día deberán escoger y ejercer profesiones que estén de acuerdo con la debida observancia del sábado. Somos orientados a que, si alguien, “por amor al lucro, [permite] que su socio incrédulo haga funcionar la empresa comercial en la que él participa, es igualmente culpable con el incrédulo; y es su deber disolver esta sociedad sin tomar en cuenta lo que pueda perder” (El evangelismo, p. 182).
Instituciones de servicios básicos. La orientación de no hacer “obra alguna” durante el sábado (Éxo. 20:10) implica que los observadores del sábado deben abstenerse de trabajar en ese día, aun en instituciones seculares de servicios básicos. Las instituciones de nuestra iglesia que no pueden cerrar en los sábados (cf. Juan 5:17), incluyendo los internados adventistas, deben actuar en este día con un grupo reducido y por turno.
Actividades médicas y de salud. Existen situaciones de emergencia en que los profesionales de la salud deben atender, basados en el principio de que “es lícito sanar en sábado” (Luc. 14:3). Los hospitales adventistas necesitan los favores de un equipo médico, de enfermería y de otros servicios básicos para el funcionamiento en las horas del sábado. Pero los turnos de rutina, tanto médicos como de enfermería, en hospitales no adventistas, son inapropiados para las horas del sábado (Ver Ellen G. White Estate, “Consejos de Elena G. de White sobre el trabajo en sábado en instituciones médicas adventistas y no adventistas”, en www.centrowhite.uapar.edu) - https://www.centrowhiteargentina.org/
Proyectos asistenciales. Cristo dijo que “está permitido hacer el bien en sábado” (Mat. 12:12). Esto significa que “todo asunto secular debía ser suspendido, pero las obras de misericordia y benevolencia estaban en armonía con el propósito del Señor” (El ministerio de la bondad, p. 81). Por lo tanto, es lícito que en las horas sagradas del sábado se visite a enfermos, viudas y huérfanos, a encarcelados y que se comparta el alimento. Las acciones sociales que pueden ser realizadas en otro día no deben tomar las horas sagradas del sábado.
Actividades misioneras. El apóstol Pablo usaba el sábado para persuadir “a judíos y a griegos” acerca del evangelio (Hech. 18:4, 11; cf. 17:2), demostrando la importancia de reservarse un tiempo especial, en este día, para actividades misioneras. Siempre que sea posible, los miembros de la familia deben participar juntos de estas actividades, para disfrutar de la socialización cristiana y desarrollar el gusto por el cumplimiento de la misión evangelizadora.
Como adventistas del séptimo día, somos invitados a seguir el ejemplo de Dios al descansar en el séptimo día de la semana de la creación (Gén. 2:2, 3; Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Heb. 4:4-11), de manera que el sábado sea para cada uno de nosotros una señal exterior de la gracia de Dios y un canal de sus incontables bendiciones.
Junta Directiva Plenaria de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Documento aprobado por voto 2011-334 el 3 de octubre de 2011 en Brasilia, Brasil. Refrendado y votado por la Unión Argentina el martes 6 de diciembre de 2011 en la Junta Plenaria regular, en Buenos Aires.
Sobre la observacia del sábado - algunos detalles
13 de diciembre de 2017. Por la Asociacion Ministerial de la DSA, Brasilia, Brasil. En documentos oficiales.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce al sábado como señal distintiva de lealtad a Dios (Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Eze. 20:12, 20), cuya observancia es pertinente a todos los seres humanos en todas las épocas y lugares (Isa. 56:1-7; Mar. 2:27). Cuando Dios “descansó” en el séptimo día de la semana de la creación, también “santificó” y “bendijo” este día (Gén. 2:2, 3), separándolo para un uso sagrado y transformándolo en un canal de bendiciones para la humanidad. Aceptando la invitación para dejar a un lado sus “propios intereses” durante el sábado (Isa. 58:13), los hijos de Dios observan este día como una importante expresión de la justificación por fe en Cristo (Heb. 4:4-11).La observancia del sábado es enunciada en Isaías 58:13 de la siguiente manera: “Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamas ‘delicia’, ‘santo’, ‘glorioso de Jehová’, y lo veneras, no andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová” (Isa. 58:13, 14). Basada en estos principios, la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma en este documento su compromiso con la fidelidad a la observancia del sábado.
Vida de santificación
La verdadera observancia del sábado se basa en una vida santificada por la gracia de Cristo (Eze. 20:12, 20); pues, “a fin de santificar el sábado, los hombres mismos deben ser santos” (El Deseado de todas las gentes, p. 250).
Crecimiento espiritual
Como “es un broche de oro que une a Dios y a su pueblo” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 354), el sábado proporciona un contacto más próximo con Dios. Como tal, no debemos permitir que otras actividades, por más nobles que sean, debiliten nuestra comunión con Dios en este día.
Preparación para el sábado
Las actividades seculares deben ser interrumpidas (cf. Lev. 23:32; Deut. 16:6; Neh. 13:19) antes de la puesta de sol del viernes (cf. Neh. 13:13-22); la casa debe estar limpia y arreglada; las ropas, lavadas y planchadas; los alimentos, debidamente preparados (cf. Éxo. 16:22-30); y los miembros de la familia, listos.
Inicio y término del sábado
El sábado es un día de comunión especial con Dios, y debe ser iniciado y terminado con cultos de puesta de sol breves y atractivos, con la participación de los miembros de la familia. En estas ocasiones, es oportuno cantar algunos himnos; leer un pasaje bíblico, seguido por comentarios pertinentes; y expresar gratitud a Dios en oración (Ver ibíd., pp. 355-360.)
Personas bajo nuestra influencia
El cuarto mandamiento del Decálogo orienta que todas las personas bajo nuestra influencia deben ser liberadas de las actividades seculares en el sábado (Éxo. 20:10). Esto implica, positivamente, que los demás miembros de la familia, así como los empleados y los huéspedes, también sean estimulados a observar el sábado.
Espíritu de comunión
Como día por excelencia de comunión con Dios (Eze. 20:12, 20), el sábado debe caracterizarse por un compromiso alegre y placentero con las prioridades espirituales, con momentos especiales de lectura de la Biblia, de oración y, si es posible, de contacto con la naturaleza (cf. Hech 16:13). Ese compromiso deberá ser mantenido en la elección de los asuntos abordados; también en nuestros diálogos informales con familiares y amigos.
Reuniones de la iglesia
Somos amonestados a no dejar “de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (Heb. 10:25). Por consiguiente, los programas y las actividades regulares de la iglesia durante los sábados deben tener precedencia sobre otros compromisos personales y sociales, aunque estos sean pertinentes al sábado.
Casamientos y fiestas
La invitación para dejar a un lado nuestros “propios caminos” en el sábado (Isa. 58:13) implica que los casamientos y las fiestas, incluyendo sus debidos preparativos, deben ser realizados fuera de este período sagrado. Los casamientos y algunas fiestas más suntuosas no deberían ser planificados para los sábados por la noche, pues sus preparativos involucran expectativas y actividades que no están de acuerdo con el espíritu de comunión con Dios.
Medios de comunicación secular
Los medios de comunicación secular, en todas sus formas, deberían ser dejados a un lado durante las horas del sábado, para que este, rompiendo la rutina de la vida, pueda ser un día de “delicia” y “santo” (Isa. 58:13).
Deportes y recreación
Muchas actividades deportivas y de recreación, aceptables durante la semana, no están de acuerdo con la observancia del sábado, pues desvían la mente de los asuntos espirituales (Isa. 58:13).
Horas de sueño
La Biblia define al sábado como un día de “reposo consagrado” (Éxo. 31:15), y no como un día para recuperar el sueño atrasado de la semana. Ricas bendiciones vendrán por levantarse temprano el sábado, dedicando este día al servicio del Señor. (Ver Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 140).
Viajes
La realización de viajes por asuntos de trabajo o de intereses particulares es inapropiada para el sábado. Pero existen ocasiones excepcionales en que se hace necesario viajar el sábado para atender algún compromiso religioso o situaciones de emergencia. Siempre que sea posible, los debidos preparativos, incluyendo la compra de pasajes y el abastecimiento de combustible, deben ser efectuados con la debida anticipación. (Ver Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 360, 361.)
Excursiones y campamentos
La realización de excursiones y campamentos puede promover la sociabilización cristiana (cf. Sal. 42:4). Pero sus organizadores y demás participantes deberían llegar al debido lugar y armar su estructura, incluyendo sus carpas, antes del inicio del sábado, para que este pueda ser observado según el Mandamiento. Además de esto, durante las horas del sábado, las actividades deben estar de acuerdo con el espíritu sagrado de este día.
Restaurantes y alimentación
La recomendación de que el alimento debe ser provisto con la debida anticipación (Éxo. 16:4, 5, 22-30) significa que su compra debe ocurrir fuera de las horas del sábado, y que la concurrencia a restaurantes comerciales debe ser evitada en este día.
Medicamentos
La compra de medicamentos durante el sábado es aceptable en situaciones de emergencia (cf. Luc. 14:5), e inapropiada cuando la persona ya los necesitaba, y terminó postergando su compra para este día.
Pasantías y prácticas escolares
El cuarto mandamiento del Decálogo (Éxo. 20:8-11) desacredita la realización de actividades seculares en el sábado, que generen lucro o beneficio material. Involucrados en tales actividades están los programas de planificación y preparación para la vida profesional, incluyendo la asistencia a clases y la participación en prácticas, simposios, seminarios y ponencias de índole profesional, concursos públicos y pruebas selectivas. En caso de confinamiento para rendir exámenes después de que termine el sábado, las horas de este día deben ser invertidas en actividades espirituales.
Elección y ejercicio de la profesión
La estructura de la sociedad en general no siempre favorece la observancia del sábado, y termina por poner a disposición profesiones y actividades que, aunque dignas, dificultan esta práctica. Los adventistas del séptimo día deberán escoger y ejercer profesiones que estén de acuerdo con la debida observancia del sábado. Somos orientados a que, si alguien, “por amor al lucro, [permite] que su socio incrédulo haga funcionar la empresa comercial en la que él participa, es igualmente culpable con el incrédulo; y es su deber disolver esta sociedad sin tomar en cuenta lo que pueda perder” (El evangelismo, p. 182).
Instituciones de servicios básicos
La orientación de no hacer “obra alguna” durante el sábado (Éxo. 20:10) implica que los observadores del sábado deben abstenerse de trabajar en ese día, aun en instituciones seculares de servicios básicos. Las instituciones de nuestra iglesia que no pueden cerrar en los sábados (cf. Juan 5:17), incluyendo los internados adventistas, deben actuar en este día con un grupo reducido y por turno.
Actividades médicas y de salud
Existen situaciones de emergencia en que los profesionales de la salud deben atender, basados en el principio de que “es lícito sanar en sábado” (Luc. 14:3). Los hospitales adventistas necesitan los favores de un equipo médico, de enfermería y de otros servicios básicos para el funcionamiento en las horas del sábado. Pero los turnos de rutina, tanto médicos como de enfermería, en hospitales no adventistas, son inapropiados para las horas del sábado (Ver Ellen G. White Estate, “Consejos de Elena G. de White sobre el trabajo en sábado en instituciones médicas adventistas y no adventistas”, en www.centrowhite.uapar.edu)
Proyectos asistenciales
Cristo dijo que “está permitido hacer el bien en sábado” (Mat. 12:12). Esto significa que “todo asunto secular debía ser suspendido, pero las obras de misericordia y benevolencia estaban en armonía con el propósito del Señor” (El ministerio de la bondad, p. 81). Por lo tanto, es lícito que en las horas sagradas del sábado se visite a enfermos, viudas y huérfanos, a encarcelados y que se comparta el alimento. Las acciones sociales que pueden ser realizadas en otro día no deben tomar las horas sagradas del sábado.
Actividades misioneras
El apóstol Pablo usaba el sábado para persuadir “a judíos y a griegos” acerca del evangelio (Hech. 18:4, 11; cf. 17:2), demostrando la importancia de reservarse un tiempo especial, en este día, para actividades misioneras. Siempre que sea posible, los miembros de la familia deben participar juntos de estas actividades, para disfrutar de la socialización cristiana y desarrollar el gusto por el cumplimiento de la misión evangelizadora.Como adventistas del séptimo día, somos invitados a seguir el ejemplo de Dios al descansar en el séptimo día de la semana de la creación (Gén. 2:2, 3; Éxo. 20:8-11; 31:13-17; Heb. 4:4-11), de manera que el sábado sea para cada uno de nosotros una señal exterior de la gracia de Dios y un canal de sus incontables bendiciones.
OTRA FUENTE: https://pastor.adventistas.org/es/4485-2/
Declaración de la responsabilidad espiritual de la familia de la fe
La historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está llena de ejemplos de personas e instituciones que han sido, y son, testigos vibrantes de su fe. Debido a su apasionado compromiso con su Señor, y al profundo aprecio por su ilimitado amor, todos tienen el mismo blanco: compartir las Buenas Nuevas con los demás. El texto bíblico clave que los motivó, texto que inflama a los adventistas en todas partes, conocido como la Comisión Evangélica, el mandato del mismo Señor, está registrado en Mateo 28:19 y 20, y dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Otras versiones, como la Nácar- Colunga, traducen: “Id, pues; enseñad a todas la gentes...” Esta orden del mismo Señor es sencilla, hermosa y cautivante, y es para todos sus seguidores, sean miembros, pastores o administradores:
Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.
Este principio es la chispa de encendido de la misión de la iglesia y establece la norma para toda evaluación, y toda medición, del éxito. Afecta a todos, cualesquiera sean sus responsabilidades, sean laicos u obreros abarca todos los aspectos de la vida de la iglesia, desde la iglesia local hasta la Asociación General; y alcanza a las escuelas, colegios y universidades, casas editoras, instituciones de salud y organizaciones de alimentos saludables. Este compromiso está implícito, incorporado, como encapsulado, en los votos bautismales, en las declaraciones de misión, en las metas y objetivos, y en los reglamentos y estatutos de la iglesia: “Para dar testimonio de su amante salvación”, “para ayudar en la proclamación del evangelio eterno”, “para proveer el pan de vida a las multitudes” y para “fortalecerlos en su preparación para su pronto retorno”. La cuádruple orden de ir... enseñar... bautizar... hacer discípulos resuena en todos los lugares donde los adventistas trabajan o se reúnen. A medida que la iglesia crece en tamaño y complejidad, más y más feligreses, pastores y administradores se han hecho serias preguntas acerca de cómo la iglesia está cumpliendo la Comisión Evangélica. Las ruedas y los engranajes de la iglesia, ¿producen apenas productos y servicios que, aunque están sobre el promedio, no pueden fácil y rápidamente distinguirse de sus contrapartidas seculares? ¿O está la iglesia asegurándose de que sus productos y servicios básicos revelen al mundo el camino hacia la vida eterna? Nada debe ser excluido de estas preguntas, no importa si se trata de los servicios de adoración de la iglesia local o de los programas y productos de los campos e instituciones de la iglesia.
Ha llegado el tiempo para que la iglesia como un todo se pregunte y responda las difíciles cuestiones sobre cómo está relacionándose con el principio guiador de la Comisión Evangélica. ¿Cómo puede ese principio guiador ser una realidad en las vidas de los feligreses, los pastores y las congregaciones? ¿Cómo pueden ellos medir su progreso en el cumplimiento de este mandato? ¿Cómo pueden las universidades de la iglesia, los colegios secundarios y superiores, las fábricas de alimentos, las clínicas, las instituciones médicas de alta complejidad, las casas editoras y los centros de comunicaciones cumplir su responsabilidad tomando como base la Comisión Evangélica?
Este desafío requiere una aproximación franca y analítica para determinar dónde está la iglesia en relación con el mandato del Señor. No es suficiente medir el éxito por las normas seculares, ni es suficiente darles prioridad a esos estándares. El compromiso total para con Dios incluye, esencialmente, la aceptación total de los principios del cristianismo tal como están bosquejados en la Biblia y en el Espíritu de Profecía. Las congregaciones, las instituciones, los obreros y los feligreses pueden fácilmente encontrar satisfacción en alcanzar blancos, reunir recursos, completar edificios, equilibrar presupuestos, obtener o renovar acreditaciones y, sin embargo, dejar de cumplir su responsabilidad ante Dios con respecto a la Comisión Evangélica. La primera y constante prioridad de la iglesia debe ser esta orden del Señor:
Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.
Aunque la Comisión Evangélica no cambia, su cumplimiento se demuestra en diferentes formas, por ejemplo: Un pastor trabaja en un contexto diferente del de un profesor en el aula, o del de un médico o un administrador de institución. Pero, se trate de un rol personal o institucional, cada uno es responsable ante el mandato de Dios. Entre los grandes beneficios que se derivan cuando se evalúa la efectividad del cumplimiento de esta misión, está la creciente confianza que se desarrolla cuando cada feligrés, cada pastor, cada administrador y cada institución de la iglesia toma en cuenta esta prioridad y le presta la debida atención. La familia de Dios reconoce que cada persona es individualmente responsable ante Dios. Al mismo tiempo, los creyentes son amonestados a examinarse a sí mismos (ver 2 Cor. 13:5). Así como un proceso de evaluación espiritual tiene su lugar en la vida personal, así también y seguramente tiene su lugar en la vida organizacional.
Una evaluación espiritual, aunque es apropiada, es también un asunto muy delicado, porque los humanos vemos sólo en parte. El marco de referencia terrenal siempre está limitado a lo que es visible y al breve período que rodea al presente. A pesar de eso, podemos ganar mucho mediante una evaluación cuidadosa y meditada de nuestra vida personal y de la vida organizacional. Es posible descubrir e identificar varios principios que pueden guiarnos en tal evaluación y, aunque cualquier intento será incompleto, las siguientes áreas de evaluación específica nos ayudarán a concientizarnos de la responsabilidad que tenemos para con Dios y para con la misión, que es, precisamente, una parte integral de la relación y el compromiso del cristiano con él. La siguiente lista no agota todas las áreas que necesitan atención, pero los principios bosquejados aquí se aplican también a otras personas, organizaciones e instituciones.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para cada feligrés individualmente
A cada adventista del séptimo día, sea obrero o laico, se le promete el don del Espíritu Santo que le permitirá crecer espiritualmente en la gracia del Señor y le dará poder para desarrollar y usar los dones espirituales en el testimonio y el servicio. La presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente se demuestra al:
● Mantener un hogar cristiano en el que las normas y los principios de Cristo se enseñan y se ejemplifican.
● Vivir una vida que se goza en la certeza de la salvación, impulsada por el Espíritu Santo para dar un testimonio personal efectivo a los demás, y que desarrolla con Cristo un carácter amable, consecuente con la voluntad de Dios revelada en su Palabra.
● Usar los dones espirituales que Dios ha dado a cada uno.
● Dedicar el tiempo, los dones espirituales y los recursos, con oración y en forma sistemática, para proclamar el evangelio y, ya sea individualmente o como parte de la familia de la iglesia, llegar a ser la sal y luz del Señor al compartir su amor en la vida de familia y en el servicio a la comunidad, motivado siempre por el sentido del pronto regreso del Señor y por su mandato de predicar su evangelio tanto en el hogar como fuera de él.
● Participar en un plan sistemático de crecimiento espiritual y evaluación de la forma en que uno camina con Dios, formando parejas de socios espirituales mutuamente responsables, cuyo principal objetivo sea el de ayudarse unos a otros con oraciones.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para un pastor de iglesia
Un pastor adventista del séptimo día, llamado y capacitado por el Espíritu Santo, e impulsado por el amor a las almas, dirige a los pecadores hacia Cristo como Creador y Redentor y les enseña cómo compartir su fe y llegar a ser discípulos eficaces. Comparte regularmente una dieta espiritual equilibrada y fresca, resultado de su comunión con Dios y con su Palabra. El pastor muestra la gracia salvadora y el poder transformador del evangelio al:
● Empeñarse en que su familia sea un modelo de lo que el Señor espera del matrimonio y la familia.
● Predicar sermones basados en la Biblia, sermones cristocéntricos, que alimenten a los miembros y apoyen a la iglesia mundial, enseñándoles las creencias fundamentales con un sentido de urgencia basado en la comprensión adventista de las profecías tal como las enseña la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
● Invitar a todos a someterse al poder transformador del Espíritu Santo con el fin de que el evangelio pueda ser manifestado en la vida compasiva del creyente dirigido por la fe.
● Conducir a la iglesia local en una vigorosa actividad evangelizadora que dé como resultado no sólo un incremento de la hermandad, sino también el establecimiento de nuevas congregaciones, manteniendo, sin embargo, un fuerte apoyo tanto a la obra local como a la obra mundial de la iglesia.
● Dar evidencias de un ministerio eficaz al aumentar numéricamente la feligresía y al crecer en experiencia espiritual y en la adoración, apresurando así el regreso del Señor.
● Priorizar el crecimiento espiritual personal y la eficacia en la misión al participar regularmente en procesos de evaluación de los resultados espirituales. La División desarrollará un modelo de evaluación para ser aplicado en cada Unión/Asociación/Misión, que incluya un módulo de autoevaluación, como también aspectos que se refieran a la responsabilidad del pastor para con la(s) congregación(es) y hacia la Organización mundial de la iglesia.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para una iglesia local
Una congregación adventista del séptimo día actúa creativamente y con un sentido de autocrítica, como una comunidad que testifica y edifica, facilitando la proclamación del evangelio, tanto a nivel local, como nacional y aun global. Una congregación tal vive en el mundo como “el cuerpo de Cristo”, mostrando la misma preocupación y acción positiva para con aquellos con quienes entra en contacto, como la que mostraba el Señor en su ministerio terrenal, al:
● Demostrar una absoluta seguridad en la gracia salvadora de Cristo y un compromiso con las enseñanzas distintivas de su Palabra.
● Comprender y aceptar su papel como parte de un movimiento final que tiene la responsabilidad de propagar el evangelio a nivel local, nacional y global.
● Desarrollar planes estratégicos para compartir las Buenas Nuevas en su comunidad, con el objeto de asegurarse que las personas comprendan cómo puede Jesús cambiar sus vidas y prepararlas para su pronta venida, y al ayudar a establecer nuevas congregaciones.
● Edificar la vida de los feligreses y sus familias con el fin de que crezcan espiritualmente y prosigan confiadamente en la misión y en las verdades expresadas por medio de la iglesia remanente.
● Reconocer el privilegio de ser una congregación adventista del séptimo día y su correspondiente responsabilidad para con la familia mundial de Iglesias Adventistas, tal como está bosquejada en el Manual de la iglesia al aceptar e implementar planes amplios que permitan la difusión del evangelio en contextos cada vez más abarcantes; y al participar en el sistema organizativo, financiero y representativo de la iglesia, destinado a facilitar la acción misionera mundial.
● Participar en un plan de evaluación que lleve a la congregación a descubrir cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y cuáles son los avances hechos en su misión de enseñar, bautizar y hacer discípulos. El plan de evaluación será normalmente un programa de autoevaluación realizado anualmente por toda la congregación en pleno; aunque periódicamente deberá incluir una evaluación de la participación en, y la responsabilidad para con, la Organización más amplia a la que pertenece. Cada División ayudará en el desarrollo del proceso de evaluación, en consulta con las uniones y las asociaciones/misiones locales, para ser usado dentro de su territorio.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para los colegios primarios y secundarios
Un colegio de nivel primario o secundario crea un clima que nutre a los alumnos mental, física, social y espiritualmente, e instila en ellos confianza en la pertinencia, el papel, el mensaje y la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los colegios proveen excelencia en la educación adventista al:
● Desarrollar, para la institución, un plan maestro espiritual abarcante y un currículo para todas las materias que, además de la excelencia académica, apoyen la visión mundial de los adventistas e integren la fe con la enseñanza.
● Emplear a profesores adventistas, totalmente comprometidos y profesionalmente competentes, que integren la fe con el conocimiento al nutrir a sus alumnos para que sean buenos ciudadanos y miembros de iglesia.
● Trabajar con los padres y las congregaciones locales para asegurar que cada alumno conozca las demandas de Cristo y tenga la oportunidad de decidirse en favor de él y ser bautizado.
● Transmitir a los alumnos una comprensión de la razón bíblica de la existencia del pueblo de Dios en los últimos días, y de cómo pueden participar en el cumplimiento de la misión de la iglesia.
● Involucrar al personal y a los alumnos en actividades de extensión del evangelio en formas que sean apropiadas a la edad de ellos, planificando oportunidades para la testificación en la comunidad.
● Participar sistemáticamente en un proceso de evaluación espiritual desarrollado por la División, y puesto en práctica por las uniones/asociaciones/ misiones, que proporcione informes anuales para presentar a la junta directiva de la institución y a los delegados al congreso del campo local.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para las instituciones superiores y las universidades
Una institución superior o universidad adventista del séptimo día ofrece a los jóvenes adventistas y a otros jóvenes de las localidades circundantes que deseen tener la oportunidad de estudiar en un ambiente adventista, una educación de nivel terciario y/o de posgrado académicamente sólida, demostrada al:
● Desarrollar un plan maestro espiritual amplio, propuesto por el personal de la institución y aprobado por su junta directiva, que identifique las
verdades y los valores espirituales, tanto de conocimiento como de relación, que la institución se ha comprometido a compartir con sus alumnos; e indique en qué oportunidades de un período determinado, y mediante qué medios, serán transmitidos esos valores.
● Mantener un ambiente, tanto en el aula como en todo el campus, que asegure oportunidades tanto para la instrucción académica como para encuentros evangélicos, con el objeto de producir graduados que sean reconocidos por la iglesia y por la sociedad por la excelencia académica y espiritual de sus vidas; hombres y mujeres que sean bien equilibrados mental, espiritual y socialmente; hombres y mujeres que amen a su Señor, que mantengan en alto las normas divinas en su vida diaria, que ayuden a formar congregaciones locales sólidas y prósperas, y que actúen como la sal y la luz de sus comunidades, sean laicos u obreros.
● Afirmar inequívocamente en el aula, y en la vida diaria del campus, las creencias, las prácticas y la visión mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, compartiendo el gozo del evangelio, demostrando confianza en el papel divinamente establecido para el movimiento adventista y en su continua significación dentro del plan de Dios para estos últimos días, facilitando las actividades para que los profesores, el personal y los alumnos puedan testificar y realizar servicio cristiano; y estimular a profesores y empleados a vivir un estilo de vida consecuente que se manifieste por medio de relaciones positivas y formativas con los estudiantes;
● Emplear a profesores adventistas, totalmente comprometidos y profesionalmente competentes, que sean activos en su iglesia local y que integren la fe y el conocimiento en el contexto de la formación de sus alumnos para que lleguen a ser miembros productivos tanto de la sociedad como de la iglesia del Señor, y que interactúen con los padres de los alumnos y otras personas interesadas en la educación, con el fin de comprender y poner en práctica las elevadas expectativas académicas y espirituales que tiene este programa educativo al servicio de la juventud.
● Evaluar el cumplimiento de los objetivos bosquejados en el plan maestro espiritual mediante un programa de evaluación amplio, preparado por el mismo personal docente, y aprobado por la junta directiva respectiva, diseñado en forma suficientemente específica para que permita evaluar cada aspecto de la vida en el campus; que sirva para guiar a la administración de la institución educacional superior o universidad a tomar las medidas afirmativas o correctivas que sean necesarias, que sirvan de base para los informes anuales acerca de la salud espiritual de la institución presentados a la junta directiva y a los delegados al congreso del campo local.
● Someter el plan maestro propuesto para el área espiritual, y su programa de evaluación, a un panel internacional de educadores altamente calificados, nombrado por la Asociación General, el que a su vez, entregará a la junta directiva de la institución educacional superior o universidad la evaluación escrita del plan maestro en el área espiritual y de su programa de evaluación.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para los hospitales y otras instituciones médicas
Un hospital o institución médica adventista ofrece, en la comunidad donde sirve, atención de la salud de la más alta calidad, dirigida a la persona total, desarrollando un plan amplio de evaluación espiritual que incluya:
● Crear una atmósfera positiva, bien planificada, que se concentre en lapresencia sanadora del Señor.
● Desarrollar un equipo de médicos y enfermeros profesionalmente competentes, orientados hacia la misión, y que sean compasivos; que ministren con sensibilidad a los pacientes desde el contexto de su fe cristiana como también de las creencias distintivas de los adventistas.
● Asegurarse de que todos los que estén dentro de la esfera de influencia de la institución perciban que las instalaciones para el cuidado de la salud son parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, para lo cual la institución deberá desarrollar programas de orientación para el personal, y de testificación a la comunidad, que representen positivamente tanto al hospital como a la iglesia ante las personas a quienes sirve la institución.
● Estimular con sensibilidad las inquietudes espirituales de los pacientes y responder a ellas en forma sistemática.
● Aplicar los recursos financieros y humanos que sean posibles para participar en la misión local, nacional y global de la iglesia en las áreas del cuidado de la salud y educación para la salud.
● Demostrar responsabilidad en el cumplimiento de la misión mediante la participación, por lo menos una vez cada tres años, de un proceso amplio de evaluación, desarrollado, planificado y supervisado por la junta directiva de la División, para evaluar el progreso en la obtención de resultados misionales específicos y mensurables.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para las instituciones de comunicación masiva: Casas editoras, centros de comunicaciones, Servicios Educacionales Hogar y Salud, y estaciones de radio
Las instituciones de comunicación masiva adventistas proporcionan productos de calidad que refuerzan la misión de la iglesia y el compromiso de sus miembros con dicha misión al:
● Estimular iniciativas y al distribuir sólo aquellos productos que contribuyan a la proclamación del evangelio y a la formación de los feligreses, dentro del contexto del mensaje del tiempo del fin.
● Planificar y apoyar actividades evangelizadoras que puedan llevar a contactos personales, involucrando a las congregaciones locales, donde sea posible.
● Usar la tecnología y los medios de comunicación dentro de las posibilidades de los recursos financieros disponibles, de modo tal que dichos recursos sean maximizados para el cumplimiento de la misión de la iglesia.
● Coordinar iniciativas con otras entidades de la iglesia para asegurar una adecuada interacción entre ellas, con el objeto de apoyar los programas y proyectos relacionados.
● Asignar personal, en la medida de las posibilidades, para ayudar a los pastores y a las congregaciones en los programas de seguimiento de las personas alcanzadas, y para operar un sistema de retroalimentación para desarrollar o modificar productos.
● Establecer, bajo la dirección de las juntas administradoras correspondientes, revisiones periódicas de los materiales y programas, tanto para los feligreses como para el público en general, con el fin de proporcionar a las administraciones un análisis de la eficacia en el logro de las metas misioneras; asegurar la armonía de dichos materiales con las creencias y prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; y preparar informes para presentar a cada reunión regular de los cuerpos legales correspondientes y a las juntas directivas.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para las industrias de alimentos saludables
Una fábrica de alimentos adventista desarrolla productos que contribuyen positivamente a la salud, y que, además, proporcionan recursos que ayudan a proclamar el mensaje del evangelio en estos últimos días, al:
● Fabricar y vender únicamente aquellos productos que sean consistentes con los principios divinos de la dieta y la salud.
● Adiestrar personal para informar al público acerca de las prácticas de vida saludable, y ayudar a la iglesia a desarrollar una mejor salud entre los feligreses.
● Proveer alimentos vegetarianos de bajo costo para los países en desarrollo.
● Implementar programas mediante los cuales, quienes hayan recibido la influencia del mensaje de salud, puedan recibir información adicional acerca de la iglesia.
● Incluir en el presupuesto financiero ayuda para la misión de la iglesia sobre la base que la División haya establecido.
● Evaluar periódicamente los logros obtenidos en términos de eficiencia, retorno de las inversiones, y contribución a la misión de la iglesia, con base en un sistema administrado por la junta directiva de la industria y aprobado por la junta directiva de la División, en consulta con la Asociación Internacional de Alimentos Saludables.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para una unión o un campo local
Una unión o campo local de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con un liderazgo que tenga una relación personal con Jesús y esté sometida a la conducción del Espíritu Santo, motiva a los feligreses, pastores, profesores y todos los demás obreros denominacionales a presentar a sus vecinos y a sus comunidades la verdad salvadora para estos días finales, supervisando y estableciendo prioridades en sus planes, iniciativas y finanzas, para dar el primer lugar a un testimonio continuo en favor de la ganancia de almas y su edificación espiritual, al:
● Identificar y promover los objetivos espirituales, tanto de evangelización como de crecimiento, de la unión, la asociación o la misión y, median- te un proceso de planificación estratégica y financiera, involucrar la participación colectiva de sus miembros y organizaciones.
● Demostrar, mediante el ejemplo personal de los líderes, que la iglesia continúa sin vacilaciones llevando adelante su papel divinamente asignado como testigo a este mundo necesitado y moribundo.
● Alimentar espiritualmente y apoyar a los pastores, a los miembros y a las congregaciones, con el fin de que puedan crecer como discípulos y experimentar con diversas formas de cumplir con la Comisión Evangélica.
● Ejercer el liderazgo administrativo de las instituciones y entidades bajo su dirección, con el fin de asegurar que la misión de la iglesia se mantenga claramente en foco, y de desarrollar y poner en práctica iniciativas para establecer nuevas congregaciones en comunidades y regiones donde sean necesarias.
● Asegurar que las provisiones presupuestarias para las actividades evangelizadoras locales, nacionales y globales, sean cuidadosamente balanceadas en relación con los recursos destinados para el alimento espiritual de los creyentes, y que se le dé a ambos la más alta prioridad.
● Cooperar con la División en el desarrollo y la puesta en práctica de procesos de evaluación, revisados por una comisión designada por la Asociación General, mediante la cual los miembros, los pastores, las congregaciones, las instituciones, las asociaciones y misiones y las uniones puedan graficar su compromiso y eficacia al llevar adelante la Comisión Evangélica, informando los resultados a las respectivas juntas y congresos.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para la Asociación General y las Divisiones
La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día y sus divisiones mundiales, con un cuerpo de líderes que tienen una relación personal con Jesús y que se someten a la dirección del Espíritu Santo, proporciona la dirección general y global para la vida espiritual y la misión de la iglesia, desarrolla planes y reglamentos estratégicos, genera iniciativas y programas, y asigna recursos financieros y humanos en formas que demuestran la urgencia en completar la misión de la iglesia y la subordinación al mandato de ir... enseñar... bautizar... hacer discípulos, al:
● Dar prioridad, en los concilios anuales y de primavera de la AsociaciónGeneral y en las juntas directivas de la División, al desarrollo de la vida espiritual de una iglesia en crecimiento con la clara misión de predicar el evangelio eterno, en el tiempo del fin, y llevar el mensaje de los tres ángeles a todo el mundo.
● Nombrar pequeñas comisiones con representación internacional, según se vea necesario, para evaluar y hacer recomendaciones a las juntas apropiadas con respecto a la evaluación de los programas que se están desarrollando.
● Asegurar que las administraciones y juntas directivas de las instituciones bajo su dirección establezcan procesos de rendición de cuentas en el área espiritual, que den evidencia de su dedicación a la misión en estos días finales de la iglesia, y que demuestren su efectividad en lograrla.
● Exigir que las iniciativas y actividades de alcance limitado, aunque tengan algún mérito en sí mismas, estén realmente subordinadas a las metas más amplias y coordinadas de la misión de la iglesia, disponiendo el desembolso de los presupuestos con el propósito de promover la promulgación del evangelio a todo el mundo.
● Asegurar que la misión de la iglesia sea claramente comprendida y puesta en práctica mediante procesos de evaluación para ver el progreso en el cumplimiento de los objetivos misionales, que involucran tanto el desarrollo de los feligreses como las actividades evangelizadoras.
● Desarrollar un plan maestro espiritual y un programa de evaluación, “monitorados” por una comisión nombrada, en cada nivel, por la junta directiva de la Asociación General/División con el fin de evaluar la eficacia de la Asociación General/División en relación con la misión de la iglesia, y asistiendo a todas las organizaciones de la iglesia e instituciones en la evaluación de su plan maestro espiritual y en sus programas de evaluación. Realmente, el mandato espiritual es sencillo:
Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.
Los feligreses responsables en la Iglesia Adventista del Séptimo Día y todos los obreros de la iglesia deben recordar que cada uno tendrá que rendir cuentas ante Dios en relación con este mandato. Algún día, en el gran tribunal, el Señor preguntará: “¿Qué has hecho, apoyado en mi gracia, con tus dones, tus talentos y con las oportunidades que te di?” Como lo hizo hace dos mil años, el Señor manda a su iglesia hoy: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”.
Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.
El compromiso total con Dios exige el cumplimiento de esta comisión, que sigue siendo la base de la única y verdadera medida del éxito.
Este documento fue discutido y votado por la Junta Directiva de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual realizado en San José, Costa Rica, entre el 1º y el 10 de octubre de 1996.
La tecnología aplicada a la medicina ha desarrollado varias alternativas destinadas a asistir a la fertilización humana. Procedimientos como fecundación, fertilización in vitro, alquiler de vientre, transferencia embrionaria y clones,* proveen cada vez más opciones para ayudar a la fertilización humana. Para los cristianos que buscan saber la voluntad de Dios acerca de este asunto, estas intervenciones suscitan serios cuestionamientos éticos. La esperanza de tener hijos generalmente es muy intensa. Cuando se frustra por problemas de esterilidad, las desilusiones que provoca la falta de hijos tiene un peso muy grande sobre muchos matrimonios. Dicho impedimento exige comprensión y compasión. Al sufrir tristezas a causa de la esterilidad, nadie debería sorprenderse de que muchos recurran a las nuevas tecnologías que ayudan a la fertilización con el fin de restaurar sus ilusiones. Sin embargo, junto con el poder que estas tecnologías ponen al alcance del ser humano, está implícita la responsabilidad de decidir si ellas deben o no ser utilizadas.
Fundamentada en la convicción de que Dios se interesa en todas las dimensiones de la vida, la Iglesia Adventista del Séptimo Día está comprometida en descubrir y adoptar los principios del Creador concernientes a la fertilización humana. La capacidad de procrear es una dádiva de Dios, y debe ser usada para su gloria y como una bendición para la raza humana. Como resultado de un cuidadoso estudio de la Biblia y del ministerio del Espíritu Santo, la comunidad de fe puede identificar los principios fundamentales que orientan la toma de decisiones con respecto a la fertilización asistida. Entre los más importantes están los siguientes:
1) La reproducción humana es parte del plan de Dios (Gén. 1:28), y los hijos son una bendición del Señor (Sal. 127:3; 113:9). Cuando son practicadas en armonía con los principios bíblicos, las tecnologías médicas que ayudan a las parejas estériles pueden aceptarse con tranquilidad de conciencia.
2) La falta de hijos no debería implicar un estigma social o moral, y, además, nadie debería ser presionado a tener hijos con o sin asistencia profesional calificada (1 Cor. 7:4, 7; Rom. 14:4; Mat. 19:10-12; 24:19; 1 Tim. 5:8). La decisión acerca de utilizar o no tecnologías aplicadas a la fertilización es un asunto muy íntimo, que debe ser decidido entre el marido y la esposa sin ninguna coerción. Hay muchos motivos aceptables, incluyendo la salud y los requerimientos especiales de algunas formas de servicio cristiano (1 Cor. 7:32, 33), que pueden llevar a las personas a privarse o a limitar voluntariamente la procreación.
3) Como resultado de la participación activa del padre y de la madre, el ideal de Dios es que sus criaturas disfruten los beneficios de una familia estable (Prov. 22:6; Sal. 128:1-3; Efe. 6:4; Deut. 6:4-7; 1 Tim. 5:8). Por esta causa, los cristianos pueden buscar asistencia médica para la fertilización sólo dentro de los límites de la fidelidad y de la continuidad del matrimonio. El recurso de un tercer participante, como las donaciones de esperma, de óvulo, o la del “alquiler de útero”, implica varios problemas médicos y éticos que es mejor descartar. Además, el principio de la identidad familiar y genética son fundamentales para el bienestar individual. Es por esto que cualquier decisión concerniente a la fertilización asistida debe considerar el impacto que sufrirá la herencia y el concepto bíblico de familia.
4) La vida humana debe ser tratada con respeto en todas las fases de su desarrollo (Jer. 1:5; Sal. 139:13-16). La fertilización asistida exige sensibilidad acerca del valor de la vida humana. Procedimientos como la fertilización in vitro requiere decisiones previas acerca del número de óvulos que serán fertilizados, y sobre otros aspectos morales referentes a la eliminación de cualquiera de los preembriones que quede como remanente.
5) Las decisiones concernientes a la procreación deben estar fundamentadas en informaciones completas y precisas (Prov. 12:22; Efe. 4:15, 25). Los matrimonios que están considerando la fertilización asistida deben buscar tales informaciones. A su vez, los profesionales de la salud deben orientar bien acerca de la naturaleza de los procedimientos, los riesgos físicos y emocionales, los costos, los éxitos documentados y la probabilidad de restricciones.
6) Los principios de la mayordomía cristiana son relevantes en las decisiones concernientes a la fertilización asistida (Luc. 14:28; Prov. 3:9). Considerando que las tecnologías mencionadas son demasiado caras, las parejas que buscan ayuda con fines de lograr la fertilización, responsablemente deben considerar los gastos que ello implica. Al buscar la aplicación de estos principios, los cristianos pueden confiar que el Espíritu Santo los conducirá en sus decisiones (Juan 16:13). Además, la comunidad de fe debería ver el modo de comprender las aspiraciones de las parejas sin hijos y los problemas que ellos enfrentan (Efe. 4:11-16). Entre las alternativas para matrimonios estériles se encuentra la adopción. Las parejas, al hacer una decisión cuidadosa, deben poder confiar en la comprensión compasiva de la familia espiritual.
* Los Editores: “Clon” es el conjunto de descendientes genotípicamente iguales que se origina de otro homocigoto por reproducción asexual o partenogenética.
En la sesión plenaria de la Junta Directiva realizada en Brasilia del 17 al 23 de noviembre de 1994, la División Sudamericana estudió y asentó en sus actas el presente documento.
Fundamentos éticos para la Asociación General y sus empleados
Nuestra misión
La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar el evangelio eterno a todas las personas, en el contexto de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6- 2, llevándolas a aceptar a Jesús como su Salvador personal, y animándolas a unirse a su iglesia y prepararse para el pronto regreso de Cristo. Dentro del panorama de esta misión, la oficina de la Asociación General existe para conducir a la iglesia a dar un testimonio mundial del reino de Dios, para la formación de discípulos de Jesucristo.
Nuestra responsabilidad
Los empleados de la Asociación General creen que:
● Somos responsables, primero, ante Dios, nuestro Creador. Las acciones individuales y colectivas deben reflejar su carácter y exhibir su amor.
● Somos responsables ante las comunidades en las que trabajamos y vivimos, y también ante la comunidad mundial. Aceptamos el desafío de ser personas ejemplares y ciudadanos sociales. Sostenemos buenas obras y obras de beneficencia. Estimulamos el mejoramiento cívico, una mejor calidad de vida, seguridad, salud y educación para todos.
● Somos responsables ante los demás feligreses. Aceptamos la responsabilidad por decisiones sólidas de liderazgo y una mayordomía apropiada. ● Somos responsables mutuamente dentro del complejo de oficinas. Cada persona merece ser tratada con dignidad y respeto; que su rol y su contribución sean apreciados y afirmados; que actúen en un ambiente sano de trabajo; que experimenten una atmósfera de desafío, comunicación abierta y satisfacción.
Nuestros valores
● Valoramos la Biblia como la principal referencia de la dirección y de las cualidades de la vida.
● Valoramos la excelencia en todo lo que hacemos.
● Valoramos la conducta moral y ética en todo momento y en todas las relaciones.
● Valoramos la creatividad e innovación en la realización de nuestra misión.
● Valoramos la honestidad, la integridad y el coraje como los fundamentos de nuestras acciones.
● Valoramos la confianza puesta en nosotros por los colegas y por la feligresía mundial.
● Valoramos a las personas como hijos de Dios, y por lo tanto, hermanos y hermanas de una misma familia.
Responsabilidades éticas como empleador y ciudadano corporativo
Al proseguir su misión, y mientras mantiene sus responsabilidades y adhesión a sus valores, la Asociación General opera bajo las siguientes orientaciones éticas:
● Igualdad de oportunidades para el empleo. La Asociación General seguirá procedimientos para asegurar la igualdad de oportunidades para el empleo, la remuneración y los ascensos sobre la base de capacidades y realización de los trabajos, siempre dentro del marco de las leyes que permiten que la feligresía denominacional sea una condición de empleo, y sujetos a las reglas denominacionales en los cargos que requieren ordenación ministerial.
● Equidad, imparcialidad y no discriminación. La Asociación General tratará a todas las personas y grupos con justicia amante. No practicará ni pasará por alto la discriminación con respecto a la raza, el origen nacional, el género, la edad, el estado civil, la condición de veterano o la incapacidad, siempre que no impida la realización de las funciones esenciales para el trabajo.
● Cumplimiento de las leyes establecidas. La Asociación General llevará adelante sus actividades cumpliendo con las leyes establecidas, siempre que éstas no estén en contradicción con la voluntad expresa de Dios.
● Lealtad y cumplimiento de las obligaciones contractuales. La Asociación General cumplirá los compromisos que ha tomado por los canales autorizados. Donde surjan malos entendidos con respecto a cualquiera de esos compromisos, la Asociación General participará, con los grupos involucrados, en procedimientos para encontrar solución a esos conflictos dentro de la organización antes de buscar la ayuda de la comunidad más amplia.
● Atmósfera de seguridad y alegría. La Asociación General está comprometida en proveer un ambiente de trabajo que ofrezca seguridad física y estabilidad. También procurará estimular y promover una felicidad genuina mediante la percepción de que cada empleado es valioso y cada tarea, no importa cuán rutinaria o silenciosa sea, es un servicio para Dios. La Asociación General seguirá integrando la adoración, el trabajo y la celebración de una manera que reconozca la integridad en la vida y las relaciones.
● Respeto por la dignidad y la individualidad humanas. La Asociación General afirma y respeta la cualidad única de cada empleado. Reconoce que el valor de la persona sobrepasa el valor de su contribución a la organización. Cree que la armonía comunitaria y los objetivos corporativos son reforzados antes que comprometidos por un amplio mosaico de personalidades, talentos, habilidades y puntos de vista dedicados a honrar a Jesucristo. La Asociación General procurará que las comunicaciones sean oportunas, veraces, abiertas, cándidas y bondadosas.
Responsabilidades éticas como empleados
Reconocemos que el recibir un empleo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día implica un compromiso con la misión de la organización, y la aceptación de sus responsabilidades y valores. Afirmamos que la relación empleador-empleado crece dentro de una reciprocidad de consideración mutua. Nuestro servicio razonable como empleados incluye las siguientes responsabilidades éticas:
● Una vida consecuente con el mensaje y la misión de la iglesia. Mientras estemos empleados por la Asociación General viviremos de una manera consecuente con las creencias y los valores de la iglesia. Sostendremos, en palabras y conducta, las enseñanzas y los principios sostenidos y propuestos por la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
● El respeto por los bienes pertenecientes a la iglesia. Respetaremos las propiedades de nuestra organización, incluyendo cualquier propiedad intelectual que se desarrolle en el curso de nuestro empleo. Usaremos la propiedad, las instalaciones y los recursos exclusivamente para el beneficio de nuestra organización, a menos que se nos permita hacerlo o cuando se hagan arreglos para una compensación financiera por ellos.
● Respeto por los colegas. Respetaremos y apoyaremos a nuestros compañeros de empleo. Nos abstendremos de avergonzar intencionalmente, o de faltar el respeto o acosar. Evitaremos toda conducta que pueda ser considerada como sexualmente inapropiada. Cuidaremos la intimidad y la seguridad de los demás.
● Eficiencia y atención en el trabajo. Las horas de trabajo serán destinadas a realizar las tareas que nos son asignadas. No usaremos el tiempo de nuestro empleador para asuntos personales o para el progreso de nuestros intereses que no estén relacionados con el trabajo que nos asignaron nuestros supervisores. No perjudicaremos a nuestro empleador entrando en otro empleo o en actividades que disminuyan nuestras acciones para la Asociación General mientras estemos en nuestro puesto. Aspiraremos a una mayor eficiencia y a la reducción de pérdidas de tiempo, esfuerzo y recursos.
● Integridad personal en asuntos financieros. No nos ocuparemos de robos o malversaciones de ninguna clase, incluyendo el mal uso de cuentas de gastos, falsificación de informes de horas, o a la mala aplicación de recursos por los cuales somos responsables.
● Abstención de influencias inapropiadas. Reconocemos que el dar o recibir regalos empresarios puede fácilmente resultar en consideraciones ulteriores en nuestro trabajo o relaciones de empleo. Por lo tanto, recibir regalos, pagos u honorarios como incentivos o recompensas por una acción determinada es inaceptable. No ofreceremos regalos, favores, pagos u otras formas de recompensa directa o indirectamente a cambio de ganancias o acciones específicas.
● Mantenimiento de un ambiente ético en el lugar de trabajo. Aceptamos la obligación de mantener normas éticas en la vida personal y en el lugar de trabajo. Creemos que es nuestra responsabilidad personal informar, mediante los canales confidenciales establecidos, cualquier comportamiento que sea inapropiado o que socave el ambiente ético en el complejo de las oficinas. Debemos ser tenidos por responsables frente a nuestros supervisores y colegas por una conducta profesional que represente los valores morales y éticos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Este documento fue aprobado por la Junta Directiva de la Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 29 de setiembre de 1999. El prefacio del documento incluye la recomendación de que las divisiones mundiales adopten esta declaración para ser usada en los territorios de su jurisdicción.
Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo Día
VOTADO, aprobar y remitir a cada División y a la Unión anexada el documento Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo día, como sigue:
Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo Día
“La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar a todos los pueblos el evangelio eterno en el contexto del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, guiándolos a aceptar a Jesús como Salvador personal y a unirse con su iglesia, y nutrirlos en preparación para su pronto regreso” (Reglamento de la Asociación General, A 05). Esta Declaración de Misión es el fundamento sobre el cual está establecido lo siguiente: El ideal de Cristo para su iglesia es que ésta refleje la destreza de su Constructor, porque él fue quien dijo: “Yo edificaré mi iglesia”. Cristo también afirmó que él desea presentarla a su Padre como una iglesia perfecta, sin mancha ni arruga. Este ideal será alcanzado en la medida en que los miembros respondan al amor de Cristo manifestado en la cruz, se sometan humildemente al señorío de Cristo como está expuesto en las Sagradas Escrituras, y dependan completamente del poder y la dirección del Espíritu Santo en ellos.
La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, en respuesta a la misión de Cristo, está colocando énfasis en tres asuntos estratégicos:
Calidad de vida, Unidad y Crecimiento.
Es nuestro deseo profundo que en la formación de una comunidad de fe, cada persona experimente un compromiso incondicional con Cristo. Este compromiso da como resultado una experiencia personal gozosa y amante, participación activa en la vida de la iglesia y servicio compasivo a la comunidad más extendida en el mundo. Los dirigentes de la Asociación General diseñarán y llevarán a cabo su servicio al campo mundial de tal manera que el señorío de Jesucristo encuentre expresión en la Iglesia Adventista del Séptimo Día por medio de:
1. Calidad de vida personal y eclesial demostrada por:
a. Feligreses cuya vida demuestre e ilustre el gozo de la salvación, la restauración y la anticipación del mundo venidero.
b. Grupos semanales de estudio de la Biblia para todas las edades con un currículum organizacional apropiado.
c. Adoración semanal corporativa cada sábado. d. Desarrollo de una vida de oración personal, familiar y en grupos.
e. Entrenamiento regular para discipular, testificar e involucrarse en actividades de la iglesia local.
f. Conocimiento de, y participación en, la obra mundial de la iglesia. g. Nutrición de los feligreses de todas las edades de acuerdo con sus diversas necesidades, y conducción de los miembros para que descubran sus dones espirituales.
h. Adventistas que son, además de que se los perciba así, ciudadanos modelo en la comunidad y cuyos valores de vida mental, física y espiritual estén asociados con la compasión y el servicio.
2. Unidad de la iglesia demostrada por:
a. Cohesión doctrinal: que resulta de que, guiada por el Espíritu, la iglesia mundial aprueba doctrinas fundamentales basadas en la Biblia y centradas en Cristo.
b. Unión de los creyentes: experimentada por la creación y la preservación de una comunidad que abarca diversidad cultural y étnica.
c. Cohesión organizacional: percibida en una identidad distintiva de la iglesia local y global, que surge del sistema de estructura y organización aprobado por la iglesia mundial.
3. Crecimiento de la iglesia demostrado por:
a. Feligreses que tienen una rica experiencia espiritual, que han descubierto sus dones espirituales y se han comprometido a testificar activamente. b. Índices crecientes de ingreso y retención de miembros en las iglesias locales.
c. Un impacto positivo de la presencia adventista dentro de la comunidad.
d. El número de iglesias establecidas en áreas no penetradas.
e. La transmisión del legado y la misión de la iglesia a la próxima generación.
Votado por la Junta Directiva de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en su reunión de Primavera, en abril de 2002.
Sitios web de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
La presencia de iglesias, oficinas e instituciones
adventistas del séptimo día alrededor del mundo ha
establecido un reconocimiento global de la Iglesia
Adventista. La percepción pública concerniente a la familia
mundial de los adventistas del séptimo día es influenciada
por la vida de sus miembros, por las acciones de cada
organización, por los servicios y programas identificados
denominacionalmente y por el mantenimiento de un incentivo
estético en todas las propiedades físicas. La IASD ha
adoptado y registrado como una marca su nombre oficial y
logotipo. Todas las organizaciones denominacionales anotadas
en el Anuario Adventista del Séptimo Día en curso están
autorizadas a utilizar, para propósitos no comerciales, las
marcas registradas (“Adventistas del Séptimo Día”,
“Adventista”, “ASD”, o cualquier otro derivado de ellas;
véase AG BA 40 40) y el logotipo de la iglesia.
El uso apropiado del nombre y el logotipo de la iglesia es
acompañado por la obligación de protegerlos del mal uso y de
la tergiversación. Los adelantos tecnológicos han hecho
posible que una entidad local de la iglesia exhiba una
presencia global por medio de un sitio en la Red (web). Es
de interés de la iglesia mundial proporcionar orientación
sobre cómo la iglesia es descripta, y por consiguiente
percibida, a través de un sitio de la Red. Se espera que
todas las entidades denominacionales que deciden establecer
presencia en la Red desarrollen sus sitios dentro del ámbito
de las siguientes orientaciones. Las comisiones ejecutivas
de las Divisiones pueden adoptar orientaciones adicionales
respecto al contenido y la operación de los sitios de la Red
dentro del territorio de la División.
1. Únicamente las iglesias, organizaciones y entidades
oficiales administradas por organizaciones que figuran en el
Anuario Adventista del Séptimo Día están habilitadas para
usar los símbolos de identidad corporativa de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día (logotipo gráfico y texto), como
se describen
en el manual de normas de identidad corporativa de la
iglesia.
2. Los nombres identificatorios usados por entidades de la
iglesia deben ser adquiridos y registrados en nombre de la
entidad, o en nombre de otra entidad denominacional, tal
como una Asociación, Unión o División, que ha autorizado el
uso de su nombre identificatorio; y debe establecerse un
plan negociado con el fin de preservar el nombre
identificatorio para uso futuro por parte de la entidad.
3. Todos los sitios de la Red denominacional deben exhibir
las menciones y símbolos apropiados de marca registrada y
derechos de propiedad intelectual.
4. Las creencias y enseñanzas de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día deben ser sostenidas en todos los sitios de la
Red denominacional. Los materiales promocionales y la
información proporcionada por medio de la Red deben ser
consecuentes con las creencias y los valores éticos de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.
5. El extenso acceso público a la Red requiere que la
comunicación y la información originada en un sitio refleje
la cortesía del discurso público. El mensaje de la iglesia
puede ser comunicado de manera que reconozca una diversidad
de puntos de vista, en tanto se eviten observaciones y
caricaturas hostiles u ofensivas acerca de otras personas,
grupos u organizaciones.
6. Los sitios de la Red adventista del séptimo día deben
respetar los derechos de propiedad intelectual cuando ponen
audio, videos, fotografías, textos y cualquier otro
contenido.
7. Todos los sitios de la Red deben exhibir un aspecto
profesional, incluyendo el diseño, la elección de los
colores, los gráficos y la diagramación. Se recomienda
verificar que los sitios de la Red se pueden utilizar antes
de hacerlos públicos. Las Divisiones podrían identificar los
sitios de Red o las plataformas de software preferidos con
el fin de facilitar la conexión entre las entidades
denominacionales y mantener la calidad técnica de los sitios
de la Red denominacional.
8. El lenguaje interno, la jerga, los acrónimos y las
abreviaturas deben ser usados con cuidado en los sitios de
la Red denominacional, siendo que están al alcance de todos
los usuarios de Internet, muchos de los cuales tienen escasa
comprensión de tales términos. El contenido de la Red debe
ser revisado en su ortografía y gramática.
9. La junta o la comisión ejecutiva de la entidad que tiene
presencia en la Red es en última instancia responsable por
el mantenimiento, el contenido y la operación del sitio. Por
consiguiente, se espera que cada entidad establezca un
sistema de monitoreo y supervisión, incluyendo la
designación de personal al que se le confía la
responsabilidad de regentear el sitio de la Red y su
contenido. Debe ejercerse cuidado al seleccionar tipos de
información que se vuelven disponibles al acceso global.
10. En el contexto de la cultura de Internet, las páginas de
la Red que incluyen información sensible al tiempo, deberían
ser actualizadas sobre una base regular. Se recomienda
establecer un sistema de monitoreo para medir visitantes
originales o consultas a la página.
11. Debe ejercerse cuidado cuando se seleccionan vínculos
con otros sitos de la Red. La información desplegada en
sitios de la Red vinculados a un sitio de una entidad
denominacional debe sostener la misión, el mensaje y los
valores de la iglesia. Debe obtenerse asesoramiento legal
acerca de si una actividad comercial facilitada por el sitio
de la Red pondrá en riesgo el estatus de la organización
como una organización religiosa, sin fines de lucro.
12. Las entidades denominacionales que patrocinan sitios de
la Red son responsables de garantizar que la operación y el
contenido del sitio estén de acuerdo con las leyes
aplicables, incluyendo los requerimientos para la protección
de la privacidad de los niños que puedan tener acceso al
sitio de la Red o cuya fotografía pueda ser colocada en el
sitio de la Red.
13. Se recomienda una opción de realimentación para que los
visitantes dejen preguntas y comentarios.
Estas orientaciones fueron votadas por la Junta Ejecutiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en la sesión del Concilio Anual realizada en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 10 de octubre de 2006.
Declaración de protocolo para las adiciones o revisiones de la “Declaración de creencias fundamentales”
Para agregar o revisar la “Declaración de creencias fundamentales” es imperativo involucrar en el proceso a la iglesia mundial tanto como sea posible. Toda sugerencia debería partir de una preocupación seria por el bienestar de la iglesia mundial y su mensaje y misión, debe estar fundamentada en la Biblia e informada por los escritos de Elena de White. Considerando la importancia y la necesidad de involucrar a la iglesia mundial en el proceso de realizar adiciones a, o revisiones de, la “Declaración de creencias fundamentales”, cualquier sugerencia de posibles cambios debería llegar a la oficina del presidente de la Asociación General no más tarde que dos (2) años antes de un Congreso de la Asociación General. Si la percepción de la necesidad de realizar adiciones o revisiones de la “Declaración de creencias fundamentales” se inicia en el campo mundial, el asunto deberá ser discutido cuidadosamente en cada nivel administrativo. En la evaluación del cambio propuesto el cuerpo gobernante en cada nivel deberá establecer un proceso apropiado para la evaluación, buscando que haya una amplia participación. Como resultado del proceso en cada nivel, el cuerpo gobernante recomendará el cambio propuesto al siguiente nivel administrativo o abandonará toda consideración posterior del mismo. De este modo la recomendación de cambios en la “Declaración de creencias fundamentales” arribará a la Asociación General. Una vez que las sugerencias llegan a la Asociación General, o si las sugerencias se originaran en la Asociación General, ésta designará una comisión ad hoc para coordinar el proceso y facilitar el diálogo. La Asociación General utilizará el siguiente procedimiento para buscarel consenso de la iglesia mundial en favor o en contra del cambio propuesto:
1. La Asociación General coordinará y facilitará el proceso de discusión a través de la presidencia y los miembros de la comisión ad hoc.
2. Se enviará a las divisiones un borrador preliminar aprobado por la Reunión de Primavera o el Concilio Anual, para dar lugar a reacciones y comentarios. Este borrador debería ser discutido en el ámbito de las uniones y las asociaciones/misiones, e impreso en los periódicos locales de la iglesia. 3. Se involucrará a los departamentos de teología y religión y los seminarios.
4. La Comisión del Instituto de Investigación Bíblica y otras comisiones pertinentes discutirán el borrador.
5. El borrador se publicará en la Revista Adventista, la revista Ministerio Adventista y se lo colocará en Internet para dar lugar a comentarios y reacciones de los miembros de la iglesia.
6. La comisión ad hoc de la Asociación General recibirá todas las sugerencias de los campos mundiales y preparará la copia final a ser sometida al Concilio Anual para su discusión, antes de que sea colocada en la agenda del Congreso de la Asociación General.
7. Solamente un Congreso de la Asociación General puede aprobar adiciones o revisiones de la “Declaración de creencias fundamentales” de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Esta declaración fue votada por el 58º Congreso de la Asociación General, realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 3 de julio de 2005.
¿Deberían servir los adventistas en las
La problemática del servicio militar surgió en los mismos comienzos de la
Iglesia Adventista. La nueva denominación, que fue organizada en Estados Unidos
en 1863 en tiempos de la Guerra Civil, tuvo que enfrentar casi inmediatamente el
problema de cómo responderían sus miembros al llamado a las armas.
Al igual que con otras preguntas difíciles, los pioneros estudiaron el tema
usando la Biblia como guía, y concluyeron que la postura más consecuente con los
principios bíblicos era adoptar el papel de no combatientes (la objeción de
conciencia a la portación de armas). La razón primordial fue que al obedecer las
órdenes de sus oficiales, los adventistas que sirvieran en las fuerzas armadas
de Estados Unidos se verían forzados a comprometer su lealtad a Dios. Los dos
mandamientos bíblicos más directamente relacionados eran el cuarto (santificar
el día sábado) y el sexto (no matar).
Oposición a puestos de combate
Durante cierto tiempo, las congregaciones adventistas ayudaron a que sus jóvenes
evitaran la conscripción, al pagar un arancel de conmutación de trescientos
dólares. No obstante, para 1864, la joven iglesia había apelado con éxito al
gobierno de los Estados Unidos para que la designaran oficialmente como no
combatiente. Esa postura, que fue actualizada a lo largo de los años, especifica
que el «servicio como no combatiente» implica «(a) el servicio en cualquier
unidad de las fuerzas armadas que en ninguna ocasión porte armas; (b) el
servicio en el departamento médico de cualquiera de las fuerzas armadas […]; o
(c) cualquier otra tarea cuya función primordial no requiera el uso de armas en
combate; siempre y cuando esa otra tarea sea aceptable para el individuo
involucrado y no requiera que use armas o sea entrenado para ello».1
Al adoptar la postura oficial de no combatientes, la iglesia abrió el camino
para que los miembros que fueran reclutados por las fuerzas armadas sirvieran en
puestos en los que pudieran brindar sanidad y restauración. Desde entonces,
miles de hombres y mujeres adventistas han servido como médicos, enfermeras y
otros profesionales médicos en las fuerzas armadas de sus respectivos países.
Muchos otros han aceptado puestos en el servicio civil, en lugar de cumplir con
el servicio militar obligatorio.
El servicio militar
En algunos países, sin embargo, estas opciones no están disponibles, y se
requiere que los adventistas cumplan un servicio militar obligatorio. Aun en ese
caso, los jóvenes creyentes han buscado maneras de ser fieles a Dios mientras
sirven a su país.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Franz Hasel, un fiel adventista de Alemania,
fue reclutado por el ejército de ese país. Después de sufrir todo tipo de burlas
y abuso por parte de otros soldados y oficiales por causa de su fidelidad a
Dios, Franz se ganó el respeto de ellos gracias a su excelente puntería durante
los entrenamientos. No obstante, cuando fue enviado a las líneas de vanguardia
en Rusia, Franz arrojó furtivamente a un lago el arma que le había dado el
ejército, remplazándola en su pistolera con una imitación de madera. De los 1200
soldados de su unidad solo siete sobrevivieron al frente ruso. Franz fue uno de
ellos.2
En el Pacífico, Sigerahu Suzuki, con apenas dieciséis años, fue reclutado por la
armada japonesa, y asignado a la infame unidad de kamikazes. Cada noche,
mientras los otros pilotos salían a beber alcohol, Sigerahu se quedaba a lustrar
las botas de sus compañeros. ¿La razón? Su abuela adventista le había enseñado a
hacer el bien toda vez que tuviera la oportunidad.
Veinte años después de la guerra, durante un encuentro de los sobrevivientes de
la unidad de kamikazes, Sigerahu se enteró de que lustrar las botas le había
salvado la vida.
«Cada noche te veía lustrar las botas de tus compañeros –le dijo el comandante
retirado de su compañía–, y cuando aparecía tu nombre en el registro de vuelo,
siempre te ponía al fin de la lista».
El servicio militar voluntario
En épocas más recientes, en muchos países apareció la opción del servicio
militar voluntario. A manera de incentivo, los gobiernos ofrecen numerosos
beneficios, lo que incluye becas, capacitación laboral y bonificaciones
financieras. Pero aparte de eso, algunos tienen deseo de servir a su país como
expresión de patriotismo o de sus valores políticos.
La pregunta es: ¿Cómo deberíamos nosotros, como adventistas y también como
iglesia mundial, ver el servicio militar voluntario?
Gary Councell, director de Ministerios Adventistas de Capellanía, se ocupa de esta pregunta en su libro Seventh-day Adventists in Military Service [Los adventistas y el servicio militar]: «Aunque la Iglesia Adventista del Séptimo Día propugna una postura no combatiente, el pacifismo, el servicio militar o el estado no combatiente no son pruebas excluyentes para ser miembro. La denominación no actúa como conciencia de ningún miembro o comandante militar, pero sí busca brindar información que contribuya con la conciencia y la conducta de ambos, de manera que puedan tomar decisiones con la mayor comprensión y conocimiento».3
Por ello,
aunque la postura oficial de la iglesia es la de “no combatiente” (es decir, la
objeción de conciencia respecto de portar armas), la decisión de servir o no en
las fuerzas armadas y portar armas, es dejada a la conciencia del individuo. Más
allá de la decisión que este tome, la iglesia está comprometida para ministrar y
brindar atención pastoral a todos sus miembros, incluidos los que sirven en las
fuerzas armadas, y sus familias.
Se reafirma la postura oficial
La postura oficial de la iglesia fue reafirmada en la década de 1950, y una vez
más según voto tomado en el Concilio Anual de la Asociación General en 1972. En
parte, ese voto expresa:
«El cristianismo auténtico se manifiesta en una buena ciudadanía y en lealtad al
gobierno civil. El estallido de la guerra entre los seres humanos de ninguna
manera altera la lealtad y responsabilidad cristianas supremas hacia Dios, ni
modifica la obligación de practicar sus creencias y poner a Dios en primer
lugar. Esta sociedad con Dios por medio de Jesucristo, quien vino a este mundo
no a destruir las vidas de los hombres sino para salvarlos, lleva a los
adventistas a defender la postura de no combatientes».4
Heroico objetor de conciencia
Acaso el soldado adventista no combatiente más conocido fue Desmond Doss, quien
sirvió en el cuerpo médico en el Ejército de los Estados Unidos durante la
Segunda Guerra Mundial. El cabo Doss, cuya heroica historia fue relatada en la
película titulada El objetor de conciencia (2004), se hizo conocido por salvar a
setenta y cinco de sus compañeros soldados durante una feroz batalla en la isla
de Okinawa. Bajo constante fuego enemigo, Doss se rehusó a ponerse a cubierto;
en su lugar, trasladó a los heridos uno a uno, bajándolos en una camilla que él
había armado, sostenida por una soga. Cada soldado fue puesto a resguardo, doce
metros por debajo de la cresta del cerro donde arreciaba la batalla.
Este acto de valor le ganó el más elevado honor que su país podía otorgarle: la
Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos. Fue el primero de solo tres
objetores de conciencia que recibieron ese honor.
El testimonio de la paz
A lo largo de la historia de la iglesia, los adventistas han conservado su
testimonio a favor de la paz y en contra del combate. No ha sido una postura
secreta. De la manera más pública posible, los líderes de la iglesia han hecho
llamados a los líderes del mundo para que eviten los conflictos y busquen al
Príncipe de Paz. La carta abierta publicada tres años después de la finalización
de la Primera Guerra Mundial en la tapa interna de la Advent Review and Sabbath
Herald –la publicación oficial de la Iglesia Adventista– fue firmada por el
presidente, secretario y tesorero de la Asociación General: «Como adventistas
del séptimo día, y en armonía con otras organizaciones religiosas, estamos
fuertemente a favor de la limitación de armamentos y, de ser posible en el
presente estado de la sociedad, apoyamos la abolición de todo conflicto bélico
entre las naciones. Nos fuerza a adoptar esta postura la lógica misma de nuestra
creencia en aquel que es el Príncipe de Paz, y nuestra experiencia como sujetos
de su reino”.5
Un pueblo de oración
Los adventistas necesitamos ser un pueblo de oración. Aunque el mundo está
involucrado en batallas visibles, muchas batallas invisibles –relacionadas al
gran conflicto– se suceden todos los días. Satanás y sus ángeles están luchando
contra cada uno de nosotros, para reclamar este mundo como suyo.
Tenemos que orar por nuestros países y sus líderes, no importa dónde vivamos.
Tenemos que orar unos por otros, y por los miembros que están en las fuerzas
armadas, ya sea que fueron reclutados o que sirven voluntariamente a su país.
Por sobre todo, tenemos que orar por la paz, la paz que solo Cristo puede dar, y
para que venga su reino, en el que no habrá más guerras.
«Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni
habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron»
(Apoc. 21:4).
1 Extraído
de la postura oficial de no combatiente,
www-adventistchaplains-org.gcnetadventist.org/noncombatancy.
2 Véase
Susi Hasel Mundy, con Maylan Schurch, A Thousand Shall Fall (Hagerstown, Md.:
Review and Herald Pub. Assn., 2001).
3 Gary R. Councell, Seventh-day Adventists and
Military Service (Adventist Chaplaincy Ministries, 2011), pp. 30, 31.
4 Posición
oficial de no combatiente,
www-adventistchaplainsorg.gcnetadventist.org/noncombatancy.
5 «Address
to President Harding», Advent Review and Sabbath Herald, 8 de diciembre de 1921.
El uso de películas para el cumplimiento de la Misión
La historia de la relación de la Iglesia Adventista del Séptimo Día con los
medios de comunicación está marcada por diversos episodios de pionerismo e
innovación. En 1942, comenzó el programa radiofónico La Voz de la Esperanza para
los países de habla hispana. En portugués, uno de los primeros programas
religiosos para la radio fue A Voz da profecía [La voz de la
profecía], habiendo iniciado su transmisión en 19431.
Ya en los Estados Unidos uno de los primeros programas religiosos de la TV
abierta fue Faith for today [Fe para hoy], lanzado en 19502.
La trayectoria del uso osado y creativo que la iglesia hizo de ese recurso se
remonta, sin embargo, al movimiento millerita, especialmente por medio de la
actuación del comunicador Joshua Himes, al comienzo de la década de 1840. En un
tiempo en que los medios impresos y las publicaciones en masa eran novedad,
Himes estaba bastante familiarizado con las innovaciones tecnológicas en el área
de la comunicación de la época. Él estableció los fundamentos de la literatura y
las publicaciones adventistas, manteniendo revistas de periodicidad semanal para
una buena parte de América, en la primera mitad de la década de 18403.
Aún con la disolución de gran parte de los adeptos del millerismo, después del
Gran chasco, el grupo remanente, que daría origen a la Iglesia Adventista del
Séptimo Día años después, permaneció unido y activo por medio del uso de
publicaciones impresas que explicaban proféticamente la decepción ocurrida el 22
de octubre de 18444.
Uno de los momentos más importantes de la relación de la Iglesia con los medios
impresos sucedió en noviembre de 1848, en Dorchester, Massachussets. En ese año,
Elena de White recibió una visión en la que Dios le indicaba que había llegado
el tiempo de iniciar un pequeño diario y distribuirlo al pueblo5.
Ese periódico sería publicado en 1849, bajo el nombre The Present Truth [La
verdad presente]. Es considerado como el primer periódico adventista sabatista.
De cierto modo, la visión de Elena de White confirmaba que la publicación, con
contenido y abordaje orientados por la Biblia y con finalidad de evangelismo,
era un recurso legítimo, recomendable para la predicación del evangelio. Aunque
todas las iglesias cristianas de una forma u otra hayan usado la prensa como
medio de comunicación, en pocas denominaciones el medio impreso desempeñó un
papel tan fundamental en el origen, desarrollo, consolidación y crecimiento como
en la Iglesia Adventista del Séptimo Día6.
Más allá de la dimensión textual del medio impreso, la Iglesia Adventista del
Séptimo Día también innovó en el campo del audiovisual. Al contrario de varios
movimientos religiosos protestantes de la época que asociaban imágenes e
ilustraciones religiosas a la idolatría, milleritas y adventistas usaban
abundantemente litografías, gráficos, diagramas ilustrados y otros recursos
visuales para representar enseñanzas bíblicas7.
Los pioneros adventistas entendían que Dios escogió comunicar mensajes
importantes sobre el futuro por medio de la descripción de símbolos e imágenes
en las profecías de Daniel y Apocalipsis. Por lo tanto, era natural que ellos
entendiesen que las imágenes, así como el texto, consistían en un medio
apropiado para explicar la Biblia, siempre que se preservaran las
características originales de las figuras presentes en la revelación profética8.
Así, entre las diversas razones para el uso en evangelismo de diagramas y
gráficos ilustrados, por milleritas y adventistas, se destacaba el hecho de que
esos recursos ayudaban a las personas a entender mejor los textos bíblicos9.
De ese modo, queda claro que los medios y los recursos y tecnologías de la
comunicación son estratégicos para el cumplimiento de la gran comisión de Jesús
(Mat. 28:19, 20) de hacer discípulos de todas las naciones. Elena de White,
escritora exitosa y entusiasta del medio impreso escribió: “Dios dotó a los
hombres de talentos y capacidad inventiva, a fin de que se efectúe su obra en
nuestro mundo. Las invenciones de la mente humana parecen proceder de la
humanidad, pero Dios está por detrás de todo eso. Él hizo que se inventen los
medios de comunicación rápida para el gran día de su preparación”10.
Además, la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica ha dado testimonio
de la gran eficacia de la predicación a través de los medios de comunicación por
medio de la Red de Comunicación Nuevo Tiempo.
Lanzamiento reciente
Es en ese contexto bíblico-histórico de fidelidad al legado del pionerismo e
innovación del uso de los medios para la predicación del mensaje de los tres
ángeles (Apocalipsis 14) que la Iglesia Adventista del Séptimo Día lanzó
mundialmente la película Cómo todo comenzó. Se trata de la mayor
producción en largometraje de la historia de la denominación. Como toda ficción,
la película no puede ser encarada como una representación completa de la
historia ni como una catalogación cronológica objetiva de los eventos y fechas
que marcaron el surgimiento de la iglesia11.
La película presenta una lectura del origen del adventismo que promueve
esperanza, fe y misión y enfatiza ciertos eventos, circunstancias y personajes
que están en los libros y documentos históricos. Los evangelios son ejemplo de
cómo una misma historia tiene diversas formas de contarse; y a pesar de los
diferentes énfasis y enfoques, todos representan con justicia la vida y obra de
Jesucristo.
Es importante destacar que el contenido de la película fue objeto de una
evaluación criteriosa por renombrados especialistas en historia del adventismo,
por ejemplo los doctores James Nix, George Knight y Allan Lindsay. Más que
reconstruir precisamente todos los detalles de la historia del adventismo, su
objetivo es el de comunicar el significado de lo que es ser adventista. De esa
manera, el propósito mayor es comunicar a una audiencia contemporánea el origen
y el sentido de la esperanza del segundo advenimiento en el corazón de un
pueblo.
Es necesario comprender, también, que, para alcanzar ese objetivo de modo
satisfactorio, una producción audiovisual de esa naturaleza debía ser dirigida
por un equipo de profesionales familiarizados con el medio y el lenguaje
audiovisual. La elección de actores profesionales y atraídos por el proyecto era
fundamental para el éxito del emprendimiento. Como, parte del proceso de
elección de los actores, además de los tradicionales test de elenco, se evaluó
la participación de esos candidatos en otras producciones cinematográficas con
el fin de evitar la distorsión de la imagen.
La elección de en qué tipo de proyecto se involucraba después, al término de Cómo
todo comenzó es una decisión única y exclusivamente de responsabilidad de
los actores, cuya autonomía es garantizada por medios legales en el circuito
artístico televisivo y cinematográfico. La Iglesia Adventista del Séptimo Día,
por lo tanto, no es responsable de la participación de los actores de la
película en otras producciones, religiosas o no; y tampoco son ellos
representantes oficiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día por haber
participado en la filmación.
De este modo, se puede concluir que la fuerza de la película reside en la manera
en que los actores elegidos lograron transmitir esperanza y fe de manera
convincente y emocionante. El largometraje fue ideado para ser analizado como
cualquier otra obra audiovisual: por lo que comunica y por el poder de su
historia, a pesar de los trabajos posteriores de algunos de sus actores.
Así, la película Cómo todo comenzó se suma a una serie de otros
emprendimientos de la Iglesia que hoy forman parte de una fuerte estructura
comunicacional al servicio de Dios: casas editoras, estaciones de radio,
emisoras de televisión, productoras, estudios, núcleos de medios de comunicación
y polos tecnológicos, entre otros. Esa malla comunicacional existe para cumplir
las palabras de Cristo "Y será predicado este evangelio del reino en todo el
mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mat.
24:14). La Iglesia Adventista del Séptimo Día cuenta con la fuerza y compromiso
de sus miembros para divulgar la emocionante historia de un pueblo que vive en
la esperanza de encontrarse pronto con el Señor Jesús. La participación en esa
tarea puede darse por medio de la distribución de libros y revistas, por medio
de las redes sociales, de programas de radio y televisión, de películas ya
producidas o que aún se estarán filmando en los próximos años, o bien por la
vida consagrada de adoradores fieles.
Brasilia, 21 de octubre de 2016 - Iglesia Adventista del Séptimo Día -
División Sudamericana - Departamento de Comunicación
Estilo de vida y conducta cristiana
¿En qué consiste este documento? y ¿Cuál
es el propósito?
Una comisión de líderes adventistas de ocho países
sudamericanos voto, al final del 2012, el documento titulado "Estilo de Vida y
Conducta Cristiana".
El objetivo es reafirmar la creencia bíblica definida
por la Iglesia Adventistas del Séptimo Día en relación al comportamiento de un
cristiano delante de diferentes situaciones de su vida cotidiana como
recreación, medios de comunicación, vestuario, sexualidad, joyas, ornamentos y
salud.
La idea del documento no es reemplazar a la Biblia ni
crear nuevas normas. La intención fue resumir, en un lenguaje más claro, simple
y objetivo lo que Dios estableció en Su Palabra sobre esos temas en el contexto
de la misericordia y de la gracia cristiana.
Se trata de un material que reúne en un solo lugar
varias declaraciones que reflejan el pensamiento adventista sobre el asunto.
Como el propio documento dice: “Las recomendaciones presentadas en este
documento no deben ser usadas como elemento de crítica o juicio de otros, sino
como apoyo para la vida personal”.
A continuación sigue el documento completo:
Introducción
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, reconoce la
importancia del sacrificio de Cristo en la cruz como precio pagado por nuestra
salvación. Dios, en su infinito amor por el mundo, “…que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna” (Juan 3:16). Él “…muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8), y nos invita a aceptar ese
sacrificio de amor, a entregarle completamente la vida y a nacer de nuevo en
Cristo (Juan 3:3-15). La persona que pasó por esta experiencia con Jesús debe
ahora andar en “novedad de vida”, entregándole todo su ser y todos los aspectos
de su vida (Rom. 6:1-11). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17).
Una vida renovada lleva al cristiano a un alto patrón de
comportamiento a través de un estilo de vida que glorifique a Dios, y que
evidencie públicamente la fe y el compromiso que tiene con Cristo Jesús. Dos
enseñanzas bíblicas fundamentan la importancia del estilo de vida para el
cristiano adventista: 1) La restauración de la imagen de Dios en el ser humano;
y 2) la misión profética específica de la Iglesia Adventista en el fin de los
tiempos.
La restauración de la imagen de Dios. De acuerdo con las
Escrituras, el ser humano fue creado a “imagen y semejanza” de Dios (Gén. 1:26,
27). Esta realidad fue manchada por el pecado (Gén. 3). Desde la caída, en
tanto, Dios ha trabajado por la restauración plena de esta imagen en el ser
humano (Rom. 8:29; 1 Cor. 15:49; 2 Cor. 3:18; Efe. 4:22-24; Col. 3:8-10) a
través de la redención en Cristo Jesús, y de la actuación del Espíritu Santo en
la vida y la mente de aquellos que responden positivamente a su invitación a la
salvación (Juan 1:12, 13; 3:3-16).
En este proceso de restauración, Dios llama a sus hijos
a un reavivamiento y reforma a través del compromiso con la santidad. “Seréis
santos, porque yo soy santo” (Lev. 11:44, 45; 19:2; 20:26); “Sed, pues, vosotros
perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat. 5:48).
Estas exhortaciones bíblicas son muchas veces malinterpretadas y usadas como
base de un legalismo exigente y frío, comúnmente denominado perfeccionismo. Por
otro lado, en el Sermón del Monte (Mat. 5:43-48), Cristo dejó en claro que “ser
santo” y “ser perfecto” como Dios es ser un canal divino de su gracia, su amor y
su bondad hacia los seres humanos. El cristiano se convierte en un canal de Dios
al amar sinceramente a todas las personas con las que se relaciona, orando por
ellas y ayudándolas, aun cuando sean sus enemigos o sus perseguidores. El
cristiano es llamado a imitar a Dios en todos los aspectos de su vida (1 Ped.
1:13-16).
Para que esto sea posible, Dios concede a sus hijos el
Espíritu Santo, el Consolador, que opera en la mente y corazón de los seres
humanos, lo que incluye cultivar los atributos internos (amor, bondad,
compasión, justicia, verdad, pureza, honestidad, responsabilidad, altruismo,
etc.) y los externos (modestia, decencia, temperancia, buenas obras, etc.). Esos
atributos representan la restauración del carácter divino evidenciado por el
fruto del Espíritu en la vida de los hijos de Dios (Rom. 12:1-13:14; Gál.
5:16-26; Efe. 4:17-5:21; Col. 3:1-17; 1 Tes. 4:1-12; 1 Tim. 2:8-3:13).
La misión profética de la Iglesia Adventista. La segunda
enseñanza bíblica que recalca la importancia de un estilo de vida consagrado a
Dios es la misión específica de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Desde sus
inicios, los adventistas del séptimo día se consideran un movimiento profético,
con la misión especial de preparar a un pueblo para la segunda venida de Jesús.
Ese movimiento fue profetizado de distintas maneras: en Isaías 40:1 al 5, como
la “voz que clama en el desierto”, preparando el camino del Señor; en Isaías
58:12, como “reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar”, que
restablecería las verdades bíblicas olvidadas, entre las cuales se encuentra la
santificación del sábado; en Malaquías 4:4 al 6, como el Elías que precedería a
la venida del Mesías. Su cumplimiento fue predicho en Apocalipsis 14:6 al 12,
con el triple mensaje angélico predicado en los últimos días de la historia
humana por los “santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús”.
La misión de la Iglesia Adventista es la misma que la de
Juan el Bautista: preparar a un pueblo para la venida de Jesús, y ambos son
objeto de las profecías específicas de Isaías 40 y Malaquías 4. Juan el Bautista
es, por lo tanto, un modelo profético de la Iglesia Adventista, y se le da un
gran énfasis a su estilo de vida, especialmente en relación con la comida, la
bebida y la vestimenta (Mat. 3:4; Mar. 1:6; Luc. 1:15). Eso presupone que un
estilo de vida específico, ordenado por Dios, es un aspecto importante en el
cumplimiento de la misión del mensajero profético que prepara la venida del
Señor.
Recomendaciones
Basados en esa percepción de las verdades bíblicas, la
División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma su
compromiso con un estilo de vida cristiano que represente su llamado y su misión
ante el mundo y que sea una respuesta de corazón a la gracia y al amor de Dios.
Y, con el propósito de aconsejar e incentivar a sus miembros a crecer en la fe,
a profundizar su experiencia con Dios y a avanzar en el cumplimiento de la
misión evangélica, recomendamos lo siguiente:
1. Vida de santificación
El cristiano es llamado a consagrar a Dios todos los
aspectos de su vida. Como está escrito: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro
entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá
cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los
deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os
llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Ped. 1:13-16).
Al hacer la voluntad del Maestro, “debemos llegar al
punto de reconocer plenamente el poder y la autoridad de la Palabra de Dios, ya
sea que concuerde o no con nuestras opiniones preconcebidas. Tenemos un
libro-guía perfecto. El Señor nos habló a nosotros; y, sean cuales fueren las
consecuencias, debemos recibir su Palabra y practicarla en la vida diaria. De
otro modo, estaremos escogiendo nuestra propia versión del deber y haciendo
exactamente lo opuesto de lo que nuestro Padre celestial nos mandó realizar”
(Elena de White, Manuscrito 148, 1902).
2. Crecimiento espiritual
La santificación implica un continuo proceso de
crecimiento espiritual por la gracia de Dios en Jesús, a través de la comunión
personal con él por el estudio de la Biblia, por la práctica de la oración y por
el testimonio personal. El objetivo es llegar “a la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura
de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en
amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efe.
4:13-15).
“Muchos tienen la idea de que deben hacer alguna parte
de la obra solos. Ya han confiado en Cristo para el perdón de sus pecados, pero
ahora procuran vivir rectamente por sus propios esfuerzos. Mas tales esfuerzos
se desvanecerán. Jesús dice: ‘Porque separados de mí nada podéis hacer’. Nuestro
crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de
nuestra unión con Cristo. Solamente estando en comunión con él diariamente, a
cada hora permaneciendo en él, es como hemos de crecer en la gracia” (Elena de
White, El camino a Cristo, p. 68).
3. Pureza moral
Todo hijo e hija de Dios debe conservar puros el corazón
y la mente (Sal. 24:3, 4; 51:10), siguiendo el modelo de Cristo: “Y todo aquel
que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1
Juan 3:3).
El cristiano debe evitar y rechazar todo lo que pueda
contaminar su mente y su vida, llevándolo a pecar. Dos exhortaciones de Pablo
sirven para guiar las decisiones del cristiano: “Si, pues, coméis o bebéis, o
hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31); “Por lo
demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si
algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8).
4. Recreación y medios de comunicación
Siguiendo el principio de la pureza moral, el cristiano
debe evitar libros y revistas, programas de radio, televisión, Internet o
cualquier otro tipo de medio, juegos o equipamientos modernos cuyo contenido
pueda contaminar su mente y su corazón. Se debe evitar todo lo que induzca al
mal y promueva violencia, deshonestidad, falta de respeto, adulterio,
pornografía, vicios de toda clase, incredulidad, uso de palabras groseras o
lenguaje obsceno, entre otras cosas. El cristiano no puede conformarse a los
valores comunes de un mundo profundamente corrompido por el pecado, sino que
debe ser transformado por el Espíritu, renovando su mente a fin de experimentar
“la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12:2; ver también 1 Juan
2:15-17).
Ciertos lugares públicos de diversión tales como
estadios deportivos, teatros y cines, en su programación habitual, son
inapropiados para el cristiano adventista. Varios factores contribuyen para esa
evaluación negativa por parte de la iglesia:
·
la falta de control sobre el contenido que es presentado o el evento que está
ocurriendo;
·
la psicología de masa, que muchas veces lleva a uno a seguir en una dirección
que de otro modo no lo haría;
·
el hecho de que todo el ambiente sea planeado para potenciar el impacto sobre el
individuo y su mente, facilitando la aceptación, generalmente imperceptible, de
ideas y valores contrarios a la fe cristiana;
·
el tiempo y los recursos financieros gastados en esas diversiones, que podrían
ser utilizados para otros fines más condecentes con la fe y los propósitos de
vida de un cristiano;
·
el testimonio negativo que la frecuentación a esos lugares puede dejar en la
mente de miembros y no miembros de la iglesia.
El consejo de Elena de White a los jóvenes acerca del
teatro, en su tiempo, resulta aún más pertinente hoy para todos los lugares de
diversión: “Entre los placeres más peligrosos, se encuentra el teatro. En vez de
ser una escuela de moralidad y virtud como a menudo se dice, es el foco mismo de
la inmoralidad. Estos entretenimientos fortalecen y confirman hábitos viciosos y
propensiones pecaminosas. Los cantos bajos, las expresiones, las actitudes y los
gestos impúdicos depravan la imaginación y rebajan las costumbres. Todo joven
que asista habitualmente a tales exhibiciones se corromperá en sus principios.
[...]
“El amor por estas escenas aumenta con cada
participación en ellas así como el deseo de las bebidas intoxicantes se
fortalece con su uso. La única conducta segura es evitar el teatro, el circo, y
cualquier otro lugar dudoso de diversión” (Elena de White, Mensajes para los
jóvenes, p. 380).
El baile y ambientes sociales como los locales bailables
y otros lugares nocturnos son contrarios al principio de la pureza cristiana,
dado que excitan las pasiones humanas, la lujuria y la seducción. El baile es
comúnmente acompañado por el uso de bebidas alcohólicas, de drogas, de prácticas
violentas y de un comportamiento desenfrenado. Su promoción y práctica no
armonizan con los principios cristianos adventistas, incluso en un contexto
particular, residencial, o en actividades espirituales y sociales realizadas por
la iglesia.
5. Vestimenta
La vestimenta cristiana es claramente orientada, en las
Escrituras, por el principio de la modestia y la belleza interior, que implican
el buen gusto con decoro. Los adventistas del séptimo día creen que los
principios acerca de la vestimenta que aparecen en 1 Timoteo 2:9 y 10, y 1 Pedro
3:3 y 4, en relación con las mujeres cristianas, se aplican tanto a hombres como
a mujeres. El cristiano debe vestirse con modestia, decencia, buen gusto,
evitando la sensualidad provocativa tan común de la moda, y sin ostentación de
“oro, ni perlas, ni vestidos costosos” (1 Tim. 2:9). Este principio debe
aplicarse no solo a las ropas, sino a todos los asuntos que involucran la
apariencia personal y sus adornos. Su vestimenta debe evidenciar la riqueza del
hombre “interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu
afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios” (1 Ped. 3:4).
“Se juzga el carácter de una persona por el estilo de su
vestido. El gusto refinado y la mente cultivada se revelarán en la elección de
atavíos sencillos y apropiados [...]. “Es justo amar la belleza y desearla; pero
Dios desea que primero amemos y busquemos la belleza superior, imperecedera. Las
producciones más descollantes del ingenio humano no poseen belleza alguna que
pueda compararse con la hermosura de carácter que a su vista es de ‘gran precio’
” (Elena de White, La educación, pp. 248, 249).
6. Joyas y adornos
Los principios bíblicos de la modestia y de la belleza
interior, que aparecen en 1 Timoteo 2:9 y 1 Pedro 3:3, dejan bien en claro que
el cristiano debe abstenerse del uso de joyas y de otros adornos, como
bijouterie y piercing, y de tatuajes (Lev. 19:28). Según la exhortación bíblica,
el cristiano debe llevar una vida simple, sin ostentación, evitar gastos
innecesarios y estar libre de todo espíritu de competencia tan común en la
sociedad. Estos principios se aplican a las joyas ornamentales. Las joyas
funcionales, usadas según el contexto sociocultural, también deben seguir los
mismos principios.
Para el cristiano, la autoestima y la valorización
social están fundamentadas en el hecho de que el ser humano ha sido creado a la
imagen de Dios (Gén. 1:26, 27); de que cada individuo ha sido dotado de dones y
talentos que le son únicos (Mat. 25:14-29); y, sobre todo, por haber sido
rescatado del pecado por el más alto precio posible en el universo, la preciosa
sangre de Cristo (1 Cor. 6:20). La búsqueda de autoestima y valorización social
por medio del uso de joyas u ornamentación externa entra en conflicto con la
profunda experiencia cristiana que Dios desea para sus hijos e hijas (1 Tim.
2:9, 10; 1 Ped. 3:3, 4).
Aunque varios personajes bíblicos han usado joyas, el
texto bíblico deja en claro que abandonar su uso caracteriza un movimiento de
total reavivamiento y reforma espiritual del pueblo de Dios (Gén. 35:2-4; Éxo.
33:5, 6). Y es en ese contexto de reforma y consagración que los apóstoles Pablo
y Pedro señalan la norma que debe ser seguida por los discípulos de Cristo. Para
los adventistas del séptimo día, esa norma debe ser aún más relevante, dado que
nuestra misión como el Elías profético en estos últimos tiempos significa
también simplicidad en la vestimenta (Mat. 11:7-10; Mar. 1:6; Luc. 7:24-27). “El
vestir en forma sencilla, absteniéndose de la ostentación de las joyas y
ornamentos de toda clase, está en consonancia con nuestra fe” (Elena de White,
Mensajes selectos, t. 3, p. 280).
7. Sexualidad humana
La sexualidad humana es presentada en la Biblia como
parte de la imagen de Dios en la humanidad (Gén. 1:27), y fue planificada por
Dios con el fin de ser una bendición para el género humano (Gén. 1:28). Desde el
principio, Dios estableció también el contexto en el que la sexualidad debe ser
utilizada: el matrimonio entre un hombre y una mujer (Gén. 2:18-25; Heb. 13:4).
La Biblia deja en claro que la sexualidad debe ser ejercida con respeto,
fidelidad, amor y consideración por las necesidades del cónyuge (Prov. 5:15-23;
Efe. 5:22-33). El adventista fiel debe evitar también el yugo desigual,
relacionándose afectivamente y uniéndose en matrimonio solamente con alguien que
comparta su fe (2 Cor. 6:14, 15).
Las Escrituras claramente clasifican como pecado las diferentes formas de sexo
fuera de las directrices divinas, como:
·
el sexo premarital y la violencia sexual (Deut. 22:13-21, 23-29);
·
el adulterio, o sexo extraconyugal (Éxo. 20:14; Lev. 18:20; 20:10; Deut. 22:22;
1 Tes. 4:3-7);
·
la prostitución, femenina o masculina (Lev. 19:29; Deut. 23:17);
·
la relación con personas de la misma familia o niños (Lev. 18:6-17; 20:11, 12,
14, 17, 19-21);
·
la relación entre personas del mismo sexo (Lev. 18:22; Lev. 20:13; Rom. 1:26,
27);
·
el travestismo (Deut. 22:5);
·
y la relación sexual con animales (Lev. 18:23; Lev. 20:15, 16).
Las Escrituras también condenan:
·
el acoso sexual (Gén. 39:7-9; 2 Sam. 13:11-13);
·
el exhibicionismo sensual (Eze. 16:16, 25; Prov. 7:10, 11);
·
mantener pensamientos y deseos impuros (Mat. 5:27, 28; Fil. 4:8);
·
la impureza y los vicios secretos, como la pornografía y la masturbación (Eze.
16:15-17; 1 Cor. 6:18; Gál. 5:19; Efe. 4:19; 1 Tes. 4:7).
El argumento común de que muchos de esos comportamientos
sexuales no eran aceptados en la antigüedad, cuando la Biblia fue escrita, pero
que hoy son socialmente aceptados y, por lo tanto, pueden ser incluso
practicados por los cristianos, demuestra falta de conocimiento de la realidad
que había entre los pueblos vecinos del antiguo Israel. El mismo texto bíblico
es muy claro en esta cuestión. Levítico 18 dice que esas prácticas eran comunes
y aceptadas en Egipto y, más aún, en la tierra de Canaán (Lev. 18:3, 24, 25,
27). Dios condenó esas prácticas, a pesar de que eran aceptadas en la
antigüedad. Los israelitas debían vivir según otro modelo de comportamiento
sexual, es decir, lo que está explícito en los mandamientos de Dios (Lev. 18:4,
5, 26, 30).
Sin embargo, para aquellos que sufren tentaciones o que
han sucumbido en cualquier área del comportamiento sexual, la promesa de
victoria en Dios es animadora: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil.
4:13); “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos” (Zac. 4:6). “Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de
tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar sujetos a la
naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que
peleemos contra el mal con nuestras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las
tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas mediante
la fuerza que Dios está pronto a darnos” (Elena de White, El ministerio de
curación, p. 131).
8. Salud
El cuerpo humano es el templo del Espíritu Santo y el
cristiano debe glorificar a Dios en su cuerpo (1 Cor. 3:16, 17; 6:19, 20;
10:31). El cuidado del cuerpo y de la salud forma parte de la restauración de la
imagen de Dios en el hombre: “Dios quiere que alcancemos el ideal de perfección
hecho posible para nosotros por el don de Cristo. Nos invita a que escojamos el
lado de la justicia, a ponernos en relación con los agentes celestiales, a
adoptar principios que restaurarán en nosotros la imagen divina. En su Palabra
escrita y en el gran libro de la naturaleza, ha revelado los principios de la
vida. Es tarea nuestra conocer estos principios y, por medio de la obediencia,
cooperar con Dios en restaurar la salud del cuerpo tanto como la del alma”
(Elena de White, El ministerio de curación, pp. 77, 78).
En su Palabra, Dios dio orientaciones claras acerca de
la comida (Gén. 1:29; 3:18; 7:2; 9:3, 4; Lev. 11:1-47; 17:10-15; Deut. 14:3-21)
y la bebida (Lev. 10:9; Núm. 6:3; Prov. 20:1; 21:17; 23:20, 29-35; Efe. 5:18).
La dieta vegetariana es el ideal de Dios para el ser humano (Gén. 1-3), y
también la abstinencia de cualquier tipo de bebida alcohólica y de todo lo que
sea perjudicial para la salud humana, como las bebidas con cafeína y las drogas
(Éxo. 20:13; 1 Cor. 3:17; 6:19; 10:31). Las cosas buenas que Dios creó para el
ser humano deben ser usadas con equilibrio y sabiduría (Prov. 25:16, 27). Las
cosas malas deben ser totalmente evitadas.
La alimentación adecuada y la abstinencia de todo lo que
es perjudicial para la salud son dos de los ocho remedios naturales que Dios
prescribió para sustentar una vida saludable y equilibrada, y para la cura de
muchas dolencias y sufrimiento: “El aire puro, el sol, la abstinencia, el
descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la
confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos deberían conocer
los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos [...].
“Los que perseveren en la obediencia a sus leyes
encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu” (Elena de White,
El ministerio de curación, p. 89).
Conclusión
Las recomendaciones presentadas en este documento son
consejos y orientaciones a ser seguidos con oración, como resultado de la
profunda relación personal con Dios, en la búsqueda de sus verdades y de su
presencia en la primera hora de cada día. Ellas no deben ser usadas como un
elemento de crítica o juicio de otros, si no como apoyo para la vida personal.
La Palabra de Dios y los consejos divinos que nos fueron
transmitidos por el ministerio profético de Elena de White nos exhortan, como
adventistas del séptimo día, a vivir un estilo de vida que sea una respuesta de
amor a la bondad, la gracia y el infinito amor de Dios por nosotros. El fruto
del Espíritu debe permear todas las dimensiones de nuestro vivir, proporcionando
equilibrio entre los aspectos interiores del ser y los exteriores del hacer. El
resultado de eso será nuestra propia felicidad y bienestar, y el desarrollo de
nuestra salvación en todos los aspectos deseados por Dios. Y, por último,
estaremos sentando una de las bases fundamentales para el cumplimiento de
nuestra misión profética, esperando en breve oír de los labios del mismo Jesús:
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor” (Mat. 25:21).
La recreación a través de la música, sea religiosa o no,
también debe pasar por los criterios bíblicos de la glorificación a Dios y la
calidad del material en cuestión. Una discusión detallada de este asunto tan
importante aparece en los documentos:
·
“Filosofía adventista del séptimo día en relación con la música” y
·
“Orientaciones
sobre la música para la Iglesia Adventista del Séptimo Día en América del Sur”. Haga
clic aquí para leer estos documentos.
¿Porque los adventistas partiocipan de las reuniones de la ONU?
Los adventistas del séptimo día me hacen preguntas cuando
descubren que yo representé a la Iglesia Adventista en las Naciones Unidas y en
reuniones de organizaciones ecuménicas cristianas.
¿Cómo ven exactamente los adventistas la unidad cristiana, las
relaciones y el ecumenismo?, preguntan. ¿Por qué los adventistas eligen aceptar
y mantener el estatuto y no los miembros entre las organizaciones ecuménicas
cristianas? ¿Por qué los adventistas eligen mezclarse con otros cristianos y no
cristianos mientras se abstienen de hacerse miembros de entidades cristianas
organizadas y religiosas ecuménicas?
Mi respuesta es sencilla: Es legítimo que todas las personas se
unan de buena voluntad para salvar vidas, proteger vidas y afirmar la
importancia y la sacralidad de la vida. Además es urgente que todas las personas
se asocien para hacer de este mundo un lugar mejor para todos los seres humanos,
contribuyendo para una mejor salud, educación y trabajo humanitario en toda la
dignidad, libertad, justicia, paz y fraternidad.
La cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, Elena G.
de White ofrece consejos prácticos sobre el arte y ciencia de relacionarse con
cristianos de otras denominaciones.
Aquí están tres consejos:
1.
No denuncie a otras denominaciones. “Cuando algunos de los que
carecen del Espíritu y del poder de Dios entran en un nuevo campo, empiezan
denunciando a las demás denominaciones, pensando que pueden convencer a la gente
de la verdad presentando las inconsistencias de las iglesias populares. En
algunas ocasiones, puede parecer necesario hablar de estas cosas, pero en
general ello no hace sino crear prejuicios contra nuestra obra, y cierra los
oídos de muchos que de otra manera podrían haber escuchado la verdad. Si estos
maestros estuviesen íntimamente relacionados con Cristo, tendrían sabiduría
divina para saber cómo acercarse a la gente” (Testimonios
para la iglesia, t. 4, p. 527).
2.
“Al entrar en un lugar, no debemos erigir barreras innecesarias
entre nosotros y las otras denominaciones, especialmente los católicos, de
manera que ellos piensen que somos sus enemigos reconocidos. No debemos crear
prejuicios en sus mentes en forma innecesaria, haciendo una incursión contra
ellos. Hay muchas personas entre los católicos que viven de acuerdo con la luz
que tienen, en un grado mucho mayor que muchos de los que pretenden creer la
verdad presente, y Dios los probará a ellos tan ciertamente como nos ha probado
a nosotros” -Manuscrito 14, 1887 (El
evangelismo, p. 109).
3.
“Profesamos tener más verdad que las otras denominaciones; pero
si esto no nos lleva a una mayor consagración, a una vida más pura y santa, ¿de
qué beneficio nos resulta? Sería mejor para nosotros no haber visto nunca la luz
de la verdad que profesar aceptarla y no ser santificados por ella” (Testimonios
para la iglesia, t. 5, p. 584). Todos los servicios y actividades de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día procuran promover la vida, y vida en
abundancia. En el cumplimiento de la misión de la iglesia, los adventistas se
mezclan con otras organizaciones cristianas. En referencia a su posición en
organizaciones cristianas mundiales, la Iglesia Adventista ha mantenido el
estatuto de observadora en reuniones y ha estado abierta a ser colaboradora de
otras iglesias en áreas que no comprometen su identidad, misión y mensaje. La
regla de oro es no mantener la condición de miembros en cualquier entidad
ecuménica que erradique o niegue la voz adventista distintiva con referencia a
la soberanía de Dios, el Creador, el sábado y la segunda venida de Jesús.
En principio, los adventistas eligen no estar involucrados en
relaciones doctrinarias con otras iglesias por causa de la adhesión adventista a
una posición holística e integrada con las doctrinas bíblicas que los
adventistas consideran haber sido dejadas de lado, alteradas u olvidadas en el
curso de la historia de la iglesia.
Dicho esto, la unidad no es una mala palabra. Los adventistas
valoran la unidad así como Dios la valora. La unidad está fundamentada en la
existencia de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Los adventistas
promueven la unidad para el bien de la misión, para que Cristo sea conocido por
todos los grupos étnicos, lenguas, tribus y naciones. Los cristianos también
pueden unirse para hacer del mundo un lugar mejor a través de la promoción de la
salud, educación, trabajo humanitario y la promoción y protección de los
derechos humanos.
Pero los cristianos deben tener en mente que ellos van a perder
su vocación principal si no se unen para defender y modelar los valores
espirituales afirmados en el evangelio eterno. Las virtudes teológicas de la fe,
la esperanza y el amor son supremas en el mandato cristiano y un regalo para el
mundo. Esas virtudes pueden florecer mejor cuando la libertad religiosa es una
realidad. La libertad religiosa para los adventistas es el antídoto para el
ecumenismo sincretista y un llamado para abrazar la verdad con la inalienable
libertad de conciencias, la libertad de religión o creencia, la libertad de
expresar públicamente sus creencias, la libertad de invitar a otras personas a
compartir sus convicciones o para unirse a su comunidad de fe.
Un conjunto sutil de temas interrelacionados en el área de las
relaciones intereclesiásticas e interreligiosas que necesita de mucha claridad
es el asunto de la unidad, unidad visible y ecumenismo. Otras palabras surgen a
veces en la conversación como si ellas quisieran decir lo mismo. Ellas son
colaboración, participación y diálogo intereclesiástico o interreligioso.
La palabra “ecumenismo” se usa de manera diferente en varios
contextos. La palabra puede referirse a la unidad entre las iglesias cristianas
del mundo, pero las personas generalmente la usan para describir un sentimiento
general de relaciones cordiales, diálogo o participación para un proyecto.
Históricamente, los primeros concilios de la iglesia fueron
llamados ecuménicos en el sentido de que muchas iglesias interactuaban para
definir la ortodoxia. Ese no es el sentido que se le da hoy. Algunas
denominaciones, tales como las Iglesias Católica y Ortodoxa, lo usan en este
sentido porque creen que ellos son los que garantizan la ortodoxia. Pero colocar
un rótulo a cualquier participación entre los cristianos como ecumenismo
doctrinal puede ser desinformado, descortés y forzado. La honestidad espiritual
también es necesaria en la identificación y evaluación del contenido real de las
relaciones intereclesiásticas.
El concepto de unidad tiene una base bíblica y teológica sólida.
La bendición que Dios pretendía esparcir a través de Abraham y de sus
descendientes estaba destinada a todas las familias de la tierra. Dios quiere
que todo su pueblo experimente la unidad doctrinaria.
Eso nunca se concretó en medio de su pueblo del pacto, Israel. La
creencia en la resurrección de los muertos, por ejemplo, no era compartida por
todos los israelitas. El Nuevo Testamento menciona que los saduceos no creían en
la resurrección de los muertos. Hoy, la unidad se entiende de manera diferente
ente las varias iglesias cristianas. Para los católicos, por ejemplo, la unidad
incluye el concepto de comunión de los santos, o sea, tanto los que están vivos
como los que están muertos.
En la Enciclopedia Católica, la comunión de los santos está
descrita como “la solidaridad espiritual que une a los fieles en la Tierra, las
almas en el purgatorio y los santos en el cielo en la unidad orgánica de la
misma entidad mística bajo Cristo, su cabeza. […] Los participantes en esa
solidaridad son llamados santos en razón de su destino [cielo] y de su
participación en los frutos de la Redención”.
Con este ejemplo en mente, la unidad de la iglesia global solo
podría ser una realidad si todos los cristianos adoptaran la visión católica en
la comprensión de la realidad o si todos los católicos desistieran de sus
creencias más profundas.
Sin embargo, hay mucho que une a los cristianos, comenzando con
la fundación de la propia unidad.
La unidad es costosa al corazón de Dios. Todo el plan de la
salvación demuestra la determinación de Dios de unir su familia dividida y
dispersa, que él creó a su imagen. La unidad está fundamentada en el ser de Dios
que es Trinidad: una unidad en la Trinidad.
La muerte de Jesús fue propuesta para reunir los pueblos en uno
solo. En Juan 17, Jesús oró por la unidad para el bien de la misión para que el
mundo pueda creer. El Espíritu Santo fue dado para sellar la unidad en la
misión.
Los adventistas unen a Dios en todo lo que Dios está haciendo en
el mundo por su salvación. Dios evangeliza (Gálatas 3:8), así como nosotros.
Dios tiene el compromiso de unir el mundo entero bajo el señorío del Salvador
Jesucristo. Nosotros nos unimos a Dios para cumplir sus propósitos de levantar a
Dios, el Hijo, para que el mundo sea salvo.
Los adventistas están comprometidos a llamar a todos los pueblos
a fijar los ojos en Jesús (Hebreos 12:1). Les recuerdan a todos los cristianos
lo que constituye la confesión central desde los tiempos apostólicos y que
también está presente en el credo cristiano más antiguo: la Segunda Venida de
Jesucristo.
El principio que informa las relaciones adventistas con otros
cristianos tiene dos aspectos inseparables: verdad y libertad religiosa. La
cofundadora de la Iglesia Adventista Elena G. de White resaltó esto en Los
hechos de los Apóstoles, al escribir: “El estandarte de la verdad y de la
libertad religiosa sostenido en alto por los fundadores de la iglesia evangélica
y por los testigos de Dios durante los siglos que desde entonces han pasado, ha
sido, para este último conflicto, confiado a nuestras manos. La responsabilidad
de este gran don descansa sobre aquellos a quienes Dios ha bendecido con un
conocimiento de su Palabra. Hemos de recibir esta Palabra como autoridad
suprema. Hemos de reconocer los gobiernos humanos como instituciones ordenadas
por Dios mismo, y enseñar la obediencia a ellos como un deber sagrado, dentro de
su legítima esfera. Pero cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios,
hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres” (p. 56).
Pero fundamentalmente los adventistas comprenden su misión, como
su nombre lo sugiere, la de destacar la verdad de la Segunda Venida como la
esperanza del mundo para finalmente abrazar la libertad de la muerte del mal,
que traerá la justicia y la paz. Esas convicciones son las razones por las que
los adventistas enfatizan la Segunda Venida y un mensaje de curación.
Los adventistas comprenden las palabras de Jesús que llama a sus
discípulos “sal y luz” (Mateo 5) para aplicarlas también a ellos.
Cada aspecto de la participación adventista con cualquier
institución, agencia u organización, ya sea eclesiástica, política, se basa
esencialmente en la razón de la existencia de la iglesia: llevar esperanza a la
humanidad enredada en todo tipo de mal. Para cumplir esa misión, los adventistas
participan del método de Jesús: “Sólo el método de Cristo será el que dará éxito
para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba
hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su
confianza. Entonces les decía: “Seguidme.” (El
ministerio de curación, p.102).
Jesús sirvió a las personas, las curó y las alimentó sin
amarrarlas. Él les hizo conocer y sentir que estaban libres para elegir su
futuro con o sin él. La libertad de consciencia es importante para él. Sin esa
libertad ninguna alianza es genuina. Eso ocurre porque el amor no puede ser
forzado.
Los adventistas reconocen a otros cristianos como miembros
genuinos del cuerpo de Cristo. Pero, los adventistas no poseen filiación
estructural formal en organizaciones ecuménicas, principalmente para fines de
libertad religiosa. La participación en un cuerpo ecuménico limitaría la
libertad de compartir sus convicciones con todos los demás, y así pondría en
riesgo una misión universal del fin de los tiempos, como los adventistas la
entienden.
Los adventistas no forman parte de organizaciones ecuménicas que
requieren adhesión, pero les gusta el estatus de huésped u observador en las
reuniones.
La asociación con otras denominaciones cristianas está de acuerdo
con la visión de la Iglesia Adventista en relación a otros cristianos. Elena de
White, al escribir sobre la temperancia, dijo de los líderes de otras
denominaciones: “En otras iglesias hay cristianos que se destacan en defensa de
los principios de la templanza. Debemos procurar acercarnos a estos obreros y
preparar el terreno para que nos acompañen. Debemos invitar a hombres grandes y
buenos a que apoyen nuestros esfuerzos por salvar lo que se ha perdido” (Testimonios
para la Iglesia, t. 6, p. 115).
En referencia a la oración, White dijo: “Nuestros ministros deben
procurar acercarse a los ministros de otras denominaciones. Oren por ellos y con
ellos, pues Cristo intercede en su favor. Tienen una solemne responsabilidad.
Como mensajeros de Cristo, deben manifestar profundo y ferviente interés en
estos pastores del rebaño” (ibíd., p. 84).
De acuerdo con el consejo del párrafo anterior, la Asociación
General, el organismo administrativo de la Iglesia Adventista mundial, escribió
en los Reglamentos Eclesiástico-Administrativos de la Asociación General que los
líderes de la Iglesia “reconocen a todas las agencias que exaltan a Cristo ante
los hombres como parte del plan divino para la evangelización del mundo, y […]
mantener en alta estima a hombres y mujeres de otras confesiones que están
empeñados en ganar almas para Cristo”.
La unidad, aunque claramente deseada por Dios, no es el valor
supremo. La lealtad hacia la verdad de Dios tiene preeminencia.
La Iglesia Adventista y varias otras denominaciones que no se
unieron a entidades ecuménicas organizadas como doctrina se oponen al ecumenismo
como doctrina o como un objetivo para fundir las iglesias cristianas en una
iglesia mundial, que conduce a la pérdida de identidad denominacional
distintiva. Además, los adventistas y otros creyentes no se adhieren a los
convenios sincretistas que disminuirían la importancia y el peso de la verdad,
especialmente cuando las creencias en algunas iglesias no pueden estar en
armonía con la verdad bíblica revelada.
La preocupación principal de los adventistas es que queden
impedidos de compartir sus convicciones con cada persona, independientemente de
la creencia religiosa o filosófica. Eso es fundamentalmente una cuestión de
libertad religiosa. Los cristianos no pueden cuestionar el derecho a la libertad
religiosa o de creencia mientras hasta el mismo mundo secular aceptó este
derecho humano fundamental y de valor.
A pesar de considerar a otros cristianos como hermanos en Cristo,
el principio que le impide a la Iglesia Adventista mundial ser miembro de una
unión organizada de iglesias como el Consejo Mundial de Iglesias, es el de la
libertad religiosa. La libertad religiosa implica el derecho irrestricto de
compartir sus propias convicciones religiosas y el derecho de invitar a otras
personas a participar de su propia tradición cristiana sin ser acusado o
rotulado como un proselitista.
Los adventistas del séptimo día apoyan la unidad cristiana al
unirse al Dios Trino que está determinado a reunir a las personas que creó a su
imagen. El propósito de todo el plan de salvación es la restauración de la
imagen de Dios y la reunión de aquellos que él salva. La unidad está fundada en
Dios. Con esa finalidad Cristo Jesús vino a esta Tierra para unir a todas las
familias de la Tierra.
La unidad doctrinaria entre las iglesias cristianas es
indescriptible e inaccesible a menos que las iglesias pierdan sus creencias
distintivas y se junten a una de las tradiciones de la iglesia, ya sea católica,
ortodoxa, protestante, anglicana, reformada, evangélica, pentecostal o
adventista.
La libertad religiosa o de creencia es un don de Dios no
negociable que debe caracterizar la libertad de cada persona cristiana o
comunicad para compartir sus convicciones con otros, para invitar a otros a
participar de su tradición cristiana. Obviamente, para el bien de la misión, los
cristianos pueden juntarse para dar testimonio de Cristo a un mundo que necesita
de él con urgencia.
Ganoune Diop fue
elegido director del departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la
Asociación General en el Congreso de la Asociación General en julio de 2015. Se
integró como director asociado del departamento y representante de la Iglesia
Adventista para relaciones interreligiosas y comunicación con las Naciones
Unidas en 2011.
1.
Unidad en la confianza de la visión cristiana de Dios, un Ser supremo que está
abierto a los seres humanos, un Dios que es amor y que ama a los seres humanos
que él creó a su imagen. Unidad en la convicción de ser amado por Dios.
2.
Unidad en la necesidad de tener la mente de Cristo.
3.
Unidos en la identidad común: una humanidad nueva recreada a la imagen de
Jesucristo, para la gloria de Dios el Padre, a través del Espíritu Santo. Unidad
teológica sobre abrazar la identidad de Dios revelada en la Escritura como
Trinidad.
4.
Unidad en un bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
5.
Unidos en dar el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5).
1.
Unidos en la alegría de Jesús, la que Jesús hace completa en todos sus
discípulos de ayer y de hoy.
6.
Unidad en la comprensión de que nuestra vocación principal es amar a Dios con
todo nuestro ser y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
7.
Unidos en participar en la misión de Dios, que consiste en testificar de Cristo
como Señor y Salvador. Unidad de propósito en la misión de Dios.
8.
Unidos en la comprensión de la realidad metafísica y en la controversia
espiritual entre el bien y el mal, Cristo y Satanás.
9.
Unidos en resistir al mal y en abstenerse de perjudicar a otros.
10.
Unidos en la experiencia de la tribulación, en el reino y en la perseverancia
paciente de los que están en Jesús (Apoc. 1:9).
11.
Unidad para el trabajo humanitario o unidad para ayudar a mejorar la condición
de vida de nuestros vecinos y una expresión de solidaridad con nuestros hermanos
y hermanas en humanidad.
12.
Unidad para promover la temperancia que fue recomendada con énfasis por los
fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
13.
La unidad en la promoción de la libertad, igualdad y fraternidad como parte del
mandato internacional ratificado por las Naciones Unidas.
14.
Unidad en la determinación de defender la dignidad de cada persona, la unidad de
valores es obligatoria para los que creen que los seres humanos son creados a la
imagen de Dios de acuerdo a su semejanza.
15.
Unidad en estar comprometido con la no violencia es parte de rehusarse a violar
el derecho de las personas a la paz y a la dignidad de todas las dimensiones de
su personalidad.
16.
Unidad en trabajar en paz por la justicia y la reconciliación es un mandato que
Jesús dio a todos sus discípulos en su famoso discurso en el Sermón del Monte.
Unidad en la construcción de la paz.
17.
Unidad en servir a las comunidades para mejorar las condiciones de vida de los
semejantes. Unidad en la solidaridad con la familia humana es una parte
incontrovertible del evangelio cristiano. El amor a Dios y el amor al prójimo se
expresan de formas tangibles o concretas en ayudar a las personas que enfrentan
desafíos económicos.
18.
Unidad en aliviar el sufrimiento humano, y restaurar a las personas para la
salud completa es el evangelio en acción. Era parte del ministerio de Jesús,
porque él no solo proclamó las buenas nuevas sino que también hizo de las buenas
nuevas una realidad sanando a las personas. Unidad en trabajar por la atención
integral de la salud y el respecto a la dignidad humana es parte del ministerio
de restauración, el objetivo de la salvación.
19.
Unidad en la promoción de la temperancia como parte de la educación para la
responsabilidad.
20.
Unidad en la promoción de la vida. Este tipo de unidad puede trazar un amplio
consenso e integrar a personas de buena voluntad y compasión de varios orígenes
filosóficos y religiosos.
21.
Unidad en la defensa de la sacralidad de cada persona.
22.
La unidad de las iglesias en la misión para el bien de elevar a Jesucristo ante
el mundo parece encontrar consenso entre los cristianos de varias
denominaciones. El milagro de la participación en la misión ya tiene una base
sólida entre las denominaciones históricas y las más recientes. Esa unidad para
el propósito de testificar de Cristo no debe llevar a subestimar las diferencias
doctrinarias.
23.
Unidad en practicar y predicar las enseñanzas de Jesucristo (Bienaventuranzas).
24.
Unidad en estar protegidos y cuidados por Dios (la oración del Señor).
25.
Unidad en rechazar la práctica de la parcialidad (Santiago 2).
26.
Unidad en someterse a Dios y contra los conflictos, la violencia y las guerras
(Santiago 4).
El compromiso por el bien de la unidad significaría la pérdida de
identidad en estas seis áreas. Los adventistas están decididos a no sacrificar
sus convicciones fundamentales por el bien de la unidad.
1.
Unidos en estar fundamentados en las Escrituras, como revelación del carácter de
Dios y su voluntad absoluta. Unidad epistemológica. La centralidad de la Biblia
como una fuente de revelación del carácter, voluntad y propósitos de Dios es
primordial para los adventistas del séptimo día.
2.
Unidos en nuestra fidelidad a la verdad bíblica como la única fuente de
doctrinas: Unidad doctrinaria.
3.
Unidos en vivir y proclamar el mensaje de los tres ángeles: Temer a Dios, darle
gloria y adorarlo con fidelidad firme (unidad profética-escatológica).
4.
Unidos en comunión con el Sumo Sacerdote Celestial. A los adventistas se les ha
confiado la verdad de la elevada función sacerdotal de Jesucristo.
5.
Unidos en la bienaventurada esperanza de la Segunda Venida y en la expectativa
del Rey de reyes y Señor de señores que traerá completa sanidad, justicia, paz y
comunión eterna.
6.
Unidos en formar parte del movimiento de resistencia del fin de los tiempos, con
personas determinadas a adorar solo a Dios, independientemente de lo que esa
posición pueda costarles. Este es el lugar donde la libertad desempeña un papel
fundamental. La libertad religiosa es un antídoto para el ecumenismo
eclesiástico no basado en la verdad y en la libertad. Los adventistas valoran la
libertad fundamental de la libertad religiosa, que incluye la libertad de
promover y propagar la fe a todo el mundo, en cualquier lugar y en cualquier
momento, sin coerción, intimidación o manipulación.
Ganoune Diop, director del departamento de Asuntos Públicos y
Libertad Religiosa en la Asociación General, sirvió como representante de la
iglesia junto a las Naciones Unidas por cuatro años.
Como adventistas del séptimo día, esperamos el pronto regreso de nuestro Señor
Jesucristo y ansiamos la patria eterna, de la cual Dios es el “arquitecto y
constructor” (Hebreos 11:10). Aceptamos igualmente el desafío de ser “la sal de
la tierra” y “la luz del mundo” (Mateo 5:13-14). De esta manera, asumimos tanto
el compromiso de predicar el evangelio, con sus valores eternos, como el deber
de ser relevantes y servir a las comunidades en las que estamos inmersos,
haciendo de ellas un lugar mejor.
“Desde sus mismos comienzos, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día ha procurado seguir el ejemplo de Cristo y abogar por
la libertad de conciencia como parte integral de su misión evangélica. A medida
que se amplía el papel de la iglesia en la sociedad, se vuelve cada vez más
oportuno especificar los principios que guían a la iglesia mundial en sus
relaciones con los Gobiernos de las naciones en las que se halla presente”
(Declaraciones, orientaciones y otros documentos, p. 190). Por lo tanto, como
iglesia estamos decididos a cumplir nuestros deberes institucionales e
individuales, desarrollando relaciones saludables con los Gobiernos
establecidos.
Este documento fue preparado para servir
como guía concisa y unificada sobre el pensamiento de la iglesia en cuanto a las
cuestiones políticas. Este será útil para pastores, servidores y miembros, pues
indicará la posición adecuada en esa esfera. No pretende sustituir los consejos
divinos y sí expresar claramente la comprensión que la iglesia tiene actualmente
acerca de la relación institucional con los poderes públicos y los asuntos
políticos, así como también los deberes de sus miembros como ciudadanos.
Existen algunos principios fundamentales que rigen la posición de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día sobre la política. Uno de ellos es el principio de la
separación entre la Iglesia y el Estado, lo que lleva a cada una de esas
entidades a cumplir sus respectivas funciones sin interferir en las actividades
de la otra. La iglesia cree que adoptar una postura que no involucre afiliación
partidaria o cualquier tipo de compromiso con los partidos políticos es una de
las maneras de mantener ese principio. Tal práctica debe ser la guía no solo de
la organización adventista en todos sus niveles administrativos, sino también de
las instituciones mantenidas por esta, sus pastores y sus servidores.
La iglesia encuentra, en las enseñanzas de
Cristo y de los apóstoles, base segura para evitar cualquier militancia
político-partidaria institucional. El cristianismo apostólico cumplió su misión
evangélica bajo las estructuras opresoras del Imperio Romano sin volverse contra
ellas. El propio Cristo afirmó que su reino “no es de este mundo” y que, por
consiguiente, sus “ministros” no empuñan banderas políticas (Juan 18:36).
Cualquier posicionamiento o compromiso con etiquetas partidarias dificultaría la
predicación del evangelio eterno a todos indistintamente.
Por otro lado, la Biblia no exime a la
comunidad de creyentes de los deberes civiles, y eso es evidente en la orden de
Jesús: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Marcos
12:17). El Nuevo Testamento presenta varias orientaciones con respecto al deber
cristiano de reconocer y respetar a los Gobiernos y a las autoridades (Romanos
13:1-7; Tito 3:1, 2; 1 Pedro 2:13-17). Solamente cuando los poderes temporales
imponen la transgresión a las leyes divinas es cuando el cristiano debe asumir
la postura de “obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).
Los adventistas reconocen la autoridad y la influencia de la vida y la obra de
Elena de White, mensajera y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día. Sus escritos no sustituyen la Biblia, pero han servido para ampliar la
comprensión de las Sagradas Escrituras. Eso ocurre también con los asuntos
relacionados con la esfera pública.
En uno de sus diarios, ella registró que, en
cierta reunión, los pioneros adventistas analizaron durante un tiempo
considerable la cuestión de votar. Después de que se expresaron algunas
opiniones, ella escribió: “Creen que es correcto votar por la elección de
hombres temperantes para los cargos administrativos de nuestra ciudad en vez de
correr el riesgo, por su silencio, de que se elija a personas intemperantes para
esos puestos” (Mensajes selectos, t. 2, p. 388).
En otra oportunidad, encontramos que Elena
de White asume una clara posición sobre la participación de los miembros de
iglesia en la elección de los candidatos que pudieran favorecer la aprobación de
leyes que combatieran la venta de bebidas alcohólicas. En esta ocasión, ella
destacó que cada cristiano tiene la responsabilidad de ejercer toda la
influencia posible con el fin de establecer leyes para contener esa actividad
destructiva de la salud y las familias. Ella escribió: “Cada persona ejerce una
influencia en la sociedad. En nuestro favorecido país, cada votante tiene voz
para determinar qué leyes regirán la nación. ¿No deben esa influencia y ese voto
ser echados del lado de la temperancia y de la virtud?” (Obreros evangélicos, p.
401).
Estos textos dejan en claro que cada adventista debe ejercer el derecho o el
deber de votar usando esa prerrogativa para escoger personas que promuevan
conceptos en favor de la salud y de la calidad de vida. Claramente, eso
involucra preferencia por candidatos que también promuevan otros principios y
valores bíblicos practicados y defendidos por los adventistas, y que se pueden
convertir en un beneficio para toda la población.
Entre los derechos del cristiano adventista en el ejercicio de su ciudadanía
está el de ocupar cargos públicos electivos o no. El Antiguo Testamento menciona
ejemplos de personas que ejercieron funciones de gran proyección en los
Gobiernos de su época. Por ejemplo, José fue el primer ministro de Egipto
(Génesis 41:38-46), y al ser colocado por Dios sobre el trono de ese país se
mantuvo “puro y sin mancha en la corte del rey” y fue “un representante de
Cristo” para los egipcios (Patriarcas y profetas, p. 385). Daniel ejerció
importantes cargos gubernamentales en Babilonia bajo el reinado de
Nabucodonosor, Belsasar, Ciro y Darío, con lealtad incondicional a los
principios divinos.Él y sus compañeros fueron embajadores del verdadero Dios en
las cortes de esos reyes.
Es interesante notar que José y Daniel
fueron nombrados para funciones públicas directamente por los propios monarcas.
Hoy, en la mayoría de las democracias modernas, los oficiales públicos pueden
ser nombrados o elegidos por votación popular. La Iglesia Adventista del Séptimo
Día respeta la decisión de sus miembros de ocupar cargos públicos, ya sea por
proceso electoral como por nominación directa. Reconoce también que, como en los
tiempos de José, Daniel y Ester, la sociedad puede ser beneficiada por el buen
ejemplo de políticos religiosos que ejerzan su actividad dignamente, sin
comprometer principios cristianos, al mismo tiempo que dan un buen testimonio de
la fe y promueven los valores bíblicos.
La creciente ola de manifestaciones exige reflexión y respuestas sobre las
siguientes cuestiones: Los cristianos ¿deberían participar de estos actos
públicos? Los pastores y los servidores de la organización adventista ¿deberían
salir a las calles y apoyar las protestas populares?
Como iglesia, respetamos el derecho de
expresión y las reivindicaciones pacíficas y legítimas, porque también hemos
salido a las calles para llamar la atención, por ejemplo, contra la violencia,
por medio del proyecto Rompiendo el silencio y otras actividades. Por lo tanto,
no pensamos que esté mal defender pacíficamente las ideas y los ideales. Sin
embargo, estamos en contra de toda forma de expresión que utilice la violencia
física o verbal, el vandalismo, la destrucción del patrimonio público o privado.
La Iglesia Adventista debe asumir el papel
en la sociedad como una organización activamente involucrada en cuestiones
pertinentes a los intereses y las necesidades de los ciudadanos. Reconoce
también el desafío de ser relevante y marcar la diferencia en la vida de las
personas y de las comunidades en las que está presente. En cuanto a las
cuestiones que incluyen desigualdad e injusticia social, la iglesia apoya,
participa y realiza proyectos sociales y educativos que benefician la vida
comunitaria. Sus varios frentes de atención incluyen a ADRA (Agencia Adventista
de Desarrollo y Recursos Asistenciales), ASA (Acción Solidaria Adventista),
escuelas, colegios y universidades, entre otros programas promovidos por los
varios departamentos e instituciones de la iglesia. Sin embargo, busca actuar
sin estar en conflicto con los principios bíblicos ni protestar contra
ideologías y autoridades constituidas.
La Biblia orienta a los creyentes a que oren
en favor de las autoridades y de las ciudades, buscando siempre la paz (Jeremías
29:7; 1 Timoteo 2:2). Para los adventistas, más que protestar y reivindicar, la
misión es proclamar. Nuestra fuerza no debe estar en las manifestaciones, sino
en trabajar por el bien de las personas y anunciar el regreso del Señor Jesús.
Como cristianos, reconocemos el papel legítimo de los Gobiernos organizados en
la sociedad, respetamos el derecho del Estado a legislar en las cuestiones
seculares y consentimos con esas leyes, cuando no estén en oposición a los
preceptos divinos. Entendemos que nuestros miembros deben asumir
responsabilidades civiles con seriedad, y ejercer el papel de ciudadanos, sin
olvidarse de la ciudadanía celestial.
Sin desmerecer las cuestiones políticas y su
importancia, entendemos que es un deber darle el enfoque debido a nuestro
verdadero papel, que es desarrollar prácticas que resulten en el fortalecimiento
de la fe y promuevan la esperanza en el inminente regreso de Jesús. Reconocemos
que la vocación de predicar el evangelio incluye ejecutar acciones de
solidaridad que expresen el amor al prójimo y lleven alivio al sufrimiento
humano. Por eso, todo esfuerzo y toda energía deben ser canalizados en el
servicio desinteresado en favor de las personas, lo que revela un profundo
interés en su salvación. Nuestra oración debe ser: “Ven, Señor Jesús”
(Apocalipsis 22:20).
Este documento fue preparado en armonía con las declaraciones oficiales de la iglesia, conforme al doc. “La relación entre la Iglesia y el Estado”, adoptado por la iglesia mundial en marzo de 2002, y sirve de directriz y referencia para el departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa.
Una breve revisión de la posición de la Iglesia Adventista de no combatiente *
Mientras que las guerras se libran en diferentes partes del mundo y el
terrorismo está mostrando su fea cara una y otra vez, muchos adventistas piensan
acerca de si van o no a involucrarse en la acción militar. En
Corea recientemente cinco estudiantes de teología se negaron a llevar armas de
fuego durante el entrenamiento de la reserva militar. "Creemos
que el porte de armas no es adecuado para [sic] nosotros, como cristianos,
individuos y estudiantes de teología que van a ser pastores." [1]
Mientras que en muchas partes del mundo,
los adventistas están reclutados en el ejército y se esfuerzan para ser
reconocidos como no combatientes y objetores de conciencia, algunos de ellos
haciendo la función pública, en otros países, algunos miembros de la iglesia se
unen al ejército voluntariamente.
En diferentes partes de la iglesia a nivel mundial la guerra de Irak y otros
acontecimientos han provocado un vivo debate sobre la cuestión de donde la
iglesia adventista del séptimo día se coloca hoy y cómo debemos relacionarnos
con la guerra. [2] Algunos afirman, "No hay indicios que nuestra iglesia
Adventista hoy desaprueba servir en el ejército en cualquier capacidad ".
Dicen que "la situación actual es de incertidumbre en la posición
adventista con respecto a servir en el ejército." [3]
Esto no es del todo cierto. Mientras
que los ministros de la iglesia son los miembros no combatientes en el ejército,
así como a los pacifistas y los combatientes, se reconoce que los individuos
pueden tomar decisiones libres y tienen que seguir su conciencia. La
posición oficial adventista es de larga data y se expresa en la declaración de
1972 en términos de no combatiente:
" Votó ,
1. Que aceptamos como nuestro punto de vista básico de la acción 1954 Sesión de
la Asociación General titulado" La Relación de adventistas del séptimo día al
Gobierno Civil y Guerra, 'modificado en el Consejo otoño de 1954, y aún más
modificada como sigue:
Cristianismo genuino se manifiesta en la buena ciudadanía y lealtad al gobierno
civil. El
estallido de la guerra entre los hombres en nada altera la lealtad y la
responsabilidad suprema de los cristianos con Dios o modifica su obligación de
practicar sus creencias y poner a Dios primero.
Esta asociación con Dios por medio de Jesucristo, que vino a este mundo para no
perder las almas de los hombres, sino para salvarlas hace que los adventistas a
defender una posición no combatiente, a raíz de su divino Maestro en no tomar la
vida humana, pero la prestación de todo servicio posible para salvarlo . A
medida que aceptan la obligación de la ciudadanía, así como sus beneficios, su
lealtad al gobierno les obliga voluntariamente a servir al Estado en cualquier
capacidad no combatiente, civil o militar, en la guerra o la paz, en uniforme o
fuera de ella, lo que contribuirá al ahorro la vida, pidiendo solamente que
puedan desempeñar tales que no violen su convicción de conciencia.
Esta afirmación no es una posición rígida miembros de la iglesia obligatorias
pero permite la orientación de abandonar el miembro individual gratuita para
evaluar la situación por sí mismo ". [4]
Esta declaración no ha sido revocada. ...
"Desde el comienzo los adventistas del séptimo día Iglesia han defendido
firmemente ser no combatiente para sus miembros en los Estados Unidos, una
declaración que confirma la posición adoptada durante la Guerra Civil
Norteamericana que fue adoptado por la División de América del Norte el 18 de
Abril de 1917: "Nosotros reafirmamos
la declaración anterior para que nuestra petición sobre convicciones religiosas
serán reconocidos por las autoridades, y que se necesitarán para servir a
nuestro país sólo en tal condición de no violará nuestra obediencia de
conciencia a la ley de Dios, que figura en el decálogo, interpretado en las
enseñanzas de Cristo, y ejemplificó en su vida" (North American Division Comité
1: 517, del 18 de abril, 1917). "[5] En
1923, el Comité de la División Europea votó una declaración similar en Gland,
Suiza.
Estas acciones
fueron tomadas por la Conferencia General en 1951, 1952, 1954, y 1972.
Si comparamos la declaración de 1954 con la acción de 1972, nos damos cuenta de
que los cambios mínimos en la redacción se han hecho aquí y allá, pero que una
frase adicional se ha añadido al final.
En 1969 la División de América del Norte emitió un comunicado en el que se
recomienda ser no combatiente, pero permitió que miembros de la iglesia puedan
mantener una posición pacifista mientras es apoyado por la iglesia. "Estados
Unidos estuvo involucrado en Vietnam, y sólo aquellos individuos que podrían
mostrar respaldo religioso para su pacifismo sería puesto en libertad al
servicio alternativo." [6] La frase
adicional de la declaración de 1972 permite a la iglesia servir a todos los
miembros, sin importar lo que su conciencia les dicte, mientras que aboga
oficialmente por ser no combatiente.
Con los años la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha publicado declaraciones
que están relacionadas con el tema de la no beligerancia.
En "Una Declaración de la Paz", leemos: "En un mundo lleno de odio y lucha, un
mundo de lucha ideológica y de conflictos militares, los adventistas deseo de
ser conocido como pacificadores y trabajar por la justicia en todo el mundo y la
paz bajo Cristo como . la cabeza de una nueva humanidad "[7] un documento
anterior declara:". adventistas, por precepto y ejemplo, debe ponerse de pie y
trabajar por la paz y la buena voluntad para con los hombres, y por lo tanto ser
conocidos como pacificadores y constructores de puentes "[8] y la última
declaración oficial, publicado en 2002, afirma: "Jesucristo, el Príncipe de la
Paz, quiere que sus seguidores sean constructores de paz en la sociedad y, por
tanto, los bendijo llama (Mat. 5: 9)." [9]
Mientras tanto Tony Campolo discrepa de los adventistas del séptimo día en
América del Norte, diciendo: "Usted se puso de pie para la justicia de Jesús,
pero poco a poco, la afluencia que ha impregnado esta comunidad que ha seducido
en un modo de pensar que hace que me pregunte si su lealtad es más a Estados
Unidos que al reino de Dios " [10]
En un editorial William Johnsson afirma: "a partir de
nuestra historia más antigua, los adventistas han defendido oficialmente una
postura de no combatientes.
En tiempos de guerra, apoyamos al gobierno,
pero nuestra última lealtad es a Dios, lo que nos puede costar" [11]
Ángel Rodríguez llega a la conclusión "de que no hay tal cosa como una guerra
justa... la iglesia debe insistir en todo momento sobre la maldad de las guerras
humanas. Si la función de la iglesia en el contexto de la guerra es hablar en
nombre de la paz y la reconciliación, debe promover la no beligerancia entre sus
miembros, sobre la base de la enseñanza bíblica del valor de la vida humana.
"[12]
La Iglesia Adventista no abandona su defensa de no combatiente. ¡Por el contrario! Se invita a todos los miembros de la iglesia a seguir los pasos de Cristo y vivir sus vidas de acuerdo con el Sermón del Monte.
_____________
[1]. NSD
Departamento de Comunicación
[2]. Véase,
por ejemplo, Spectrum 30/4
(2002) y 31/4 (2003); ATS-Mail 2/6
(2003): 3-4.
[3]. Samuele
Bacchiocchi, "Fin Temas No. 99."
[4]. Consejo
de otoño de la Comisión de la Conferencia general: Acciones generales ,
14-29 octubre de 1972, Ciudad de México, 17.
[5]. Adventista
del séptimo día enciclopedia ,
segunda versión revisada edición, MZ (Hagerstown: Review and Herald Publishing y
Asociación, 1996), 184.
[6]. "No
combatiente" La información proporcionada por los Ministerios de Capellanía
Adventista.
[7]. "Una
Declaración de la Paz", en declaraciones,
directrices y otros documentos: Recopilación ,
ed. por
Ray Dabrowski (Silver Spring: Conferencia General del Departamento de
Comunicación, 2000), 50.
[8]. "Una
Declaración sobre el Mensaje de la Paz a los hombres de buena voluntad", en declaraciones,
directrices y otros documentos: Recopilación ,
ed. por
Ray Dabrowski (Silver Spring: Conferencia General del Departamento de
Comunicación, 2000), 51.
[9]. "Un
adventista del séptimo día llamamiento a la paz," http://www.adventist.org/beliefs/main_stat52.html .
[10]. Tony
Campolo, "Bienaventurados los pacificadores," Spectrum 31/2
(2003):. 54
[11]. William
G. Johnsson, "Guerra y Paz en Irak", Adventist Review, abril de 2003, 3. Véase
también, William G. Johnston, "hombre de poder," Revista
Adventista 19
de junio de 2003, 5.
[12]. Ángel Manuel Rodríguez, "los cristianos y de la guerra,"Adventist Review , 10 de abril de 2003, 11. Ver también, Lincoln E. Corcel, "la guerra justa," Libertad enero / febrero de 2003, 30-31.
Autor:
Ekkehardt Mueller
- octubre 2003
Invitación a exaltar a Jesús (vs ideologías y movimientos cuestionables)
Declaración de los líderes ejecutivos y presidentes de divisiones de la
Asociación General
Honrar y exaltar a Jesús es el compromiso fundamental de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día, y sustenta el mensaje profético expresado en las 28 creencias
fundamentales. La salvación solo por la fe que lleva a una vida de discipulado
en Jesús es el objetivo de nuestra misión. Al proclamar el mensaje de los tres
ángeles, asegurémonos de que Cristo se levante en el centro de todas nuestras
actividades e iniciativas.
Varias instituciones tanto de la iglesia como fuera de ella han sido fundadas
con el propósito de exaltar el nombre de Jesús. Tal honorable tarea también trae
consigo el desafío de proclamar a Jesús en armonía con su Palabra. Es nuestra
convicción que el Jesús al que siguen e imitan los adventistas del séptimo día
sea el que se revela en la Biblia: el que se presentó como la Verdad y que elevó
la autoridad de las Escrituras. Es de suma importancia que nunca olvidemos
que Jesús se identificó a sí mismo con “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan
14:6). Él es realmente el Verbo (Juan 1:1).
A los líderes de la iglesia a menudo se les piden
consejos sobre cómo relacionarse con algunas iniciativas y organizaciones,
algunas de las cuales están bien establecidas y ampliamente aceptadas, como las
reconocidas entidades ASI, que han cooperado por mucho tiempo con la iglesia y
su liderazgo. Uno de los resultados más recientes es el
Project One(que
ahora aparentemente está en transición para convertirse en
Global
ResourceCollective), sobre el cual han
surgido algunas preguntas. Por consiguiente, los líderes ejecutivos de la
Asociación General junto a los presidentes de divisiones han decidido ofrecer
algunas orientaciones con respecto a la evaluación de cualquier iniciativa que
busque la promoción de la iglesia.
Les recomendamos a aquellos que, antes de unirse a cualquier iniciativa o
movimiento, estudien por sí solos que evalúen si dichos movimientos están de
acuerdo con la voluntad revelada de Dios (Hechos 17:11). Como Jesús mismo nos
aconsejó: “Por sus frutos los conoceréis” (Mateo 7:16). También advirtió: “No
todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el
que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21).
En armonía con la convicción expresada anteriormente
de que el Nombre de Jesús debe ser exaltado de manera consistente con su
revelación
decidida en las Escrituras, invitamos a
nuestros líderes de iglesia e individuos interesados
a evaluar las bases bíblicas de cualquier
ministerio o iniciativa de evangelismo a la luz de Isaías 8:20: “¡A la ley y al
testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”.
La Iglesia estará ansiosa por trabajar con todos los
que compartan este ministerio profético expresado en las 28 creencias
fundamentales. A la luz de cuestiones que han
surgido con respecto a algunas iniciativas recientes, las siguientes preguntas,
aunque no son exhaustivas, brindan algo de orientación para la evaluación de
dichos grupos. Llamamos a todas las organizaciones e iniciativas a que se unan a
nosotros en la misión de reafirmar o de responder de manera positiva a través de
sus canales oficiales de comunicación a las siguientes preguntas cruciales:
1. ¿Qué significa aceptar a Jesucristo? Cuando decimos que aceptamos
a Cristo, ¿es esa una experiencia mística o significa una aceptación de las
verdades doctrinales que él enseñó, o ambas? El ministerio o iniciativa en
cuestión ¿exalta el sacrificio sustitutivo de Jesús?
2. ¿Cómo entienden el rol de la doctrina en la fe cristiana? ¿Existe una
conexión orgánica entre la persona de Cristo y las enseñanzas o doctrinas de
Cristo? ¿Se entiende que conocer a Cristo implica necesariamente conocer y
vivir sus enseñanzas y las verdades bíblicas que él enseñó?
3. ¿Cuál es la comprensión que tienen y el apoyo que le dan al mensaje y la
misión de la Iglesia Adventista a la luz de su misión profética? ¿Cómo
expresan ellos su comprensión de 1844 y el ministerio de Cristo en el Santuario
celestial?
4. ¿Tienen una comprensión clara de la singularidad del movimiento adventista de
séptimo día? ¿Tienen claro cómo la fe adventista difiere de otras denominaciones
evangélicas que exaltan a Jesús?
5. ¿Cuál es su comprensión de la creación? Quienes están involucrados en esos
ministerios e iniciativas ¿creen que Dios creó este mundo en seis días literales
y que descansó en el séptimo día en un pasado reciente como se entiende y se ha
votado en nuestras 28 creencias fundamentales?
6. ¿Cuál es su comprensión de la autoridad bíblica y la interpretación
profética? ¿Aceptan la explicación historicista de la profecía bíblica y
comparten la comprensión adventista del cuerno pequeño de Daniel 7, los poderes
de la Bestia de Apocalipsis 13 y el Anticristo de las Escrituras, y la visión de
que la fe en Cristo finalmente será el clímax del conflicto sobre la ley de
Dios, con el sábado en el centro de la controversia final?
7. Debido a las percepciones de género y sexualidad, que contradicen la
enseñanza bíblica sobre el matrimonio y la familia como la acepta la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, también se deben hacer las siguientes preguntas:
¿Cómo entienden la identidad de género y el tema de las relaciones LGBT+ en
cuanto a la membresía de iglesia a la luz de las Escrituras? ¿Cuentan con una
comprensión clara, inequívoca y bíblica de este tema?
Las organizaciones o los individuos que no pueden
afirmar las 28 creencias fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día
y que no pueden brindar respuestas claras e inequívocas a las preguntas
mencionadas no deberían esperar apoyo de las organizaciones de la Iglesia. Los
líderes ejecutivos de la Asociación General junto a los presidentes de las
divisiones invitan a cada miembro y entidad de la iglesia a exaltar el nombre de
Jesús presentándolo al mundo y viviendo de acuerdo a su voluntad. Al
hacerlo, Jesús debe ser proclamado en conexión con la verdad como se revela en
la Escritura y como la entienden los adventistas del séptimo día. En
consecuencia, reafirmamos nuestro compromiso más importante: predicar a
“Jesucristo, y a éste
crucificado”(1 Corintios 2:2).
Líderes ejecutivos y presidentes de divisiones de la Asociación General
OTRA FUENTE: https://pastor.adventistas.org/es/invitacion-exaltar-jesus/
Sobre relaciones humanas que aborda el racismo, el sistema de castas, el tribalismo y el etnocentrismo
ACORDADO adoptar el documento “Una humanidad: declaración de relaciones humanas que aborda el racismo, el sistema de castas, el tribalismo y el etnocentrismo”, como sigue:
Una humanidad: declaración de relaciones humanas que aborda el racismo, el sistema de castas, el tribalismo y el etnocentrismo
El deber moral de proclamar los principios bíblicos sobre cómo tratar a los demás seres humanos se ha vuelto fundamental a medida que el mundo reconoce cada vez más el azote persistente de la injusticia racial, los conflictos tribales y la intolerancia del sistema de castas que sufren millones de personas en toda sociedad y región del mundo. Dios “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra” (Hechos 17:26) y Jesús nos enseña a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39). La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce la importante responsabilidad de mostrar claramente su compromiso y compasión para con un mundo que espera tanto palabras como hechos que estén en armonía con las enseñanzas de Jesús. Nuestro compromiso viene de nuestra misión de predicar el evangelio de Jesucristo a “toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6) en nuestro turbulento mundo, al reconocer que solo Cristo puede cambiar el corazón humano.
Los adventistas del séptimo día están comprometidos con las verdades bíblicas invariables que revelan que los seres humanos fueron creados a imagen de Dios (Génesis 1:27). Con base en el relato de la Creación en el libro de Génesis, creemos en la igualdad inmutable dada por Dios a todas las personas en todo tiempo, todo lugar y toda circunstancia. Todos descendemos de Adán y Eva, nuestros ancestros originales, quienes hacen de toda la humanidad una familia (Génesis 3:20). Incluso el trágico resultado de la elección humana de rebelarse contra Dios no ha borrado las relaciones perdurables entre todos los seres humanos. Las distinciones de raza, grupo étnico, casta y tribu son usadas para segmentar y dividir de forma pecaminosa la unidad fundamental que Dios quería que todos los seres humanos experimentaran con él y los unos con los otros.
Mantenemos nuestra lealtad a los principios bíblicos de igualdad y dignidad de todos los seres humanos ante los intentos históricos y continuos de usar el color de piel, el lugar de origen, la casta o el linaje aparente como pretexto para tener comportamientos opresivos y dominantes. Estos intentos son una negación de nuestra humanidad compartida, y deploramos todos esos tipos de agresión y prejuicio como una ofensa hacia Dios. Sin embargo, reconocemos que muchos miembros de nuestra iglesia mundial no defienden esta verdad bíblica acerca de la igualdad de todas las personas. Contrario a las enseñanzas y el ejemplo de Jesús, muchos creyentes y organizaciones eclesiásticas han absorbido ideas pecaminosas y deshumanizantes acerca de la valoración racial, tribal, étnica y de casta que han llevado a prácticas que lastiman y hieren a la familia humana. Estas formas de pensar, y las prácticas que resultan de ellas, socavan las mismas verdades que nos hemos comprometido a vivir y a enseñar. Queremos pedir disculpas por no haber hablado o actuado audazmente sobre estos temas en el pasado.
Los adventistas del séptimo día son miembros de una iglesia global y diversa, y están comprometidos a ser agentes de paz y reconciliación en la sociedad al defender y ser modelos de la verdad bíblica sobre nuestra herencia compartida. “Porque el amor de Cristo nos constriñe” a considerar a las personas desde el punto de vista de Cristo y a ser sus “embajadores”, a través de la “palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:14, 19, 20), en este mundo dividido. Apoyaremos y cuidaremos a los marginados y maltratados a causa de su color, casta, tribu o grupo étnico (Mateo 25:40). Creemos que los que abusan de otros y los maltratan, de acuerdo con los principios bíblicos, deben ser llevados ante la justicia de forma apropiada, y finalmente enfrentarán el juicio divino (Eclesiastés 12:14; Hebreos 9:27). Enseñamos y urgimos que la verdad divina sobre el origen humano y la igualdad como se enseña en la Biblia es el fundamento más sabio para todas las relaciones humanas.
Dios coloca una responsabilidad especial sobre los que han respondido a su gracia salvadora para todos (Gálatas 3:28), de demostrar nuestro compromiso con la igualdad, la justicia y la rendición de cuentas en todas las relaciones humanas. Dios ha creado a cada persona de forma singular, y su poderosa influencia en nuestras vidas tiene como consecuencia que celebramos las diferencias y valoramos de forma respetuosa la herencia humana y la cultura de cada persona. Reconocemos que la solución definitiva a los pecados del racismo, el tribalismo, el etnocentrismo y el sistema de castas es la transformación de las vidas individuales y de las relaciones interpersonales a través de Cristo y su poder salvífico. Aceptamos y abrazamos nuestro compromiso cristiano de vivir, a través del poder del Espíritu Santo, como una iglesia que es justa, empática, amorosa y basada en los principios bíblicos. Dios invita a todos, en todo lugar, a unirse a la iglesia remanente descrita en la profecía bíblica (Apocalipsis 12:17) al proclamar el evangelio eterno que se enfoca en la justicia de Jesucristo, resumida en el mensaje de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12). Este mensaje debe ser dado “a toda nación, tribu, lengua y pueblo”, y culminará con el pronto regreso de Cristo (Apocalipsis 14:6, 14). Esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra donde “ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4)
Esta declaración fue votada por el Comité Administrativo de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en Silver Spring, Maryland, el 15 de septiembre de 2020.
OTRA FUENTE 2022: https://www.adventistas.org/es/institucional/organizacion/declaraciones-y-documentos-oficiales/una-humanidad/
Reuniones virtuales y presenciales
Los desafíos de la pandemia ya duran por lo menos un año y han causado sufrimiento a muchas personas. La Iglesia Adventista del Séptimo Día continua atenta a esa situación y enfatiza la necesidad de ampliar el cuidado en la realización de cultos y programas. Es importante que las reuniones presenciales o virtuales sean evaluadas por los líderes locales, mediante un cuidadoso análisis de riesgos, e impacto social. Las reuniones deben realizarse solo con el apoyo de la administración de las Asociaciones/Misiones correspondientes, y siempre que no entren en conflicto con los decretos y las condiciones sanitarias locales. Para eso, deben tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones:
Cultos, reuniones y atención digital
Enfatizar la práctica de medidas sanitarias como el uso de mascarilla o barbijo, el distanciamiento social, la higienización de las manos y el control de la temperatura.
Priorizar el uso de Zoom (o recursos similares) para la realización de reuniones, favoreciendo la interacción y la integración de los participantes.
Evaluar regularmente las condiciones de seguridad para la realización de cultos presenciales, y también la necesidad de reuniones virtuales.
Mejorar el programa de culto y de la Escuela Sabática para atender al público virtual.
Orientar para que participen de las reuniones de manera virtual las personas que pertenecen a los grupos de riesgo, que presenten síntomas gripales o de COVID-19 y que mantuvieron contacto con infectados.
Atender a los interesados por medio de los canales de comunicación de la iglesia.
Realizar actividades presenciales con niños y adolescentes solo cuando se reciba la autorización para las clases presenciales en las escuelas de la región.
Templos
Respetar el distanciamiento en todas las reuniones, evitando aglomeraciones.
Adoptar los cuidados sanitarios en todos los ambientes del templo.
Pastores
Dar el ejemplo con relación a los cuidados de salud y el uso de EPI (Equipo de protección individual).
Incentivar a la iglesia para un movimiento sólido de oración y estudio de la Biblia.
Organizar un plan de atención a los miembros e interesados.
Fortalecer la participación misionera de la iglesia en el ambiente digital.
Intensificar el cuidado de las familias en situación de vulnerabilidad.
Enfatizar el culto diario de la familia.
Organizar equipos de profesionales de salud en las iglesias locales para ayudar y orientar a los miembros en cuanto a los cuidados sanitarios.
Respetar las normas sanitarias al realizar bautismos y ceremonias de Santa Cena.
Asociaciones y Misiones
Priorizar actividades relacionadas a la iglesia local.
Realizar reuniones y capacitaciones por los medios virtuales cuando hubiera aumento de riesgos en el modelo presencial.
Reforzar los énfasis estratégicos de manera virtual o presencial:
Visitación. Reafirmar la importancia del cuidado pastoral.
Adoración. Realizar cultos adaptados a la realidad digital, fortaleciendo la predicación bíblica.
Movilización. Movilización. Reforzar el concepto de discipulado (Comunión, Relacionamiento y Misión) por medio de los grupos pequeños y de las unidades de acción.
Documento emitido por la DSA, Brasilia, el 2 de marzo de 2021
OTRA FUENTE 2022:
https://www.adventistas.org/es/institucional/organizacion/declaraciones-y-documentos-oficiales/orientaciones-sobre-las-reuniones-virtuales-y-presenciales/
Recomendaciones frente al avance de las nuevas variantes de Covid-19
CONSIDERANDO que la Iglesia Adventista del Séptimo Día toma sus decisiones con base en la prudencia y el equilibrio, y siempre busca trabajar en armonía con las decisiones de las autoridades debidamente establecidas, tales como las civiles y sanitarias;
CONSIDERANDO la responsabilidad social que las iglesias locales tienen referente a su influencia y el impacto de sus decisiones en el comportamiento de las personas;
CONSIDERANDO el contexto actual de la pandemia de COVID-19 y el avance de las variantes, entre ellas la Ómicron, que posee alto potencial de transmisión;
CONSIDERANDO las orientaciones anteriores dadas por la Iglesia Adventista del Séptimo Día para proteger y contener el avance de la pandemia en las sedes administrativas, en los templos, en las instituiciones y en todas sus áreas de acción;
CONSIDERANDO los niveles organizacionales de la Iglesia en Sudamérica y el respeto a las peculiaridades locales y regionales, favoreciendo las decisiones de acuerdo con cada realidad;
RECOMENDAMOS que cada región administrativa, por medio de su Comité de Gestión de Crisis, evalúe periódicamente la situación epidemiológica y la legislación local para la realización de reuniones, eventos, cultos presenciales y otras actividades, como también el funcionamiento de las sedes administrativas, de las entidades educacionales, asistenciales, de salud, de comunicación, de publicaciones, de las fábricas de alimentos, etc, actuando de acuerdo con las recomendaciones sanitarias establecidas.
RECOMENDAMOS que, en las reuniones en los templos y en los ambientes de trabajo presenciales, se resalte la necesidad del cumplimiento de las prácticas y medidas sanitarias como: uso de máscara, distanciamiento social e higienización de todos los ambientes. Al mismo tiempo, incentivamos el uso de tecnologías para la transmisión de cultos, reuniones, trabajo remoto y cuidado pastoral.
Emitido por la Iglesia Adventista del Septimo Dia, sede Sudamericana en enero de 2022
Apéndices
Apéndice II
Documentos ordenados temáticamente*
Apéndice I
Documentos ordenados por año de aparición*
1980
Mensaje de paz para la gente de buena voluntad
1983
Marcas registradas
1985
Diezmo, Usos del
Drogas .
Hogar y familia
Movimiento ecuménico
Paz .
Racismo
1986
Métodos de estudio de la Biblia
1987
Conducta sexual .
Libertad y responsabilidad teológica y académica (DSA:87-735)
1988
Acoso sexual
Competición, Actividades con elementos de (DSA:88-604)
Instituciones de salud
1990
Desamparo y pobreza .
Familia, Afirmación de la
Pornografía
Sábado, La observancia del (DSA:90-639 y 91-609)
SIDA
SIDA–Una respuesta adventista (DSA:96-341)
Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas .
Venta de armas, Proscripción de
1992
Aborto (DSA:92-412)
Creación, Cuidado de la (DSA:92-410)
Paciente terminal (DSA:92-406)
Principios de temperancia y aceptación de donaciones (DSA:92-409)
1993
Declaración de misión de la IASD (DSA:96-338)
1994
Fertilización humana asistida (DSA:94-327)
1995
Abuso y violencia familiar
Alfabetización .
Cambios en el clima, Peligros de los
Comisión de Estrategias de Comunicación
Espíritu de Profecía – Utrecht (DSA:95-391)
Fumar y tabaco
Intervenciones genéticas, Principios cristianos sobre .
Libertad religiosa
Medio ambiente
Mujer, Temas acerca de la
Relaciones humanas
Sagradas Escrituras
Tolerancia
1996
Compromiso total con Dios (DSA:96-339)
Fumar y ética
Matrimonio, Afirmación del (DSA:96-340)
Medio ambiente, Mayordomía del
Renovación espiritual e impacto sobre la sociedad
Violencia familiar (DSA:96-343)
1997
Abuso sexual de menores (DSA:96-343)
Catolicismo Romano
1998
Clonación humana
Derechos humanos
Enfermedades de transmisión sexual
1999
Año 2000, El adventismo y el (DSA:99-170)
Control de la natalidad (DSA:99-171)
Fundamentos éticos para la AG
Homosexualidad (DSA:99-172)
Kosovo
Minorías religiosas y libertad religiosa
2000
Acoso
Juegos de azar
Libertad religiosa, evangelización y proselitismo
Mutilaciones genitales femeninas
Niños, Bienestar y valor de los
Terapia genética humana
2002
Asuntos estratégicos para la IASD (DSA:2002-114)
Paz, Un llamado a la (DSA:2002-110)
2003
Empleadores y empleados, Relaciones entre (DSA:2003-284)
Orientaciones para participar en Misión global
2004
Creación, Respuesta a “Una afirmación de la (DSA: 2004-273)
Creación, Una afirmación de la (DSA: 2004-273)
Declaración de Misión de la IASD**
Música, Filosofía adventista acerca de la
Uniones del mismo sexo
Valores de la IASD (DSA: 2004-276)
Adventistas No combatientes
2005
Adiciones o revisiones a las creencias fundamentales (DSA: 2004-067)
Ataque terrorista en Londres
Espíritu de Profecía – St. Louis
Extremismo religioso
Música en la IASD de Sudamérica
Respeto por todas las personas .
Santa Biblia
Ser transformados en Cristo
2006
Sitios web de la IASD
2007
Conservar la ganancia de miembros,
Exhortación a (DSA:2007-099)
Misión en ambientes sociales cambiantes, Salvaguardando la
(DSA:2007-216)
2008
Congo, Guerra en el
2009
Salud y sanidad, Llamados a comprometerse con
la
Misión, Hoja de ruta para la
2010
Creación: La cosmovisión bíblica
Espíritu de Profecía – Atlanta
Libertad de expresión y difamación de la religión
Niños, Nutrición y protección de los
Pobreza global
Santa Biblia
Violencia contra las mujeres y las niñas, Fin de la
2011
Observancia del sábado en la Iglesia Sudamericana
2017
Sábado y algunos detalles de su observancia - 2017 *
Homosexualidad y el transgénero - 2017 *
2018
Idiologías y Movimientos cuestionables - Exaltar a Jesús *
Sin fecha:
Relaciones con otras iglesias cristianas
Relaciones entre Iglesia y Estado
Sida, Epidemia del
____________
* Los años son los consignados por la edición en inglés. Los
signos ?, al lado de la referencia al voto de la DSA,
indican incongruencias que no pudieron ser verificadas y
corregidas.
** Este documento está actualizado al mes de julio de 2010.
____________
ACLARACIONES
* Por razones de espacio se redujo la
frase “Adventista/s del Séptimo Día” a “adventista/s”, excepto en algunos
títulos, subtítulos y nombres de libros o revistas.
* También se acortaron los títulos generales (sobre todo en Contenido), para que
redunde en una mayor rapidez a la hora de encontrar un determinado documento.
* Y se crearon dos Apéndices: uno por año de aparición y otro por temas.
Creemos que serán de ayuda, entre otros beneficios, para saber acerca de qué
asuntos se expidió o no la Iglesia Adventista.
* En las referencias a nuestras “Creencias fundamentales”, la numeración
corresponde a la nueva, la de 28 creencias a partir del Congreso de la
Asociación General realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., en el 2005.
Libro de 287 pags. - 21cm x 14 cm |
Libro con todos los documentos puede ser adquirido en:
Asociación Casa Editora Sudamericana - ACES
Av. San Martín 4555 - Florida Oeste - Vicente López
Tel. 54-11-5544-4800
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Av. San Martín 3472
Barrio de Florida Oeste - Vicente López - Buenos Aires - Argentina
(a 3 cuadras de Av. Panamericana y Puente Av. San Martín)
Tel. 54-11-4730-4129
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Uriarte 2441
(a 200 metros de Plaza Italia y a 50 metros de Av. Santa Fe al 4200)
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